Ilha das flores; ¿racionalizar la memoria?

Urge que nos pensemos no como individuos –especiales y únicos- sino como colectivos locales con visión global (glocalizados) consecuencia de la anterioridad y causa de la posterioridad.
El dasein cobraría significancia, entonces. Y, dejaríamos de percibir la –utopía- como un deseo imposible e inalcanzable que se encuentra en un espacio inexistente, y una temporalidad que siempre se encuentra una cuadra delante de nosotros (Galeano).
Por el contrario, caeríamos a la cuenta de que la utopía significa inmediatez proactiva, acción y planeación espontánea y contemporánea (entendiéndose ésta bajo las categorías de Agamben: situarse en los márgenes entre las luces y sombras de nuestra temporalidad histórica).
Una utopía en el aquí y ahora; un mundo donde caben muchos mundos.
Un mundo hecho en la milpa.
Recobrar la ancestral sabiduría de la milpa, la cual no se siembra, sino se hace; un modo de vida, y, plausible de ser análogo a los complejos procesos de análisis a nivel global, en los que el todo es más que la suma de las partes, y, donde cada parte funge una función indisoluble del conjunto en el que se inscribe.
Analogía sintetizada perfectamente en el cortometraje brasileño de 1989 “Ilha das flores”, el cual se narra a través de categorías discursivas mediante las que se complejiza una realidad aparentemente sencilla, definible y determinada: la cosecha del tomate en un pequeño y desolado pueblo brasileño.
A partir de ese foco, se describe racional, lógica y objetivamente cada uno de las imbricadas relaciones existentes que convergen en la cosecha del tomate; se construye pues una compleja narrativa de entrecruces categoriales, relaciones deductivas e inductivas, históricas, económicas, geográficas, sociológicas y culturales.
En primera instancia, se muestra como un discurso aparentemente arbitrario, inconexo, incoherente y completamente descentralizado de un razonamiento lógico (a pesar de usar la lógica como herramienta narrativa). Empero, la discursividad narrativa regresa al punto de inicio, el ojo del torbellino de Bernard, para así, describir el objeto esencial del discurso: la explotación laboral y pobreza generalizada imbricada directamente con largas cadenas productivas necesarias para el correcto funcionamiento del capitalismo global, expresado en una empresa transnacional que se muestra atemporal, a histórica, apartidista (etc) y natural (comercio/capitalismo como una expresión cuasi inherente a las sociedades humanas), lo cual es falaz, pues, toda producción espacial desde la lógica del capitalismo, expresada en los medios, infraestructura, canales, rutas y redes necesarias para su producción y reproducción inciden no sólo material, violenta y explícitamente en las relaciones territorializadas precedentes, sino además de maneras “consensuales”, “colaterales”, culturales y secundarias, que, en realidad, responden a la estrategia concreta de la corporación y/o Estado promotor específico usada en una concreta guerra híbrida localizada.

Pawo Wróbel

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