El establishment se cuece en un caldo de rivotril

Los que evitaron el papelón fueron Martín Migoya y Guibert Englebienne, fundadores de Globant. El domingo, después de la extensión oficial de la cuarentena hasta el 7 de junio, el grupo de whatsapp empresario “Nuestra Voz” estuvo a punto de publicar una proclama convocando abiertamente a desobedecerla. La impulsaban entre otros Cristiano Rattazzi (Fiat), el cordobés Gerardo Abdala (dueño de la distribuidora de indumentaria Sportcom), la bodeguera y exdiputada de Cambiemos Susana Balbo y el neuquino Diego Manfio, proveedor de petroleras en Vaca Muerta.

Cristiano Rattazzi (Fiat), Paolo Rocca (Grupo Techint), Miguel Galuccio (Vista Oil & Gas) y Nicolás Caputo (Grupo Caputo).

“Como supimos quedarnos en casa sabremos salir con prudencia. Porque si nos seguimos quedando en casa aparecen otros peligros y amenazas”, advertía el texto. “Si nos seguimos quedando en casa compramos el terror que nos quieren vender”, abundaba después, sin mencionar a el/la vendedor/a ni esgrimir argumento científico alguno. Bajo una banderita argentina -ya tenía incluso diseño gráfico- cerraba con dos máximas: “Sin trabajo no hay salud ni dignidad ni vida” y “sin libertad no hay democracia”. Casi un calco de las pancartas que se verían 24 horas después en la marcha de liberales autoconvocados a Plaza de Mayo y en la caravana de autos que salió de los barrios cerrados del complejo Villanueva, en Tigre.

Migoya y Englebienne preguntaron si se había discutido antes en algún subgrupo de chat, condición que fijó el nucleamiento de ejecutivos para someter a votación los manifiestos con los que habitualmente intervienen en el debate público. El CEO de Almundo.com, Juan Pablo Lafosse, también pidió cautela. El terrateniente Félix Lacroze se enojó tanto por la resistencia que abandonó el grupo y posteó la proclama en su cuenta personal de Twitter, aunque con el limitado alcance que le otorgan sus 44 seguidores. También masticó bronca David Lacroze Ayerza, patriarca del clan, exfuncionario de la dictadura y famoso en el círculo rojo por haber increpado y fotografiado a Cristina Kirchner en un avión de línea. Pero eligió quedarse.

Esa misma noche, el Ministerio de Salud informó un récord diario de contagios de COVID-19 para un solo día: 723 casos. Un salto que recién fue superado ayer, con 769 nuevos infectados, pero que encendió todas las alarmas especialmente por su concentración en el área metropolitana. La propia Susana Balbo, entusiasta inicial de la proclama anti-cuarentena del domingo, habló por radio el martes contra el aislamiento pero se escabulló ante una consulta sobre el debate en Nuestra Voz.

Los que mandan

La angustia que cunde en estos días de encierro en el establishment es muy parecida al arquetipo que describió Sigmund Freud. Es un apremio por resolver algo ya, pero sin saber qué hacer. Lo que sentían todos los que se acercaban a la Esfinge de Tebas temerosos de ser engullidos hasta que Edipo consiguió resolver su enigma. Lo que Alberto Fernández reclamó a los medios de comunicación que “dejen de sembrar”, tras la retahíla de preguntas sobre aflicciones y sentimientos que le hicieron en Olivos el sábado a la noche.

En la cima de la pirámide social, esa angustia mezcla la contrariedad por las gigantescas pérdidas que empezó a generar la pandemia con la frustración por la ausencia de una solución a la vista. No es muy distinto a lo que movió a Susana Giménez a volar en jet privado a su mansión en Punta del Este. Entre los hombres de empresa eso se mezcla con un duelo particular: por obra de la cuarentena dejaron de ser “los que mandan”, como los definió José Luis de Imaz en 1964, en su libro pionero de la sociología de las élites.

El magnate siderúrgico Paolo Rocca es de los que mejor transita esa angustia. Tal vez porque, dueño de una experiencia política juvenil en la izquierda revolucionaria italiana que lo distingue de sus colegas, entiende mejor qué es el Estado. Por un lado empujó a su personal a volver a las oficinas la semana pasada, incluso pese a los casos de coronavirus que ya superaron el medio centenar entre los empleados y contratistas de Techint en Brasil. Del gobierno porteño obtuvo permisos de circulación para todos sus ingenieros y dibujantes sin que nadie revisara demasiado si todos estaban afectados a las obras “esenciales” que declaraban. En paralelo, consiguió que la Nación los incluyera en el programa ATP y les pagara parte de los sueldos.

Lejos del brote de ansiedad en el grupo de chat que contuvieron con paciencia terapéutica Migoya y Englebienne, Rocca instruyó a sus coroneles a que les dieran una cálida bienvenida al directorio de TerniumSiderar a Augusto Costa y Santiago Fraschina, los directores que designó la camporista Fernanda Raverta por las acciones del grupo en poder de la ANSES. En la reunión no hubo ningún comentario tenso y hasta le preguntaron a Costa, ministro de Axel Kicillof, cómo evaluaba la cuestión productiva en la provincia. El exsecretario de Comercio Interior se excusó porque estaba afónico.

Las mismas ondas de amor y paz transmitió Rocca, enemigo íntimo de la cuarentena, en el encuentro virtual que un grupo de empresarios top mantuvo con Martín Guzmán anteayer, a instancias de Miguel Galuccio. Vestido de overol, incluso se rió sonoramente de un chiste que le hizo sobre su atuendo el ministro de Economía.

Además de Rocca y de Galuccio estaban Federico Braun (La Anónima), Verónica Andreani, Enrique Cristofani (Banco Santander), Luis Pagani (Arcor) y Carlos Miguens Bemberg. Si bien todos hablaron sobre la conveniencia de alcanzar un acuerdo con los acreedores y no caer en default, ninguno urgió al Gobierno a hacerlo “rápido” como publicó el portal de noticias que primero dio cuenta del encuentro. Tampoco se habló del impuesto a las grandes fortunas ni de la idea de la diputada Fernanda Vallejos de que las grandes firmas entreguen parte de sus acciones al Estado a cambio de su asistencia en la crisis, dos temas que podrían haber ensombrecido el encuentro.

Braun contó que tuvo un “rush” de facturación en sus supermercados a fines de marzo, que en abril eso bajó y en mayo se mantuvo estable. En el promedio, dijo, su negocio está “regular”. Andreani habló de la disparada en la demanda de servicios de logística. Según confirmaron a BAE Negocios uno de los empresarios y uno de los funcionarios presentes, incluso Cristofani se mostró amable. Después de haber declarado a fines de 2018 que Argentina tenía “muy buenas chances de ganarle la batalla al populismo” y de haber trabajado casi como un ministro sin cartera en la época de “Toto” Caputo en Finanzas, en el zoom con Guzmán fue cauteloso y elogioso. Hasta asintió cuando Galuccio le dijo “menos mal que te tenemos”.

De Fink a Nicky

Galuccio, precisamente, se destapó como un gestor todoterreno del Gobierno y en especial de Cristina Kirchner, con quien mantiene un diálogo reservado a unos pocos mortales fuera de su círculo íntimo. Fue él quien habló con el CEO de BlackRock, Larry Fink, porque Guzmán tenía problemas con el interlocutor que había designado ese fondo acreedor. Ese delegado era Gerardo Rodríguez, que llegó a advertirle al ministro que no sabía “con quiénes se estaba metiendo”, tal como se informó en esta columna el 17 de abril.

Fink le hizo caso y cambió al negociador, tras lo cual BlackRock sorprendió con una nueva contrapropuesta que acercó a las partes. El martes último por la noche, de hecho, se renovaron discretamente los acuerdos de confidencialidad que funcionan como paraguas secreto de lo que se discute. Pero el argumento que esgrimió Galuccio ante Fink no fue, como trascendió inicialmente, que todas las acciones argentinas caerían si finalmente hay cesación de pagos y que también lo harían las de Vista. BlackRock apenas tiene un 0,02% de Vista.

Lo que obtuvo Galuccio tras cultivar así la relación con Cristina no es poco. Con mucho menos peso en el sector que veteranos como Alejandro Bulgheroni, Eduardo Eurnekian, Marcelo Mindlin o el propio Rocca, fue él quien postuló a Sergio Affronti como CEO de YPF. Un puñal en la espalda de Guillermo Nielsen, a quien inicialmente habían bendecido en el Instituto Patria para manejar (y no solo presidir) la petrolera de mayoría estatal.

Para otro zar de la energía como Nicolás Caputo, hermano de la vida de Mauricio Macri, tampoco hubo Rivotril que aguante. El viernes a la noche se enteró de que lo corrían como cónsul honorario de Singapur y que la pequeña isla asiática no oponía resistencia porque al decano de sus cónsules, Tommy Koh, le habían advertido por email que no era un buen puente hacia el nuevo gobierno y que estaba investigado por corrupción. El sábado a la noche ya abordaba un avión privado rumbo a Estados Unidos, que no le niega el derecho a la residencia a ningún multimillonario en dólares.


Fuente: https://www.baenegocios.com/columnistas/El-establishment-se-cuece-en-un-caldo-de-rivotril-20200528-0124.html

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