La invasión de México (1519 – 1521). Entrega: 1.

 LA INVASIÓN DE MÉXICO

08 DE NOVIEMBRE DE 1519 – 1521

Primera entrega.

Por Asunción Ontiveros Yulquila

Datos retrospectivos y actuales. En marzo de 1983 fui elegido coordinador general del Consejo Indio de Sud América, que tenía sede central en la ciudad de Lima, Perú. Entre 1983 – 1991 conocí  organizaciones indias, personalidades solidarias de las reivindicaciones de los pueblos indios, dirigentes sindicales, periodistas, artistas de cine, dirigentes políticos, economistas, dirigentes indios, enemigos de los indios, curas, obispos, pastores, intelectuales.

También visité diversos países, desde Argentina hasta el Oeste de Canadá, desde el Este de Canadá hasta el sur de Argentina y Chile. Percibí las relaciones de poder coloniales entre los pueblos indios y los Estados (herederos de los dominios coloniales de España, Portugal, Inglaterra, Francia, Holanda). La violencia simbólica contra el pasado y el presente de los pueblos indios es crucial y deshumanizada, en el contexto de cada país miembro de la Organización de los Estados Americanos, OEA.

El contenido de la Carta Universal de los Derechos Humanos y otros instrumentos del llamado Derecho Internacional, son mitos legitimantes y/o  narrativas desconocidas para la mayoría de los pueblos indios. Existen infinidad de mitos legitimantes, narrativas cotidianas, técnicas y/o especializadas y paradigmáticas con la intención general, a veces específica, para dominar y estigmatizar al dominado, desde 1492, a los llamados pueblos indios, desde antes y después de Cristóbal Colón.

Predomina el metadiscurso ensalzado de matrices bíblicas y/o narrativas del universo  judío cristiano occidental. En la mayoría de las representaciones simbólicas: en la historia colonial oficial, en la cultura hegemónica, en la economía hegemónica, en la sociedad hegemónica, en la legislación, en la política teórica y aplicada, en la administración de justicia, en las universidades, en las cartas constitucionales.

La República de México, los Estados Unidos Mexicanos es un país diverso, de grandes riquezas, contradicciones y de enigmas. Su capital, la ciudad de México, o Tenochtitlán está impregnado de símbolos de los pueblos del Antiguo México, México Profundo. Símbolos que son atractivos para cualquier visitante interesado en el pasado y en el presente en pleno desarrollo.

Tepeyac, Tlatelolco, Tenochtitlán, Ixtapalapa, Coyoapan, Tlacopan, Chalco, Mizquie, Teotihuacan, Textoco, Chapultepec, Ecatapec, Tepozotlan, Cuahtitlan, Estadio Azteca, son símbolos con inmenso contenido socio cultural e histórico. Permiten recopilar datos para reconstruir narrativas que se aproximen un poco más a las realidades del espectacular pasado del México Profundo.

Todo visitante investigador se encuentra con el Calendario Azteca (también llamado Piedra del Sol) porque se compra una réplica o porque se lo percibe en el Museo Nacional de Antropología e Historia de México. O porque se informa a través de textos e imágenes vía Internet. ¿Qué informa, qué comunica el Calendario Azteca?

Es una narrativa que tiene antecedentes en otras narrativas antiquísimas, que muestra detalles específicos de la región de Mesoamérica, el año, los meses, las semanas, las cuatro estaciones. En el entorno y en el centro de Tenochtitlán, actual ciudad de México, están presentes los nahuas, otomíes, mazahuas y otros cuyos antepasados fueron testigos de la invasión, destrucción y sometimiento de la ciudad y posteriormente de Mesoamérica. El Pontificado de Roma (los pontífices de turno y los frailes) y la España de los reyes católicos son las principales instituciones que comandaron la invasión.

En la ciudad de México, que en adelante llamaré Tenochtitlán, se percibe la violencia simbólica entre la diversidad cultural del México Profundo y la cultura oficial hegemónica del Estado, representado por los poderes político, legislativo y judicial. La violencia  simbólica tiene raíces coloniales. Guillermo Bonfil Batalla (1935 – 1991) describe la oposición entre el México Profundo y el México imaginario que tiene como punto de partida el 08 de noviembre de 1519.

Por ejemplo, en el escudo federal están representados el Nopal, el Águila y la Serpiente. El Águila tiene apresada en su pico a la Serpiente que es un símbolo virtuoso en el mundo de Mesoamérica. La representación mediatiza la dominación colonial de España sobre el México real. Los símbolos que constituyen el escudo de los Estados Unidos Mexicanos expresan otras narrativas cotidianas de la gente que tiene relaciones genealógicas con el México Profundo.

Paradójicamente, conversando con intelectuales mexicanos amigos, cuando comenté que la selección mexicana de fútbol  es significada por periodistas deportivos argentinos como la “selección azteca”, reaccionaron airados. ¡Los aztecas son asesinos! ¡Déspotas! ¡Arrancaban los corazones de los vencidos! Pregunto: ¿quién construye estos imaginarios? ¿Estas representaciones?

Desde 1504 hasta 1524 la Secretaria de Indias y desde 1524 el Real y Supremo Consejo de Indias, que tiene funciones ejecutivas, legislativas, judiciales e inquisitoriales. Además de tener un presidente y consejeros letrados, secretarios y fiscales posee un Cronista o Guionista Mayor de Indias. Este cronista es el responsable de la fábrica de mentiras. Para la corte imperial de Calos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, el guionista mayor tenía la función de escribir la “historia política y natural de las indias”. Sus narrativas eran inapelables porque los “indios no poseen escritura”.

En México, la mayoría de las instituciones del sistema de la cultura oficial hegemónica, reproducen la narrativa oficial colonial sobre Hernán Cortes, sobre la “conquista” y sobre las fechorías de frailes y laicos españoles de a pie y de a caballo. Frailes y laicos tienen relaciones umbilicales con el Pontificado de Roma, donde se ubica la cima del Sacro Imperio Romano Germánico y la llamada Santa Inquisición.

En las narrativas cotidianas oficiales coloniales se conjetura que los “conquistadores” derrotaron a los “advenedizos”, a los “extranjeros”, a los “asesinos”. Los aztecas “llegaron del norte”. En la narrativa especializada se estigmatiza “los aztecas arrancaban los corazones a sus enemigos y amigos”. Las grandes pirámides “eran para ofrendar con corazones a los dioses”. Dioses es una palabra que se reproduce por obra de los anfibios frailes, y de los escribanos,  desde antes y después del 08 de noviembre de 1519.

Los invasores eran portadores del llamado Requerimiento, escrito en latín y formulado en latín ante los invadidos. Este instrumento de guerra parafraseaba partes de la narrativa maestra bíblica. “Dios es el creador del cielo, la tierra y del hombre”. “Dios es el señor de la humanidad”. “El pontífice de Roma es el administrador de la creación de Dios”. “El rey Carlos I es el representante de Dios y del pontificado de Roma en el reino de España”. “Cortes es el vasallo y servidor del rey, del pontífice y de Dios”.

La invasión, destrucción y sometimiento de Tenochtitlán (1521) significa para el reino imperial de España y para el Pontificado de Roma un botín espectacular en términos materiales. Oro, plata, perlas y piedras preciosas, territorios, esclavos, alimentos, etc., contribuyeron para que Carlos I de España (Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico) declarara la guerra total en todos los frenes. Al imperio Turco Otomano, a las resistencia de los pueblos invadidos, y a todo contestatario y opositor al status quo del Pontificado de Roma.

El pontificado de Roma (actual Estado de Vaticano y miembro de la Unión Europea), entre 1493 y 1494, considerando el mito legitimante de la “creación de Dios” divide la Tierra en dos partes. La parte oriental desde 100 leguas al Oeste de las islas Azores, es “donada” a España para “descubrir y ganar”: se la tipifica como “indias occidentales”. La otra parte, al Este de las Azores es “donada” a Portugal, es tipificada como “indias orientales”. Estas categorías prevalecen, en el derecho internacional imperial hegemonizado por España y el pontificado de Roma, hasta finales del siglo XIX.

Los reinos imperiales de España y Portugal son el brazo secular armado y financiero de la máquina de guerra que representaba el pontificado de Roma en la Europa occidental y oriental. Las Antillas o el Caribe, desde 1492 y luego nuestro Continente, desde 1510, aceitaron con oro, plata, perlas y metales preciosos al pontificado de Roma y sus instituciones vasallas, España y Portugal. En 1506 Cristóbal Colón fallece creyendo “que había llegado a las indias”.

Los habitantes, los pueblos y las civilizaciones de las Antillas y de nuestro Continente fueron tipificados en el derecho internacional establecido, y sostenido por el Pontificado de Roma hacia abajo, como “indios”. En 1521 se produce el matrimonio entre Carlos I de España e Isabel de Portugal, por obra de la manipulación y administración de los anfibios del pontificado de Roma y de la Santa Inquisición.

España se convierte en la primera potencia imperial de la Europa cristiana y a nivel global. Carlos V (Carlos I de España) era el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, coronado por el pontífice de turno. Las narrativas ibéricas describen que desde 1492, guiados por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (1436 – 1517) la expansión hispana se extiende por el norte de África, mientras centenares de cristianos españoles se embarcan en “secreto” hacia las indias de Colón.

Entre 1519 y 1521 los invasores genocidas inducen, en lo que hoy se conoce como Mesoamérica, gente, ropa o vestidos infectados con el virus de la viruela (virus variola). Utilizaron a los esclavos africanos para el transporte. En Cuba, Yucatán, Tlaxcala, Cholula y Tenochtitlán se devastaron las poblaciones originarias. Este fenómeno epidemiológico inducido por los invasores, permiten explicar los por qué de las narrativas del indigenismo eurocéntrico y confesional ligados al Pontificado de Roma. Se esmeran en producir y reproducir narrativas estigmatizadoras y racistas contra las instituciones del México Profundo. Industria de la mentira, para establecer y sostener relaciones de dominación colonial.

El término “indigenismo” en esta obra significa:

“Desde la perspectiva geopolítica (nacional e internacional desde Canadá hasta Chile y Argentina) y académica, el indigenismo se institucionaliza en el procesos histórico de las relaciones coloniales e imperiales, entre el Pontificado de Roma y los reinos cristianos de España, Portugal, Francia, Gran Bretaña y las indias occidentales (América desde el siglo XIX). Tiene como punto de partida la Capitulación de Santa Fe de 1492, suscrita entre Cristóbal Colón y los reyes católicos de Castilla y de Aragón. Prosigue actualmente el indigenismo en las relaciones coloniales entre los Estados nacionales (emancipados de las potencias europeas) y los pueblos llamados indios, originarios, indígenas o aborígenes” (González Ortiz, Erdösová y Yulquila, 2017: 33).

Continuará. Cada tres días depositaré un ensayo.

BIBLIOGRAFÍA

González Ortiz, Felipe; Yulquila O., Asunción y Erdösova, Zuzana. (2017), Horizontes: Interculturalidad, estudios poscoloniales e indianidad, Toluca, Universidad Autónoma del Estado de México, Bonobos Editores S. de RL. De C.V.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *