Separadas por el útero

Al mismo tiempo que se convierte en realidad una demanda colectiva del movimiento feminista en nuestro país, el cupo laboral travesti trans, crecen dentro de esa marea heterogénea capaz de hacer temblar al patriarcado grupos que se reivindican “radfem” -feministas radicales-. Proclaman que las mujeres son una clase oprimida por la clase de los hombres y que esta es una cuestión biológica ya que la identidad de género no existe para ellas. La mayoría son muy jóvenes aunque tienen alianzas con grupos históricos y capacidad de quebrar -por insistir en las exclusiones- espacios como el del Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans que se sigue organizando a la espera de que las condiciones sanitarias lo permitan. Una radiografía de esa semilla inesperada plantada al interior del crecimiento de los feminismos.

Imagen: Estefanía Santoro.

Por Estefanía Santoro.

“Hay que abolir el género, no ampliarlo”, “el género es opresión no identidad”, “las mujeres que hicieron una transición la revirtieron al darse cuenta que su problema no era con su cuerpo sino con la sociedad patriarcal”, o directamente: “las mujeres no tienen pene”. Estas afirmaciones se leen en blogs, en las redes sociales y también en carteles. Surgen de manifiestos y artículos en los que se proclama el “feminismo radical” o su apócope más extendido, radfem. La radicalidad está puesta en la biología y el único sujeto de este movimiento cada vez más amplio y visible –no sólo en internet– serían las mujeres definidas por sus genitales y aparato reproductor; por su sexo y no, de ninguna manera por el género porque el género no existe. Algunos grupos radicales incluso utilizan expresiones patologizantes tomadas de la psiquiatría, como la “disforia de género” para referirse a las personas trans y hablan de la necesidad de “superarla” negando así la posibilidad de que una persona pueda transicionar.

Con solo poner “radfem” en el buscador de Instagram, por ejemplo, cientos de cuentas y links a otras cuentas aparecerán. Tal vez a simple vista no se diferencian de muchas tras cuentas en las que se denuncia la violencia machista, pero cuando se insiste en la afirmación que el feminismo debe ser un movimiento integrado exclusivamente por mujeres, para mujeres y aspiran a abolir todos los géneros, excluyen a las personas trans y travestis. Conciben el ser mujer como una cuestión de clase que es dominada por otra clase: la de los hombres. Se oponen además al uso de la “E” como lenguaje inclusivo, porque “invisibiliza al sujeto político mujer” negando así también a las identidades no binarias. Y sin embargo, las que se reconocen radfem son en su mayoría muy jóvenes, centenials que viven y se conectan por las redes y que han hecho del escrache indiscriminado una herramienta de acción directa convocante.

Para estos grupos la raíz de las opresiones patriarcales reside en la diferencia sexual, la explotación sexual y la capacidad de reproducción a la que solo son sometidas las mujeres cis -aunque rechazan también que se hable de “cis”-, el resto de las violencias como las que supieron enumerar las feministas negras, las villeras, las anticapacitistas, las trabajadoras sexuales, las travestis, trans y no binaries están por afuera. La gravedad de estos discursos es que irrumpen de manera virulenta negando estas existencias dentro del movimiento. Deciden quien entra y quien no. Su mayor alianza se da con los grupos abolicionistas, pero parte de este grupo se distancia de ellas justamente porque rechazan sus postulados antitrans.

En enero del año pasado, en vísperas a la organización del Paro Internacional Feminista sorprendió un mensaje que circuló en distintas redes sociales: “Alerta feminista. Si sos radical o estás interesada, seguinos en Instagram para más información. Objetivo: cambiar las consignas del 8M para convertirla en una marcha única y exclusivamente para mujeres”, difundido por la propia Alika Kinan, sobreviviente de trata y referente del feminismo radical. Lo que parecía impensado sucedió cuando el grupo FRIA (Feministas Radicales Independientes de Argentina) tomaron la palabra en las asambleas convocadas por el Colectivo Ni Una Menos en la Mutual Sentimiento para la organización del Paro Internacional Feminista en la Ciudad de Buenos Aires. Se refirieron a las travestis y trans presentes en masculino y acusaron de proxenetas a las organizadoras de las asambleas por el simple hecho de incluír en el documento a quienes se reconocen trabajadoras sexuales. Esta situación encendió todas las alarmas. Sobre todo en un país que tiene ley de identidad de género hace casi diez años, en el que se acaba de implementar el cupo laboral travesti – trans y donde trans y travestis son parte de los feminismos a pesar de algunas resistencias que se expresaron en La Plata el año pasado con la negativa de algunos grupos políticos a reconocer el cambio de nombre que se discutió en todos los talleres y en el cierre del Encuentro que ya no es Nacional de Mujeres sino Plurinacional, de mujeres, lesbianas, travestis y trans.

¿Cómo llegan a estas conclusiones las feministas radicales? Mauro Cabral Grinspan es activista trans y director ejecutivo de Gate, una organización que trabaja sobre la identidad de género, las características sexuales y la diversidad corporal. Actualmente Cabral Grinspan está realizando informes sobre el activismo anti género contra las personas trans desde movimientos conservadores y radicales, analizando sus principales discursos y prácticas en distintos lugares del mundo. Cabral explica que los grupos radicales consideran que las personas trans son víctimas o cómplices de la ideología de género, sobre todo en el caso de niñes trans, y asegura: “Estos grupos denuncian que la presencia de personas trans tiene un impacto directo en las mujeres y niñas y sostienen que los espacios políticos de mujeres feministas y de lesbianas son invadidos por personas que fueron asignadas al sexo masculino al nacer, que pretenden ser lesbianas o ser mujeres y al mismo tiempo porque transforma o le vende a mujeres, lesbianas y niñas la idea de que es mejor cambiar de sexo y transformase en hombres.”

El radfem es un movimiento global y en algunos países se ha masificado. En España, por ejemplo, la organización del 8M de este mismo año tuvo rupturas en muchas regiones por esta misma cuestión: la exclusión de las personas trans y travestis. “Dentro de los movimientos anti género –una forma de los movimientos antiderechos– hay movimientos que se denominan conservadores, que incluyen por ejemplo a gobiernos, partidos de extrema derecha, instituciones, grupos religiosos. Y también hay movimientos anti género radicales que se encuentran, por ejemplo, en ciertos movimientos y grupos feministas y grupos LGB. En general los movimientos conservadores y radicales, aunque son movimientos muy distintos entre sí en cuanto a sus orientaciones políticas, comparten algunas posiciones ideológicas y políticas similares en relación a considerar que el sexo es binario, natural y que solamente existen cuerpos femeninos y masculinos”.

Entonces ¿Qué tienen en común radicales y conservadores? Según los posicionamientos de estos grupos, la idea de que las personas pueden identificarse en un género distinto al que se le dio al nacer es un producto de la “ideología de género”. Cabral explica: “Los grupos radicales feministas sostienen que la ideología de género busca reforzar los estereotipos de género femenino/masculino, se oponen a que las mujeres trans digan que son mujeres porque dicen que lo que hacen es mostrar que para ser mujer es necesario usar taco y tener el pelo largo y pintarse los labios.”

Capturas tomadas de instagram.

El regreso del biologicismo

Más de 60 años después de los primeros estudios que distinguieron el sexo (características biológicas) del género (construcción social y pautas de comportamiento culturalmente establecidas) y partiendo de la relevancia masiva a nivel mundial que ha alcanzado el movimiento feminista, preocupa el resurgimiento de algunos grupos que vuelven a poner el eje en una cuestión meramente biológica.

María Luisa Peralta es activista lesbiana y desde los años 90 ha participado de distintos grupos LGTB, actualmente se desempeña en AKAHATÁ, un equipo feminista que trabaja temas relacionados con los géneros, las sexualidades y los derechos derivados de ellos. Desde sus primeros años de militancia hasta hoy se ha cruzado con muchas feministas radicales y ha debatido con ellas. “El feminismo radical pretende volver a hablar de las mujeres como un feminismo colectivo homogéneo, pasan por alto todo lo que produjo el feminismo de las negras, otros grupos racializados como las chicanas en Estado Unidos, el análisis del feminismo marxista, de clase, lo que ahora podría ser el feminismo popular, las lesbianas, las feministas que hacen activismo de la discapacidad. Tienen una mirada esencialista, según ellas habría algo que podría unificar a todo ese conjunto tan heterogéneo que tienen situaciones de vida tan distintas, con intereses, necesidades y alianzas distintas. Lo único que les queda ahí es apelar a esa especie de esencia del ser mujer”, explica Peralta.

Entonces ¿Qué relaciones existen entre el feminismo radical de los 60 y el actual? Peralta explica: “El feminismo radical de antes y el de ahora hace una separación muy fuerte entre mujeres y varones. Consideran que hay toda una cantidad de cosas que son características de los varones y otras de las mujeres. Todo lo que es de los varones es malo, y lo de las mujeres es bueno. Tienen muchos problemas con las masculinidades y feminidades lésbicas. Muchas lesbianas tenemos identidades fuertemente generizadas, hay lesbianas muy masculinas y otras muy femeninas y en los 90 en Argentina el feminismo radical fue muy confrontacional con las lesbianas que estábamos en relaciones butch-fem (lesbianas masculinas-lesbianas femeninas). Tal como el feminismo radical de los 70 lo fue en Estados Unidos con las lesbianas que estaban en ese tipo de relaciones, porque ellas no pueden ver ahí una cultura erótica lésbica propia, sino que ellas consideran que estamos replicando relaciones heterosexuales patriarcales. Para ellas todas las lesbianas butch son unas traidoras que lo que quieren es conseguir los mismos privilegios de los hombres y todas las lesbianas fem somos unas pelotudas enajenadas que no hemos sido iluminadas como ellas y caímos en todas las trampas del patriarcado, entonces es muy difícil tener un diálogo con este tipo de gente”.

Quizás las feministas radicales que posicionan a la mujer como el único sujeto oprimido y violentado por el sistema patriarcal ignoran que las travestis y trans sufren iguales formas de opresión que ellas. Quizás desconocen que en nuestro país la expectativa de vida de las travestis y trans no supera los 35 años, ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI una cuestión biológica pueda silenciar reclamos, segregar y negar derechos? Algo tan fundamental como el propio derecho a una identidad. ¿Cómo se explica la avanzada de un feminismo transcluyente a nivel mundial en el 2020?

Peralta explica que grupos como FRÍA (Feministas Radicales Independientes de Argentina) y otros grupos Radfem de nuestro país han utilizado parte de la estrategia retórica de grupos antiderechos, con una fuerte presencia en las redes sociales, generando contenidos visualmente atractivos. “Hace un año y medio hubo un momento en el que los grupos radfem de Argentina tuvieron mucha producción de ese tipo de materiales y el peligro es que muchas activistas que no se consideran radfem y que no estarían de acuerdo con sus postulados transfóbicos, repitieron y difundieron esos videos. Estas líneas de pensamiento no son nuevas, lo novedoso es que ahora tienen un auge masivo, tienen formas de difusión que antes no había. Donde antes tenías la que iba con un volante impreso ahora te hacen un super videíto que se difunde por Facebook e Instagram, la posibilidad de diseminación de esos mensajes es novedosa y la masificación también.” La realizadora audiovisual Lula Gomez (@eresunacaca) posee 190 mil seguidores en su cuenta de Instagram. En sus historias habla de “ideología de género” (al igual que los movimientos anti derecho) y de la necesidad de pararse de la vereda de enfrente de la teoría queer porque “al género no hay que celebrarlo, hay que combatirlo”. Gómez menciona además que la opresión hacia las mujeres está exclusivamente relacionada con su aparato reproductor y que por eso “las mujeres trans tienen otros problemas” que no se pueden igualar, una vez más el biologicismo por delante.

Otras de las realidades que sorprende es que estos grupos radicales en su mayoría se concentran en generaciones jóvenes. Podríamos pensar que la marcada insistencia en la necesidad de desarrollar un feminismo interseccional, que abarque las diversas formas de opresión haciendo hincapié en la raza, la clase y la orientación sexual junto al surgimiento de la teoría queer y la masificación de los movimientos LGBTIQNB+ podrían en jaque estas visiones que atrasan en materia de derechos humanos y se reservarían para integrantes que tal vez en los 70 no transitaron estos nuevos espacios de debates, sin embargo, las radicales son cada vez más jóvenes.

Peralta asegura que hoy estamos viviendo un auge local del feminismo radical, vuelven a tomar la voz como cuando surgió en los 70, y como cada momento tiene sus particularidades: “Ahora con la masificación del feminismo, resurgen en torno de una agenda victimista, alarmista con pánico sexual, muy rápido, con muy poca instancia de formación. Una gran cantidad de mujeres de distintas edades, pero sobre todo muy jóvenes, se han visto interpeladas por una parte de su realidad que es verdad, nadie niega la violencia de género, los femicidios, pero lo que se ha masificado ha sido en torno a esa agenda con un pensamiento, con una subjetividad feminista en la victimización.” Hay muchas jóvenes que ingresan al feminismo con muy poca formación, desconociendo genealogías de luchas y alianzas y además tal como señala Peralta: “tiene muy poca interlocución, la formación no es solo leer sino estar en espacios compartidos con otras, otres y otros, escuchar lo que tienen para decir, pensar, dialogar y debatir y conocer otras realidades, no hubo tiempo para eso.”

Los feministas radicales se oponen a ser nombradas como mujeres cisgéneros. Peralta explica que los grupos de feministas radicales se niegan a reconocer que el patriarcado no solo tiene un sistema de opresión de los varones sobre las mujeres, sino que también tiene un sistema de opresión de las personas cis sobre las trans y de las personas heterosexuales sobre las que no lo son. “Hay un lugar donde esas mujeres cis heterosexuales son oprimidas y otro lugar donde son opresoras o tienen privilegios y eso es lo que se niegan a reconocer. Tampoco reconocen que la heterosexualidad genera opresión sobre gays, lesbianas, y bisexuales y que la cisgeneridad genera opresión sobre las personas trans. Yo como lesbiana puedo decir que estoy en un lugar donde soy oprimida por todos los heterosexuales varones y mujeres, pero soy una persona cisgénero. Estoy en un lugar de privilegio en relación a las personas transgénero y si no hago cosas activamente para desmantelar ese sistema, estoy siendo parte de la opresión, ejerzo de una forma pasiva esa opresión sobre las personas trans. Muchas lesbianas cis no quieren reconocerse en esos lugares de privilegios en relación a las personas trans, tienen ideas escencialistas sobre el ser mujer, no quieren pensar lo que tienen en común con gays, bisexuales y trans.”

Louis Yupanqui es una joven influencer y activista afro trans no binaria, desde su cuenta de Instagram concientiza sobre las múltiples formas de discriminación que sufren las identidades trans racializadas. Cuenta lo que significa para ella los discursos del feminismo radical: “ser una chica trans para ellas es motivo suficiente para segregarnos, marcan una teoría frente a una compañera, antes de estar preocupándose por el patriarcado que es lo que realmente nos oprime a ambas. Estos discursos son súper peligrosos porque las mujeres trans no tenemos empleo, estamos en riesgo en muchos aspectos y somos violentadas constantemente. Con todo este contexto de situación crítica en la que se encuentra la comunidad trans, no sirve para nada que haya un grupo que nos segregue de un movimiento que busca la equidad. Que un grupo venga a decirnos por qué no somos mujeres o por qué no deberíamos ser parte de algo, es muy peligroso.”

Yupanqui asegura que lo que menos le interesa es si la consideran feminista o no porque “lo que urge es que se hable de las personas trans y de los privilegios que tienen las personas cis al no vivenciar ni la mitad de las cosas que vivimos nosotras. Creo que es importante pensar si ser transfeminista es solo poner lo trans adelante para darle la contra al feminismo radical o realmente están haciendo algo por la comunidad trans. Yo solo veo que la violencia sigue, que hay un montón de mierda pasando alrededor y me parece que es importante que nos cuestionemos un poco todes y empecemos a armar cosas que nos incluyan más.”

Radicales a la mexicana

Los grupos de feministas radicales no solo resurgieron en Argentina, también tienen presencia en otros países de Latinoamérica con sus particularidades. En México, por ejemplo, cuentan con el apoyo de algunas feministas reconocidas. Gloria Careaga Pérez es activista LGBT, profesora de la facultad de psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México, fundadora y directora de la Fundación Arcoíris, una organización social enfocada en el análisis de la sexualidad dentro de la región Latinoamericana y del Caribe que nació en 1998.

Careaga cuenta que en México desde hace aproximadamente tres años surgió una ola de jóvenes estudiantes universitarias con ideas radicales con posturas antritrans: “Empecé a escuchar que el uso de la E invisibiliza a las mujeres, hablan del derecho a ser nombradas, en eso basan su reclamo. A partir de la red que construye Amelia Valcárcel en España empieza a haber vínculos muy fuertes y va creciendo el número de feministas y académicas que se unen a esta perspectiva. Me parece insólito que se niegue el género, para mi resulta totalmente bizarro y contradictorio a lo que veníamos trabajando” y agrega: “Esto nosotras lo vimos venir desde 2009 cuando tuvimos el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en México, invitamos a las personas trans y hubo un grupo que se opuso a que las mujeres trans participen en el encuentro. Hubo discusiones muy fuertes y acusaban a las organizadoras, pero en el encuentro anterior que fue en 2006 en Brasil se había acordado incluir en el encuentro a las mujeres trans.”

Careaga señala que lo más preocupante es que en su país hay académicas con un cierto prestigio en el movimiento feminista que apoyan a estos grupos: “están avalados por figuras importantes como Marcela Lagarde, ella ha hecho manifestaciones en favor del nombramiento de la mujeres y estos grupos también han estado haciendo lobby no solamente en términos del debate social y publico sino también buscando el apoyo de organismos de derechos humanos para que se pronuncien a favor de su postura, pero por suerte no ha tenido eco. La situación en nuestro país es muy grave debido a que se están sucediendo muchos asesinatos hacia las personas trans y me preocupa que estas voces cobren mayor beligerancia, la situación no está para que abramos esos espacios para dar pie a que haya todavía mayor violencia contra ciertos sectores de la población que ya son muy vulnerabilizados”, explica.

Al menos tres feministas radicales fueron invitadas a participar de esta nota, pero solo una de ellas respondió, pidió que se la mencione como CajetillaACAB, desde México asegura: “En este sistema es mucho más fácil transicionar que asumir que los hombres no dejan de ser machos por usar rosa, por querer dejarse el cabello largo, por pintarse las uñas ni por qué les gusten otros hombres, y que las mujeres transicionan porque ansían los privilegios y el poder al que cualquier hombre está sujeto desde que nació hombre.” Estas son las expresiones que utiliza algunas integrantes del feminismo radical para referirse a las mujeres trans y varones trans.

¿Cómo se llega a tener estas posturas dentro del feminismo? Cabral Grinspan explica: “Hay posiciones que niegan la existencia de personas trans, sostienen que son simplemente un sub producto de la opresión que produce la diferencia sexual y que hace que las personas se autoengañen creyendo que pueden cambiar de sexo, hay otras que creen que existe un cantidad muy reducida de personas trans que son verdaderamente trans y que solamente la psiquiatría puede decidir quién es y quien no lo es, en general esas posiciones están en favor de repatologizar a las personas trans. Esas posiciones son consistentes con otras que sostienen que muchas personas que están confundidas cambian de sexo y luego se arrepienten, dicen que sería mucho mejor si se desmantelaran todas las formas de la misoginia y de la lesbofobia y eso les permitía a muchas mujeres aceptar que solo son mujeres y lesbianas y no intentar convertirse en hombres.”

Anti todo

Las feministas radicales no solo postulan la segregación de travestis y trans del movimiento, sino que además se oponen a diversas cuestiones que atañen a las libertades sexuales de las personas. Peralta señala: “El feminismo radical contemporáneo tiene una posición muy anti sexo, para mí como activista lesbiana, hay un problema muy grande justamente con la política sexual que promueven los grupos radfem contemporáneos, porque proponen una sexualidad muy conservadora. Es anti porno, anti trabajo sexual pero además es anti sexo en general, es muy dogmática en cuanto a cuáles son las actividades sexuales que les parecen aceptables, siempre han sido muy anti BDSM.”

Algunos grupos radfem también tienen una visión negativa de las relaciones abiertas. “Consideran que son actitudes patriarcales, dicen que quien no mantenga relaciones monogámicas justifican la infidelidad de los tipos y toman modos de la sexualidad que son de los varones, pero además, los grupos de feministas radicales se oponen a los contenidos LGTB de la ESI, tienen problemas con la cuestión de las tecnologías reproductivas, no solamente con la subrogación, sino también con la ovodonación y el uso de tecnologías reproductivas que es una agenda LGTB que la movemos las lesbianas, que hemos dado grandes disputas por el acceso a esas tecnologías y por los cambios legales entonces, cuando por ejemplo venimos con propuestas como la multiparentalidad, donde hay lesbianas y gays que somos padres de los mismos niños, ellas tienen mucho problema con eso también, dicen que hay una desvalorización del lugar privilegiado de la maternidad, lo mismo con la paternidad y maternidad de personas trans”, asegura Peralta.

Las ideas de los movimientos feministas radicales contribuyen a reforzar no solo la discriminación y la exclusión hacia las personas trans, sino que además sus discursos tienen un impacto negativo en los derechos de las personas trans, Cabral Grinspan reflexiona: “Hay gente que cree que está bien cuestionar la identidad de género de las personas. Me preocupa mucho la indiferencia o el silencio de los movimientos feministas que no son anti género y que, sin embargo, no se han pronunciado. También me preocupa que se instale la idea de que estos discursos son compatibles con la libertad de expresión, el que se debata si una persona tiene derecho a existir o no, o si su identidad debe respetarse o no, esta idea de que las mujeres trans son peligrosas para las mujeres o para las lesbianas, tiene la misma lógica que los sentimientos anti migrantes, antisemitas. Me da terror que eso se convierta en parte del sentido común de mucha gente, que lo naturalicen y que se crea que es una posición que las personas pueden tener y que puede ser compatible con el vocabulario de los derechos humanos. Me pone la piel de gallina esta idea respecto de la pureza, de quién es y quién puede ser una mujer, la organización de ese discurso se vuelve tan purista en términos biológicos, está calcado del discurso racista.”


Fuente: https://www.pagina12.com.ar/290972-separadas-por-el-utero

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