Covid, homeopatía y la violencia del Estado

No hay plan B.

La ausencia de estrategias y alternativas para enfrentar el Covid-19

Felipe Cárdenas-Támara

Director grupo sociopolítica, cultura y ambiente

Universidad de La Sabana

 

La tragedia del Covid-19 ha mostrado la fragilidad de los sistemas sanitarios y de salud a nivel mundial. Todas las esperanzas se han orientado en los últimos meses a la posible acción preventiva que puedan desencadenar las vacunas experimentales que han venido saliendo al mercado mundial, como en las prácticas de distanciamiento social que se han generalizado a todo lo largo del mundo desde hace más de un año. La estrategia mundial liderada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyos dictámenes han sido seguidos al pie de la letra por casi todos los gobiernos mundiales, evidencia la fragilidad del sistema sanitario mundial cuando los únicos medios para atacar la pandemia dependen del control estatal y de la subordinación de la sociedad a las ordenanzas de un sistema sanitario que con grandes esfuerzos y loable trabajo ha intentado frenar la pandemia básicamente mediante el distanciamiento social, el aislamiento obligatorio, cuarentenas, restricciones a la movilidad individual y el uso generalizado de mascarillas. Las alarmantes cifras de contagio que se mantienen con toda su fuerza, incluso en países como Chile, que ha logrado altos porcentajes de vacunación de su población, nos tienen que poner a pensar en la necesidad de buscar estrategias complementarias al tratamiento y prevención del Covid-19.  Para la inmensa mayoría de las personas, incluso de los especialistas, parece ser que la única alternativa es mantener la estrategia que ha recomendado la OMS. Sin embargo, la institucionalidad sanitaria del mundo tiene que buscar y fortalecer otras concepciones médicas que pueden contribuir a darle a la sociedad pautas complementarias a las que se han impuesto de manera dominante en el tratamiento del Covid-19 y que de manera directa condicionan la salud humana de manera exclusiva a los postulados que maneja la gran industria farmacéutica.

El mundo necesita fortalecer el rol y el papel de las llamadas medicinas naturales, alternativas y complementarias. Colombia ha tenido una larga tradición en el uso de medicinas naturales que deben de fortalecerse desde criterios científicos orientados a la consolidación de una institucionalidad universitaria que le abra espacios a la medicina natural, medicina homeopática y otras concepciones médicas, que como la evidencia científica demuestra tienen un alto potencial en la prevención y tratamiento de enfermedades como el Covid-19.  Las lecciones que nos brinda la pandemia de Coronavirus advierten sobre los riesgos de un enfoque médico y sanitario y de una institucionalidad estatal, gubernamental y universitaria centrada exclusivamente en los sin duda apasionantes avances de la medicina bioquímica que no pretende poner en duda, pero cuyo enfoque necesita de otros sistemas y concepciones de salud que complementen de manera integral la salud humana. Lo cierto es que se constata que el paradigma médico dominante no es suficiente para comprender de manera integral aspectos fundamentales de la vida en toda su complejidad.                Para un paísescomo Colombia, tomándolo de ejemplo, cuya posición geográfica nos coloca como el segundo país más biodiverso del mundo, el estudio de la biodiversidad desde una perspectiva médica y de salud podría colocar a Colombia en la vanguardia mundial en lo referido al conocimiento médico de esa biodiversidad. Ha habido enormes esfuerzos en el país en lo referente a la clasificación biológica, ecológica y taxonómica de la biodiversidad, sin embargo, no es significativo el avance en los usos y conocimientos tradicionales, ni en las aplicaciones medicas que el conjunto de los reinos de la vida podría proporcionar a la sociedad colombiana y al mundo. No hemos logrado superar las visiones taxonómicas, ni enriquecer, conservar o potenciar el conocimiento vernacular que tienen los pueblos indígenas, campesinos y comunidades afrodescendientes sobre el uso de esa inmensa biodiversidad, que por lo demás está amenazada por la minería ilegal, la acción de grupos al margen de la ley, la inoperancia del Estado, la tala y la destrucción de biomas y ecosistemas, así como la destrucción de las culturas ancestrales asentadas en los territorios más biodiversos del mundo.        Colombia, a diferencia de México, Brasil, Cuba o la India no ha hecho ningún aporte significativo a los usos médicos de la materia médica homeopática mundial. No hay experimentación pura sistemática sobre los usos medicinales de la biodiversidad en Colombia, ni las universidades, ni el Estado han sostenido una política o programas orientados a fortalecer estrategias centradas sobre los usos medicinales de la biodiversidad. Como país dependemos totalmente de los remedios que fabrican las grandes multinacionales farmacéuticas y nuestros médicos en el 99.9% de los casos no tienen ni idea de cómo preparar un remedio natural.   A pesar de que contamos con la más antigua institución científica del país,  el Instituto Homeopático de Colombia, fundada en 1837, con personería jurídica vigente, los aportes y el desarrollo científico de la homeopatía en Colombia es escaso y generalmente los homeópatas han sufrido la persecución del Estado a través de las Secretarias de Salud, que durante décadas han perseguido a los homeópatas titulados y formados en instituciones educativas. Se cuenta con abundantes testimonios de cómo durante las décadas de los años 70, 80 y 90 del siglo XX homeópatas e instituciones de formación homeopática fueron perseguidos y violentados en el libre ejercicio de su profesión por médicos, instituciones universitarias y el propio Estado colombiano, ni siquiera la Corte Constitucional colombiana ha sido favorable al ejercicio de la medicina homeopática, ya que en sus últimas sentencias a restringido el desarrollo de una concepción del ejercicio de la homeopatía.                                                                                          A diferencia de lo que pasa en México, o en la India, donde la formación homeopática se puede adelantar desde un pregrado universitario, en Colombia esa posibilidad es inexistente. La Fundación Universitaria Juan N. Corpas, junto con la Universidad Nacional, tienen postgrados en medicinas alternativas, siendo las dos únicas instituciones que pueden otorgar una titulación en medicina homeopática solo para médicos; para el caso de la Nacional, el magister tiene una línea de trabajo en varias terapéuticas alternativas, no solamente la medicina homeopática, que se abordan como un área de conocimiento. Debería considerarse la posible formación en medicina homeopática desde el pregrado universitario, horizonte jurídico y académico que cuenta con el respaldo en los postulados de la Ley 115 de Educación, como en las orientaciones dadas por la Ley 1164 de 2007 sobre Talento humano, ley que está sin reglamentar y que significó un gran esfuerzo de muchas instituciones, personas y del propio Congreso de la época para establecer unos principios generales para la formación y el desempeño del Talento Humano en Salud. Si bien es cierto que la ley en mención se puede corregir y complementar, ya que ignoró el papel de las medicinas tradicionales indígenas en sus diversos apartados, debe de todas maneras destacarse que en el Capítulo 2, Parágrafo 1 reconoce por primera vez en el país la existencia de sistemas médicos diferentes al modelo bioquímico dominante. Así dice el parágrafo en mención:  <<El comité para la medicina alternativa, terapias alternativas y complementarias, estará conformado, entre otros, por los siguientes comités: a) Medicina Tradicional China; b) Medicina ayurveda; c) Medicina Naturopática, y d) La Medicina Homeopática.>>.  Transcurridos 14 años desde su expedición,  por un lado, la ley 1164 no ha sido reglamentada y, por otro lado, se constata como la gran mayoría de universidades que tienen facultades de medicina no han institucionalizado con toda la seriedad del caso, procesos de educación formal en los campos médicos que se señalan. Hay un montón de talleres, webinars, charlas, diplomados, especializaciones, pero con excepción de la Universidad Nacional y la Fundación Luìs G. Paez, existe un gran vació en la formación formal de orden universitaria del talento humano en salud en los sistemas médicos aludidos en la ley, condición que refleja la prevalencia de un paradigma organicista en el campo de la medicina en  Colombia y el mundo, y que para el caso de nuestro país, en el fondo está significando la poca apropiación conceptual y práctica de los horizontes de sentido plasmados en la Constitución de 1991 por parte del estamento universitario del país que cuenta con facultades de medicina. Sin duda, un desarrollo de la institucionalidad médica y la formación del talento humano en salud desde visiones más integrales a las prevalecientes podría haber marcado una enorme diferencia en el tratamiento de la pandemia que vivimos como sociedad. Si contáramos con profesionales de salud conocedores de diversas estrategias médicas complementarias y efectivas para enfrentar la grave situación del Covid-19 que tiene al borde del colapso a la sociedad, la situación sería muy distinta, y con toda seguridad las tasas de mortalidad y contagio no serían tan significativas como se han presentado. A largo de todo este año, no he sido testigo una sola vez, de campañas de prevención o tratamiento del Covid-19 por parte del gobierno que impliquen lecturas preventivas basadas en la alimentación, el uso de remedios naturales o prácticas de salud tan sencillas como indicarle a la gente la importancia de tener una dieta saludable o de salir a tomar el Sol por unos minutos al día, como del valor de la serenidad,  la meditación, la amistad y la alegría como factores preventivos frente al Covid. Todo se ha reducido a campañas cuyo gancho denota la huella del miedo y la manipulación de un enfoque centrado exclusivamente en el uso de las mascarillas, el distanciamiento social y ahora volcado en la ilusión de que las vacunas sean las que permitan lograr la inmunización de la población, permitiéndonos volver a la tan anhelada normalidad. Pero uno de los grandes interrogantes es el siguiente: ¿Qué pasaría y cómo reaccionaríamos como sociedad si las vacunas, que sabemos que se encuentra todas en fase experimental, no lograran la tan deseada y anhelada inmunidad de la población?

En el caso de la medicina homeopática, ciencia médica que vengo estudiando en el marco de mi formación como antropólogo interesado en el tema de la salud y la medicina desde hace 22 años, los registros históricos con los que se cuenta para el tratamiento de diversas pandemias afines al Covid-19 son sorprendentes. En términos de la efectividad, el arsenal de remedios provenientes de fuentes minerales, animales, vegetales, etc,   con los que cuenta la medicina homeopática en su materia médica para el tratamiento y prevención de síndromes afines al Coronavirus puede ser rastreada desde archivos históricos a todo lo largo de finales del siglo XIX y XX. El trabajo científico del médico español Francisco Javier Ramos Alija titulado La Gripe (2009), hace un recuento del efectivo papel de la medicina homeopática en las principales pandemias de la historia moderna a partir del siglo XIX. En referencia al papel de la homeopatía en la gripe española de 1918 nos señala el trabajo del médico Ramos Alija una serie de datos que nos deberían poner a pensar sobre lo que ha significado la exclusión y el matoneo cultural, físico y simbólico ejercido hacia la homeopatía en el ultimo siglo y las graves consecuencias que dicha violencia epistémica ha tenido y sigue teniendo en la actual epidemia mundial de Covid-19. En referencia al papel de la homeopatía y sus remedios en la gripe de 1918 y con base en fuentes históricas serias que cualquier persona puede corroborar, afirma el trabajo de Ramos lo siguiente en referencia a los remedios homeopáticos utilizados, que destaca usando abreviaturas:

<<Grimmer AH, en The Collected Work escribe que Ant-t., Ars., Bry., Carb-v., Caust., Gels., Ferr-p., Kali-c., Phos., Puls., Sang., Seneg., y Sep. formaron un fiable grupo de remedios indicados durante varios meses en la terrible epidemia de 1918. En algunas localidades tuvieron hasta un 40 % de bajas. La homeopatía consiguió un gran éxito con una reducción de la tasa de mortalidad de sus casos tratados; menos del 5 % de los casos tratados murió.

Roberts HA explica: “Si pudiéramos enseñar y difundir los hechos que en la epidemia de 1918 los médicos homeópatas registraron por encima de 16.000 casos tratados por homeópatas hahnemannianos con una mortalidad de sólo un cuarto del 1 %, el miedo a las epidemias podría ser eliminado”.>>

 

El mismo texto citado nos permite destacar las bondades de la terapia homeopática en el abordaje de pandemias. Nos recuerda Ramos Alija en ese sentido:

 

  • El precio del medicamento homeopático es de bajo coste en materiales y producción.
  • Los remedios homeopáticos a utilizar en una epidemia ya están ensayados, registrados y con permisos de uso.
  • La preparación farmacéutica de un medicamento homeopático es rápida.
  • Se puede distribuir con facilidad por los cauces farmacéuticos establecidos.
  • Su administración no requiere de asistentes sanitarios.
  • Es seguro respecto a efectos secundarios, no tiene contraindicación con otros tratamientos médicos, y no conlleva riesgos medioambientales.

 

Ahora el dilema trágico es que Colombia,  como heredera del paradigma organicista- problema mundial- ha reducido cultural e institucionalmente, las alternativas de sanación, atención y curación a los dictámenes de un solo paradigma médico. Hoy el país prácticamente ya no cuenta con homeópatas, dados los sistemáticos procesos de violencia ejercida contra las instituciones educativas que los formaban en Colombia y que prácticamente todas fueron borradas del mapa a partir de la década de 1970. La realidad es que no se cuenta con la cantidad y calidad de médicos homeópatas suficientes para que estos pudieran de manera significativa hacerle un aporte a la sociedad.

Las representaciones sobre la salud-enfermedad son polisémicas, gran lección de la antropología médica, que debe ser fortalecida desde un marco institucional y universitario que se tome en serio el conocimiento médico tradicional depositado en sistemas milenarios de salud, para los cuales simplemente les hemos dado el reconocimiento de folclor y de saber exótico, sólo reconocibles en los departamentos de antropología de nuestro sistema universitario, que invita de cuando en cuando a un chamán amazónico a que entretenga por unas horas a los estudiantes universitarios, que en el marco de la sociedad burguesa que reclama de cuando en cuando algunas actividades carnavalescas o viajes yajeceros para la entretención de las tatuadas almas de los ávidos consumidores de experiencias psicodélicas urbanas, pero no médicas. Sí el Estado, como el gremio médico y las instituciones universitarias se hubieran tomado más en serio las lecciones de los sistemas vitalistas de salud; sí el engranaje institucional responsable de la salud hubiera sido más humilde y menos soberbio,  otro sería el paisaje y la historia médica que estaríamos narrando en este momento de la historia de la humanidad.

 

Fuentes utilizadas:

Congreso de la República de Colombia, 2007. Diario Oficial, Ley 1164 de 2007.

Ramos Alija, Francisco, La gripe.  Revista Médica de Homeopatía, Elservier, 2(3):127-36.

 

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