Colombia y la trilogía del Terror

“Aún no hemos disputado suficiente”. Vicente Zito Lema.

Si algo destaca en el capitalismo en tanto más que un sistema económico y sí una cultura totalizante, es la capacidad para naturalizar sus barbaries. Como antes fue Chile, hoy es Colombia la demostración más acabada del fracaso estrepitoso del desarrollo capitalista presuntamente autónomo en la región.

La derecha, la representación política más enfática de esa cultura totalizante, sabe que sostener el proceso de reorganización hegemónica capitalista en medio de semejante crisis civilizatoria requiere de un trazo fino que maquille los verdaderos efectos que ella misma ha generado: la desigualdad como resultado del proceso concentrador de riqueza, la descomposición social que instala y la necesidad de aplacar cualquier atisbo de protesta.

El dato “novedoso” de la etapa, es que el estado pasa a ser el escenario en el que todas esas cuestiones se disputan. Y el estado en manos de la derecha es un estado violento. El estado colombiano es hoy el paradigma del estado violento en la región.

Una historia de violencia política sin parangón habla de él. Desde el bogotazo que en 1948 llevó a conservadores y liberales a resolver sus diferencias con el crímen político (el más emblemático es el del presidente Eliecer Gaetán, magnicidio que precisamente abrió la etapa) hasta el período que entre los años 60 y el 2016 tuvo a la guerra insurgente y contrainsurgente como detonante de una reformulación política, social y económica de inigualables consecuencias.

Con cerca de cuatrocientos mil muertos, más de ochenta mil desaparecidos y ocho millones de desplazados, se gestó un proceso en dónde la derecha pactó con el narco y la asistencia siempre atenta de los grupos paramilitares. Una verdadera “trilogía del terror” siempre guionada por el mismo autor: el estado.

El deterioro de las cotidianeidades del pueblo trabajador del campo y de la ciudad, originario y afrodescendiente, jóven sin trabajo ni estudio y estudiantes, mujeres y disidencias sexuales, fue directamente proporcional a los sucesivos triunfos de gobiernos de derecha que –sobre todo desde el arribo de Uribe Vélez al poder en el año 2002 – significaron un verdadero tiro en el pie para todos ellos.

Una pobreza galopante (en el último año aumentó un 6%), una informalidad laboral de más del 60%; un salario escaso y una desocupación que orilla en algunos departamentos más del 25% contrasta con la enorme ganancia que proviene de la economía ilegal amparada por funcionarios del mismo estado. Una economía primarizada con el eje cafetero y la producción cocalera que en su faz ilegal ahoga la producción con fines medicinales. Graves problemas socioambientales y el quiebre de las redes de contención social potenciando la miseria y el desamparo muestran algunos rasgos del “modelo a imitar” según cacarea la banda de fascinerosos que con Macri, Bolsonaro, Piñera, Uribe, Vargas Llosa, entre otros al frente, siembran la miseria por el continente.

El alineamiento incondicional a las políticas imperiales del Comando Sur de la Taks Force (siete bases militares colombianas han sido cedidas a EEUU) junto al terror (producto de una maquinaria muy aceitada desde lo más alto del poder) y el clientelismo corrupto, explican muchos de los comportamientos electorales. Es una democracia desilachada, procedimental, jactanciosa de no tener golpes de estados aunque los efectos de la derecha electa en el poder sean exactamente los mismos para el pueblo trabajador y las clases subalternas.

Pero sin lugar a dudas el modelo de Seguridad Democrática que Uribe patrocinó, cerró el círculo. Un modelo de estado represor, que combina lo legal con lo ilegal, la excepción como norma y el derecho como excepción, y el pueblo considerado un enemigo interior en un reversionamiento de la Doctrina de Seguridad Nacional ahora llamada “revolución molecular disipada” (un engendro teórico mascullado por un mediocre y fascista “académico” chileno que en cada protesta ve el gérmen de una incipiente revolución comunista).

Un dato nada menor. Pese a que la etapa de reorganización del poder represivo concentracionario mundial nos habla de un traslado de lo militar hacia lo policial, en Colombia la policía sigue dependiendo del Ministerio de Defensa (caso único en la región) por lo que tiene pertrechamiento sofisticado, diseño estratégico y lógica bélica incorporadas.

En este contexto, junto al incumplimiento por parte del gobierno de los Acuerdos de Paz suscriptos en La Habana (que contemplaban el reparto de tierras, la reinserción laboral y social entre otras cláusulas) , y la pésima administración de la pandemia, la derecha en el gobierno de Iván Duque (un monigote que Uribe maneja a discreción) impulsó una serie de reformas fiscales, sanitarias y sociales que aumentaban la presión impositiva sobre las clases subalternas y gravaban la atención de la salud popular. Un típico paquete ajustador por el que los más pobres debían sostener el bienestar de los más ricos. No prosperó.
El pueblo masivamente salió a las calles con –entre otros- los jóvenes y las mujeres al frente, los originarios y los campesinos, los afrodescendientes y los estudiantes, los transportistas del campo y de la ciudad, las iglesias y los defensores de DDHH, los obreros y los desocupados, los oficinistas y los cocaleros…todos, absolutamente todos los sectores sociales convocando a un Gran Paro Nacional para el 28 de Abril que se transformó en un hito.

El estado colombiano respondió con una represión feroz, inimaginable. Con el ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios) como ariete de la Policía Nacional, un verdadero escuadrón de la muerte, el estado colombiano desplegó el menú que la derecha tiene preparado para todos los países de la Región cuando los pueblos gritan BASTA!

Asesinatos con disparos de granadas lanzadas sobre las cabezas de los manifestantes, desapariciones forzadas, lesiones oculares por dispraos de balines a los rostros, abusos y humillaciones sexuales, detenciones arbitrarias como plataformas para diversos delitos, lugares ilegales de detención, señalamientos y falsos positivos por doquier integraron ese diluvio mortal sobre la manifestación multitudinaria y pacífica del pueblo colombiano que apenas –y sólo en su heroica primera línea- se defendió con escudos de chapa y pedrería que juntaba a medida que crecía la embestida criminal del estado.

Reconocida universalmente como es la Argentina en materia de DDHH, varias organizaciones recibimos invitaciones de plataformas y otras organizaciones de la sociedad civil del país hermano para constatar el derrotero de la protesta y la envergadura de las violaciones a los DDHH.

Hacia allá fuimos, en el convencimiento que Nuestramérica nos pertenece y que es nuestra oportunidad histórica y que allí dónde tocan a uno tocan a todos.

Y entonces en el territorio, en el mano a mano con el hermano pueblo de Bogotá, Pereira, Popayán, Cali y Medellín constatamos directamente la naturaleza del modelo capitalista impuesto por la fuerza y sostenido sólo en base a represión indiscriminada y feroz.

Hoy presentamos el informe final de la Misión que integramos desde CORREPI en unidad con otras fuerzas y organizaciones del campo popular. Será a las 12 en ATE NACIONAL y por las redes de la Misión Internacional de Solidaridad y Observación de violación de DDHH en Colombia 2021.

Hoy, cuando la derecha intenta tapar sus crímenes reprochándole a Cuba su derecho a la defensa y a desarrollarse sin bloqueos. Cuando la derecha ha fracasado en su intento de quedarse con Venezuela y perpetuarse en Bolivia. Cuando la hegemonía neoliberal se le hizo trizas en Chile y en Perú, asoma algo más que un brillante sol incaico.

Cuando el pueblo argentino le picó el boleto porque sufre aún las consecuencias del macrismo depredador aunque el gobierno del FDT titubee más de lo prometido.

Hoy, cuando Nuestramérica estalla, ni vos, ni yo, ni nadie que habite este rico suelo del Sur del mundo debe cerrarle los ojos.

Coincido con el compañero poeta Vicente Zito Lema:

aún no hemos disputado suficiente
frente a las Tres Marías… o la Cruz
del Sur, que alumbran mi hemisferio…
Es tiempo que lo sepas:
Tendrás que hacerte cargo de la historia
con las manos sin guantes…
La sangre nunca es blanca…


Fuente: https://abriendo-caminos.org/colombia-y-la-trilogia-del-terror/

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