Discursos de odio: desde “la gente” al poder político

Sandra Chaher, presidenta de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad, pasó por el programa radial Hasta que vuelvan los abrazos, de La Retaguardia y Radio Sur. Allí habló de la última investigación regional que realizaron desde la institución: “¿Es posible debatir en medio de discursos de odio?”.

Ilustración: Asociación Civil Comunicación para la Igualdad.

Entrevista: Alfredo Grande / Julián Bouvier. Redacción: Gabriela Suárez López. Edición: Pedro Ramirez Otero.

Como haciendo eco de un racismo “de costumbre e irreflexivo”, los discursos de odio y discriminatorios se hacen virales rápidamente en las redes sociales. Cuando interactuamos en estas plataformas, aceptamos sumergirnos en las reglas del juego y también asumimos que en estos espacios habrá múltiples usos asociados que son una dimensión esencial de su concepción técnica. Estos gigantes tecnológicos ofrecen la ventaja de la rápida difusión de información, proliferación de ideas y/o productos, pero no siempre se encuentran guiados por códigos editoriales y éticos para promover debates y comunicaciones libres y democráticas.

La especialista Sandra Chaher vinculó este tema con los ataques violentos en las redes sociales: “Hay un aspecto muy concreto de la comunicación, que sucede en redes sociales y en internet en general, que son particularmente los discursos de odio. Los discursos de odio son como lo más general y la violencia digital de género es particular. La comunicación con perspectiva de género en esos espacios tiene también componentes muy positivos como es la participación de las mujeres y colectivos de la disidencia sexogenérica con voz propia, en espacios donde todas las personas se supone que somos iguales aunque quizá no lo seamos. En principio mi mirada hacia las redes sociales o hacia el entorno digital no es negativa, más allá de que después tengamos que enfrentarnos a estos problemas como los discursos de odio que en estos días en Argentina hubo algunas mujeres particularmente violentadas”, dijo.

La periodista junto a un grupo de expertas en comunicación, género y derecho de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad presentaron una nueva investigación acerca del debate en el ámbito público entre el activismo feminista y los grupos antiderechos en los países del Cono Sur. “Nosotras hicimos dos investigaciones sobre este tema. Una el año pasado que se llamaba “Ser periodista en Twitter” que era sobre la violencia que recibían las periodistas en siete países de América Latina comparado con varones, también entrevistamos varones; y este año, es sobre discursos de odio contra activistas feministas más precisamente mujeres, varones y trans”, explicó. Con respecto a la delgada frontera entre el anonimato y la intimidad, y la tensión entre lo público y lo privado en el uso de las redes sociales, Chaher agregó: “Lo que nosotras vemos en los dos casos es que, por un lado, pensando en las redes sociales, habría que hacer una diferencia cuando tenés un ataque masivo, o de algunas personas random, haters, esa gente que se va sumando a distintas tendencias pero que no tiene por sí misma una motivación y que además son personas reales, que no son bots, que no son máquinas. Lo que nos preocupa a nosotras es que en las dos investigaciones encontramos casos en Argentina, México y en Colombia de este tipo de ataques no autorizados por sectores vinculados a grupos políticos. Entonces ahí el objetivo, quizá lo que un hater o una hater suelta busca, esa persona que está sola y se mete en una red a agredir muchas veces esas emocionalidades son canalizadas por estrategias políticas de acallamiento de voces, que es lo que encontramos en las dos investigaciones”.

Cuando Chaher se refiere a lo sucedido en Argentina en el último tiempo, habla de los mensajes de odio generados en las redes por los diputados Fernando Iglesias y Waldo Wolff, dirigidos a la actriz Florencia Peña, como parte de un discurso misógino y como una construcción habitual de prácticas que habilitan altos niveles de virulencia, violencia y acoso. “Hay grupos, lo que se llama habitualmente bodegas o call centers, que ponen una etiqueta en circulación o que ponen incluso a una persona como en este caso puede ser Fernando Iglesias o Waldo Wolff pero en otros países pueden ser otras personas que pueden ser reales con un discurso muy negativo, violento, en general dirigido hacia mujeres. Es a quienes más atacan, muy misógino, con el objetivo de minarles la moral, hacer que se retiren del debate público, que cierren temporal o parcialmente sus cuentas. Esto a veces pasa y a veces no”, dijo. En este afán por volverse público, mantenemos un diálogo con el mundo mediado por distintas plataformas a través de Internet, pero este modo de intercambio opera de modo intersubjetivo ya que nos adentramos en estos soportes con nuestros individualismos conectados donde la presión que ejercen la información y los acontecimientos muchas veces desestabilizan a las personas: “Nosotras hemos visto distintas reacciones en las personas que entrevistamos, alguna gente siente que se tiene que retirar y otra no hace mella. Yo tengo ciertas dudas porque lo que estás viendo en todas las investigaciones es que la violencia no queda en las redes sino que está pasando a la vida personal, esta gente con mensajes directos en su Whatsapp, a veces con un ataque a un auto,  una casa, un lugar de trabajo. Ahí yo no sé si todo el mundo se sigue manteniendo en el mismo lugar, porque es distinto que digas ´me la banco en una red porque quiero seguir debatiendo’, o ‘me lo banco en un programa de televisión´. Pero si están amenazando a mi hija o hijo, o me están diciendo que yo hice este movimiento que quiere decir que me están siguiendo, ya tiene otro cariz la situación. Hay que diferenciar que hay grupos políticos que están usando hoy las herramientas de las redes sociales sin que las redes sociales hagan nada frente a los ataques masivos y a cuando se genera un trending topic (algoritmo de redes que categoriza las palabras o frases más usadas) muy violento, con el objetivo de que haya menos voces, las voces de las mujeres, generalmente si son de la agenda feminista suelen ser las más atacadas”, explicó.

Sobre la diferencia entre la comunicación en redes sociales y en medios tradicionales, y la forma de abordar las situaciones de discursos de violencia de lo masculino hacia lo femenino en los distintos soportes, la periodista planteó: “Tenemos situaciones distintas en cómo podemos demandar, pedir o manejar este tema de los discursos violentos. En un medio tradicional tenés un editor o una editora responsable, tenés además normas a las cuales tenés que hacer caso como en el caso de Argentina la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) que tiene disposiciones sobre género, tenés un organismo donde podés hacer denuncias sobre este tema que es la Defensoría. Es muy distinta la forma de abordar la situación desde lo normativo, desde las denuncias, desde la construcción de ciudadanía y de los derechos en medios tradicionales que en las redes”. También se refirió a la forma en que se suelen abordar estos temas: “Tratan de explotar al máximo la búsqueda de rating. ¿Cómo un medio tradicional le sigue dando espacio a una persona violenta, misógina, lo que en redes llamarías un troll? Alguien que en realidad no viene a debatir sino que viene  a romper la conversación pública. Entonces, en una red se supone que todas las personas somos iguales y es mucho más complejo el tema de la moderación, pero en un medio tradicional sí podrías preguntarte por qué quién dirige este medio está habilitando una voz de este tipo que es tan violenta hacia las mujeres y si eso no está infringiendo la LSCA”.

Ante la pregunta sobre la reacción de los varones en este conflicto, Chaher sostuvo: “Muy tibia para la expectativa. Hay muchos varones en Twitter que se autoperciben progres, que en general lo son y han visto la afectación a la salud mental que le provocó a Florencia Peña, y cuando vos ves todo esto, la afectación sobre la vida cotidiana de las personas, el nivel de violencia, y los varones tendrían que levantar bastante más la voz”.

La comunicadora habló además acerca de cómo la pandemia afectó el uso de las redes sociales, y destacó diferencias importantes en la región respecto a esos usos: “Crecieron enormemente en pandemia y el año pasado se instaló una vida muy mediada por internet a partir del encierro. Más allá de que las redes ya venían creciendo muchísimo. Argentina es un país a nivel regional (la investigación que hicieron es regional, abarca los cuatros países del Cono Sur) con bastante desarrollo de Twitter en comparación con otros países. Por ejemplo con Uruguay o con Paraguay. Argentina es un país donde mucha más gente participa en Twitter, donde el debate político sucede ahí. Yo hablaba con colegas de otros países donde los funcionarios y funcionarias no tienen cuenta de Twitter, instituciones públicas tampoco. En Argentina vos tenés a toda la escena política con cuentas, con cuentas de fans, con las cuentas de las instituciones. Twitter tiene una relevancia en nuestro país importante, sumado a este contexto de pandemia que hace que la gente esté más en las redes. El ecosistema de medios se retroalimenta mucho, los medios tradicionales después levantan lo que está sucediendo en las redes, lo amplifican. No es solamente las redes, sino todo un ecosistema de medios funcionando alrededor de temas que muchas veces surgen en redes porque estamos todas las personas interactuando ahí y podés generar toda esta cuestión de las secuencias, de las violencias, que después los medios tradicionales abordan cada uno a su manera”.

Retomando el tema de Fernando Iglesias, al margen de sus aclaraciones, parecería erigirse como el portavoz de una agenda antigénero. La especialista explicó: “No hay que perder de vista la responsabilidad de la dirigencia política. En este sentido no hablo de la responsabilidad de personas como él o como Waldo Wolff porque me parece que tienen una estrategia violenta per se, sino de sus partidos políticos, porque estos discursos violentos no son aislados por otros líderes y lideresas de sus partidos políticos. Hay mucha gente que espera a ver qué dice Fernando Iglesias para subirse en ese carro. Ahí yo creo que si estos discursos violentos fueran aislados por (Mauricio) Macri, Patricia Bullrich, (Horacio Rodríguez)  Larreta, (María Eugenia) Vidal y no protegidos como hizo por ejemplo Vidal estos días, o muy levemente criticado como hizo Silvia Lospennato, me parece que en estos casos quienes siguen a estas personas empezarían a evaluar realmente”. Finalmente, la presidenta de Comunicación para la Igualdad habló sobre las responsabilidades políticas respecto a las formas violentas en que se ponen en juego los distintos temas e inundan el debate público, donde las personas saben de antemano que las intervenciones probablemente tendrán un costo: “No tenemos que perder de vista esto. No es inocuo y no dejan de ser cómplices todas las personas del partido que no están claramente criticando este tipo de expresiones”.


Fuente: http://www.laretaguardia.com.ar/2021/08/discursos-de-odio-desde-la-gente-al.html

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