El fantasma de la derecha ya llegó a la Rosada

Últimamente a les laburantes, en realidad hace varios años ya, especialmente a la gente progresista, se le agita el voto al mal menor como una forma de no “hacer el juego a la derecha”. A les zurdes se les señala cada vez que denuncian las falencias numerosísimas que tuvo la llamada “década ganada” en materia de política social, económica, ambiental, de género, cultural, educativa, derechos humanos, etc. que “le hacen el juego a la derecha”.

Esta es la continuación de la política de Nestor de “a mi izquierda la pared” en la cual no se admite desde el peronismo ninguna crítica por izquierda. Esta política fue esencialmente exitosa, fue la “década ganada” para el peronismo en la que pudieron reconstruir su base militante. Primero a partir de crear transversalidades y externalidades al PJ donde sumar a las capas medias urbanas a la militancia política (La Cámpora la experiencia de más larga data y éxito después del aborto de los jóvenes K), al mismo tiempo que crecían las alas sindicales alrededor de la CTA Yasky, y en menor medida las propias alas sindicales cgtistas. Esta política, de hecho, le hizo el juego a la derecha: a continuación asumió el macrismo. ¿Cómo sucedió esto? básicamente era la contraparte del agite de una grieta y una soberbia a prueba de críticas políticas, además del estancamiento económico posterior a 2011 y de la evidente corrupción que (digámoslo) estructuralmente atraviesa a los Estados capitalistas.

Ante la evidencia de haberle hecho el juego a la derecha por no apoyar al manco más que de manera abstracta (“el candidato es el proyecto?”) se volcó, sí, el peronismo, a propagandizar la teoría de que el pueblo se había vuelto gorila. Cuando en realidad el voto por cambio y permanencia en las últimas décadas viene correlacionando fuertemente la apuesta por mantener lo que se tiene o probar algo nuevo. El ejemplo extremo era que las mismas franjas en CABA reeligieran a CFK para el país y a Macri para su ciudad, como expresión de una mejor situación económica hace más de una década y la intención de que no se retroceda en ese frágil equilibrio.

¿Por qué las masas no prueban votar a la izquierda y votan juntos por el cambio? Probablemente sea el agite permanente del histórico bipartidismo, donde todo se juega en las elecciones y si esa es nuestra única posibilidad ciudadana de modificar algo en el Estado más vale apostar a una de las fuerzas que sí pueda tener una cantidad de legisladores como para imponer agenda. También la izquierda ha sido arrastrada por un contexto en donde no se observan alternativas al capitalismo dentro de lo pensable. ¿Ingredientes de ingenuidad política? Por supuesto, la burguesía ha logrado que alguien que revende cosméticos o maneja un remis se sienta un emprendedor, un potencial Jeff Bezos.

Tras la crisis del 2001 muchos analistas se preocupaban sobre la posible desaparición del peronismo (ya que la UCR parecía haber desaparecido y el Frente Kirchnerista era transversal y no utilizaba la simbología pejotista). Sin embargo, pasito a pasito se aprovechó el crecimiento -montado sobre las divisas de la exportación de soja transgénica- para repartir algunas migajas en políticas progresistas por las que se venía luchando desde los 90, anexando a todo aquel movimiento, partido o grupo que no tuviera un horizonte de ruptura con el sistema capitalista. O incluso al PC y al PCR que formalmente lo tenían….. Esto se logró manejando el aparato del Estado y los sindicatos, repartiendo cargos y fondos. Algo que les volvió en forma de la crítica a los “choriplaneros”. Del otro lado de la grieta fueron muy hábiles en ocultar que su estrategia de crecimiento era exactamente la misma. 

Es que esa es la esencia de la democracia burguesa. Mostrarnos que somos libres de elegir a una u otra fuerza para que nos represente, cuando en realidad no elegimos nada. Nuestra libertad es la libertad de cagarnos de hambre si no seguimos las leyes del mercado.

Se invirtieron en las últimas décadas todos los esfuerzos desde el Estado y las escuelas para inculcarnos el respeto a la sagrada democracia que, y esto es cierto, reconquistamos saliendo a la calle contra la dictadura. Esta política encierra el truco reaccionario de no dejarnos pensar más allá y caer víctimas de una real politik donde como clase laburante no podemos ser más que peones. A esto le llamamos la política de “reacción democrática” que acompañó el avance neoliberal sobre nuestros derechos, que aún continúa, y que en realidad es la instrumentalización de los planes de la burguesía más concentrada del mundo: Argentina es para la división internacional del trabajo social un simple país tercer mundista, hasta ahora granero del mundo, por qué no el próximo matadero del mundo (después de todo ya lo fuimos a principios del siglo XIX con vacas en lugar de cerdos). Últimamente somos muy prometedores en materia minera al ser parte de una de las reservas de litio del mundo. A Elon Musk le gusta esto. Eso y mucho oro mezclado con minerales más raros (uranio, thorio, etc) que gracias al patilludo se pueden llevar por mineraloductos que van directo al puerto San Lorenzo. Aquel viejo mapa de los trenes del modelo agroexportador fundado por la generación del 80, saliendo la riqueza por Buenos Aires, hoy es el mapa de rutas del país, y particularmente de la hidrovía Paraná.

Sobre esa base extractivista, los gobiernos del turno tienen cierta muñeca para construir políticas que beneficien de diferente manera a diferentes sectores de la población que puedan votarles. Cierta muñeca, mientras paguen al FMI.

Por eso, ningún gobierno progresista va a dejar de pagarle al FMI, ni mucho menos cuestionar las políticas extractivistas. Se juegan a fondo a defender la minería aunque pierdan votos, no se van a meter a cuestionar la autorregulación que los capitales internacionales hacen de la hidrovía Paraná (aunque podría ser una gran fuente de ingresos al Estado), y de hecho van a traer al Chaco las fábricas porcinas que arriesgan generar pandemias y contaminar los cursos de agua cercanos a la hidrovía.

En este marco, siendo que la gente no come vidrio cunde la desesperanza y el impresionismo. Los medios distraen y permiten tener distracciones triviales ante una política cada vez más vacía de contenido.

Mientras tanto el gobierno lee un corrimiento a la derecha o quizás un agotamiento de su muñeca progresista y mete a Manzur como jefe de gabinete nacional y a Anibal Fernandez como ministro de seguridad. Mete a estas figuras de derecha para volver a crecer en votos y no hacerle el juego a la derecha (¿?). Así el peronismo se saca la careta K progre y se muestra como la fuerza burguesa que es. Muestra también que se dispone a retomar la militancia territorial desde las unidades básicas de todo el país haciendo un reparto de cargos que equilibra las fuerzas reales a su interna (así Insaurralde sube como jefe de gabinete de Kicillof). El peronismo militante festeja. Mucho militante de la Cámpora está teniendo lecciones apresuradas de pragmatismo político. Pasados dos años de la campaña de afiliación al PJ se cierra el ciclo de capitalización política iniciado con la “década ganada”.  Está en disputa si el discurso de “hacerle el juego a la derecha” le puede cerrar a alguien más y servir realmente para recuperar votos.

Hay un debate ideológico en curso. del que debemos ser parte y bien en el fondo es el debate sobre los límites del capitalismo. Tiene la almohada de la grieta y los medios hegemónicos encima pero debemos recuperar la iniciativa de darlo en todos los lugares de trabajo, con vecines, compañeres de todo tipo de organización o movimiento. Quienes ya pasamos por el 2001 sabemos que el “que se vayan todos” no sirve sin un proyecto de poder popular anticapitalista. 

Esto es lo que está por debajo del rechazo #ManzurNO que están impulsando los sectores más potables del movimiento de mujeres, por supuesto minoritarios. El movimiento está disminuido a su activismo y en ese activismo, gran parte es K. La apuesta de las militantas pejotistas más leales es mandar a casa al movimiento y emplear a las más voluntaristas como funcionarias de algún observatorio estatal que observe la vulneración de derechos palpables que tipos como Manzur encubren en el cotidiano. Aquí está la línea de corte que puede hacer dar un paso adelante al movimiento de mujeres y disidencias hacia posiciones no solo antipatriarcales sino también anticapitalistas. Criticar al feminismo en abstracto no sirve para nada, hay que bajar al llano y dar el debate contra las que le hacen puñito simpático a Manzur y nos invitan a tragarnos un sapo de derecha para no hacerle el juego a la derecha.

A una derecha fantasmática que ya parece monstruo de Scooby Do. ¿Y quién está atrás? Justamente la reacción democrática. La noción de que en este sistema hay que agachar la cabeza. Un discurso que no es solo discurso, también es amenaza de proscripción y pérdida de rentas estatales a la izquierda parlamentaria, que por eso modera sus discursos y juicios por terrorismo a las asambleas que luchan en diferentes provincias contra el extractivismo y que a un así siguen cortando rutas.

Y aquí el problema no es solo a quién le cierra qué discurso. Por supuesto que es importantísimo debatir con todes les compañeres que podamos. Sobre todo porque después de que importantes capas urbanas medias hemos reducido nuestro contacto presencial al mínimo por la pandemia, nuestras propias habilidades sociales han sido afectadas. Subsisten fobias sociales (totalmente entendibles dado que aún no sabemos si podría impactar la cepa delta), y hay poco resto emocional para lidiar con discusiones fuertes. Recordemos que en esto fueron expertas ambas fuerzas burguesas: en generar una grieta que castre todo debate político real en el seno de la clase trabajadora. Eso también hay que ponerlo sobre la mesa.

Pero el problema no es solo a quién le cierra qué discurso, porque la política se dirime con sujetos sociales de carne y hueso, en la calle. Solo así se ganó el aborto legal en plena pandemia, o se postergó la reforma laboral en pleno macrismo. Y esos sujetos no se construyen (solo) con hashtags. Esto lo ve gran parte del activismo que se volcó a una nueva temporada de marchas por variedad de consignas. Muy significativas la de rechazo al FMI y la huelga internacional climática en tanto interpelaron a gran variedad de sectores. En particular la última incluyó a La Cámpora, y juventudes del PRO y de la UCR lavándose la cara mientras sus dirigentes les dicen ambientalistas falopa a quienes desarrollan líneas políticas y planes de lucha en relación a temáticas concretas. Un techo bajísimo lo que pueden dar en materia ambiental pero expresión de que también opinan que sus bases necesitan una política identitaria en la calle que les contenga de sumarse a causas más justas que están comenzando a salir a la calle.

Y no dejemos de mencionar que esto lo lee el gobierno al poner a Anibal Fernandez asesino de Darío y Maxi como ministro de seguridad, dándose besitos de macho peroncho con Berni. Preveen un política antipiquetes que enorgullecería a Pato Bullrich, pero en vez de anunciarla con bombos y platillos, como lo haría la susodicha, la van a ir aplicando a la medida que la coyuntura lo requiera.

Para avanzar en un horizonte comunista solo podemos hacerlo construyendo fuerza popular en la calle. Hace falta expresar en nuestras movilizaciones el No a Manzur, el no al extractivismo, el no a la creciente precarización laboral que afecta a cientos de miles de personas que requieren de un nuevo IFE para llegar a diciembre y a miles de jóvenes e incluso infancias que salieron a trabajar en negro para ayudar a pagar la olla. Pero sobre todo hace falta el debate político cotidiano que nos permita profundizar en cómo el extractivismo, el ajuste del FMI, la vulneración de los derechos de mujeres y disidencias, la precarización laboral, el gatillo fácil,  la persecución a ambientalistas, la expulsión de pueblos originarios de sus tierras, etc., son todas expresiones de un mismo sistema, capitalista patriarcal que debemos derrotar.

Horizonte Comunista

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