Las nuevas tecnologías : Impactos sociales y ecológicos

De las mon­tañas de dese­chos elec­tró­ni­cos a los conflic­tos rela­cio­na­dos con los mine­rales, la tec­no­logía digi­tal tiene una podero­so impac­to social y medioam­bien­tal

¿Los medios de comu­ni­ca­ción podrían ser los ver­da­de­ros ene­mi­gos de la sustentabilidad ?

 

Noso­tros nece­si­ta­mos de metá­fo­ras para poder ima­gi­nar una concep­ción y una regu­la­ción más ecoló­gi­ca de las tec­no­logías numéricas.

Las metá­fo­ras exis­tentes son lige­ras, banales y engaño­sas : nos conec­ta­mos « vir­tual­mente » ; pedi­mos « ser ami­gos » de extra­n­je­ros ; com­pu­ta­mos en una « cloud »  (« nube ») ; hace­mos lla­ma­das con « móviles » ; mira­mos pro­gra­mas y pelí­cu­las en « strea­ming », y « twi­tea­mos » men­sajes por vía de unas « torres/granjas de servidores ».

Tales figu­ras de dis­cur­so nos han insi­dio­sa­mente empu­ja­do a creer que la nue­va eco­nomía, tan pre­go­na­da durante una déca­da y media es un mun­do lim­pio « post-chi­me­nea », muy ale­ja­do de la revo­lu­ción indus­trial que creó el « País Negro » de los Mid­lands Occi­den­tales con sus gor­ros de paño.

La nue­va eco­nomía es el motor de un nue­vo siglo evo­lu­cio­nan­do rápi­da­mente y confian­do en su capa­ci­dad de inter­rum­pir y reor­ga­ni­zar. Aban­do­na a su paso tec­no­logías pre­ten­di­da­mente obso­le­tas, pues­to que los medios de comu­ni­ca­ción de media­na edad repre­sen­tan una ame­na­za para las más nue­vas (esos dia­rios que dejan machas de tin­ta en sus dedos), o los medios medievales (el apa­ra­to de tele­vi­sión en la esqui­na de la sala de estar).

Esta tam­bién hace pasar como ana­cró­ni­ca la mili­tan­cia indus­trial que carac­te­ri­za­ba al Rei­no Uni­do de los años 1970 y 80.

La natu­ra­le­za mis­ma parece obso­le­ta. Los inten­tos por ree­qui­li­brar la eco­nomía entre las indus­trias del sec­tor pri­ma­rio, secundario y ter­cia­rio han sido infruc­tuo­sos y poco entu­sias­tas. El sec­tor de los ser­vi­cios vuelve a sur­gir de for­ma retó­ri­ca y económica.

Pero las insi­nua­ciones de que vivi­mos en un mun­do des­ma­te­ria­li­za­do no son sólo exa­ge­ra­das ; sino que están cau­san­do mas daños que bien. La « cloud » (« nube ») de una per­so­na es la conta­mi­na­ción de otra, y el « móvil » de uno es la escla­vi­tud del otro. De los dese­chos elec­tró­ni­cos a los mine­rales conflic­ti­vos, los nue­vos medios de comu­ni­ca­ción dejan una huel­la imborrable en los cuer­pos y en la Tier­ra que habitan.

¿Qué clase de metá­fo­ras podrían ilus­trar a este nue­vo mun­do ?

Desde el inicio de la impren­ta, los medios de comu­ni­ca­ción han teni­do un dramá­ti­co y consis­tente impac­to en nues­tro pla­ne­ta. Her­man Mel­ville des­cri­bió los pro­ce­sos quí­mi­cos invo­lu­cra­dos en la pro­duc­ción de la tela y del papel en el siglo XIX. Las mujeres se ocu­pa­ban de los pro­duc­tos quí­mi­cos de blan­quea­mien­to, des­pul­pa­do y de la trans­for­ma­ción de hara­pos de lino y de lana « has­ta redu­cir­los en fibra ». Tra­ba­ja­ban en tien­das de segun­da mano en donde « el aire esta­ba reple­to de finas partículas toxi­cas que flo­ta­ban por doquier, sutil­mente, como motas de pol­vo brillan­do en un rayo de sol, y que ter­mi­na­ban en los pulmones »

¿Y el cine­ma ?

En su apo­geo, el Kodak Park de Roches­ter en New York pro­ducía anual­mente 250.000 kiló­me­tros de filme, suc­cio­nan­do cada día más de 45 mil­lones de litros de agua del lago Onta­rio y escu­pien­do basu­ra y efluentes quí­mi­cos en el río Gene­see. En el año 2000, la com­pañía era la pri­me­ra fuente de agentes pató­ge­nos en el esta­do de New York.

¿Y qué hay de las tele­vi­siones ?

Según algu­nas esti­ma­ciones, estas son los bienes manu­fac­tu­ra­dos más difí­ciles de reci­clar. E inclu­so desde la tran­si­ción al entor­no digi­tal comen­za­do hace algu­nos años, cien­tos de mil­lones de tele­vi­sores han hecho su viaje al hemis­fe­rio sur del globo, dese­cha­dos desde los confor­tables sub­ur­bios de Londres o Mon­treal para conta­mi­nar los sis­te­mas de resi­duos de otros, mien­tras que son rem­pla­za­dos por nue­vas ver­siones mejo­ra­das muy tran­qui­la­mente. Adios adios a la pan­tal­la cató­di­ca y buenos días a la pan­tal­la plana.

Pero el pla­to fuerte viene de los medios de comu­ni­ca­ción aún más nue­vos, trá­tese de lap­tops (computadoras/ordenadores portá­tiles), conso­las, telé­fo­nos o table­tas. Su impac­to sobre los obre­ros y nues­tra Tier­ra es atroz y empeo­ra. Las bené­vo­las figu­ras retó­ri­cas aso­cia­das a estas tec­no­logías son un contra­pun­to iró­ni­co y engaño­so en la mane­ra en que reha­cen el mun­do material.

La Aso­cia­ción de Consu­mi­dores Elec­tró­ni­cos en las Vegas cubier­ta amo­ro­sa­mente por The Guar­dian se jactó de los 204 billones de dolares esta­dou­ni­denses gas­ta­dos en arte­fac­tos en el 2012, y pro­nos­ti­ca­ba toda­via 9 billones suple­men­ta­rios este año.

Mien­tras tan­to, la « TV Bureau » (« ofi­ci­na de TV ») cali­fi­ca­ba de « Gran Cir­cu­lo del Consu­me­ris­mo Moder­no » a la propensión de los espec­ta­dores de bus­car bienes en sus table­tas al mis­mo tiem­po que miran las publi­ci­dades para esos mis­mos pro­duc­tos en la televisión.

El cos­to de todo este diver­ti­mien­to, y no se tra­ta sola­mente del pre­cio de las cosas que com­pras, está indexa­do a los dese­chos elec­tró­ni­cos (E‑desechos) que produce.

Según la La Orga­ni­za­cion Mun­dial del Tra­ba­jo, 80% de los E‑desechos « ter­mi­nan sien­do envia­dos (a menu­do ile­gal­mente) a los países en desar­rol­lo para ser reci­cla­dos por cien­tos de miles de tra­ba­ja­dores infor­males », con « impli­ca­ciones nega­ti­vas en tér­mi­nos de salud y medioam­biente ».

Los ver­te­de­ros de E‑desechos pro­li­fe­ran, con ter­ribles conse­cuen­cias para la salud publi­ca. Y los ropa­ve­je­ros que se encar­gan de tales reci­clajes infor­males, y cuyo nombre se ins­pi­ra del de las mujeres del tiem­po de Mel­ville, son ruti­na­ria­mente asesinados.

En resu­men, el « Gran Cir­cu­lo del Consu­me­ris­mo Moder­no » es una sór­di­da metá­fo­ra, tan engaño­sa­mente cruel que la de la « cloud » (« nube ») y de la tota­li­dad del léxi­co vir­tual de los apa­ra­tos de la nue­va eco­nomía Orwelliana.

Afor­tu­na­da­mente, inves­ti­ga­dores tra­ba­jan­do sobre los prin­ci­pales basu­re­ros elec­tro­ni­cos del mun­do – Chi­na, Bra­sil, India, Nige­ria, Méxi­co – están en la bre­cha, alertán­do­nos sobre las conse­cuen­cias de esta orgía de comu­ni­ca­ciones. Y movi­mien­tos sociales al rede­dor del mun­do pro­tes­tan contra los hor­rores medioam­bien­tales y sociales que perpetramos.

Actual­mente, mien­tras que vacia­mos los estantes de revis­tas, dese­cha­mos nues­tros telé­fo­nos obso­le­tos, desea­mos table­tas nuevas y engul­li­mos nues­tras actua­li­za­ciones coti­dia­nas, nues­tro pla­cer se fun­da en la explo­ta­ción y la des­truc­ción del medioam­biente y de los tra­ba­ja­dores en una for­ma insi­dio­sa, que disi­mu­lan las nubes de la bie­na­ven­tu­ran­za electrónica.

Toby Miller & Richard Maxwell

País Negro

https://es.wikipedia.org/wiki/Black_Country

 

Fuente:

Las nuevas tecnologías : Impactos sociales y ecológicos (por Richard Maxwell & Toby Miller)

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *