Con el pretexto de la guerra en Ucrania Estados Unidos quiere evitar que Europa comercie con China y Rusia

La rivalidad económica y bélica de Estados Unidos tiene como objetivo mantener a Europa y a sus aliados asiáticos dentro de su órbita económica. Se exige a Alemania, y a otros aliados, que impongan sanciones dirigidas contra el bienestar económico de sus propias naciones al impedirles comerciar con países fuera de la órbita del área del dólar estadounidense.

Por Michael Hudson.

El Telón de Acero de las décadas de 1940 y 1950 se diseñó ostensiblemente para aislar a Rusia de Europa occidental y para impedir de esta manera la llegada de las ideas del comunismo. Las sanciones de hoy está dirigido para evitar que sus aliados occidentales abran más el comercio y las inversiones con Rusia y China. El objetivo no es tanto aislar a Rusia y China sino mantener a sus “aliados” firmemente dentro de la órbita económica de Estados Unidos. Para eso sus aliados deben renunciar a los beneficios de importar gas ruso y productos chinos, y deberían comprar gas licuado (GNL) estadounidense a precios mucho más altos.

Lo que preocupa a los estadounidenses, y a su brazo armado, la OTAN, es que Alemania, y muchas naciones a lo largo de la ruta de la Franja y la Ruta comprendan que puedan obtener grandes ganancias al abrirse al comercio y la inversión pacífica.

Si no hay un plan ruso o chino para invadir a Ucrania o a Europa, ¿cuál es la necesidad de la OTAN? ¿Cuál es la necesidad de realizar grandes compras de equipo militar estadounidense por parte de sus ricos aliados? Y si no existe una confrontación, ¿por qué estos países necesitan sacrificar sus intereses comerciales y financieros y, depender exclusivamente de los exportadores estadounidenses?

Estas son las preocupaciones que han llevado al primer ministro francés, Macron, a invocar al fantasma de Charles de Gaulle e instar a Europa a alejarse de lo que él llama la Guerra Fría de la OTAN y su “muerte cerebral”. Por esta razón, Macron critica los acuerdos comerciales favorables a Estados Unidos que imponen costos crecientes a Europa mientras se les niega las ganancias de un comercio con Eurasia. Por esta misma razón Alemania se resiste a que se prescinda el gas ruso bloqueando el gasoducto Nord Stream 2.

En lugar de una amenaza militar real de Rusia y China, el problema para los estrategas estadounidenses es la ausencia de tal amenaza. Todos los países se han dado cuenta que el mundo ha llegado a un punto en que ninguna economía industrial tiene la capacidad política para movilizar un ejército permanente del tamaño que sería necesario para invadir a un adversario significativo. Este costo político hace que sea antieconómico para Rusia tomar represalias contra el aventurerismo de la OTAN que incita a su frontera occidental una respuesta militar. Simplemente no vale la pena apoderarse de Ucrania.

La creciente presión de La Casa Blanca sobre sus aliados amenaza con sacarlos de la órbita estadounidense. Durante más de 75 años la mayoría de los países tuvieron pocas alternativas a la hegemonía estadounidense. Pero ahora esta época está cambiando. Estados Unidos ya no tiene el poder monetario y el superávit comercial que le permitió elaborar las reglas de comercio e inversión del mundo desde 1945.

La amenaza para el dominio estadounidense es que China, Rusia (el corazón del mundo según Mackinder) ofrecen mejores oportunidades comerciales y de inversión que las que ofrece Estados Unidos. El ejemplo más evidente es la campaña de EEUU para impedir que Alemania autorice el gasoducto Nord Stream 2. Angela Merkel acordó con Donald Trump gastar $ 1 mil millones en la construcción de un nuevo puerto para volverse más dependiente del GNL estadounidense. Pero, el plan se canceló después que las elecciones estadounidenses y alemanas cambiaran a ambos líderes.

Lo único que les queda a los estadounidenses para bloquear las compras europeas de gas ruso y provocar a Rusia con una respuesta militar en Ucrania. Lo explicó la subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, en una conferencia de prensa el 27 de enero: “Si Rusia invade Ucrania de una forma u otra, Nord Stream 2 morirá”. El problema para EEUU es crear un incidente adecuado que le permita presentar a Rusia como el agresor.

En 2014 Nuland ya había dicho groseramente quién dictaba las políticas de los miembros de la OTAN: “A la mierda con la UE”, dijo cuando su embajador en Ucrania respaldó la sangrienta masacre neonazi de Maidan que marcó el comienzo de ocho años de guerra civil. El resultado ha devastado a Ucrania tanto como lo ha hecho las invasiones estadounidenses de Siria, Irak y Afganistán. Esta no es la política de paz o la democracia liberal que los votantes europeos habitualmente dicen respaldar.

Las sanciones comerciales impuestas por Estados Unidos a sus aliados europeos se extienden a todo el espectro comercial. Un ejemplo reciente es Lituania, este país asolado por la austeridad, renunció a su mercado agrícola y de queso con Rusia, y está impidiendo que su ferrocarril transporte potasa al puerto báltico de Klaipeda. La empresa portuaria ha declarado: “Lituania perderá cientos de millones de dólares al detener las exportaciones de Bielorrusia y podría enfrentar reclamos legales de $ 15 mil millones por incumplimiento de contratos”. Lituania había aceptado las exigencias de Washington para que reconociera a Taiwán, lo que provocó que China se negara a importar productos alemanes u otros que incluyan componentes fabricados en Lituania.

Europa tendrá que aceptar el aumento de los precios de la energía y de los productos agrícolas al dar prioridad a las importaciones desde los Estados Unidos y al renunciar a los vínculos con rusos, bielorrusos y otras naciones fuera del área del dólar. Para el Ministro de Relaciones Ruso, Sergey Lavrov: “Cuando Estados Unidos piensa que algo conviene a sus intereses, puede traicionar a aquellos que hasta ayer eran sus amigos, traicionan a quienes que atendieron a sus posiciones en todo el mundo”.

Estados Unidos daña las economías de sus aliados, no las de Rusia y China

Lo que parece irónico es que las sanciones contra Rusia y China han terminado ayudándoles en lugar de perjudicarlos. Al parecer, el objetivo principal no era dañar a las economías rusa y china, después de todo, es axiomático que las sanciones obligan a los países afectados a ser autosuficientes. Privados de queso lituano, los productores rusos han producido el suyo propio y ya no necesitan importarlo del estado báltico.

La rivalidad económica de Estados Unidos tiene como objetivo mantener a Europa y a sus aliados asiáticos dentro de su órbita económica. Se exige a Alemania (y a otros aliados) que impongan sanciones dirigidas contra el bienestar económico de sus propias naciones al impedirles comerciar con países fuera de la órbita del área del dólar estadounidense.

Aparte de la amenaza de una guerra real como resultante de la belicosidad de Joe Biden, el costo para los aliados de Estados Unidos, que se han rendido a sus demandas, se está volviendo tan alto que ahora es políticamente inaceptable. Durante casi un siglo la mayoría de los países han tenido pocas alternativas y, se han visto obligado a aceptar reglas comerciales y de inversión que han favorecido la economía estadounidense (a cambio recibían apoyo financiero y seguridad militar).

Hoy el mundo observa con interés como surge una fuerte alternativa: una alternativa que ofrece los beneficios de la Franja y la Ruta de China y la disposición de Rusia para aceptar inversión extranjera con el fin de modernizar su organización industrial.

Desde los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, la diplomacia estadounidense ha tenido como objetivo convertir a Gran Bretaña, Francia y, especialmente, a Alemania y Japón, en dependencias económicas y militares. Como documenté en el libro Super Imperialismo, los diplomáticos estadounidenses destruyeron el Imperio Británico y absorbieron el área de la libra esterlina mediante los onerosos términos impuestos por el Acuerdo de Préstamo Anglo-Americano de 1946. Los términos de este obligaron a Gran Bretaña a renunciar a su política Imperial preferencial y desbloquear los saldos en libras esterlinas que la India y otras colonias habían acumulado para sus exportaciones de materias primas durante la guerra, abriendo así la Commonwealth británica a las exportaciones estadounidenses.

Gran Bretaña se comprometió a no recuperar sus mercados anteriores a la guerra devaluando la libra esterlina. Luego, los estrategas estadounidenses crearon el FMI y el Banco Mundial para promover sus mercados de exportación y disuadir así la competencia de Gran Bretaña y otros antiguos rivales.

Los debates en la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes mostraron que los políticos británicos reconocieron que estaban siendo relegados a una posición económica subordinada, pero sintieron que no tenían otra alternativa. Y una vez que se dieron por vencidos, los estadounidenses tuvieron las manos libres para confrontar al resto de Europa.

El poder financiero ha permitido a Estados Unidos continuar dominando la diplomacia occidental a pesar de que se vio obligado a abandonar el oro en 1971 como resultado de los costos de la balanza de pagos por su descomunal gasto militar en el extranjero. Durante el último medio siglo, los países han mantenido sus reservas monetarias internacionales en dólares estadounidenses, principalmente en valores del Tesoro, en cuentas bancarias y en otras inversiones financieras en la economía estadounidense. El estándar del Tesoro obliga a los bancos centrales extranjeros a financiar el déficit militar de la balanza de pagos de Estados Unidos y, en el proceso, el déficit presupuestario del gobierno nacional.

El tesoro estadounidense puede imprimir dinero sin límites, como lo ha demostrado la MMT, pero Washington necesita un reciclaje de dólares con la banca extranjera para equilibrar sus pagos internacionales y respaldar el tipo de cambio del dólar. Si el dólar bajara, a los países extranjeros les resultaría mucho más fácil pagar las deudas en dólares en sus propias monedas.

Entonces, los precios de las importaciones estadounidenses aumentarían y sería más costoso para sus inversores comprar activos extranjeros. Y los capitales extranjeros perderían dinero en acciones y bonos estadounidenses denominados en sus propias monedas, y los abandonarían. Los bancos centrales, en particular, asumirían una pérdida por los bonos en dólares del Tesoro (que mantienen en sus reservas monetarias) y, verían que su interés reside en abandonar el dólar.

Los esfuerzos de Washington para mantener sus protectorados de Europa y Asia oriental se ven amenazados por el surgimiento de China y Rusia, mientras que su economía se está desindustrializando como resultado de sus propias decisiones políticas. La dinámica industrial que hizo que Estados Unidos fuera tan dominante desde finales del siglo XIX hasta la década de 1970 ha dado paso a una financiarización neoliberal. Es por eso que los diplomáticos estadounidenses deben obligar a sus aliados a bloquear sus relaciones económicas con la Rusia postsoviética y la China socialista, cuyo crecimiento está superando al de Estados Unidos y cuyos acuerdos comerciales ofrecen más oportunidades de beneficio mutuo a todas las naciones.

La cuestión es cuánto tiempo puede Estados Unidos asediar a sus aliados, que están deseosos de aprovechar el crecimiento económico de China. ¿Alemania, Francia y otros países de la OTAN se decidirán a buscar su propia prosperidad en lugar de dejar que el estándar del dólar desvíe su excedente económico?

La diplomacia petrolera y el sueño de Estados Unidos para la Rusia postsoviética

La expectativa de Gorbachov y otros funcionarios rusos en 1991 era que su economía se volviera hacia Occidente. La expectativa mutua de Rusia y Europa Occidental era que los inversionistas alemanes, franceses y otros reestructuraran la economía postsoviética.

Pero, este no era el plan de Estados Unidos. Significativamente el senador John McCain llamó a Rusia “una estación de servicio con bombas atómicas”. Ese era el sueño de Estados Unidos. Eso es lo querían que fuera Rusia: que las compañías de gas rusas pasaran al control de los accionistas estadounidenses, comenzando con la compra de Yukos según lo acordado con Mikhail Khordokovsky.

Lo último que los estrategas estadounidenses querían ver era una Rusia revivida y próspera. Los asesores estadounidenses buscaron privatizar los recursos naturales de Rusia, y otros activos, entregándoselos a cleptócratas que podían “sacar provecho” vendiéndolos después, a inversores estadounidenses a cambio de divisas. El resultado fue un colapso económico y demográfico en todos los estados postsoviéticos.

De alguna manera, Estados Unidos se ha estado convirtiendo en su propia versión de una gasolinera con bombas atómicas (y exportación de armas). Su diplomacia petrolera tiene como objetivo controlar el comercio mundial del petróleo para que sus enormes ganancias recaigan en sus compañías petroleras.

Fue para mantener el petróleo iraní en manos de British Petroleum que Kermit Roosevelt, de la CIA, trabajó con la Anglo-Persian Oil Company de British Petroleum para derrocar al líder electo de Irán, Mohammed Mossadegh, en 1954, cuando trató de nacionalizar la compañía después de que se negara década tras década a realizar sus contribuciones prometidas a la economía. Después de instalar al Sha, cuya democracia se basaba en un estado policial vicioso, Irán amenazó una vez más con actuar como dueño de sus propios recursos petroleros. Por lo tanto, una vez más se enfrentó a las sanciones patrocinadas por Estados Unidos, que siguen vigentes en la actualidad.

En los casos en que gobiernos como Arabia Saudita y los petro-estados árabes vecinos hayan tomado el control, las ganancias de exportación de su petróleo se depositarán en los mercados financieros estadounidenses para respaldar el tipo de cambio del dólar y el dominio financiero de EEUU.

Cuando se cuadruplicaron los precios del petróleo en 1973-74 (en respuesta a la cuadruplicación de los precios de exportación de granos por parte de EEUU), el Departamento de Estado le dijo a Arabia Saudita que podía cobrar tanto como quisiera por su petróleo pero tenía que reciclar sus ganancias de exportación de petróleo en valores denominados en dólares, principalmente en valores del Tesoro y cuentas bancarias de EEUU, junto con algunas participaciones minoritarias de acciones y bonos (pero sólo como inversores pasivos).

El segundo modo de reciclar las ganancias de las exportaciones de petróleo fue las exportaciones de armas y Arabia Saudita se convirtió en uno de los mayores clientes del complejo militar-industrial.

Ahora que todo el mundo está viendo el alboroto sobre Ucrania, hay que aclarar que Estados Unidos no tiene un ejército de combate. Lo que tiene es lo que solía llamarse un “ejército insaciable”. El complejo industrial militar produce armamento como una especie de bien de prestigio para que los gobiernos presuman, no para la lucha real. Como la mayoría de los artículos de lujo, el margen de beneficio es muy alto. Después de todo esta es la condición de la alta moda.

A veces, por supuesto, se usa la fuerza militar. En Irak, George W. Bush y Barack Obama utilizaron al ejército para apoderarse de las reservas de petróleo del país, lo mismo hicieron con las reservas de Siria y Libia. El control del petróleo mundial ha sido el sostén de la balanza de pagos de Estados Unidos. A pesar de la campaña global para frenar el calentamiento del planeta, los Washington continúa viendo al petróleo como la clave de la supremacía económica de Estados Unidos. Es por eso que el ejército de los EEUU todavía se niega a obedecer las órdenes de Irak de abandonar su país, manteniendo a sus tropas para controlar del petróleo iraquí, y por eso acordó con los franceses destruir Libia y todavía tiene tropas en los campos petroleros de Siria. Más cerca de casa, el presidente Biden aprobó la perforación en alta mar y apoya la expansión de Canadá de sus arenas bituminosas de Athabasca, el petróleo ambientalmente más sucio del mundo.

Junto con las exportaciones de petróleo y alimentos, las exportaciones de armas respaldan la financiación de los gastos militares estadounidenses en sus 750 bases en el extranjero. Pero sin un enemigo permanente que amenace constantemente en las puertas de sus dominios, la existencia de la OTAN se desmorona. ¿Porqué los países deberían comprar submarinos, portaaviones, aviones, tanques, misiles y otras armas si no son amenazados?

A medida que Estados Unidos se ha desindustrializado, su déficit comercial y de balanza de pagos se está volviendo más problemático. Necesita con urgencia exportar armas para ayudar a reducir su creciente déficit comercial y también para subsidiar su aviación y sectores civiles relacionados. El desafío es cómo mantener su prosperidad y dominio mundial a medida que se desindustrializa mientras el crecimiento económico avanza rápidamente en China y ahora en Rusia.

Estados Unidos ha perdido su ventaja en sus costos industriales, ¿la razón? el fuerte aumento en sus costos de vida y una economía rentista financiarizada. Como explicó Seymour Melman en la década de 1970, el capitalismo del Pentágono se basa en contratos de costo incrementado: cuanto más altos son los costos del hardware militar, más ganancias reciben sus fabricantes. Por lo tanto, sus costos tienen un exceso de ingeniería del artilugio; un inodoro cuesta $ 500 en lugar de $ 50. Este es el principal atractivo de los artículos de lujo, incluido el hardware militar: su alto precio.

Este es el trasfondo de la furia estadounidense: su fracaso en apoderarse de los recursos petroleros de Rusia. Ahora ven con espanto como Rusia exporta armas que suelen ser mejores y mucho menos costosas que las suyas. Hoy los rusos no sólo rivalizan con el gas estadounidense (LNG), sino que también defienden su petróleo para financiar su reindustrialización, con el fin de reconstruir su economía destruida por la “terapia de choque” patrocinada por los Chicago Boys de la década de 1990.

La estrategia de EEUU busca mantener el control del suministro mundial de petróleo mientras mantiene un mercado de exportación de armas de lujo a través de la OTAN. Por esa razón insiste locamente en que Rusia está a punto de invadir Ucrania, como si Rusia tuviera algo que ganar con una guerra de atolladero. Este invierno lo que estamos viendo es un largo intento para enfrentar a la OTAN contra Rusia, sin éxito.

EEUU sueña con una China neoliberalizada

Estados Unidos se ha desindustrializado por una política deliberada de drástica reducción de los costos de producción; sus empresas manufactureras han buscado mano de obra barata en el extranjero, sobre todo en China. Este cambio fue visto como una ganancia mutua. Se esperaba que los bancos e inversores estadounidenses aseguraran el control y las ganancias de la industria china. La rivalidad era entre los empleadores estadounidenses y la mano de obra estadounidense, y el arma de esta guerra de clases era la deslocalización (y en este proceso la reducción del gasto social del gobierno).

La guerra de clases contra el trabajo sindicalizado comenzó en la Administración Carter y se aceleró cuando Bill Clinton abrió la frontera sur con el TLCAN. Se establecieron las maquiladoras a lo largo de la frontera para suministrar mano de obra a bajo precio. Esto se convirtió en un centro de ganancias corporativas tan exitoso que Clinton presionó para admitir a China en la Organización Mundial del Comercio en diciembre de 2001.

El sueño era que China se convirtiera en un centro de ganancias para los inversionistas estadounidenses, produciendo para las empresas estadounidenses y financiando la inversión de capital tomando de prestados los dólares estadounidenses. Pretendían organizar una bolsa de valores que, como la de Rusia en 1994-1996, se convertiría en un proveedor líder de ganancias para el capital financiero de los inversores estadounidenses.

Walmart, Apple y muchas otras empresas se instalaron en China, lo que necesariamente implicó transferencias de tecnología y la creación de una infraestructura eficiente para el comercio de exportación. Goldman Sachs lideró la incursión financiera y ayudó a que el mercado de valores de China se disparara. Todo esto era lo que Estados Unidos había estado intentando.

¿En qué se equivocó el sueño neoliberal de los Estados Unidos? Para empezar, China no siguió la política del Banco Mundial de obligar a los gobiernos a pedir prestado en dólares para contratar empresas de ingeniería estadounidenses. Se industrializó de la misma manera que lo hicieron Estados Unidos y Alemania a fines del siglo XIX: mediante una fuerte inversión pública en infraestructuras para satisfacer las necesidades básicas a precios subsidiados o gratuitamente, desde atención médica y educación hasta transporte y comunicaciones, a fin de minimizar el costo de vida que tenían que pagar los empresarios y exportadores. Lo que es más importante, China evitó el servicio de la deuda externa al crear su propio dinero y mantener las instalaciones de producción más importantes en sus propias manos.

Las demandas de EE. UU. están sacando a sus aliados de la órbita comercial y monetaria del dólar y la OTAN

Como en una tragedia griega clásica, la política exterior de Estados Unidos está provocando precisamente el resultado que más teme. Exagerando su política injerencista con sus propios aliados de la OTAN, los diplomáticos estadounidenses están provocando el escenario de pesadilla de Kissinger, están uniendo a Rusia y China.

Mientras que a los aliados de Estados Unidos se les dice que asuman los costos de las sanciones estadounidenses, Rusia y China se benefician al verse obligadas a diversificarse y hacen que sus economías sean independientes de los proveedores estadounidenses. Sobre todo, estos dos países están creando sus propios sistemas de compensación bancaria y crédito desdolarizados, y mantienen sus reservas monetarias en forma de oro, euros y utilizan sus propias monedas para llevar a cabo el comercio y la inversión.

Esta desdolarización proporciona una alternativa al poder unipolar de EEUU. A medida que los países extranjeros y sus bancos centrales se desdolarizan, ¿en qué se apoyará al dólar? Sin la línea de crédito gratuita proporcionada por los bancos centrales que automáticamente reciclan los gastos militares estadounidenses (con un rendimiento mínimo), ¿cómo puede Estados Unidos equilibrar sus pagos internacionales frente a su desindustrialización?

Estados Unidos no puede simplemente revertir su desindustrialización y la dependencia de la mano de obra china y asiática trayendo la producción de regreso a casa. Ha construido una sobrecarga rentista demasiado alta para poder competir internacionalmente. Sus asalariados deben pagar altos y crecientes costos en educación, vivienda, servicios de deudas, seguro médico, y servicios de infraestructura privatizados.

La única forma de que Estados Unidos sostenga su equilibrio financiero internacional es mediante la fijación de precios de monopolio de sus exportaciones de armas, de sus productos farmacéuticos patentados y de las tecnologías de la información; en otras palabras, difundiendo la política económica neoliberal en todo el mundo de manera que obligue a otros países a depender de los préstamos e inversiones estadounidenses.

Esa no es una manera para que crezcan las economías nacionales. La alternativa a la doctrina neoliberal son las políticas de crecimiento de China que de hecho ha seguido la misma lógica por la que Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania y Francia alcanzaron el poder industrial durante sus comienzos con un fuerte apoyo gubernamental y programas de gasto social.

Estados Unidos ha abandonado esa política industrial desde la década de 1980. Está imponiendo las políticas neoliberales que desindustrializaron el Chile pinochetista, la Gran Bretaña thatcherista y las antiguas repúblicas soviéticas posindustriales, los países bálticos y Ucrania desde 1991. Su prosperidad altamente polarizada y apalancada por la deuda se basa en inflar los bienes raíces y los precios de los valores y la privatización de la infraestructura.

El neoliberalismo ha sido un camino para convertir a la nación “excepcional” en una economía fallida y, de hecho, en un estado fallido, obligado a sufrir la deflación de la deuda, aumentar los precios de la vivienda y alquileres, así como costos médicos y de otras resultantes de la privatización, que otros países proporcionan gratuitamente o a través de precios subvencionados como atención de la salud, educación, seguro médico y pensiones.

El éxito de la política industrial de China con una economía mixta y un control estatal del sistema monetario y crediticio ha llevado a los estrategas estadounidenses a temer que las economías de Europa Occidental y Asia se integren más estrechamente con China y Rusia.

Estados Unidos parece no tener respuesta al acercamiento global con China y Rusia, excepto con la aplicación de sanciones económicas y beligerancia militar. Esa postura de una Nueva Guerra Fría es costosa, y muchos países se resisten a asumir el costo de un conflicto que no tiene ningún beneficio para ellos y, de hecho, amenaza con desestabilizar su propio crecimiento económico e independencia política.

Sin subsidiar a estos países, especialmente cuando China, Rusia y sus vecinos desdolarizan sus economías, ¿cómo puede Estados Unidos mantener los costos de balanza de pagos de su enorme gasto militar en el extranjero? Recortar ese gasto y, recuperar la autosuficiencia industrial y el poder económico competitivo, requeriría una transformación radical de la política estadounidense. Tal cambio parece improbable, pero sin él, ¿cuánto tiempo puede la economía rentista post industrial de Estados Unidos obligar a otros países a proporcionarle la riqueza económica que ya no produce en casa?


Michael Hudson es un economista estadounidense, investigador del Levy Economics Institute del Bard College, Nueva York. Se desempeñó como analista en Wall Street, consultor político y periodista.

Fuente: https://observatoriocrisis.com/2022/02/08/con-el-pretexto-de-la-guerra-en-ucrania-los-estados-unidos-quiere-evitar-que-europa-comercie-con-china-y-rusia-%ef%bf%bc/

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