“Amor Amapuchao”

“Amor amapuchao’ tu no lo vas a encontrar en ningún lao’ mami, con ninguno de esos wingkas. ¿Quién va a ser tu afkadi? ¿Quién va a ser tu compaiñ? ¿Dime Quien va estar contigo en tu rüpü, tu trekan? En las küme y en las Weda para darte un pangko, para levantarte con newen cuando tu piwke este llorando, ese poyen de respeto ese poyen de shakin” Kalfullufken Paillafilu, 2013, Reggaetón Mapuche.

Me acerque a hablar con varios kimche quienes me dijeron que el amor de pareja no existía en lo Mapuche, pues muchas parejas se armaban por acuerdos y alianzas que se hacían en pos de la unidad de nuestro pueblo. Existen varias historias de este tipo en las crónicas, e incluso es visible en el texto de Pascual Koña, cuando el chachay se refiere al mafun se describe la ceremonia muy detalladamente pero no se habla del antes o el después, de cómo era el proceso de “romanceo”, de la previa y para qué decir de lo que sigue después. Cuando llegamos a participar a Lelfünche con mi afkadi también preguntábamos a los más viejitos como lo habrían hecho los kuifi para encontrarse como pareja, esas cosas no suelen conversarse en las grandes reuniones, son conversaciones internas que con cariño respondían cuando existía la confianza, de a poquito van surgiendo las palabras, esas historias que hablan que, de cerro a cerro, se dedicaban tonadas de trompe, las miradas en la mesa sin que nadie lo notase, los encuentros en el río cuando las pu ñaña iban a lavar la lana, de hecho hay una escena memorable de una película de la cual no recuerdo el nombre,  en donde un weche wentru lanza una piedra a una lamngen en el río para encontrar su mirada, su movimiento de cejas y estamos.

De estos pequeños retazos hemos logrado construir un amor amapuchao’ distinto al amor que se nos vende en estas fechas, quizás no estructuralmente distinto, porque aún no podemos reencontrarnos con el poyewün, pero si con un producto made in Wallmapu. El amor no es un concepto desarraigado del contexto histórico y de este modo hemos ido vinculando el amor al weichan, a la resistencia, construyendo un imaginario amoroso anclado a la épica guerrera que tiene aspectos hermosos, pero que también está poblado de la carga de lo que se ha dicho sobre nosotros y en este punto se acerca más al amor romántico que nos ata a las Mapuche domo a la invisibilidad epistémica de la narrativa de la historia occidental.

Compañeras de lucha y no protagonistas, que no esperan un príncipe en caballo blanco que llegue a rescatarnos, pero si a un weichafe con makuñ y trarilongko, con rasgos bien marcados, un morenazo, que nos suba a su caballo para seguir este rüpü de resistencia, pero ¿qué hay más allá de eso?, donde está el después de esa cabalgata, de ese heteronormado discurso con rasgos identitarios, si claramente, no vivimos felices comiendo perdices o kan kan ilo en nuestro caso.

Son pocas las ocasiones en las que nos preguntamos sobre el amor, y este “amor amapuchao” si bien, nos permite repensarnos transformando de manera superficial las definiciones que vienen desde afuera como las categorías de belleza, la vinculación estrecha que existe entre el amor de pareja y la lucha de nuestro pueblo, no basta para poner en entredicho las malas prácticas sexo-afectivas que se replican en nuestras relaciones de pareja intraculturales, es decir, lo que pasa después de la cabalgata: el abandono parental, la desvalorización de nuestro lugar como mujeres en el weichan, la violencia intrafamiliar, nuestras necesidades como Mapuche domo.

Entre tantas historias de amor y desamor que he podido recopilar en esta investigación, queda en evidencia que no basta con el amor amapuchao’, se hace necesario acercarnos al poyewün, a la acción de amar, más allá de un concepto, acercarnos a ese amor que enunció la lamngen Elisa Loncon en la inauguración de la convención constitucional, del que le hablaba su madre, claramente los wingkas con sus aspiraciones griegas quisieron interpretar como un amor ciudadano – fraterno y de justicia, despojándolo de la corporalidad que porta toda acción en nuestra cultura, a lo Ziley, quisieron dejar las palabras de la lamngen en el ámbito de las ideas y no de la práctica, que es desde donde pensamos los Mapuche.

Preguntarnos por el amor amapuchao’, es también preguntarnos qué tan distintos somos al amarnos al interior de nuestra propia realidad, que tan colonizadas están nuestras prácticas y relaciones, ¿por qué dejamos de preguntarnos por nuestros cuerpos?, ¿por qué nunca hablamos de la sexualidad y del placer?, ¿por qué como mujeres Mapuche no tenemos derecho a llorar a vivir nuestro dolor, nuestros rompimientos y debemos seguir guardando silencio?

Mientras las mujeres blancas se quejan de la fragilidad que les atribuye el sistema patriarcal, nuestros cuerpos han sido cubiertos por el manto de la indolencia, como Mapuche domo no tenemos derecho al llanto, al sufrimiento, nuestra historia es la fortaleza, pero esa fortaleza duele cuando no hay un lugar otro a donde dirigirse, es así como cuentan los wingkas que Fresia arrojo a su püñen a las piedras, luego de que Kalfulikan perdiese una batalla siendo capturado, hemos sido masculinizadas y absorbidas por el imaginario de quienes, desde afuera, son incapaces de comprender lo que vivimos, porque no nacieron Mapuche.

A no olvidarse de nuestros cuerpos, de nuestra respiración y presencia, “Anclar el erotismo a la cultura y situarlo en un lugar y momento histórico determinado permite pensar distintas formas eróticas y distintas construcciones culturales sobre el amor”. (Ortega. 2016. P.28). En el amor amapuchao’ siguen operando los pactos de masculinidad al interior de estas expresiones sexo-afectivas propiamente Mapuche, vuelve aparecer la idea fija de la tradición como espacio irreflexivo de la descripción de la otredad, aunque existen espacios o intersecciones que permiten fugas de autodeterminación, lo que prima en el amor amapuchao’ es la emulación de la caricatura Mapuche, de hecho, algo ausente en esta emulación es la sexualidad como parte de la afectividad, en este juego de despliegue teatral seguimos relacionándonos sexualmente desde la genitalidad, por eso no hablamos de ello, la moral impuesta nos lo impide, no por pudor, más bien, porque no concebimos el amor o “romanceo” como parte de la sexualidad, no porque no exista el vínculo, sino, porque es el espacio en blanco de la descripción de los otros sobre nosotros.

Debemos dirigirnos más allá de los estereotipos y categorías para acercarnos al poyewün, a lo que sigue después de la historia, del cuento y recuperar nuestras prácticas sexuales, nuestros cuerpos como espacio de poder quiebran las lógicas morales que nos conciben como un apéndice y no como un origen de la lucha y resistencias, que es el verdadero entramado, ya que de nuestros pies broto la vida, es el kimün que resguardamos.

De poyewün si sabemos nosotras, puesto que cuando se desdibuja el caballo del weichafe en el horizonte, jamás soltamos las manitos de nuestros hijos, seguimos resistiendo, aunque nos quieran expulsar de las recuperaciones de las cuales participamos activamente, cuando el weichafe decide subir a otra a la vorágine del caballo y su nuevo amor amapuchao’, por eso vale la pena conversar de estos temas, no porque sea algo solo nuestro, sino porque es en estos espacios donde se esconden las más grandes batallas.

Llegó una papay a un mafun, ella no tenía mucho dinero para agasajar a la nueva pareja que se había formado, le entrego un platito y un solo servicio, al entregárselos les dio consejo, “una pareja debe aprender a comer del mismo plato, acompañarse, no ser uno más que el otro, compartir” este es el poyewün, los wingkas no saben de eso, ellos comen solos, por esta razón trataron de direccionar las palabras de la lamngen Elisa.

Y para responder las preguntas que se entonan a ritmo reguetoneao’. ¿Quién va a ser tu afkadi? ¿Quién va a ser tu compaiñ? ¿Dime Quien va estar contigo en tu rüpü, tu trekan?… Más allá de las categorías, será el que sea capaz de compartir el mismo plato, así que a bajarse del caballo que todos pueden servir el mate. En el amor está la clave de la lucha y es finalmente por el poyewün que aún seguimos vivos.

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Este articulo está en el marco del proyecto denominado: “Amor amapuchao’: Historias de amor con perspectiva de género y sus implicancias en la construcción del Wallmapu”. N° 3190110. Programa FONDECYT Postdoctorado

Ana Millaleo H. es Doctora en Ciencias Sociales (Universidad de Chile), Magíster en Género y Cultura con Mención en Ciencias Sociales (Universidad de Chile), Diplomada en sexualidad Escuela Transdisiplinaria de Sexualidad, Socióloga (Universidad ARCIS). Postdoctorante en la Universidad de Santiago USACH. Miembro y fundadora del grupo de música Mapuche fusión Wechekeche ñi Trawün y de la organización Mapuche que lleva el mismo nombre.

Referencias Bibliográficas.

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