Eduardo Lucita: “Sólo se ha ganado tiempo. En 2025 o 2026 estaremos nuevamente en una crisis de deuda”

Entrevista a Eduardo Lucita de Economistas de Izquierda (EDI) y de la Autoconvocatoria por la suspensión del pago e investigación de la deuda.

Eduardo Lucita en la manifestación contra el acuerdo con el FMI el pasado 8 de febrero.

Por Mario Hernandez.

MH: Hace poco escribiste un artículo publicado bajo el título el “FMI y el Gobierno en el laberinto de la deuda” ¿en qué consiste ese laberinto?

EL: Yo he sostenido desde el momento en que el gobierno Macri tomó semejante endeudamiento que el mismo no era sustentable y que tenía desde el principio un destino laberíntico, en relación a que su solución sería más que traumática, ya que el gobierno desperdiciando la excepcionalidad de la pandemia y que el macrismo dejó al país prácticamente en default, optó por convalidar la deuda.

Desde EDI hemos sostenido lo contrario y en ese sentido colaboramos desde sus inicios en la conformación de la “Autoconvocatoria por la Suspensión de los Pagos y la Investigación de la Deuda” que hoy integran numerosas organizaciones sociales y políticas y mueve miles de personas en todo el país, como se vio en las concentraciones del 11D y el 8F.

Ahora en la coyuntura inmediata el basamento de este laberinto está en que la situación económica está dominada por las relaciones con el FMI, pero las relaciones con el FMI están dominadas por la política, local e internacional, que a su vez está dominada por el horizonte electoral que ya está en la mira de oficialistas y oposición.

Para el gobierno lo que se acuerde debiera dar respuesta a este conjunto, de ahí la dificultad que no es solo económico-financiera sino también política. Al mismo tiempo el Fondo tampoco la tiene fácil, aprieta pero sabe que no puede mandar a Argentina al default.

Después de un año y medio de idas y vueltas, de declaraciones y más declaraciones, con el estancamiento que mostraban las negociaciones con el FMI, no creo haberme equivocado mucho. Ahora el artículo a que te referís lo escribí a mediados de diciembre pasado antes de la conferencia de prensa del presidente Fernández y el ministro Guzmán sobre una suerte de preacuerdo con el FMI, lo que abre muchos interrogantes.

MH: ¿En tu opinión en qué consiste ese preacuerdo?

EL: Primero permitime decir creo que esa conferencia fue convocada de apuro. El Banco Central temía una corrida bancaria por los rumores de que se entraría en atrasos, aparentemente impulsados por el kirchnerismo, con el FMI por los pagos que había que hacer el viernes 31 de enero y el lunes 3 de febrero.

MH: Puede que tengas razón, por algo el presidente días después dijo que si no se lograba el acuerdo el lunes había que decretar feriado cambiario.

EL: Exacto. Por eso es que ese día se dieron a conocer, para salir al cruce de esos rumores, algunos puntos del futuro acuerdo, algo que luego fue corroborado por un comunicado del Equipo Técnico del FMI. Pero la verdad es que no hay nada escrito todavía. Lo definitivo se conocerá cuando conozcamos la Carta de Intención y el Memorándum de Entendimiento que son los instrumentos de uso habitual en estos casos.

Esencialmente el preacuerdo, habrá que ver los detalles, que según el ministro Guzmán serán conocidos recién dentro de dos o tres semanas, es una suerte de combinación entre un Stand By (el Fondo los considera “programas de ayuda” para países con Problemas de Balanza de Pagos) con otro de Facilidades Extendidas (plan de refinanciamiento a 10 años con cuatro y medio de gracia). Por el primero impone metas fiscales y monetarias a cumplir durante dos años y medio, con auditorías trimestrales previas a los desembolsos para cubrir los vencimientos del mega préstamo. Por el segundo se fija un determinado perfil de vencimientos que llegaría hasta 2034.

MH: Hasta donde se conoce implica un fuerte ajuste de las cuentas públicas y además no autorizaron la extensión de los plazos a 20 años ni tampoco eliminar las sobretasas.

EL: Sí, es un plan de ajuste, no hay programa con el FMI que no los contemple, y ese ajuste estará monitoreado por las auditorías trimestrales, con lo que por dos años y medio el fondo cogobernará con el gobierno la economía nacional.

Ahora es un ajuste menor de lo que se pensaba. No en vano los gurúes de la City se quejan del gradualismo implícito y a su vez el macrismo de que a ellos el FMI les exigió mucho más. Por otra parte no se impondría una devaluación ni tampoco reformas estructurales (no quiere decir que más adelante no las exijan).

El sendero fiscal acordado implica resultado fiscal neutro para 2025 (Guzmán lo quería para el 2027 y el FMI para el 2024), comenzando este año con un resultado fiscal primario de -2.5% del PBI (Guzmán quería -3 y el FMI -2) y luego 1.9 y 1 en los años sucesivos. Lo que significa un ajuste del orden de los 13.000 millones de dólares en tres años.

El comunicado de los técnicos señala que el Gasto Social (Jubilaciones, pensiones, AUH y otros) se mantendrá constante. De los otros gastos públicos el gobierno se resiste a rebajar las partidas para obra pública (tienen un fuerte impacto socio-electoral). Mientras que Salarios del personal estatal y de Universidades Nacionales así como Transferencias a  Provincias, ya han sido fuertemente recortados, no parece que quedara mucha tela para cortar allí y, por otra parte, la inflación hace su trabajo.

Así que el centro del ajuste serán los subsidios (gas, luz, transporte, aguas y saneamiento ambiental) que insumen la friolera de 14.000 millones de dólares anuales (11.000 millones los energéticos). Veremos cómo finalmente se resuelve esto, cuando es público que hay serias diferencias entre lo propuesto por el ministro Guzmán y los responsables políticos del área energética.

El otro sendero descendente es el de la emisión monetaria que tiene que ser cero en 2024, comenzando este año con una reducción del 2.5% del PBI. Esto plantea el problema de cómo se financiará el gasto público sin recurrir a la emisión, el año pasado el 75% del gasto se financió con emisión.

En paralelo el acuerdo incluye un aumento en términos reales de la tasa de interés, lo que hará más atractivo colocar deuda en pesos en el mercado pero al mismo tiempo encarecerá el crédito para consumo y a las empresas e incrementará el déficit cuasi-fiscal por mayor pago de intereses. Además se acelerará la tasa diaria de devaluación por encima de la inflación, lo que achicará la brecha con los mercados financieros. De conjunto todo impacta en la inflación, que es un problema que el acuerdo parece no tocar, aunque recientemente la directora del FMI agregó que: “Nuestro principal foco es sacar a la Argentina de este camino muy peligroso de la alta inflación”, mientras que los liberales se quejan de que no hay un plan para reducirla, solo se trata dicen, de que no se espiralice. Veremos si el foco de la directora no termina afectando las partidas presupuestarias en salud y educación.

La extensión de los plazos a 20 años solo fue una expresión de deseos a sabiendas que los estatutos del FMI no los contemplan. De todas maneras había cierta razonabilidad si el préstamo fue acordado de manera excepcional incumpliendo las normas y criterios del organismo ¿por qué no dar una solución también excepcional? En cuanto a las sobretasas es una verdadera hipocresía porque se aplican cuando un país excede su capacidad de recibir préstamos, pero resulta que esos préstamos los aprueba el FMI.

MH: ¿Pero ese conjunto de medidas no afectará el crecimiento de la economía cuando Guzmán plantea “Crecer para pagar”?

EL: Esa es la discusión. Como cumplir ese sendero fiscalista y monetario sin afectar la tasa de crecimiento de la economía prevista por el ministro en un 4% para este año, algunos la elevan un poco más. Y alguna razón tienen. El año pasado se cerró con un crecimiento del PBI de 10.4%, se recuperó la caída de 9.9 en 2020 y se agregó algo más. La exportaciones, la industria, la construcción y la minería se recuperaron fuertemente superando al 2019, mientras los servicios quedaron muy rezagados (salvo los financieros claro). Pero el 4° trimestre 2021 registra un crecimiento superior al 11% con fuerte recuperación de los servicios (gastronomía, hotelería, turismo interno, pendientes todavía el turismo receptivo, pero con muy buenas perspectivas, y los servicios inmobiliarios cuyo comportamiento es por ahora muy incierto). El resultado es que el arrastre para este año será del orden de los 3 puntos del PBI.

Como tendencias negativas hay que computar el proceso inflacionario, como mínimo será igual al 2021, y la restricción externa, la economía necesita dólares para crecer, que son condicionantes. Hay que ver si los mercados de commodities sostienen los precios actuales y si el clima juega a favor. El final está abierto, pero no es imposible que la economía crezca un 5% este año.

Ahora habrá crecimiento pero difícilmente se traduzca en reducción de la pobreza y de las desigualdades sociales. Esto está implícito en la definición del ministro Guzmán “Crecer para pagar”, esto es los excedentes que genere el crecimiento se irán al FMI y a los bonistas.

MH: ¿Se resuelve el problema de la deuda?

EL: El resultado si todo sale según lo previsto es que solo se ha ganado tiempo. Lo que el director del Banco Nación, Claudio Lozano, llama un default diferido. Cuando en 2025 o 2026 se superpongan los pagos al FMI con los de los bonistas estaremos nuevamente en una crisis de deuda y otra vez reestructuraremos y otra vez refinanciaremos los vencimientos y estaremos subordinados al capital financiero internacional por muchos años.

Pero lo realmente grave es que se reemplazará un acuerdo, el del 2018, ilegítimo y viciado de nulidad absoluta, como fue denunciado por el propio Presidente de la Nación y refrendado por el informe del Banco Central, por un nuevo acuerdo que en principio sería aprobado por el Congreso de la Nación y legitimado.

Esta concepción que han impuesto las clases dominantes que “Las deudas hay que honrarlas” es trágica y condiciona totalmente el destino del país. Quien lo ha definido con claridad en su último artículo es mi amigo Claudio Katz: “El nefasto regreso del Fondo”.

MH: Dentro del FdT hay sectores que están planteando que se puede pagar la deuda sin ajuste, sino proponen nuevos impuestos a los más pudientes, es decir, ajustar para arriba.

EL: Mirá yo he apoyado decididamente el Impuesto a las grandes fortunas, más allá que alguno de sus destinos específicos fuera cuestionable, incluso creo que el gobierno, muy timorato, dejó pasar la oportunidad de hacerlo por tres años, y el costo político, que no fue demasiado, era el mismo. Estoy de acuerdo también en impulsar una política tributaria progresiva que haga que paguen los que más tienen. Pero el asunto es qué destino tendría esa mayor recaudación. Porque tal como lo están planteando es la misma lógica de “Crecer para Pagar” ahora sería “Mayor tributación para pagar”. ¿Y la redistribución para cuando? ¿Y la deuda con el pueblo y con la naturaleza cuando se saldará?

MH: Por último, qué opinión te merece la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados del oficialismo.

EL: Creo es expresión de las contradicciones que se vienen acumulando desde el inicio del gobierno al interior del Frente de Todos, pasó con Vicentín, la Hidrovía, las cartas de la Vicepresidenta, cuando la renuncia de los funcionarios ligados a La Cámpora, pasa ahora con las tarifas a la electricidad y con el preacuerdo con el FMI, que lógicamente tiene una significación y una dimensión política mucho mayor. Ahora se plantea la duda qué harán los diputados en disidencia cuando se trate en el Congreso.

MH: ¿Es que hay dudas sobre la aprobación del acuerdo por el Congreso?

EL: Buena pregunta. Es que estamos frente a una situación en que todo es posible, la moneda está en el aire y no es recomendable, me parece, descartar nada. Si los diputados que responden a Máximo Kirchner no lo votan corren el riesgo de empujar al gobierno a un acuerdo con la oposición derechista para obtener la aprobación, y si lo votan quedan pegados al acuerdo con el Fondo. Y las elecciones en el horizonte. Están en su propio laberinto. En una encrucijada como también lo están el resto de los sectores disidentes o críticos del FdT.

Una mirada más amplia, que incluya las tensiones que también hay al interior de Juntos por el Cambio, permitiría apreciar que, más allá de la coyuntura, son expresiones de la profunda crisis que recorre el país desde hace tiempo y para la que las distintas fracciones de la burguesía que se alternan en el poder no tienen solución.

Solo la izquierda, aún en minoría y con las críticas que se le puedan hacer, muestra una perspectiva diferente, otra salida. Que hay que decirlo no será un camino de rosas, por el contrario será un camino plagado de conflictos con el poder real y de nuevos desafíos. Pero es algo por lo que vale la pena luchar.

Eduardo Lucita en la manifestación contra el acuerdo con el FMI el pasado 8 de febrero.

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