Lisette Fernández a 9 años del femicidio de Micaela: “Quiero pelear contra todo esto y que se haga justicia”

Este 17 de febrero se cumple un nuevo aniversario del feminicidio de Micaela Fernández, la joven de la comunidad Qom Yecthakay del partido bonaerense de Tigre, asesinada en el 2013. Hablar de Micaela es hablar de una problemática latente y solapada; de hace 9 años, de la conquista española y de hoy. Este jueves habrá una radio abierta en la fiscalía sexta de Talar para exigir justicia.

Lisette Fernández, hermana de Mica, con sus 21 años sigue recorriendo la lucha, desde la impunidad hasta la resistencia. Desde que cumplió la mayoría de edad se puso al frente de la lucha por justicia de su hermana y madre, interpelando a la justicia y su “complicidad” con la trata de mujeres racializadas e indígenas. En su reclamo por la verdad, exigió un cambió de caratula de su hermana, asegurando que no fue suicidio sino feminicidio, con complicidad policial y genocidio, que tiene como protagonista al estado, la trata, la policía y a las mujeres pobres de los pueblos originarios como sujetas de esclavitud.

“Mi último recuerdo con Mica, fue en mi cumpleaños. Yo estaba cumpliendo 12 años, ella fue a casa, compartimos todo el día juntas, hasta que la paso a buscar el proxeneta en un auto. Ella se puso a llorar, le conto a mi mamá que la tenían secuestrada, que la obligaban a prostituirse y a vender drogas bajo amenazas. Me prometió que iba a volver y esa fue la última vez que la vi”, recordó Lisette.

Lo que ocurrió fue que Mica rompió el silencio y contó a su madre lo que estaban haciendo con ella. Ante la vulnerabilidad por tratarse de mujeres, cuerpos depositarios de prácticas de disciplinamiento, estructurados por el sistema patriarcal y colonial, su destino seria la muerte. Pues al negarse a cumplir con el rol de servidumbre el costo tiene una salida difícil de escapar. El sistema prostituyente, patriarcal y colonial se cobró su vida y más tarde la de su madre. Sin dejar de mencionar, el contexto familiar de la comunidad que buscaba la reivindicación de sus derechos indígenas (agua, salud, vivienda), los cuales el estado no daba respuestas, exponiendolxs a la extrema vulnerabilidad.

La trata de mujeres indígenas opera un racismo sexista que tiene su fundamento en la esclavitud sexual en el período del inicio colonial. Esta estructura permaneció en el tiempo, y hoy se refleja en el caso de Micaela Fernández. Hablar del racismo sexista (Bell Hooks, 2015) es explicar cómo en las comunidades y barrios racializados el poder patriarcal blanco opera a partir de la explotación y violación sexual de las mujeres indígenas. Los actores del sistema prostituyente (estado-policía-justicia) sostienen un pacto con el proxenitismo.

El feminicidio integra las múltiples y complejas violencias contra las mujeres, y no puede entenderse sólo como un asesinato individual, sino como la expresión máxima de esa violencia, en la que el sometimiento a los cuerpos de las mujeres y extinción de sus vidas tiene por objetivo mantener la discriminación y la subordinación de todas. Y al referirse a una mujer Qom no solo es un feminicidio indígena, sino también, es parte del plan genocida del colonialismo por medio del mecanismo del despojo, la exclavitud y racismo sexual.

La complicidad de la justicia es evidente al determinar en primera instancia la caratula de suicidio “sin siquiera hacer una autopsia” en el caso de Micaela Fernández (14), quien fue encontrada muerta de un tiro en la cabeza el 17 de febrero de 2013 en la casa de Dante “Pato” Cenizo, señalado por sus antecedentes como narcotraficante. El expediente por la muerte de la adolescente, en cambio, fue archivado en El Talar como suicidio. Sin embargo el año pasado fue iniciada el desarchivo para exigir investigación y cambio de caratula, pero aún no hay avances.

Lisette creció afectada viviendo en la vulnerabilidad por quedarse sin su familia, por ser además, mujer, Qom y pobre, padeciendo diferentes “violencias y abusos”, lo que acumuló “mucha bronca y dolor”. “Quiero pelear contra todo esto y que se haga justicia, aunque eso no me devuelva un poco de lo que me quitaron”, aseguró.

Hay una foto de Micaela que recorre la virtualidad por el pedido de justicia. Una imagen que congeló su expresión juvenil, simpática e inocente. Con una mirada fija, en una pose que se describe dentro de la vida cotidiana de lxs jóvenes, “tirando piquito” o “beboteando”. “Mica tenía una personalidad muy linda, muy transparente, muy solidaria, me cuidaba, me protegía, era una persona muy buena”, describió su hermana, en un nuevo aniversario de la ausencia pero siempre presente de Micaela.

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Fuente: https://web.facebook.com/telesisamedio/posts/473443377584332

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