24 de marzo 1976 – 24 de marzo 2022 : La empecinada memoria

24 de marzo 1976 – 24 de marzo 2022.

La empecinada memoria

 Hace 46 años el golpe de estado en Argentina, hace 46 años la barbarie. No hace demasiado decíamos que en tiempos históricos no afectaría en nada, aún cuando en un segundo o en 5 minutos puede cambiar la historia totalmente y empezar otra era. Y en estos años transitados, sin embargo hay cuestiones inalterables y otras que se han tornado irreconocibles. Los planes económicos impuestos entonces con balacera y muerte, son los mismos que se cobran la pobreza, el desempleo, la marginación, la muerte por enfermedades de la exclusión y la miseria. En el aspecto político, el terrorismo de estado ejercitado por los militares asesinos y amparado por políticos, jueces, fiscales, jerarquía eclesiástica, burócratas sindicales, periodistas… devinieron en la impunidad cómplice de los gobiernos constitucionales.

En el plano social, el boceto de entonces es el cuadro de hoy: la riqueza asegurada en los bolsillos de los ricos, la riqueza apropiada y pertrechada por las multinacionales, por los bancos, por la especulación financiera; riqueza que extiende la pobreza como marea incontenible y engulle a cada vez más sectores sociales. Se denunciaba entonces plan de dominio imperialista; hoy lo llaman globalización. Pero esto es parte de lo (todavía) inalterable.

En los años setenta en Argentina, organizaciones populares, sociales, estudiantiles, vecinales, junto a las organizaciones revolucionarias, protagonizaban día a día un cambio social indispensable; conformándose en protagonistas de su presente construyendo el “adelante”, la concreción del futuro. Similares situaciones de lucha en toda Latinoamérica daban el sentir continental de identidad. Esto cada tanto renace y vuelve a ser inalterable.

Hace 46 años en Argentina, los militares discípulos de Hitler y Mussollini, criados en la Escuela de las Américas de los EEUU y siguiendo las indicaciones de sus jefes norteños, e igualmente que sus pares en otros países del «patio trasero», dieron el golpe de estado «para restablecer el orden, recuperar la patria, defender la familia, la disciplina y los valores cristianos».

Pero entonces y a pesar de otros tiempos dictatoriales transcurridos en Argentina, comenzaba -con el prólogo de 1975- en marzo del 76, el horror inolvidable.

Los estadistas del crimen construyeron un lenguaje de falsedades y mentiras con las que permanentemente y a través de los medios masivos de comunicación bombardeaban las conciencias. El periódico «Clarín», (siempre tan papista) inclusive se adelantó a la programación, y el día 25 de marzo de 1976, tituló su portada «Total normalidad. Las fuerzas armadas ejercen el gobierno«. Y la manipulación de la realidad, de las palabras… («somos derechos y humanos», «muerte en enfrentamiento», «no hay prisioneros políticos») calaron tan hondo en la conciencia colectiva, que ante los secuestros y desapariciones el «por algo será» con el que se justificaba a terribles delitos, obraba como protección y parecía que no salpicaría a quién pronunciara la frase encubridora.

¡Es tanto lo acaecido en todos estos años! Fogonazos de imágenes como de una película de terror se tratase, dejan algunas luces y profundizan las heridas. Las organizaciones sociales, políticas, vecinales, estudiantiles, revolucionarias… fueron arrasadas. El silencio, el temor, la desconfianza, el sálvese quién pueda, fueron los valores que impusieron a punta de metralla y en los que la mayoría de la sociedad se parapetó.

En tanto, la comunidad internacional reaccionaba, en apoyo a los militares quienes tenían iguales objetivos e intereses, pero también esta reedición de holocausto con acento latinoamericano, revivía en muchas poblaciones, historias no muy lejanas ni olvidadas. Esto si bien puede encuadrarse en ciclos históricos, el dolor y la solidaridad de los pueblos, son parte también de lo inalterable.

Ha cambiado un milenio, ha comenzado un siglo. La medición de ciertos tiempos no cambia, uno permanece suspendido: el tiempo de la injusticia. La impunidad que los gobiernos civiles regalaron a los genocidas fue la expresión de la complicidad, cuando no, identificación con los objetivos castrenses. Las leyes de impunidad ampararon a los criminales, y miles de torturadores, violadores, asesinos, se pavonearon en las calles «democráticas» de sus hazañas bélicas; en tanto en el juicio a las juntas, la teoría de los dos demonios condenó implícitamente a las víctimas, y los comandantes salieron en libertad -después de la parodia- gracias a los indultos.

A pesar de la ignominia de muchos, el espacio de lucha no sólo se mantuvo inquebrantable, también engendró nuevas dimensiones. En una plaza argentina, el desgarro se volvió pañuelo blanco, y éste se hizo coraza y enfrentó las botas, las cargas, los palos, la cárcel… y también enfrentó la hipocresía, la mentira y cobijó en pelea el fruto de sus entrañas.

Han pasado muchos años. Hay muchos que recién despiertan. Precisemos, hay muchos que recién ahora han querido despertar, y se atropellan por salir en los medios periodísticos abanderando su reciente descubrimiento de los derechos humanos; pero han estado todo este tiempo pasado mirando para otro lado, permisivos con su silencio y con su indiferencia. Partidos que apoyaron el golpe, que sostuvieron con cargos políticos la dictadura, ahora quieren ser los justicieros. Esto es parte de lo irreconocible. Y están también los apropiadores del victimismo para engrosar el discurso de los partidos.

De todo cuanto ha sucedido en estos años, lo más importante, lo más desgarradoramente determinante, son lxs 30.000 desaparecidxs.

En aquel país austral hay un antes y un después. Todo cambió desde aquel 24 de marzo. Perpetraron un genocidio

Los militares establecieron cientos de campos de concentración para aniquilar a todos cuantos se oponían a los planes exterminadores. Torturas, asesinatos, apropiación de niños, violaciones, leyes encubridoras, perdones espurios. Miles de represores y genocidas, asentados en la democracia. Esto es parte de lo insoportable.

En todos estos años transcurridos, lxs 30.000 desaparecidxs son las 30.000 sobradas y legítimas razones para exigir la cárcel perpetua y efectiva a todos y cada uno de los responsables, ejecutores y cómplices.

A pesar de las muertes que los militares les depararon, lxs 30.000 desaparecidxs permanecen poblando el compromiso y la esperanza. 30.000 desaparecidxs  siguen aferrados en la gente que protesta, que se enfrenta, que desafía a un sistema aberrante de injusticia y perversión. 30.000 desaparecidxs que permanecen en cada fisura social, en cada marea que los trae, en las Madres que los reclaman en nuevas luchas, abrazando a otras madres de jóvenes asesinados por el maldito gatillo fácil.

Lxs 30.000 desaparecidxs son parte indisoluble de todas y todos los que han seguido luchando sobrellevando sus ausencias. 30.000 desaparecidxs que tomaron cuerpo y voz en otras latitudes en donde los reconocen como propios. Por ahí anduvieron en las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001, poblando las puebladas, por ahí estuvieron cortando rutas, recuperando fábricas, y nuevamente fusilados con Darío y Maxi y tantos otros… Y las políticas policiales y represoras de los gobiernos demócratas mantienen a los genocidas en puestos y en patotas naturalizadas, Jorge Julio López, Andrés Núñez, Miguel Bru, Iván Eladio Torres. María Cash, Luciano Arruga, Daniel Solano. Facundo Rivera Alegre, Marita Verón, Iván Torres. Kiki Lezcano, Facundo Astudillo Castro, Tehuel, y las niñas argentinas Lilian y Mari Carmen Villalba de 11 y 12 años, asesinadas en Paraguay, y Lichita de 14 años, desparecida… Es incongruente y también deleznable que gobiernos constitucionales firmen convenciones internacionales por la Desaparición Forzada de Personas, y guarden un silencio infame de todxs y cada unx de lxs desaparecidxs en democracia.

Hace 46 años… Y seguimos exigiendo el enjuiciamiento de todos los ejecutores y cómplices que no les beneficie la impunidad biológica, exigimos la Apertura Ya de todos los archivos, es perentorio saber qué hicieron con todxs lxs nietxs, con todxs ¡!! Y los cínicos e hipócritas politiqueras y politiqueros, siguen en el show del espectáculo, de la banalidad de la feria de los derechos humanos, cooptando apoyos con subvenciones y privilegios. Allá ellxs y su ignominia.

Seguimos marchando con las banderas y los cantos, en el abrazo de las madres inclaudicables, Mirta Acuña de Bavaralle, Elia Espén, Nora Cortiñas, Elsa Pavón, Betty Abriata, Marcela Ledo, Inés Ragni, Loli Ragoni, Tota Guede.. y nombrando a todxs y cada unx, y podemos y queremos llevar a lxs 30.000 en la mirada, porque son habitantes de nuestras vidas y pobladores de nuestras luchas.

Y seguimos queriendo mucho más: pretendemos recuperar con todos los rebeldes y hacedores de luchas la materialización de los sueños, los de la dignidad y de la libertad, los del anhelado socialismo.

Andrea Benites-Dumont.(Casapueblos)

(Termino estas palabras aventadas y la voz de Susana Zaldúa me repite Vamos Turca, y así queda el abrazo infinito)

Marzo de 2022

 

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