LA GESTA DE LOS PRECIOS

Con motivo del imparable aumento de precios de la canasta básica, Alberto Fernández se reunió el jueves a la noche con Luis Pagani, el titular de Arcor, una de las mayores empresas argentinas de alimentos. En el mismo momento en que el presidente le pedía ayuda para frenar la suba del precio de sus productos, en las góndolas de los supermercados, éstos aumentaban un diez por ciento más.
EN EL PAÍS DE LAS COSECHAS RÉCORD, MUCHOS DE SUS HABITANTES PASAN HAMBRE. ACEPTABLE PARA UN GOBIERNO NEOLIBERAL. INCONCEBIBLE PARA UN GOBIERNO PERONISTA.

 

PRECIOS IN CRECENDO

Con motivo del imparable aumento de precios de la canasta básica, Alberto Fernández se reunió el jueves a la noche con Luis Pagani, el titular de Arcor, una de las mayores empresas argentinas de alimentos.

En el mismo momento en que el presidente le pedía ayuda para frenar la suba del precio de sus productos, en las góndolas de los supermercados, éstos aumentaban un diez por ciento más.

Cuando Alberto Fernández dice a los cuatro vientos que “vamos a volver  el 2023”, hasta el más ateo de los argentinos que no queremos que vuelva el neoliberalismo nos postramos a rezar.

Porque sólo un milagro puede hacer que el Frente de Todos pueda cambia algo en sólo 18 meses, con una inflación galopante y sin la voluntad política para hacerlo.

Las herramientas legales están, sólo que si el presidente dice que no las va a mandar al congreso para su aprobación porque la oposición no las va a aprobar, estamos fritos.

LA INJUSTICIA DE LOS PRECIOS

Para enfrentar el desacople de los precios internos con el internacional, existe desde hace más de cuarenta años una herramienta que deja de lado la disyuntiva entre aumentar las retenciones o cupificar la producción de trigo, maíz o soja.

El régimen, aún vigente, estipula que cualquiera que quiera exportar, desde el productor más chico al más grande, tiene que presentar obligatoriamente el Contrato de Exportación en los registros de Importadores y Exportadores de la DGA, luego en el registro de Exportadores en SENASA, el registro de Exportadores RUCA y en la AFIP.

Con esta información, cuando se llega a un volumen de Contratos anotados que podría poner en peligro la estimación de la cosecha futura o dicho en otras palabras, que pudiera dejar sin abastecimiento el mercado interno se suspenden las exportaciones instantáneamente.

El productor que no se anotó hasta ese momento queda afuera y no tendría que haber excepciones, aunque todos sabemos que en la realidad las hay ya que estas empresas agroexportadoras son multinacionales extremadamente poderosas.

Este poder pirata que viene vaciando el país desde la vuelta de obligado, aún respeta este mecanismo de reservar el volumen necesario para no desabastecer el mercado interno, lo que permite a los gobiernos tener aún cierta autonomía de decisión en cada campaña comercial.

Pero este respeto a las normas de nuestro país no lo hacen por nobleza, sino por intereses aún mayores.

QUIEN MANIPULA LOS PRECIOS

Una vez reservado el volumen de trigo, maíz o soja que no se puede exportar y que será reservado para el mercado interno, ¿Quién lo vende y a qué precio?

Respuesta: Las mismas multinacionales que lo iban a exportar, sólo que al precio que se les antoja, ya que estas empresas tienen un mercado cautivo de consumidores y especulan con que jamás se podría caer en el absurdo de que Argentina tenga que importar trigo, maíz o soja para contrarrestar el aumento indiscriminado de precios.

En este sentido, la base del problema está en las estrategias utilizadas para establecer los precios en el mercado interno, sin caer en la coacción de los decretos o el dialoguismo vacuo.

No tiene sentido establecer cupos ni discutir los precios una vez que están en las góndolas del supermercado cuando ya es tarde para volver atrás.

Lo que se debería hacer es, por ejemplo, en el caso de la harina, discutir el precio antes de que se coseche el trigo, dado que el mismo Contrato de Exportación permite determinar el volumen a exportar con anticipación.

Por otro lado, determinar en una mesa de negociación cual va a ser el precio interno del trigo y quien se lo va a comprar a los exportadores, dado que los productores siempre tienen una estimación de lo que se va a cosechar por anticipado.

CUIDADO CON LOS PRECIOS

El momento preciso de fijar los precios para el consumo interno es cuando se determina el volumen de los commodities que debe quedar en el país para abastecer el mercado, es decir, inmediatamente después de la cosecha y una vez evaluada la rentabilidad de los productores. Jamás debería hacerse después, dado que quienes se encargan de la reserva o acopio son los mismos agroexportadores y si no se negocia antes del acopio, los grupos oligopólicos que fijan los precios del mercado interno harán como siempre de las suyas.

Por ese motivo, el desacople no tiene sentido dado que la guerra de Ucrania no tiene nada que ver con el precio que imponen los grandes oligopolios y los cupos tampoco.

El único responsable del problema es la debilidad del gobierno en el momento de negociar con el grupo comercializador de granos, quien tiene actualmente el poder de decidir a qué precio vender en el mercado interno.

Cuando se estima la cosecha de la próxima campaña será el momento crucial para reunirse el gobierno por un lado y los exportadores por el otro, con la posibilidad legal de que el gobierno pueda comprar el trigo o el maíz a un valor para vender en el mercado interno a los molinos. El costo y la rentabilidad deberían ser evaluados en una mesa conjunta entre el INTA y los organismos públicos y privados.

También se podría negociar las retenciones pero al revés de la manera en que se hace actualmente, ya que si el gobierno aplica una política de seguimiento milimétrico de todos los exportadores, se asegura de que pagan el impuesto a las ganancias y que no triangulan la producción con Paraguay o Uruguay, puede reducir las retenciones del producto que se exporta.

La contraparte será que lo grandes grupos deberán reducir en compensación los productos alimenticios en el mercado interno, ya que son los mismos que venden afuera y adentro.

La prueba está en que Alberto Fernández se echó atrás con el aumento de las retenciones al ser extorsionado por los exportadores con la amenaza de aumentar aún más los productos en el mercado interno.

LA GUERRA DE LOS PRECIOS: BATALLA FINAL

La negociación de precios que intenta hacer el gobierno con los grandes oligopolios agroexportadores es una guerra en la que luchan dos fuerzas desiguales, ya que el gobierno siempre debe actuar dentro del marco de la ley y el bando contrario utiliza artilugios deshonestos para avanzar, tales como la triangulación por medio de la cual se venden a sí mismos, las escandalosas declaraciones juradas al salir por la hidrovía, la apropiación del mercado de manera tal que Argentina nunca tenga una soberanía alimentaria y muchas otras estrategias que nos asemeja a la década infame de 1930.

En medio de esta contienda, Alberto se ha transformado en un presidente dialoguista: dialoga con Pagani, dialoga con la AEA, dialoga con la Unión Industrial y con el círculo rojo, pero no dialoga con Cristina ni con los curas de  Opción por los Pobres, que ya están cansados de pedir audiencia.

Estamos a un año y medio de que vuelva a instalarse nuevamente en la Argentina el neoliberalismo, pero con el agravante de que esta vez será para siempre.

Sólo hace falta un poquito de voluntad política para aplicar las herramientas constitucionales que están vigentes desde hace cuarenta años y cambiar los tiempos de discusión, es decir, en vez de hacerlo al final, hacerlo al principio. Nada imposible para un gobierno que quiera ejercer el peronismo tal cómo lo imaginó su líder: un capitalismo con inclusión social.

Alejandro Lamaisón

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