Ante las distintas recetas de ajuste, el camino es la rebelión

La renuncia del Ministro de Economía Martín Guzmán en pleno discurso de la vicepresidenta expone una escalada en la crisis política que retroalimenta la crisis económica. La soledad presidencial es notoria. Con un gesto para contener la hemorragia después del golpe, Cristina Fernández se muestra con AF en medio de un tembladeral que no se detendrá con una foto. La salida que propondrán para «estabilizar» la economía con la nueva ministra «de consenso», Batakis, será más ajuste. La devaluación golpea la puerta. La respuesta popular tendrá que ser acorde. Nuestra apuesta debe ser la rebelión y no ninguna sutura en este sistema que mientras exporta en cifras récord granos y alimentos, somete a medio país al hambre y la pobreza.

Una nueva etapa de ajuste, una nueva etapa de luchas

La renuncia de Guzmán al Ministerio de Economía deja al presidente Alberto Fernández solo y aislado. La creciente crisis económica y política lo arrolló, y todxs tratan de despegarse del fracaso. El dólar desbocado y el alza de precios en las últimas 24 horas, muestran cómo la crisis económica y política se retroalimentan. Los hasta ayer fervientes albertistas, hoy buscan refugio en el kirchnerismo: intendentes, gobernadores, ministros, se empiezan a mostrar alineados, ahora, con Cristina. El mensaje es que Alberto personifica la derrota, el ajuste y es el único progenitor, con el padrinazgo de Guzmán, de una inflación anual que llegaría al 80% y puede ir en camino al 100%. Mientras desde las distintas fracciones del gobierno pretenden adjudicarle siempre al otro la ineficacia para ponerle freno a la inflación, los salarios cada vez se muestran más impotentes para llegar a fin de mes.

Para el kirchnerismo, comenzó el operativo clamor: “la salida es Cristina para el 2023”. Pero pese a los ataques en público, para CFK no es tan fácil despegarse de Alberto. Ella lo puso en la Rosada, es parte sustancial del gobierno con manejo de las principales cajas del estado y, aunque cuestionó los términos del acuerdo con el FMI, siempre sostuvo que había que arreglar con el Fondo y pagar la deuda externa (“somos pagadores seriales”).

En este intento de distanciarse de Alberto Fernández y del ajuste, la vicepresidenta construye un bloque con la liga de los gobernadores, con los intendentes (les promete la caja “tercerizada” de los movimientos sociales) y con la burocracia sindical. La CGT está girando al kirchnerismo. Lo difícil y empañado del acto de Alberto en la CGT el 1 de julio así lo explica. Así como el llamado de Daer a Cristina en ese marco. Si no puede ganar la elección presidencial de 2023, Cristina hará todo el esfuerzo para ganar la Provincia de Buenos Aires, que es la mitad del país.

El gobierno al garete

El hecho de que pasaran muchas horas hasta conseguir a quién reemplace a Guzmán, o la ausencia de Massa en Olivos el propio sábado, son una indicación de la deriva sin retorno de la figura presidencial. La nueva ministra, Batakis, que asume a regañadientes, es recordada por el deterioro de los salarios estatales, el aguinaldo en cuotas, el achique del gasto público y la defensa del “equilibrio fiscal” en su gestión en la provincia de Buenos Aires. Nada cambia con el cambio de nombre. La reunión de Cristina por largas horas con Melconián, representante de la Fundación Mediterránea, muestra cómo el kirchnerismo se acerca a lo más concentrado (y recalcitrante) del poder económico para elaborar un plan de “estabilización” y proyectarse hacia el 2023.

El kirchnerismo no se plantea asumir el gobierno ahora. Ha despojado a AF de los alfiles, pero no se propone darle jaque mate. La cena entre CFK y AF en la Quinta de Olivos el 4 de julio, una costumbre alimentaria que millones de argentinos ya no pueden darse a diario, muestra un intento de frenar la hemorragia después del zarpazo. Pero estamos en una crisis económica y política de proporciones. Es el fracaso del gobierno del Frente de Todos. Existe una coincidencia amplia en que se avecina un salto devaluatorio, que en lo inmediato traerá más inflación y reducirá más aún el valor de compra de los salarios. Las reservas del Banco Central son insuficientes para pagar los compromisos externos, hacer frente al encarecimiento energético y cumplir las exigencias del FMI.

Faltante de gasoil. Trabas a las importaciones. Caída al suelo de los bonos argentinos. Inviabilidad de los planes suscriptos con el FMI. Exigencias de ajuste al gasto público, y una incesante emisión monetaria como tabla de salvación que fogonea la espiral inflacionaria y provoca una caída, segura, en el nivel de actividad.

La respuesta de un sector del peronismo es que ahora, la salida es Cristina, apuntalando esa propuesta más en un relato laudatorio que en posibles medidas concretas. A su vez, esperpentos liberales y voceros de la timba empresarial y financiera como López Murphy, Milei, Espert o el propio Melconián, son consultados como si sus recetas no hubieran alimentado la debacle actual y las de hace varias décadas. La propia oposición de Cambiemos no ha ido a fondo ante la crisis de gobierno para no hacer caer a AF y se propone para la sucesión en el año 23. Estamos asistiendo a un nuevo engaño de las clases dominantes para mantener el sistema, apelando a “la grieta” o proponiendo “el mal menor”. Es el recurso de siempre, de crear falsas ilusiones.

Una crisis mundial que condiciona la situación local

El naufragio argentino no se da en un mar sereno. La situación de desaceleración económica mundial ya está llegando a una situación de recesión y, con el aumento inflacionario en Estados Unidos y en Europa, pronostica una estanflación (estancamiento con inflación). Esto produce en todos los países del mundo, y muy especialmente en la periferia capitalista dependiente, situaciones de crisis muy agudas que provocan destrucción de fuerzas productivas, precariedad, pobreza, desocupación y hambre. Pero también protestas masivas y rebeliones populares.

Ante esta situación y desde una perspectiva de lxs trabajadorxs, debemos plantear una crítica y una denuncia a este nuevo engaño de la burguesía que intenta salvarse de esta crisis gigantesca. Los grandes ingresos de la exportación de alimentos, que Argentina no deja de vender y que enriquecen a las burguesías locales, son fugados al exterior, contrabandeados o tributan márgenes exiguos. Con esos capitales se adquieren bonos argentinos en dólares o actualizados por la inflación. Las burguesías locales son titulares acreedoras de la mitad de nuestra deuda pública que, de conjunto, hoy llega a 500 mil millones de dólares. Todo el régimen de gobiernos y de partidos políticos patronales que nos han gobernado son cómplices y coautores sin excepción de este robo histórico y escandaloso a lxs trabajadorxs argentinxs. Tanto han robado y fugado que han deteriorado la producción industrial en el país, y ni hablar de educación, salud y vivienda. Nos precipitan a una descomposición general de nuestra vida social. Algo que no van a resolver ni La Cámpora, ni los Barones del Conurbano, ni los gobernadores del PJ, ni la CGT, ni la propia CFK. Después de todo, ¿qué haría ella con “la lapicera” de AF?

Una salida por izquierda

Es necesario empujar con fuerza el debate de una propuesta programática, que a través de la agitación y propaganda esté en todas las movilizaciones. La actual es una situación de crisis económica y política que vuelve secundarios los debates de candidaturas en clave electoral. La izquierda tiene la tarea de proponer otra cosa. Más allá, incluso, de las impostergables movilizaciones por todas nuestras reivindicaciones inmediatas de aumento salarial, de ingresos y de jubilaciones, o del urgente desconocimiento de la deuda externa, la situación requiere que discutamos la nacionalización del comercio exterior y la banca, y la expropiación de la burguesía. Es necesario que lxs revolucionarixs podamos poner en debate la necesidad de reemplazar este estado hecho para proteger los intereses del gran capital, por una organización social que responda a los intereses de todxs lxs trabajadorxs, para resolver por sí la política y la economía. Un gobierno de trabajadorxs que sustituya a los actuales gobiernos corruptos y entregados a los empresarios. Este programa debe estar en la agitación y propaganda de todas las movilizaciones de trabajadorxs ocupadxs y desocupadxs y debe ser estudiado y desarrollado en todas las asambleas y estructuras organizativas que nuclean a lxs trabajadorxs. La bronca y el desánimo deben transformarse en organización.

Nuestra convicción es que sólo a través de una masiva y extendida rebelión popular se podrá cambiar esta realidad. Sólo la participación protagónica y efectiva de amplias masas trabajadoras podrá concretar una transformación en ese sentido. No obstante, para que el estallido que las propias contradicciones económicas auguran dé lugar a una rebelión, es necesario precisar análisis y objetivos. Las ideas socialistas, tan denostadas por la realpolitik progresista, tienen mucha más potencialidad y actualidad que la quimera de un “capitalismo inclusivo”.

El 9 de julio, nos movilizamos junto a decenas de organizaciones.

Alentamos la necesidad de una coordinación de las luchas que impulse la rebelión popular ante la crisis.

Venceremos – Partido de Trabajadorxs

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