La imagen, que en poco tiempo recorrió el mundo, tiene una potencia devastadora, expresa un asesinato simbólico que conmovió a la sociedad toda, dando lugar a una respuesta multitudinaria y la lectura de un documento por demás débil y concesivo.
Por Eduardo Lucita.
La escalada derechista que se viene desenvolviendo desde el alegato del fiscal Luciani y su pedido de condenas a la vicepresidenta en ejercicio ha coronado en un magnicidio fallido. No por inesperado significa un hecho aislado. Lo investigado hasta ahora parece indicar que no se trata de “un loquito suelto”, sino de un neonazi integrado a un grupo en estado primitivo. Si se llegara a comprobar que se trata de una conspiración política (incluidos servicios y “fallas” de la custodia) la situación escalaría a niveles sin precedentes. Todo deberá ser investigado pero no hay dudas que no ha salido de un cielo sereno sino más bien de un presente borrascoso. Puede estar emparentado con atentados que han padecido varios referentes latinoamericanos.
La influencia del “aire de los tiempos”. Por un lado instalado, como lo define la Pastoral Social, por “Una escalada de los discursos de odio en los medios masivos de comunicación, en las redes y en la dirigencia social y política”. Y por otro la trama de corrupción de la obra pública cartelizada, expuesta por la causa Vialidad, que desde la dictadura del ’76, atraviesa a todos los gobiernos. Un fuerte ajuste que busca la “estabilización” de la economía recortando partidas esenciales, aumentando tarifas de servicios públicos, dejando correr una inflación que carcome salarios e ingresos populares, dando concesiones a los poderosos y el horizonte electoral completan el telón de fondo del atentado fallido.
El arriba y el abajo
Discursos de odio y corruptela, se expresan en “las alturas”, en el enfrentamiento entre dos bloques (representados por fracciones políticas) que disputan poder a través de cómo gestionar el capitalismo local y resolver su crisis. Uno basado en el mercado, en el libre movimiento de capitales, en la meritocracia y el individualismo apoyado en la corporación financiera y en sectores de ingresos medios y altos. Otro que intenta articular Estado y mercado, con mayores regulaciones y arbitrajes que permitan una mejor distribución de los ingresos apoyado en un debilitado capitalismo nacional y en sectores populares de la sociedad. Ambos bloques comparten la explotación de los recursos naturales, la necesidad del ajuste, en auditar los planes sociales pero no en investigar la deuda, en el respeto al acuerdo con el FMI.
Por el contrario en “el abajo” de la sociedad, donde viven y reproducen su existencia el conjunto de las clases subalternas, es donde se expresa con fuerza el ajuste. La disputa en las alturas, lo ha desplazado momentáneamente y le ha dado centralidad a la política sobre la economía. No en el sentido que la primera conduce a la segunda, sino favoreciendo las condiciones para que las clases dominantes rebajen, más aún, el piso material en que se desenvuelven los trabajadores y las clases populares. Conviene recordar también que es en este campo donde se producen los muertos.
¿Qué hubiera pasado?
Complejizar el escenario en que se desenvolvió el intento de magnicidio, no implica desvalorizarlo o desconocer la gravedad del mismo, como quiénes lo convierten en solo un hecho policial o lo definen como un “acting”. Por el contrario, la pistola Bersa cargada con cinco proyectiles no fue debidamente activada, por lo que cuando se la gatilló dos veces solo salió un poco de pólvora. ¿Pero qué hubiera pasado si el agresor no hubiera sino un inexperto y la bala hubiera cumplido su misión? ¿La actual conmoción social hubiera dado lugar a un descontrol generalizado? El fantasma de Colombia del ’48 cuando el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán –había llamado a la unidad nacional- se proyecto en la noche del atentado. Conocido como el Bogotazo, terminó con cientos de muertos e inauguró una década de violencia.
Espontaneidad y control
¿Podría haber sucedido aquí algo similar? no lo sabemos, pero sí hemos visto que la reacción popular fue multitudinaria. Ya con las acusaciones del fiscal y el pedido de 12 años de prisión e inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos, hubo una reacción espontánea. Provocó un impacto tan inesperado como disruptivo Como afirmé desde esta misma columna repuso la centralidad política de CFK, unificó al peronismo, dotó de sentido al kirchnerismo que estaba sin rumbo frente al rumbo económico adoptado por el FdT y estimuló las movilizaciones luego de un largo tiempo de pasividad. Al mismo tiempo dejó sin iniciativa a JxC que se replegó sobre sus propias disputas internas. El fallido atentado fortaleció dramáticamente estas tendencias.
Previendo que la gente se lanzaría espontáneamente a las calles y plazas de las principales ciudades del país el presidente, la misma noche del atentado, declaró feriado nacional y convocó a manifestarse en la histórica Plaza de Mayo para repudiar el atentado y promover la paz social y la unidad nacional. Columnas sindicales, movimientos sociales, diversas agrupaciones y una fuerte proporción de sectores de la clase media urbana colmaron la plaza y desbordaron sus adyacencias, demostrando que como en el 2×1 hay reservas democráticas en la sociedad argentina.
Mucha gente, débil respuesta
El documento leído en el acto –previamente consensuado con CFK- fue fiel al contenido del mensaje presidencial de la noche anterior -también consensuado-. No expresó para nada las ansias de hacer retroceder a la derecha que expresaba la multitud allí reunida, de la que algunas columnas de la izquierda anticapitalista formaron parte pero no cubrieron la ausencia de la principal fuerza de izquierda del país el FIT-U, que habiendo sido de los primeros en denunciar la persecución políticas y exigir la derogación de la ley de Asociación Ilícita, se mantuvo al margen de la movilización sin comprender que las grandes mayorías populares no son indiferentes ni pasivas ante situaciobnes de la envergadura de lo vivido estos días.
La crisis económica, política y social que amenaza independizarse de los de los bloques capitalistas en pugna y del propio Estado es lo que alimenta a la derecha, emparentada con otras derechas latinoamericanas, para dar una salida a la crisis, precisamente por derecha. No se combaten con llamados a la unidad nacional y a la paz social. Por el contrario estos llamados buscan desdibujar las contradicciones de clase y encerrar las luchas populares detrás de un acuerdo con las clases dominantes y sus representaciones sociales y políticas.
Un futuro en disputa
¿Cómo se resolverá esto a futuro? ¿Cómo funcionará esta disfunción entre política y economía? Alguna vez la propia CFK propuso equilibrar la relación de precios, salarios y tipo de cambio, en una articulación virtuosa, totalmente contraria al diseño de política económica actual, demasiado parecido al que proponen los economistas liberales, acorde con lo firmado con el FMI y bendecido por los centro financieros imperiales. En algún momento la voz de los trabajadores y las clases populares se hará escuchar.
Como tantas otras veces la moneda está en el aire.
Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda-