Señalización de la vida

Es preciso llegar a esta cita, es indispensable acortar los kilómetros geográficos para que sólo quede la presencia de la ausencia de Ana María y Julio César. Aquí vivieron, aquí soñaban. Y de aquí los militares genocidas se los llevaron. Secuestro, desaparición forzada, búsqueda incansable.

Aquí Camila y/o Ernesto iba con sus cinco meses en la panza de Ana María; debió nacer en los meses de diciembre de 1976 o enero de 1977, lo seguimos buscando.

Mirta sigue esperando el abrazo atrasado que los militares criminales dejaron suspendido en el tiempo del dolor de todos estos años. Estos años en que Mirta no se ha movido de las marchas, de la plaza, de las luchas. Es la marcación de las huellas de Mirta buscando a Camila o Ernesto. Y es el lugar donde su nieta o su nieto la van a encontrar.

Ana María y Julio César eran militantes revolucionarios, pertenecía Partido Revolucionario de los Trabajadores y Ejército Revolucionario del Pueblo, PRT-ERP. Y luchaban para destruir este sistema ignominioso, destructor. Luchaban por un mundo nuevo, listo para que lo estrenaran a jugar Camila o Ernesto, y los casi 400 nietas y nietos que nos deben, a las abuelas, a sus hermanas y hermanos, y a esta suerte de tías y tíos que nos vamos anotando  junto a Mirta y a las madres y abuelas que luchan para recuperarlas y recuperarlos.

El mundo que construían Ana María y Julio, estaba hecho con mimbres de solidaridad, de fraternidad , de sororidad, un mundo de dignidad y justicia, un mundo de libertad, es decir la utopía que atesoraban en sus corazones.

Son muchos años de esta democracia hipócrita, donde los políticos se premian, se aplauden y mantienen la impunidad, el reguero de sangre que conduce a los archivos, a todos los archivos donde están las respuestas, no los que se les caen desde muebles viejos, o papeles que están enmohecidos por el tiempo, como enmohecidas tienen las entrañas quienes tienen las llaves y también la complicidad con el delito.  No tienen la más mínima gota de decencia para mirar a los ojos a Mirta, a Chicha y a tantas abuelas, pero sí tienen laureles para un Milani, y funcionarios comprometidos y responsables políticos en la muerte y represión de los últimos tiempos.

Esta señalización de vida, Ana María y Julio César, es también la señalización de la vida  de Mirta Luchadora, con todos los recuerdos y todas las esperas.

Por todo esto y por mucho más, acá estamos abrazando al corazón de Mirta donde están Ana María y Julio César.

Dónde están las y los hijas e hijos de nuestras compañeras y compañeros- ¡!! Apertura ya de los archivos ¡!

Andrea Benites-Dumont,

24/09/22

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