Oleada de huelgas y manifestaciones: una mecha lenta encendida en Europa

Huelgas y manifestaciones contra la inflación, la carestía de la vida, por aumentos salariales y contra las sanciones antirrusas impuestas por la Unión Europea (UE) recorren Europa.

Con la explosión de las facturas de energía, de los alimentos, los alquileres y todos los productos de primera necesidad, la inflación y el alto coste de la vida se han convertido claramente en las principales preocupaciones de las clases trabajadoras y de la población en general. En este marco, las ciudadanas y ciudadanos de distintos países de Europa exigen a las élites gobernantes que frenen ya con las sanciones coercitivas.

Una vez más, y a través de estas movilizaciones acompañadas de fuertes huelgas, se ha iluminado la realidad del capitalismo salvaje, que inunda cada rincón del viejo continente. La Europa, se resquebraja. Cruje. Se encuentra a la deriva; mientras, sus líderes hacen caso omiso de las exigencias de sus pueblos y piensan en seguir profundizando las medidas económicas que cada vez hunden más a la UE y Reino Unido.

Francia

Desde el 29 de septiembre, en Francia se ha producido una primera oleada de huelgas y manifestaciones contra la inflación y la carestía de la vida para pedir aumentos salariales. Hubo una jornada de huelga nacional el 29 de septiembre, otra el 18 de octubre y una manifestación nacional el 16 de octubre contra la carestía de la vida y la inacción climática del gobierno.

En Francia, el martes 18 de octubre fue un día de huelgas y manifestaciones con el fin de exigir un aumento de salarios y oponerse a las políticas del gobierno en el terreno de la energía. En la industria petrolera, se espera que la huelga continúe en TotalEnergies en los equipos de refinación y depósito de combustible.

Los superbeneficios del grupo TotalEnergies, que han cristalizado la ira popular por distintas vías, se salen de lo normal: € 18.800 millones en el primer semestre de 2022 (triplicando los del primer semestre de 2021), mientras que el 70% de los asalariados que utilizan el coche para ir al trabajo han visto aumentar el precio del combustible un 20% desde enero de 2020. La empresa además pagará 2.620 millones de euros en dividendos excepcionales este otoño y su propio jefe recibirá 1 millón de euros en dividendos en 2022.

Se ha encendido una mecha lenta

Pero está claro que en el tema de los salarios, el poder adquisitivo y las sanciones se ha encendido una mecha lenta. CGT, Solidaires, FSU y FO han convocado una nueva jornada de huelga para el 10 de noviembre (coincidiendo con las vacaciones escolares de Todos los Santos) y Solidaires y la CGT una jornada intermedia de movilización el 27 de octubre. También se ponen en pie convocatorias intersindicales, sobre todo en el transporte y la formación profesional.

Italia

En Italia, el domingo 16 de octubre se llevaron a cabo manifestaciones en la capital, Roma, para protestar contra la pertenencia del país a la alianza militar de la OTAN liderada por EEUU, así como contra el alto costo de la vida.

En las protestas masivas, organizadas por el sindicato USB (Unione Sindacale di Base), los italianos quemaron facturas de energía para protestar por el aumento del costo de vida, que está cobrando un alto precio a los ciudadanos ordinarios de este país del sur de Europa. Los manifestantes también pidieron al gobierno de Roma que abandone la OTAN.

El pasado mes de junio tuvo lugar una manifestación en el centro de la capital italiana exigiendo la retirada de Italia de la OTAN y protestando contra el suministro de armas a Ucrania.

Como en otras partes de Europa, el entrante gobierno de derecha de Giorgia Meloni tendrá que hacer enormes esfuerzos para aliviar el impacto de la inflación sin aumentar los –ya elevados– niveles de déficit de su país.

Pero además, las capitales de Alemania, Austria, Bélgica, Moldavia y Gran Bretaña también fueron escenario de manifestaciones contra la inflación y el aumento de los precios de la energía, así como contra las sanciones antirusas impuestas por la UE, fuente de estos problemas.

Alemania

La ola de protestas, también recorre Alemania. En las próximas semanas y meses continuarán las manifestaciones y mitines contra las políticas gubernamentales, la crisis, la inflación y la guerra, en diferentes puntos de Alemania. Las trabajadoras y trabajadores, como distintos actores sociales, siguen interviniendo y haciendo más expansivas las manifestaciones hacia otros trabajadores y sectores populares. Preparan un otoño caliente en lugar de un invierno frío.

Uno de los puntapié iniciales ha sido en Leipsig, donde más de 5.000 personas se reunieron en Augustusplatz en el centro de Leipzig el lunes 5 de septiembre por la noche para llevar a las calles su ira contra el gobierno. De allí en más, un efecto dominó comenzó a recorrer los distintos estados de la otrora “locomotora de Europa”. El nuevo paquete de ayuda oficial no es suficiente para los manifestantes. Los jubilados se pararon al lado de estudiantes y trabajadores. Todos ellos ya no podían permitirse esta crisis. “Las empresas de energía deben ser expropiadas”, exigió una portavoz de la asociación de inquilinos Schönefelder Höfe, un complejo de departamentos en el noreste de la ciudad de Leipzig.

Las demandas de los manifestantes, desde aquél lunes, vienen siendo claras y fundamentales. Consignas contra la guerra y por la paz, demandas de un impuesto a las ganancias excesivas y un aumento de salarios por encima del nivel de inflación, vienen marcando el latido de las manifestaciones por el país germano. Luego, se sumó también el pedido de la nacionalización de las empresas energéticas, junto a otros reclamos de las trabajadoras en la actualidad. Los manifestantes, que cada día son muchos más, lucharán por los intereses de todas y todos y por una justicia social esquiva en épocas de capitalismo salvaje y de sanciones coercitivas.

Con más del 50% de la industria paralizada o cerrada sus puertas, y otras en estampida hacia los EEUU, lo cierto es que la situación que viven los trabajadores alemanes urge un programa de emergencia contra la inflación y las ayudas a Zelensky. Ante esta situación, comienzan a surgir las voces de ciertos sindicalistas que, con el afán de llevar agua para su molino, proponen que se congelen los precios de todos los bienes cotidianos, como los alimentos, la electricidad y el alquiler. Los salarios, los beneficios sociales, las pensiones deben ajustarse a la inflación. No se debe aplicar el impuesto al gas y deben pagar los que se enriquecen con la crisis, enfatizan. En una situación de crisis, digamos normal, estas medidas no sonarían descabelladas. Todo lo contrario. Pero, ésta crisis no es “normal”, ha sido provocada por Bruselas y cada uno de los líderes Europeos empujados y guionados por EEUU. Las sanciones coercitivas, que prometían destruir a la Federación Rusa en unas semanas, se les han vuelto en su contra. Y las consecuencias se han multiplicado por diez al interior de toda Europa. Han despertado un Tsunami imparable. En este marco, las medidas propuestas por los sindicatos son pan para hoy y hambre para mañana. Son paños fríos.

Sin la necesidad de los sindicatos dando letra, el Pueblo es sabio. Sabe dónde está uno de los graves problemas que lo atormenta: en las sanciones antirusas. Y tal es así que más de un 30% de los alemanes con diferentes opiniones políticas no está de acuerdo con la gestión de sanciones antirrusas del Gobierno alemán, así como con el suministro de armas al Ejército nazi-fascista ucraniano. Aunque parezca mentira, esto lo ha tenido que admitir el mismísimo canciller alemán Olaf Scholz en una entrevista con el medio alemán Die Welt.

“Durante las conversaciones con los ciudadanos, me dio la impresión de que del 30% al 40% no está de acuerdo ni con la política de sanciones ni con el suministro de armas. Entre ellos hay votantes de casi todos los puntos de vista políticos”, detalló Scholz.

Sin embargo, parece que a los gobernantes europeos les interesa poco la opinión pública. Y menos su Pueblo. El canciller alemán dijo que el Gobierno continuaría con la política actual. Por ende, las huelgas y manifestaciones se extenderán en el tiempo.

En agosto, la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, ya había declarado -durante un discurso en el “Foro 2000”- que para ella era más importante cumplir su promesa ante Ucrania que lo que los votantes alemanes pensaran al respecto.

Una situación parecida ya se observa en otros países europeos. De acuerdo con una encuesta de la cadena francesa TF1, un 76,7% de los ciudadanos franceses consultados se opone a que París siga suministrando armas al régimen de Kiev.

En Chipre también se oponen. El 58% de los ciudadanos consultados se pronunció en contra de las sanciones antirrusas, mientras que el 86% se opuso al envío de armas a Ucrania, según una encuesta de la cadena de televisión CyBC.

Por lo pronto, desde Bruselas todos los cañones apuntan a la auto-aniquilación de la UE. En este sentido, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyendestacó este viernes la necesidad de disminuir la dependencia que la UE tiene de China en el ámbito de las tecnologías y las materias primas. Ya han logrado, siguiendo el libreto de EEUU, cortar la dependencia europea con el gas ruso. La senda a seguir es imprecible.

En este sentido, Von der Leyen reiteró: “El sistema chino es fundamentalmente diferente del nuestro. Y somos conscientes de la naturaleza de la rivalidad”.

Además, destacó que han “aprendido la lección en lo referente a la excesiva dependencia de los combustibles fósiles de Rusia y lo difícil pero necesario que es librarse de esta dependencia”. “En el caso de China, el riesgo es la dependencia en tecnologías y materias primas. Y, por lo tanto, las prioridades aquí son reforzar nuestras propias capacidades y, por supuesto, también diversificar el suministro de materias primas hacia proveedores fiables”.

Mientras que desde los despachos de Bruselas continúan con el intento de cortar de cuajo estas dependencias que alguna vez elevaron a la UE al estado de bienestar, Europa toda ha comenzado a estallar a fuego lento, tímidamente. Los primeros fragmentos se encuentran a la deriva, en el mar de la genuflexión supina.

Las sanciones contra el gas y el petróleo rusos -y las futuras sanciones a China- impuestas a los europeos por Washington, han dejado en la ruina a Europa en 8 meses. Si bien la crisis energética y la crisis alimentaria lleva unos años, la imposición de las sanciones económicas vino a profundizar las y potenciar la inflación y recesión.

Como siempre, “General Frost” ayuda a Rusia: el invierno está en la punta de la nariz. Los rusos se mantendrán firmes. ¿Sobrevivirán al invierno aquellos que sueñan con el colapso de la Federación? La respuesta está en la historia. Y enseña que la verdad gana, y de una forma u otra, las deudas aún habrá que pagarlas.


Fuente: https://telegra.ph/Oleada-de-huelgas-y-manifestaciones-una-mecha-lenta-encendida-10-23

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