La Copa del Mundo del conurbano bonaerense

Una patria marginal hecha de potreros y baldíos donde nacen canchitas improvisadas. Un borde de la argentinidad donde la vida transcurre lejos de la luces del Centro. Una periferia que es, también, el termómetro económico y sentimental de un país donde se ensamblan muchos países.

Fotos: Juan Pablo Barrientos

Allí, en territorio conurbano, el Gran Buenos Aires se agigantó en la inolvidable jornada del 18 de diciembre de 2022. Fecha para guardar, hito de los recuerdos del futuro, el tiempo detenido en ese casillero del calendario que se acaba.

Con las remeras nuevas y las casacas cábala. Con la generación que vio a los campeones del ’78 y el ’86 junto al piberío que nace a la pasión futbolera en este Mundial siglo XXI de Playstation y TikTok. Con las reuniones familiares y de amistades como excusa de unidad de un pueblo con el corazón siempre en la mano.

La vida seguirá como cada día después de esta fecha, pero quién le quita a toda esta gente el orgullo de campeón del cuerpo y el alma. Nos volvimos a ilusionar… y el domingo terminó con festejo.

Una vez más, los días felices de la Argentina tienen los colores del fútbol.

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