A 78 años de la liberación de Auschwitz

En un nuevo aniversario de la fecha en la que el Ejército Rojo liberó a las personas que permanecían en el mayor campo de concentración de Europa, sigue más vigente que nunca la memoria de las millones de víctimas del fascismo, frente a un nuevo crecimiento de la ultraderecha en el mundo.

Auschwitz en la actualidad.

Redacción: Lautaro Brodsky. Edición: Pedro Ramírez Otero/Fernando Tebele. Foto de portada: Auschwitz Tours.

El régimen nazi que asumió el poder en Alemania en 1933 fue el desencadenante de la descomposición social, económica y política de ese país. El huevo de la serpiente se gestó por la derrota del imperio alemán en la Gran Guerra y la imposición de las potencias vencedoras por medio del tratado de Versalles, de duras condiciones que cumplir, tanto económicas como políticas que llevó a Alemania a una crisis muy severa, con niveles de desempleo nunca antes vistos.

Ante la caída del imperio Alemán, asume un sistema democrático conocido como la República de Weimar que reprimió duramente las insurrecciones comunistas que hubo en las llamadas revoluciones espartaquistas que fueron aplastadas.

El fracaso de la República de Weimar para mantener el régimen democrático y el miedo de la burguesía alemana al comunismo tras el descontento del pueblo trabajador por la miseria a la que la habían llevado, hizo que los capitalistas alemanes apostaran por Adolf Hitler y su movimiento fascista ante el terror de perderlo todo en manos del proletariado.

Tras las elecciones de 1933, Hitler asumió como canciller por medio de una coalición de derecha, tras un acuerdo con el jefe de estado Paul Von Hindenburg. Ese sería el comienzo de la barbarie. No faltaría mucho para que el partido nazi se haga del poder absoluto y Hitler se convirtiera en dictador ni bien Hindenburg murió.

Con el paso de los años, el fascismo alemán anexó Austria y parte de Checoslovaquia, incrementó sus políticas de persecución contra comunistas, socialistas y anarquistas, e inició sus ataques y leyes racistas contra las minorías nacionales (gitanos, negros, homosexuales y judíos). También incrementó su maquinaria industrial y bélica hacia una Segunda Guerra Mundial que empezó cuando el III Reich invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939.

La dictadura nacionalsocialista es recordada por el exterminio de 20 millones de personas y por haber creado las peores maquinarias genocidas contra la humanidad. Hitler asumió una guerra contra el comunismo que llevaría adelante por medio de la Operación Barbarroja, tras la invasión a la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS) y el sueño de acabar con el marxismo. Este aparato de asesinatos masivos dejó en Europa 42.500 campos de concentración.

El 27 de enero de 1945 es el día en que los soviéticos llegaron al centro de terror del nazi-fascismo, y contemplaron el más abominable instrumento de matar de la historia de la humanidad: Auschwitz.
Ese día es conocido como el de “Memoria a las Victimas del Holocausto”. Se recuerda a todas las personas, civiles y combatientes que cayeron bajo las balas del totalitarismo.

Genocidios

Entre los genocidios que se implementaron en los territorios ocupados por el fascismo alemán se encuentra el Porraimos (genocidio contra gitanos y gitanas), en el que fueron asesinados/as alrededor del 80% de los/as Roma y Sinti de Europa; y la Shoá (genocidio contra judíos y judías), en la que fueron exterminadas 6 millones de personas de esta comunidad, que representaban 2/3 de la población judía del continente antes de 1939.

Pero también hay otros genocidios silenciados por el hitlerismo, como el plan de asesinatos masivos a personas con discapacidad, por medio del programa Aktion T4, en el que se implementó por primera vez la cámara de gas. Se calcula que los nazis masacraron a más de 250 mil personas con ese programa.

Los nazis consideraban a las personas con discapacidad como un gasto social y creían que su eliminación iba a hacer “más eficientes” los recursos del Estado. Seleccionaban a aquellas personas que consideraban no productivas y las eliminaban. A las familias les notificaban después de los asesinatos que habían muerto por causas “dudosas”.

Otras víctimas fueron los homosexuales, a quienes el nazismo consideraba una aberración. Sufrieron experimentaciones y tratos crueles en los campos de concentración. Se habla de miles de homosexuales asesinados por la política de exterminio nazi. En cambio, a las mujeres lesbianas no las consideraban homosexuales sino “asociales” y por eso las clasificaban de otra manera.

Las personas sin techo, indigentes, quienes no estaban adaptados al sistema o eran gente de bajos recursos y ladrones, también eran considerados seres inferiores no productivos. La dictadura los obligaba a trabajar como esclavos en campos de concentración o trabajo forzado.

Las y los testigos de Jehová fueron la única religión perseguida por el nacionalsocialismo (ya que Hitler no consideraba a los/as judios/as una religión, sino una raza). Se oponían a la idea de lealtad a Hitler, porque consideraban que la única lealtad era hacia Dios, e incluso se oponían a las armas y a ir a la guerra, ya que su religión no lo permitía. Se calcula que fueron asesinadas alrededor de 20 mil Testigos de Jehová.

Otro grupo que fue exterminado en masa y todavía no hay un numero claro del porcentaje de victimas fueron las y los opositores políticos al régimen nazi e intelectuales, en su mayoría comunistas, socialistas, anarquistas, demócratas y trotskistas. La izquierda era considerada el mayor enemigo del fascismo. El propio Hitler afirmo que el marxismo era “la peste mundial”, y lo consideró una herramienta de los judíos. En su libro Mein Kampf afirmó en ese sentido que “la increíble ficción del judaísmo y de su organización de lucha marxista”, fue hacer pasar “la culpabilidad de la derrota” sobre los soldados alemanes.

Hitler incluso se veneraba a sí mismo como el hombre que salvó a Alemania del marxismo. El primer campo de concentración fue para comunistas y socialistas en Dachau, donde eliminaron a la oposición política más fuerte contra el nazismo, que era la izquierda. Todo por medio del incendio del Reichstag en el que acusaron sin fundamentos al Partido Comunista (KPD) y al Partido Socialdemócrata (SPD), prohibieron sus organizaciones, persiguieron y encarcelaron a sus militantes.

Las y los republicanos españoles exiliados en Francia después de haber peleado contra el franquismo en España, padecieron nuevamente la tortura de la ocupación nazi y tuvieron que resistir al gobierno colaboracionista de Vichy. El mismo Francisco Franco agradeció a Hitler su apoyo en la Guerra Civil Española y le ofreció el escuadrón militar “división azul” para combatir contra la URSS, siempre y cuando fuera utilizado contra el comunismo y no contra el capitalismo occidental.

Los/as españoles/as que fueron internados/as en campos de concentración nazis llevaban el triángulo azul, que significaba “apátridas”, porque la España de Franco no consideraba a los/as “rojos/as” como españoles/as.

La clasificación en los campos de concentración era la siguiente: los y las judías llevaban la Estrella de David amarilla, los homosexuales el triangulo invertido rosa, las y los opositores políticos el rojo, testigos de Jehová el violeta, criminales comunes el verde, asociales y sin techo el negro, y gitanos y gitanas el marrón.

A las personas afrodescendientes, que en Alemania no eran muy numerosas, directamente las esterilizaban para que no se reprodujeran.

A las personas judías las encerraban en guetos, donde morían por enfermedades, y bajo el gatillo fácil de los soldados de las SS. En 1941 y 1942, con la Conferencia de Wannsee, la jerarquía nazi decidió llevar adelante la denominada “Solución Final” y empezó el exterminio de judíos/as de Europa.

Las gitanas y gitanos no participaron en los juicios de Nuremberg realizados al finalizar la guerra. Tampoco recibieron indemnizaciones. Hasta la actualidad los/as Roma y Sinti siguen sufriendo discriminación en todo el continente europeo.

Los nazis diseñaron miles de formas de matar. La maquinaria de terror se desplegó por todos los territorios ocupados, pero hubo gente que resistió a este enorme genocidio: las y los partisanos y activistas antifascistas que distribuían su propaganda ante el miedo del régimen policiaco militar.

Después de Auschwitz

Cuando cayeron la Alemania nazi y la Italia fascista, y fueron liberados los y las sobrevivientes de esa pesadilla, se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para evitar que algo así volviera a pasar. Sin embargo, continuaron habiendo vestigios del nazismo. La España de Francisco Franco y la Portugal de Oliveira Salazar gobernaron hasta sus muertes por la década del 70. Se mantuvieron en ambos países las dictaduras militares de tipo fascista. Fueron los últimos regímenes totalitarios de derecha que quedaron en Europa ni bien terminó la Segunda Guerra Mundial.

Estados Unidos necesitaba de Franco y Salazar en su guerra contra el comunismo en plena guerra fría. El decreto Noche y Niebla de Adolf Hitler para desaparecer a sus opositores/as en los territorios ocupados por el III Reich, fue copiado por el imperialismo yankee y francés en la Doctrina de Seguridad Nacional y en la “guerra antisubversiva”, practicadas en Argelia, Vietnam, y durante el Plan Cóndor, en especial en Argentina, Uruguay y Chile.

Mientras Augusto Pinochet se mandaba cartas con Franco y asistió al funeral de su ídolo (fue uno de los pocos líderes mundiales en ir), en los campos de concentración de Jorge Rafael Videla en nuestros país se exhibían cuadros de Hitler. Los oficiales argentinos se ensañaban con las personas secuestradas de origen judío y con las homosexuales.

Los/as testigos/as de Jehová eran considerados/as “subversivos/as” por la Iglesia Católica y los militares porque se negaban a hacer el Servicio Militar Obligatorio durante los años del “Proceso”, como bien está narrado en el libro “Los Otros genocidios de Hitler” de Súlim Granovsky.

Foto: Karina Díaz

No repetir

En la actualidad hay personajes como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Antonio Kast, Javier Milei, Viktor Orban, Marine Le Pen, Giorgia Meloni y Santiago Abascal, miembros de la autodenominada Derecha Alternativa, que son los neo fascistas del siglo veintiuno.

Donald Trump, por ejemplo, decretó al movimiento antifascista como una organización terrorista y arremetió en Facebook contra su oposición política, encajándoles en una imagen el triangulo rojo invertido, el símbolo que llevaban las presas y presos políticos en los campos de concentración nazi.
Tras la toma del Capitolio en Estados Unidos, hubo cientos de golpistas que iban con simbología nazi y negacionista del Holocausto, o con banderas confederadas, símbolo del supremacismo blanco. Algo similar pasó en Brasil con la toma de edificios de los tres poderes por bolsonaristas, que además pedían en la base militar de Santa Catarina un golpe militar y hacían el saludo nazi.

Le Pen negó la responsabilidad de la policía francesa en la redada contra judíos y judías en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial, cuando es indiscutible la responsabilidad colaboracionista de la institución con los nazis. Y Meloni nunca negó su admiración por Mussolini. No olvidemos la postura del partido español de ultraderecha VOX contra la ley de memoria democrática y la apología del pinochetismo del candidato presidencial de la derecha chilena, Antonio Kast.

Hace poco, en Alemania, fue desmantelada una organización neofascista muy numerosa que trabajaba bajo las sombras y complotaban para hacer un golpe de Estado y reinstaurar el Reich alemán. La organización se llama “Ciudadanos del Reich” y no reconocen a la República Federal Alemana. Además, en el país que fue cuna del nacionalsocialismo, tiene representación parlamentaria en la actualidad el partido neonazi Alternativa para Alemania (AFD).

En Argentina, el espacio de Javier Milei tiene dentro de su espacio a los sectores pro militares del videlismo, pero hay algo llamativo de este autodenominado libertario, que es cuando habla contra el “marxismo cultural”. Justamente esta fraseología viene de la Alemania nazi: los fascistas decían que Alemania estaba infectada de un “bolchevismo cultural” que debía ser combatido, que se veía reflejado en lo artístico, cultural y literario.

A un nuevo aniversario de la liberación de Auschwitz, tras estos acontecimientos acá remarcados, el reclamo de memoria y justicia están más vigentes que nunca.


Fuente: https://laretaguardia.com.ar/2023/01/a-78-anos-de-la-liberacion-de-auschwitz.html

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