Vía decreto, Macron impone su reforma de pensiones en Francia

Masivas protestas en las principales ciudades del país tras la decisión del Ejecutivo de desconocer al Parlamento para aprobar una regresiva reforma jubilatoria.

Miles de manifestantes protestan en la Place de la Concorde ante el Parlamento francés después de que la primera ministra Élisabeth Borne usara el controversial artículo 49.3 de la Constitución para aprobar la reforma jubilatoria. Foto: Yoan Valat.

Con información de RedCom, La Jornada, ANRed, Le Monde, AL Mayadeen, Sputnik.

El presidente francés, Emmanuel Macron, decidió este jueves adoptar su impopular reforma de las pensiones sin el voto de los diputados, arriesgándose a la caída del gobierno de su primera ministra en una moción de censura y provocando nuevas manifestaciones.

El Gobierno tomó la decisión al no contar con la garantía de obtener los sufragios necesarios en la Cámara Baja, horas después de que la medida fuera avalada en el Senado, donde la derecha cuenta con mayoría.

La policía reprimió con cañones de agua y gases lacrimógenos contra las y los miles de manifestantes congregados en la plaza de la Concordia de París, cerca de la Asamblea Nacional (cámara baja), para protestar contra la reforma y su polémica adopción.

“Estoy harto. Nos movilizamos desde hace semanas y la única respuesta del gobierno es usar el artículo 49.3” de la Constitución, que permite esquivar al Parlamento, lamentó Ruben, un estudiante de Ciencias Políticas, de 20 años.

Entre gritos de la oposición de izquierda, que entonó el himno nacional de la Marsellesa, la primera ministra, Élisabeth Borne, tuvo que forzar la voz en el hemiciclo de la Asamblea para anunciar el uso de dicho artículo.

“Hasta el último minuto, hicimos todo lo posible para lograr una mayoría para este texto (…) Pero las cuentas no salían”, aseguró a la cadena TF1 Borne, confirmando que activó el artículo 49.3 de “común acuerdo” con Macron.

Élisabeth Borne.

La 100ª activación desde 1958 de esta polémica herramienta recrudeció la tensión con los sindicatos, que llamaron a una nueva jornada de protestas el próximo jueves.

Pese al rechazo de dos de cada tres franceses, según los sondeos, el gobierno quiere retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y adelantar a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42 como hasta ahora) para cobrar una pensión completa.

Durante el Consejo de Ministros que autorizó el uso del 49.3, Macron estimó que no se podía jugar “con el futuro del país” y que “los riesgos financieros y económicos eran muy grandes” para perder la votación, según participantes en la reunión.

La segunda economía de la Unión Europea (UE) tiene una de las edades de jubilación más bajas del bloque y enfrentaría, según el gobierno, un déficit en el futuro en la caja de las pensiones, que esta reforma busca paliar.

Masivas protestas

Cientos de miles de francesas y franceses salieron a las calles a protestar en las principales ciudades de Francia luego que Macron aprobara la reforma de las pensiones por decreto sin pasar por la aprobación del Parlamento.

Desde ahora la edad de jubilación pasa de 62 a 64 años. La legislación francesa habilita al Ejecutivo a adoptar una ley sin votación, aunque el Parlamento podrá plantear la cuestión de la confianza al Gabinete.

Desde hace meses que el ejecutivo francés, con el apoyo del poder económico, pretendía instalar la reforma jubilatoria. La clase trabajadora viene resistiendo el proyecto de ley con huelgas y protestas que incluyen bloqueos de carretera y masivas concentraciones que terminaron con represión policial.

El avance de la reforma para adelantar las jubilaciones es un antecedente para avanzar en otros países contra los derechos de la clase trabajadora en un contexto de guerra y crisis económica.

Este jueves se han vuelto a registrar violentos hechos represivos contra las manifestaciones. París es el epicentro de las masivas protestas.

El Parlamento quedó pintado

“Macron solo acató un poder constitucional que permite al Gobierno eludir a los legisladores”, lo justificó el medio hegemónico Le Monde.

El pasado 10 de enero la primera ministra del país, Élisabeth Borne, presentó por primera vez la controvertida reforma de pensiones. Según el texto, ahora, las autoridades empezarán a aumentar la edad de jubilación en tres meses al año a partir del 1 de septiembre de 2023, hasta alcanzar los 64 años de edad en el 2030. Borne aseguró a los legisladores que el proyecto es fruto de densas consultas con sindicatos, organizaciones patronales y grupos parlamentarios.

La Ley encontró rechazos entre los legislativos de oposición quienes presentaron varias mociones de censura.

El secretario de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), Laurent Berger, aseguró que recurrir al artículo 49.3 de la Constitución demuestra que el Gobierno de Macron no tiene mayoría para aprobar la ley. A su juicio, fracasó el compromiso político y llamó a escuchar a los trabajadores quienes son los verdaderos afectados.

Las huelgas continúan

Entretanto, miles de jóvenes reunidos en París marchan nuevamente contra la reforma, mientras los recolectores de basura mantienen su huelga en la capital francesa.

Además del levantamiento parisino, los manifestantes organizaron masivas concentraciones en ciudades como Grenoble, Lyon, Burdeos, Bayona, Hendaya, Vienne y Poitiers, entre otras.

Moción de censura

La única manera de impedir ahora su aplicación es que los diputados aprueben una moción de censura contra el gobierno, que se debatiría en los próximos días. La líder ultraderechista Marine Le Pen ya anunció la presentación de una propuesta de ese tipo.

“Es la constatación de un fracaso total” para Macron, agregó su rival en el balotaje de la pasada elección presidencial. Según los sondeos, el partido de Le Pen sale reforzado del pulso sobre las pensiones.

Más allá del proyecto, el mandatario de 45 años, reelegido hace casi un año con la promesa de reformar Francia, se juega con esta reforma poder aplicar su programa durante su segundo mandato.

Con el visto bueno asegurado en el Senado, que la aprobó en la mañana, el gobierno se esforzó en convencer a un puñado de diputados oficialistas y a una “veintena” de su aliado de derecha Los Republicanos (LR) aún reticentes. Pero sin éxito.

El líder de este partido, Éric Ciotti, indicó que no apoyará ninguna moción de censura, aunque Aurélien Pradié, uno de los diputados reacios, aseguró que se lo pensará.

El grupo de diputados independientes LIOT tambien estudia presentar una moción de censura, si el gobierno no retira la reforma. Esta podría recabar el máximo número de apoyos posible, pero es incierto que logre tumbar al gobierno.

“El gobierno estaba ante dos malas soluciones”: arriesgarse a un voto y perder, o activar el 49.3, afirmó Antoine Bristielle, experto en opinión pública de la Fundación Jean Jaurès, para quien el camino escogido “dará un segundo impulso” a las protestas.

El nuevo episodio en la saga de las pensiones llegó cuando las huelgas prorogables lanzadas la semana pasada en sectores clave como la energía y el transporte perdían fuerza, pese a las impactantes imágenes de las toneladas de basura acumuladas en París.

Si la moción de censura fracasa y se adopta la reforma finalmente, la oposición de izquierda prepara un recurso ante el Consejo Constitucional que retrasaría su promulgación y daría más tiempo a los opositores para utilizar sus últimos cartuchos, como reclamar un referéndum.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *