Caso Balbuena: Espionaje encubierto con tareas de periodista sin sueldo

Se realizaron las audiencias del Juicio oral a Américo Balbuena por espionaje ilegal. El próximo miércoles se llevarán adelante los alegatos de la querella, la Fiscalía y los defensores. La Querella pedirá la condena por haber espiado de manera ilegal a organizaciones sociales, sindicales y políticas durante más de 10 años, mediante su infiltración en la agencia de noticias Rodolfo Walsh.

Balbuena declaró en la tercera audiencia del juicio: “quise expresar un hobby, una actividad que yo realizaba como ejercicio de una carrera que yo cursé y era como una pasantía no rentada (…) Yo no me metía en lo político, hacía la nota y terminaba ahí”

La acusación que recae sobre Américo Balbuena, y sus exjefes Alejandro Sánchez y Adolfo Ustares, es por el delito de abuso de autoridad de funcionario público, al haber realizado tareas de inteligencia tendientes a obtener información sobre integrantes de distintas organizaciones, en infracción a la ley de Inteligencia.

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Audiencias
Las audiencias comenzaron el martes 14 de marzo con la presencia de un Balbuena con barba y ojos sorprendidos, un Alejandro Sánchez con una sonrisa apretada y sádica y un Ustares que intentaba no moverse para que no lo vieran.

Desde el primer día, los acusados intentaron sembrar la idea de que la “División de Análisis” de Seguridad de la Policía de Buenos Aires, no cumplía con su función principal de analizar.

La teoría del árbol venenoso: el inusual pedido de anulación de la Defensa

Alegando que nunca se investigó la violación del “secreto de agente”, la Defensa de los espías buscó la nulidad de la causa argumentando la teoría del “árbol venenoso”, que es una doctrina jurídica que se utiliza en el derecho penal para evaluar la validez de pruebas obtenidas a través de violaciones al derecho a la privacidad y al secreto de las comunicaciones. Establece que cuando se ha cometido una violación a los derechos fundamentales, las pruebas obtenidas a partir de esa violación también son ilegales y por lo tanto no deben ser admitidas en un juicio.

En este sentido, el abogado de los espías sostuvo que los agentes de inteligencia son secretos y ni siquiera sus amigos y familiares tienen que saber que son agentes. La situación de secreto se debe mantener a rajatabla, por eso tienen la obligación de conseguir otra actividad que justifique sus ingresos económicos. Así, comenzaba el pedido de anulación del caso que tomaba como prueba la publicación de la revista Crisis donde se comenta cómo otro agente revela la identidad de Balbuena.

Sin embargo, la Querella argumentó que la nulidad y el planteo de la Defensa habían sido tratados en otra etapa del juicio y habían sido rechazados tanto por el Juez de Instrucción como por la Cámara de Casación. Además, se señaló que la norma se refería a la revelación de datos, mientras que en este caso se estaba hablando de un accionar ilegal por parte de un agente. La Querella afirmó que lo que había llegado a sus oídos era que un agente estaba cometiendo un delito, por lo que la revelación era necesaria y justificada.

La actitud de los abogados querellantes fue contundente y se argumentó que si se aceptaba esta postura de la Defensa, cualquier infiltración en una organización, u otro hecho ilícito que cometiera un agente de esta división, no podría investigarse dado que al hacerse la denuncia, se pediría la anulación de la causa. Incluso, la propia Ministra de Seguridad de entonces, Nilda Garré, había solicitado un sumario sobre el caso de Balbuena porque era una posibilidad que estuvieran haciendo inteligencia encubierta mediante su tarea periodística.

Los argumentos y testimonios de la Defensa

En la primera audiencia Balbuena y Ustares se negaron a declarar, alegando que lo harían en otro momento. Fue Oscar Alejandro Sánchez quien, en una defensa confusa, comenzó su declaración.

Sanchez se identificó como ex policía federal y actual profesor universitario. Durante su indagatoria explicó que el trabajo que se hacía en la “División de Análisis” era únicamente a petición de terceros y que consistía en tomar contacto con los actores involucrados, siempre y cuando estos estuvieran dispuestos a hacerlo. Continuó diciendo que detrás de cada contacto hay una historia. Durante su testimonio describió la división en la que trabajaba como un sector encargado de resolver conflictos, y citó como ejemplos de infiltración a marchas sindicales y estudiantiles, como las organizadas por Hugo Moyano y las elecciones de rector en la FUBA.

En la tercera audiencia, Balbuena declaró durante aproximadamente 20 minutos, sin permitirse preguntas. Adolfo Ustares también confirmó su declaración original ante el tribunal.

Oscar Alejandro Sánchez pidió ampliar su declaración para remarcar que las funciones de Cuerpo de Inteligencia fueron sufriendo una transformación a partir de 1983. Lo hizo para refutar la realizada el día anterior por Marcelo Saín que habló sobre dos decretos de la década del 50 y 60 que dieron origen al cuerpo al que pertenecieron los acusados.

Asimismo no pudo indicar, a pedido de la Querella, cuáles eran las funciones exactas que cumplía Balbuena. Sólo mencionó algún ejemplo puntual y que realizaba tareas internas, en la parte administrativa disciplinaria, y no tenía personal a cargo dado que el acusado “no era justamente James Bond”. Manifestó además que no conocían que ejercía una tarea periodística en la agencia Walsh.

Balbuena: experto en pasantías no rentadas, listo para incluirlas en su currículum a futuro

Durante su declaración, Balbuena realizó una aclaración sobre la expresión “hobby”. Según sus palabras: “quiero aclarar referente a la declaración que hice en su momento; quise expresar un hobby, una actividad que yo realizaba como ejercicio de una carrera que yo cursé y era como una pasantía no rentada”. El acusado insistía en que estaba tratando de generar un currículum y por esa razón firmaba las notas periodísticas.

Además, Balbuena también habló sobre su título de Jefe de Sección, diciendo que en su caso era algo formal en cuanto a lo administrativo, pero que no desempeñaba las funciones de jefe de sección en la práctica.

El espía también desmintió las declaraciones de los testigos, argumentando que él nunca visitaba la casa de nadie y siempre asistía a lugares públicos. Manifestó que no tuvo ninguna relación con los testigos de la Defensa y que solo era un trato cordial al igual que cualquier periodista. Según su testimonio, siempre se movía en espacios abiertos y de hecho no tenía interés ni entendía temas de política; dijo: “Yo no me metía en lo político, hacía la nota y terminaba ahí”. Es llamativo cómo Balbuena pasó más de 10 años sin interés en los temas que cubría periodísticamente.

Por otra parte, la Defensa argumentó que el caso ya lleva 10 años (comenzó en el 2013 cuando Balbuena fue descubierto) y la pena máxima por este delito es de 2 años, por lo cual solicitaba una consideración por ello. Por el contrario, Liliana Mazea, abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos alegó que este delito era imprescriptible porque era cometido por funcionarios y violaba los derechos humanos, citando el caso Bulacio como ejemplo.

Testigos de la causa

Durante el juicio, la testigo Diana Kordon, médica psiquiatra y psicoanalista, recordó que conoció a Balbuena a través de su participación en el encuentro de Memoria, Verdad y Justicia, donde convergen diversas organizaciones. Destacó que lo que más le llamó la atención fue su gran cumplimiento y responsabilidad en el desarrollo de las actividades. Diana mencionó que el espía solía llamarla temprano en la mañana para confirmar la organización de las actividades del día.

En la última audiencia del juicio, la Defensa presentó como testigo a Roberto Daniel Zagame, presidente de la Cámara de Transporte Escolar de la Provincia de Buenos Aires. Durante su testimonio, Zagame se refirió a su vínculo con Alejandro Sánchez y recordó que se relacionaba con la “División de Análisis” a través de la jefatura; que para cada movilización debían dar un aviso previo mediante una nota, para luego ser contactados.

Durante su testimonio, el perito Matías Castellani hizo referencia al trabajo en equipo que se llevó a cabo para elaborar el informe pericial en cuestión. Según Castellani, el informe constaba de 11 puntos de pericia muy específicos que debían ser abordados con rigurosidad. En su declaración, el perito señaló que el elemento número 1 no se podía leer y que el punto número 11 tenía una gran cantidad de elementos borrados, lo que llamó la atención del equipo.

En su testimonio, Javier Echavarría, quien formó parte de la División de Análisis, fue interrogado sobre los horarios discontinuos de los agentes y cómo estos se relacionaban con las necesidades de la dependencia.

Además fueron testigos de la causa Gabriel Solano, Oscar Castelnovo, María del Carmen Verdú, Carlos “Sueco” Lordkipanidse y Claudio Dellecarbonara.

Se esperan los alegatos de la Querella, la Fiscalía y los defensores, el próximo miércoles a las 14 hs.


Fuente: https://redeco.com.ar/nacional/ddhh/38312

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