Esperando el fin del mundo

Estábamos esperando el fin del mundo
Esperando el fin del mundo, esperando el fin del mundo
Querido Señor, sinceramente espero que vengas
Porque Tú realmente empezaste algo

Elvis Costello, Esperando el fin del mundo, 1977

Xi Jinping y Vladimir Putin en la visita del mandatario chino a Rusia el 21 de marzo de 2023.

Por Pepe Escobar.

No podemos ni empezar a vislumbrar los incesantes efectos dominó derivados del terremoto geopolítico de 2023 que sacudió el mundo: Putin y Xi, en Moscú, señalando de facto el principio del fin de la Pax Americana.

Este ha sido el anatema definitivo para las rarificadas élites hegemónicas anglo-estadounidenses durante más de un siglo: una asociación estratégica integral de dos competidores homólogos, firmada, sellada, entrelazando una enorme base industrial con una preeminencia en el suministro de recursos naturales – con el valor agregado del armamento ruso de última generación y su cuerpo diplomático.

Desde el punto de vista de estas élites, cuyo Plan A siempre fue una versión degradada del “Divide y Vencerás” del Imperio Romano, esto nunca debió ocurrir. De hecho, cegados por la arrogancia, nunca lo vieron venir. Históricamente, esto ni siquiera se puede calificar como un remix del Torneo de Sombras (1); es más bien un Imperio vergonzosamente eclipsado, “echando espuma por la boca” (copyright María Zakharova) (2).

Xi y Putin, con un movimiento Sun Tzu, inmovilizaron al Orientalismo, al Eurocentrismo, al Excepcionalismo y, por último pero no menos importante, al Neocolonialismo. No es de extrañar que el Sur Global se sintiera fascinado por lo que ocurrió en Moscú.

Para colmo de males, tenemos a China, la mayor economía del mundo con diferencia si se mide por la Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) (3), así como el mayor exportador. Y tenemos a Rusia, una economía que por PPA es equivalente o incluso mayor que la alemana -con las ventajas añadidas de ser el mayor exportador de energía del mundo y no verse obligada a desindustrializarse.

Juntos, en sintonía, se centran en crear las condiciones necesarias para superar al dólar estadounidense.

Una de las frases cruciales del Presidente Putin: “Estamos a favor de utilizar el yuan chino para los acuerdos entre Rusia y los países de Asia, África y América Latina”.

Una consecuencia clave de esta alianza geopolítica y geoeconómica, cuidadosamente diseñada a lo largo de los últimos años, ya está en juego: la aparición de una posible tríada en términos de relaciones comerciales globales y, en muchos aspectos, una Guerra Comercial Global.

Eurasia está siendo liderada -y en gran medida organizada- por la alianza Rusia-China. China también desempeñará un papel clave en el Sur Global, pero India también puede llegar a ser bastante influyente, aglutinando lo que sería un Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) con esteroides. Y luego está la antigua “nación indispensable” gobernando sobre los vasallos de la Unión Europea y la Anglosfera reunida en los Cinco Ojos (4).

Lo que realmente quieren los chinos

El Hegemón, bajo su autoconcebido “orden internacional basado en reglas”, esencialmente nunca hizo diplomacia. Divide y Vencerás, por definición, excluye la diplomacia. Ahora su versión de la “diplomacia” ha degenerado aún más en burdos insultos por parte de una serie de funcionarios de los Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido con dificultades intelectuales y francamente imbéciles.

No es de extrañar que un verdadero caballero, el ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov, se haya visto obligado a admitir: “Rusia ya no es un socio de la UE… La Unión Europea ‘perdió’ a Rusia. Pero la culpa es de la propia Unión. Al fin y al cabo, los Estados miembros de la UE… declaran abiertamente que Rusia debe sufrir una derrota estratégica. Por eso consideramos a la UE una organización enemiga”.

Y sin embargo, el nuevo concepto de política exterior rusa, anunciado por Putin el 31 de marzo, lo deja bastante claro: Rusia no se considera “enemiga de Occidente” y no busca el aislamiento.

El problema es que prácticamente no hay ningún adulto con el que hablar al otro lado, más bien un puñado de hienas. Eso ha llevado a Lavrov a subrayar una vez más que se pueden utilizar medidas “simétricas y asimétricas” contra quienes participen en acciones “hostiles” contra Moscú.

Cuando se trata de Excepcionalistán, eso es evidente: Moscú designa a Estados Unidos como el principal instigador antirruso, y la política colectiva general de Occidente se describe como “un nuevo tipo de Guerra Híbrida”.

Sin embargo, lo que realmente le importa a Moscú son los aspectos positivos más adelante en el camino: integración sin pausa de Eurasia; lazos más estrechos con los “centros globales amigos” China e India; mayor ayuda a África; más cooperación estratégica con América Latina y el Caribe, las tierras del Islam -Turquía, Irán, Arabia Saudí, Siria, Egipto- y la ASEAN (5).

Y eso nos lleva a algo esencial que fue -como era de esperar- ignorado en masa por los medios de comunicación occidentales: el Foro de Boao para Asia, que se celebró casi simultáneamente con el anuncio del nuevo concepto de política exterior de Rusia.

El Foro de Boao, iniciado a principios de 2001, todavía en la era anterior al 11-S, se ha inspirado en Davos, pero es Top China hasta la médula, ya que la secretaría tiene su sede en Pekín. Boao está en la provincia de Hainan, una de las islas del golfo de Tonkín y hoy paraíso turístico.

Una de las sesiones clave del foro de este año fue la dedicada al desarrollo y la seguridad, presidida por el ex Secretario General de la ONU Ban Ki-moon, actual presidente de Boao.

Hubo muchas referencias a la Iniciativa de Desarrollo Global de Xi, así como a la Iniciativa de Seguridad Global, que por cierto se lanzó en Boao en 2022.

El problema es que estas dos iniciativas están directamente vinculadas al concepto de paz y seguridad de la ONU y a la extremadamente dudosa Agenda 2030 sobre “desarrollo sostenible”, que no trata exactamente de desarrollo y mucho menos de “sostenible”: es un invento supercorporativo de Davos. La ONU, por su parte, es básicamente rehén de los caprichos de Washington. Pekín, de momento, le sigue el juego.

El primer ministro Li Qiang fue más concreto. Haciendo hincapié en el concepto registrado de “comunidad de futuro compartido para la humanidad” como base para la paz y el desarrollo, vinculó la coexistencia pacífica con el “Espíritu de Bandung” -en continuidad directa con el surgimiento del Movimiento de Países No Alineados (MPNA o MNOAL) (6) en 1955: esa debería ser la “Vía Asiática” de respeto mutuo y construcción de consenso, en oposición al “uso indiscriminado de sanciones unilaterales y jurisdicción de largo alcance”, y en rechazo a “una nueva Guerra Fría”.

Y eso llevó a Li Qiang a hacer hincapié en el impulso chino para profundizar en el Alianza Integradora Económica Regional (RCEP) de Asia Oriental (7), y avanzar también en las negociaciones sobre el acuerdo de libre comercio entre China y la ASEAN. Y todo ello integrado con la nueva expansión de la Iniciativa de La Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative, BRI) (8), en contraposición al proteccionismo comercial.

Así que para los chinos lo importante, entrelazado con los negocios, son las interacciones culturales; la inclusividad; la confianza mutua; y un severo rechazo al “choque de civilizaciones” y a la confrontación ideológica.

Por mucho que Moscú suscriba fácilmente todo lo anterior -y de hecho lo practique con sutileza diplomática-, Washington está aterrorizado por lo convincente que es esta narrativa china para todo el Sur Global. Al fin y al cabo, la única oferta de Excepcionalistán en el mercado de las ideas es la dominación unilateral; Divide y Vencerás; y “estás con nosotros o contra nosotros”. Y en este último caso serás sancionado, acosado, bombardeado y/o cambiado-de-régimen.

¿Otra vez 1848?

Mientras tanto, en los territorios vasallos, surge la posibilidad de un renacimiento de 1848, cuando una gran oleada revolucionaria azotó toda Europa.

En 1848 se trataba de revoluciones liberales; hoy tenemos revoluciones esencialmente populares antiliberales (y antibelicistas), desde campesinos en Holanda y Bélgica hasta populistas no reconstruidos en Italia y populistas de izquierda y derecha combinados en Francia.

Quizá sea demasiado pronto para considerar que estamos ante una Primavera Europea. Pero lo que es seguro en varias latitudes es que los ciudadanos europeos medios se sienten cada vez más inclinados a librarse del yugo de la Tecnocracia Neoliberal y su dictadura del capital y la vigilancia. Por no hablar del belicismo de la OTAN.

Como prácticamente todos los medios de comunicación europeos están controlados por tecnócratas, la gente no verá este debate en los medios de comunicación. Sin embargo, hay una sensación en el aire de que esto puede estar anunciando el fin de una dinastía al estilo chino.

En el calendario chino siempre es así: su reloj histórico-social siempre funciona con periodos de entre 200 y 400 años por dinastía.

Hay indicios de que Europa puede estar asistiendo a un renacimiento. El período de agitación será largo y arduo -debido a las hordas de anarco-liberales que son idiotas tan útiles para las oligarquías occidentales- o todo podría llegar a un punto crítico en un solo día. El objetivo está muy claro: la muerte de la Tecnocracia Neoliberal.

Así es como el punto de vista Xi-Putin podría abrirse paso en el Occidente colectivo: mostrar que esta falsa “modernidad” (que incorpora la rabiosa cultura de la cancelación) es esencialmente vacía en comparación con los valores culturales tradicionales y profundamente arraigados, ya sea el confucianismo, el taoísmo o la ortodoxia oriental. Los conceptos chino y ruso de civilización-estado son mucho más atractivos de lo que parecen.

Bueno, la revolución (cultural) no será televisada; pero puede que ejerza sus encantos a través de innumerables canales de Telegram. Francia, enamorada con la rebelión a lo largo de su historia, podría saltar a la vanguardia… de nuevo.

Sin embargo, nada cambiará si no se subvierte el casino financiero mundial. Rusia dio una lección al mundo: se estaba preparando, en silencio, para una Guerra Total a largo plazo. Tanto es así que su contragolpe calibrado puso patas arriba la Guerra Financiera, desestabilizando por completo el casino. China, mientras tanto, se está reequilibrando, y está en camino de estar también preparada para la Guerra Total, híbrida y de otro tipo.

El inestimable Michael Hudson, que acaba de publicar su último libro, El Colapso de la Antigüedad, donde analiza hábilmente el papel de la deuda en Grecia y Roma, las raíces de la civilización occidental, explica sucintamente el estado actual del juego:

“Estados Unidos ha hecho una revolución de color en la cúpula, en Alemania, Holanda, Inglaterra y Francia, esencialmente, donde la política exterior de Europa no está representando sus propios intereses económicos (…) Estados Unidos simplemente dijo: – Estamos comprometidos a apoyar una guerra de (lo que ellos llaman) democracia (con lo que quieren decir oligarquía, incluyendo el nazismo de Ucrania) contra la autocracia (…) Autocracia es cualquier país lo suficientemente fuerte como para impedir la aparición de una oligarquía acreedora, como China ha impedido la oligarquía acreedora.”

Así que la “oligarquía acreedora”, de hecho, puede explicarse como la intersección tóxica entre los sueños húmedos globalistas de control total y el militarizado Dominio de Espectro Completo.

La diferencia ahora es que Rusia y China están demostrando al Sur Global que lo que los estrategas estadounidenses tenían reservado para ellos -van a “congelarse en la oscuridad” si se desvían de lo que ordenamos- ya no es aplicable. La mayor parte del Sur Global está ahora en abierta revuelta geoeconómica.

El totalitarismo neoliberal globalista, por supuesto, no desaparecerá bajo una tormenta de arena. Al menos no todavía. Todavía hay una vorágine de toxicidad por delante: suspensión de los derechos constitucionales; propaganda orwelliana; escuadrones de sicarios; censura; cultura de la cancelación; conformismo ideológico; restricciones irracionales a la libertad de movimiento; odio e incluso persecución de los -eslavos- Untermenschen; segregación; criminalización de la disidencia; quema de libros, juicios espectáculo; órdenes falsarias de arresto por parte de la Corte Penal Internacional (CPI) canguro; terror al estilo ISIS.

Pero el vector más importante es que tanto China como Rusia, cada una con sus propias y complejas particularidades -y ambas desechadas por Occidente como inasimilables Otros- están invirtiendo mucho en la construcción de modelos económicos viables que no estén conectados, en varios niveles, al casino financiero occidental y/o a las redes de la cadena de suministro. Y eso es lo que está volviendo locos a los excepcionalistas, incluso más locos de lo que ya están.


Pepe Escobar es autor y analista geopolítico independiente de toda Eurasia. Su último libro es Raging Twenties (Nimble Books, 2021).  Este artículo fue publicado originalmente en la publicación de negocios rusa Vedomosti. Su original en inglés fue difundida por el autor en su canal de Telegram @rocknrollgeopolitics

Traducción por Indymedia Argentina.

Notas del traductor:

1. El Gran Juego o el Torneo de Sombras son expresiones utilizadas para describir la rivalidad entre el Imperio ruso y el Imperio británico en su lucha por el control de Asia Central y el Cáucaso durante el siglo XIX. Por el lado británico, la expresión el Gran Juego se le atribuye a Arthur Conolly, militar y oficial de inteligencia británico y popularizada por el escritor Rudyard Kipling, en su novela Kim, publicada en 1901. Torneo de Sombras es su equivalente del lado ruso.

2. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zakharova, escribió el 20 de marzo pasado en su canal de Telegram que los discursos del presidente ruso, Vladímir Putin, y del presidente chino, Xi Jinping, en las conversaciones de Moscú provocaron la ira, la envidia y los celos de los regímenes occidentales. Occidente “echaba espuma por la boca” al escuchar los discursos de apertura de los políticos, señaló Zakharova.

3. El concepto de Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) representa la cantidad en moneda de un país de referencia necesaria para adquirir una canasta de bienes y servicios equivalentes en ambas economías, por lo tanto, se trata de tasas que convierten a una moneda común e igualan su poder de compra (CEPAL).

4. Los Cinco Ojos​ (en inglés: Five Eyes), es una alianza de servicios de inteligencia que integran 5 países: Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos. Estos 5 países de lengua inglesa están obligados por el Acuerdo UKUSA multilateral, un tratado de cooperación conjunta en inteligencia.​​​

5. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) fue creada en 1967 y cuenta con 10 países miembros: Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam.

6. El Movimiento de Países No Alineados (MPNA o MNOAL) es el segundo organismo más grande del mundo, después de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Es un importante foro de concertación política conformado por 120 países miembros que tienen el objetivo de alzar la voz en nombre de los intereses y prioridades de naciones en vías de desarrollo de varios continentes. Su principal objetivo es establecer una alianza de Estados independientes e instaurar una corriente neutral y de no alineamiento con la política internacional de las grandes potencias (MPPRE Venezuela).

7. La Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) es un acuerdo de libre comercio para Asia y el Pacífico que entró en vigor el 1 de enero de 2022 creando el mayor bloque comercial del mundo por tamaño económico. Está formada por 15 países de Asia Oriental y el Pacífico con diferentes economías y etapas de desarrollo. Los miembros son Australia, Brunéi Darussalam, Camboya, China, Indonesia, Japón, la República de Corea, Laos, Malasia, Myanmar, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam. (UNCTAD)

8. La Iniciativa de la Franja y la Ruta, propuesta por China en 2013, es una estrategia de desarrollo de infraestructura global y cooperación internacional impulsada por la República Popular China lanzada en 2013. Hasta el 6 de enero de 2023, China había firmado más de 200 documentos de cooperación con 151 países -incluyendo a la Argentina- y 32 organizaciones internacionales para la construcción conjunta de la Franja y la Ruta. “Se ha convertido en una de las plataformas más prometedoras para la cooperación internacional, forjando un nuevo camino hacia la globalización inclusiva que produce beneficios compartidos”, define la Agencia de Noticias Xinhua.

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