“Incluso ahora que lo veo, lo reconozco”

El 7 de agosto de 2020, Aixa Bona, sobreviviente de la represión a la Contraofensiva de Montoneros, reconoció a través de la transmisión de La Retaguardia a una de las personas que la trasladó secuestrada desde Campo de Mayo hacia la Departamental de la Policía Federal en San Martín. Roberto Álvarez pasó entonces de testigo a imputado. Ayer se volvieron a ver cuando Bona dio testimonio y lo volvió a reconocer, pero ya no a través de la TV, sino apenas separada por un escritorio.

Foto: Gustavo Molfino.

Redacción: Camila Cataneo. Edición: Fernando Tebele.

Aquel día que declaró como testigo Roberto Álvarez y Aixa Bona lo reconoció cuando lo vio en la pantalla de TV, ya es parte de la historia de los juicios por crímenes de lesa humanidad. En ese momento, Bona aseguró que había sido una de las personas que la trasladó desde su secuestro en Campo de Mayo hasta la dependencia de la Federal en la que estuvo una semana sin comer y atada a una cama.

Pasaron tres años y ese reconocimiento se convirtió en un juicio. Este miércoles Aixa y su hermana Eloisa declararon frente a Roberto Álvarez. Durante una hora y media, Aixa relató cómo fue su secuestro, su cautiverio en Campo de Mayo y cuando fue trasladada a una cárcel. Su relato fue contundente y detallado. “Es la persona que me sacó de Campo de Mayo”, declaró Aixa al comienzo de la segunda audiencia.

La historia de Aixa y Gervasio

Gervasio Guadix Vigneau y Aixa Bona se conocieron en La Plata y estudiaban juntos. En 1976, un grupo de tareas fue a buscar a Gervasio a su casa y por ese motivo, pasó a la clandestinidad. Formaban parte del área de prensa de Montoneros. En 1977 se fueron a vivir a ciudad de Buenos Aires y trabajaron con la edición y distribución de la revista “Evita montonera”. Los compañeros/as querían que él saliera del país y él “Salió y volvió”, según comentó la sobreviviente. Luego tuvieron que exiliarse un tiempo en México. En 1979 nació su hija Dolores y retornaron al país en el marco de la Contraofensiva. Allí se encargaron de la impresión y distribución del libro “Montoneros, el camino de la liberación”.

Aixa recordó que el 25 de agosto de 1980 llegó un mensaje a su casa para que Gervasio se presentara a una cita al día siguiente en Gaona y Nazca, en el porteño barrio de Flores. “Mi compañero fue y no volvió”, aseguró. “Horas más tarde me fui. Cuando caminé a la esquina, sentí que corría gente detrás mío y un grupo bastante grande de personas vestidas de civil me inmovilizó. Muchas personas me quisieron defender pero en ese momento mis secuestradores me apretaron la garganta para que no hable más y me tiraron en el piso del auto. Cuando salimos de la zona pusieron la sirena”, dijo Bona durante la audiencia.

Nunca comí

“Llegamos a un lugar que después supe que era Campo de Mayo, los mismos captores me llevaron a un lugar encapuchada”, comentó Aixa sobre sus primeras horas en cautiverio. “En el camino me patearon,y me sacaron los objetos de valor que tenía. Nunca comí, esta gente me vigilaba. Para mi eran los mismos que me habían llevado”.

La querellante continuó su relato haciendo referencia al momento en que escribió una carta en la que decía que estaba secuestrada y que pedía a su familia que hiciera un habeas corpus. En ese entonces, el represor Eduardo Stigliano la leyó enojado y preguntó gritando quién había escrito esa carta.

“A la noche me dijeron que me iba”, contó Aixa y relató lo que sucedió ese día: “Cuando me sacan, me llevan al fondo. Pensé en correr porque creía que me iban a torturar en otros centros clandestinos. Me sentaron en el auto y logré ver que era de noche. Después de un rato de escuchar voces, una persona se subió al asiento de acompañante en el auto. Era Álvarez, me dijo que estaba detenida y que habían sido las Fuerzas Conjuntas. A mitad de camino le voy a sacar la capucha y la vamos a legalizar”, dijo Aixa que le manifestó Álvarez esa noche. La sobreviviente contó que Alvarez estaba interesado en hablar y le había preguntado “qué pensaba sobre la situación política”, y hacía referencia a “ustedes y nosotros”. “No recuerdo de qué más hablamos porque pensaba en mi hija”, manifestó y siguió: “yo seguía pensando que me iba a llevar a otro centro, no conocía a nadie que salga vivo de ahí. Ahí lo vi a Alvarez, miré su cara todo el tiempo y me quedó registrada”. Aixa recordó que le preguntó por su compañero y él le respondió que “estaba colgado” y cambió de tema. Aixa pensó que se refería a algún tipo de tortura, pero tiempo después entendió que se refería a que su destino entre la muerte o la supervivencia no estaba definido por los genocidasHabeas corpus

Al enterarse que habían secuestrado a su hermana y a su cuñado, Eloisa, la hermana de Aixa, viajó a Buenos Aires para presentar junto a su padre un habeas corpus. Al comienzo fueron a Tribunales y como era fin de semana no los recibieron y le dijeron que vaya a un juzgado. Entre las instituciones se pasaban la pelota y no les daban respuesta. Al tiempo ese habeas corpus fue aprobado. Luego recibieron un llamado de una comisaría de Lugano para que vayan a buscar a la hija de Aixa y Gervasio. Era de noche y el hermano de Aixa fue a buscar a la pequeña Dolores Guadix.

Su traslado

Aixa fue trasladada desde Campo de Mayo hacia la Departamental de la Policía Federal en San Martín por el acusado de este juicio. “Estuve una semana en una comisaría. Como se me salían las esposas de las manos, me engrillaron los pies al catre. No podía moverme de la habitación. A mi no me daban de comer, mi familia no sabía dónde estaban”, denunció en la audiencia y expresó: “Los presos comunes eran muy buenos. Me preguntaban cómo estaba y si necesitaba algo a través de una biblia”.

Un día una policía mujer se acercó a Aixa y le comentó que afuera estaba su familia y que tenían a su hija. “Eso me dio mucho alivio”, expresó, y recordó que le dijo a la oficial: “Le avise que le den mamadera antes de dormir, que la lleven al medico y que busquen a su peluche mono que se perdió”. En la audiencia comentó que así le decían a Gervasio y que esperaba que su hermana entendiera el mensaje. Tiempo más tarde se enteró de que Álvarez había entendido el mensaje y se había enojado mucho. Al momento de declarar su hermana Eloisa, corroboró esta situación y manifestó que “Álvarez decía que comía bien y después me enteré por mi hermana que no comía nunca, salvo lo que le daban los presos comunes”.

https://laretaguardia.com.ar/2019/11/cronicas-del-juicio-dia-26-esa-sed.html

Te reconocí

Cuando estaba por terminar su testimonio, Aixa detalló: “Cuando vi que declaraba, lo reconocí, puede haber pasado el tiempo pero tenía la misma cara y la misma voz. Me hizo acordar al viaje en el auto”. Esto mismo sucedió más tarde con Eloisa, quien declaró que “cuando salió en el otro juicio lo vi en detalle y era el mismo señor que nos había atendido”. Ambas lo reconocieron observando la transmisión de La Retaguardia.

Finalmente Eloisa comentó que el primer día que logró ver a su hermana Aixa “estaba muy flaca y demacrada, pero estaba entera”, y que casi no hablaba del tema porque estaba muy preocupada por que aparezca su compañero. Gervasio Martín Guadix permaneció en cautiverio hasta diciembre de 1980 cuando las fuerzas represivas montaron un suicidio fraguado en Paso de los Libres (Corrientes), para blanquear su asesinato. Aixa aseguró que su hija Dolores “se pasó más de la mitad de su vida buscando la verdad”.

Al cierre del testimonio, Aixa dialogó con La Retaguardia y se mostró satisfecha por lo que acababa de suceder. “Yo siempre voy a estar agradecida a La Retaguardia porque gracias a ustedes, no solo yo pude reconocer a Álvarez, sino por lo que significó para la difusión de los juicios que ustedes empezaran a transmitir”, cerró.


Fuente: https://laretaguardia.com.ar/2023/04/incluso-ahora-que-lo-veo-lo-reconozco.html

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