Semana del parto respetado: ¿qué es la violencia obstétrica?

La secretaria ejecutiva de la Asociación de Obstétricas de la Ciudad de Buenos Aires, Paola Miño, pasó por el programa radial “Oíd Mortales” y habló sobre la semana del parto respetado y las dificultades de la violencia obstétrica.

Foto: Diario NCO.

Entrevista: Cristina Varela/Luis Angió. Redacción: Gabriela Suárez López. Edición: Pedro Ramírez Otero.

La semana mundial del parto respetado se conmemora este año del 14 al 20 de mayo con distintas actividades y movilizaciones en todo el país bajo el lema “Salud es parir sin violencia”. En Argentina, la salud de las personas gestantes se protege a través de varias leyes, en el caso del embarazo y el parto la ley es la 25.929 que contiene todos los preceptos y regulaciones para que se respete el parto tal como las personas desean que sea, se brinde información basada en la ciencia y el personal médico detalle las acciones que llevará adelante durante el parto. Se trata de respetar la dignidad y el deseo de la persona que se encuentra a punto de parir y acompañarla amorosamente. Al respecto, la licenciada en obstetricia Paola Miño detalló: “Por lo general me preguntan qué es el parto respetado. ¿Es una modalidad? ¿Es una moda? ¿Es parir sin ningún tipo de intervención? Yo creo que tenemos que arrancar por definir qué es lo que creemos que es el respeto. Y cuando hablamos de violencia obstétrica también me preguntan qué es. ¿Colocar un suero es violento? ¿Realizar una cesárea es violento? Entonces tenemos que repensar qué son esas palabras y también la palabra salud. ¿Qué significa salud? Son términos amplios. La salud, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), sabemos que es el bienestar físico, mental y social. No es solamente el bienestar físico. Lo que nos pasa por la cabeza y lo que nos pasa por el corazón también es sumamente importante para estar saludable”.

La base para tener un “parto respetado”, como su nombre lo indica, es el respeto. Y la referencia es al respeto particular para esa persona gestante. “Respeto es actuar pensando en los demás, tratando de actuar positivamente sobre el otro. Preocuparse por ese impacto que uno le puede llegar a generar al otro. Y siendo siempre inclusivos, aceptando las diferencias porque son estas diferencias las que nos enriquecen. Yo creo que eso es el respeto. Es saber que el otro es diferente a mí, lo acepto, y no es que porque el otro sea diferente yo soy mejor, sino que nos aceptamos mutuamente”, aclaró Miño.

La violencia obstétrica es una de las tantas violencias contra las mujeres y personas gestantes, y se evidencia como tratos deshumanizados y exceso de intervención médica sobre las decisiones y los cuerpos de quienes están por dar a luz. Y aquí se cruzan variables que colaboran con la naturalización e invisibilización de este tipo de violencia. Por un lado, porque cuando una persona gestante se atiende en el marco de una clínica, sanatorio u hospital, su situación se encuentra ya institucionalizada con los protocolos de cada espacio sanitario. Y con el poder que esos marcos otorgan. Por otro lado, porque en la relación médico/a–paciente subyace una relación de poder que debe ser revisada donde el conocimiento se encuentra del lado de los y las profesionales de la salud. Esta situación debe ser observada al mejor estilo freiriano sabiendo que el saber se construye y que nadie conoce más su cuerpo que las y los propios pacientes. Por último, porque en la atención de un parto existe una doble dimensión de la práctica médica: la técnica y la moral, y que en esta última hay muchísimas variables socioculturales e históricas que indefectiblemente van modificando el hacer.

Paola Miño se refirió a la relación médico/a-paciente a la hora del parto y subrayó: “Tenemos que replantearnos la palabra violencia. Violencia no es solamente un sopapo. Existen muchos tipos de violencia y una buena definición de violencia es el uso de la fuerza que podría ser un golpe pero también es el uso y el abuso del poder. Cuando hablamos de la semana del parto respetado, es poder entablar una relación con una mujer, una persona gestante, con toda su familia, poder explicarles situaciones en las cuales están viviendo en este momento. Puede ser un trabajo de parto completamente espontáneo o puede ser que necesite una inducción. Explicarle todas las posibilidades que existen, siempre avalada con evidencia científica actualizada, no sesgada, o sea, no diciéndole lo que yo quiero que elija, sino explicándole, dándole todas las posibilidades. Pero repreguntándole a ver qué es lo que entendió y una vez que ese otro toma una decisión yo debo aceptarla. Por más que no sea la que a mí me guste. Yo creo que ahí se basa el respeto. Ese es el verdadero parto respetado”.

La atención prenatal es una oportunidad única y breve de las personas gestantes para recibir información con base científica, atención y apoyo continuo. Todo esto se enmarca en una cultura del cuidado y el soporte amoroso a quien está atravesando esta experiencia teniendo en cuenta que es también necesario abordar las desigualdades en materia de salud.

La cifra estadística sobre las cesáreas señalada como polémica por la OMS y que crece cada año. La patologización de los procesos naturales del cuerpo, la medicalización durante la situación de embarazo, entre otras, son algunas de las acciones que cuando el personal de la salud las ejerce sobre el cuerpo y los procesos reproductivos sin consentimiento de la persona gestante se denominan violencia obstétrica. Al respecto, la obstetra aclaró: “Está buenísimo respetar los tiempos fisiológicos del parto, creo que son supremos porque no existe evidencia científica que diga lo contrario. Pero en el momento en el que se necesite una intervención, creo que es muy oportuna y es muy importante el consentimiento y ahí entra lo que es el respeto. Y eso es evitar caer en la violencia. Si estamos en situaciones de poder todas las personas que estamos del lado de salud, no tenemos que caer en esto, en ejercer, amenazar y caer en esto que es la violencia obstétrica, simplemente con esto: respetando al otro y sus decisiones”.

Los cambios para lograr que se cumpla la ley, que se regule la actividad y que se logre el parto respetado son procesos lentos, que están imbricados en la historia de la humanidad. En este camino, hay una cuestión fundamental que es la formación de los y las profesionales y los cambios socioculturales que van modificando el trayecto: “Es un constante aprendizaje. Yo siempre lo aclaro, yo soy una violenta en recuperación. Todos los días desaprendo a ser violenta porque yo vengo de un sistema formativo que es violento, del cual no reniego para nada porque creo que todas las personas que estuvieron en mi camino fueron maestros que me llevan adonde estoy hoy.” Miño sostuvo que no reniega de cómo era antes porque era otra parte de la historia y ella en este momento se encuentra en una etapa bisagra donde existen otras posibilidades para la acción.

El lema “mi cuerpo, mi decisión” atravesó todas las paredes existenciales y abrió una puerta donde la autonomía de cada persona sobre sí misma es una bandera que flamea alto luego de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Si bien parecen dos caras de la misma moneda, la referencia es al mismo cuerpo que decide cosas distintas. “Esto de decir que estamos en una situación rápida y tengo que decidir por el otro, son excusas que nos ponemos. El otro puede decidir todo el tiempo. Y si yo le explico bien, lo más probable es que termine decidiendo por su salud”, dijo la obstetra. Como todo lo que atraviesa las vivencias corporales hay pequeños gestos que pueden modificar la acción y hacer del parto una experiencia sensorial distinta y placentera: “Hay cambios súper chiquitos que podemos hacer que son factibles y que cambian la vivencia de la situación de parto. Porque no siempre termina en un parto la historia y eso no quiere decir que se haya irrespetado nada. Es necesario brindar toda la información posible y detallada y también saber qué desea esa persona que viene a parir: ‘¿Querés que arranquemos ahora? ¿Querés que en vez de a las 8 de la mañana arranquemos después de desayunar, a las 9 o a las 10? ¿Querés un té? ¿Querés que te haga un masaje? ¿Querés alguna música en particular? ¿Te gusta algún aroma? ¿Querés que hagamos esto? ¿Querés que charlemos o que me quede callada?’. Son cosas tontas pero que ayudan un montón al vivenciar la situación porque tenemos que pensar que nosotros somos seres que tenemos muchos sentidos, entonces tratar de hacer todo más llevadero, alimentando los otros sentidos. El sentido del tacto, el calor humano, un abrazo, eso ayuda un montón y después se vivencia diferente”,  explicó Miño.

Además, se refirió a la diferencia entre médicos o médicas y licenciadas en obstetricia: “las licenciadas obstétricas, antes llamadas parteras, tenemos algo muy particular porque en muy poco tiempo tenemos que generar una relación muy íntima con una persona. Esto no pasa en cualquier trabajo. Yo en una hora que conozco a la mujer tengo que conocer sus genitales, eso es un montón. Conozco a su familia, recibo al nuevo miembro de su familia, la acompaño. Entonces, creo que las licenciadas obstétricas tenemos ese qué sé yo, que somos parte de la familia al toque. No sé cómo explicarlo. Me han dicho ese piropo. Una vez un papá me dijo ‘¿esto lo estudian ustedes? ¿Esto de ser familia?’ No. Esto no se cursa, esto es natural, nos sale. Y todas van a sentirse bien recibidas”.


Fuente: https://laretaguardia.com.ar/2023/05/semana-del-parto-respetado-que-es-la-violencia-obstetrica.html

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