Frenar el ajuste y construir una alternativa anticapitalista

El tutelaje del FMI y el ajuste profundizan la crisis, que se enmarca en un escenario global convulsionado por las disputas imperialistas. La contienda electoral se desenvuelve sin poner en cuestión una deuda externa impagable. La necesidad de ir contra un sistema y un régimen en descomposición.

Nuestro país atraviesa una muy grave crisis económica, social y del régimen político, que se desarrolla en el marco de una profundización de la crisis a nivel internacional, con la consecuente disputa geopolítica e inter-imperialista por los territorios, los mercados y los recursos naturales. En ese contexto, el imperialismo norteamericano busca garantizar su presencia en la región.  El pasado abril, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, estuvo en Argentina para acordar con el Ministerio de Defensa la cooperación en las operaciones internacionales del “mantenimiento de la paz y la protección estratégica de los recursos naturales de la región en medio del avance de los gobiernos de China y Rusia en acuerdos e inversiones en América Latina”, y reiteró la intención de intervención de su país para incidir en el manejo de los «recursos naturales» explicitando su interés en el litio, los hidrocarburos y el agua de América Latina.

La disputa de Estados Unidos con China se expresa localmente y es parte intrínseca del capitalismo dependiente que caracteriza a los países latinoamericanos: la dominación no se ejerce sólo a través de la presencia de los monopo­lios y del capital financiero extranjero y sus repre­sentantes internos, sino que se ejerce a través de la subordinación, o asociación subordinada, de las clases dominantes locales. Así, la ri­validad entre los grandes estados imperialistas, se traduce en la existencia de las diversas fracciones en las clases dominantes locales que pugnan dentro del bloque domi­nante y del estado, por el control y la hegemonía en el poder.

Pero entre estos bloques no hay grieta en lo referido al extractivismo que consolida la dependencia y el saqueo. Los acuerdos de Macri con las petroleras Halliburton, Exxon Mobil y Chevron y del agronegocio Monsanto y Cargill fueron la continuidad de las alianzas del kirchnerismo con Monsanto, Barrick Gold y Chevron.  Alberto Fernández nombró como jefe de asesores al gerente general de Syngenta y el Poder Judicial habilitó la exploración petrolera en el mar en beneficio de las empresas YPF, Equinor (de Noruega) y Shell (de Países Bajos). El ministro del Interior, Wado de Pedro firmó acuerdos con la empresa israelí Mekorot (condenada por la ONU por privar del agua al pueblo palestino en Gaza, Cisjordania y Jerusalén) para que administre el agua en cinco provincias: Río Negro, Catamarca, Mendoza, San Juan y La Rioja. Así, los gobiernos nacionales y provinciales entregan nuestros territorios según las demandas de los imperios y sus corporaciones.

El evento convocado por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham) formó parte de la estrategia de Estados Unidos para afirmar su hegemonía y constituyó un claro mensaje hacia quienes disputan la interna política.

Allí, toda la plana de candidatos y representantes del poder participaron activamente. El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti sostuvo que “la base del programa económico de la Constitución es el capitalismo, que significa tres cosas: respeto a la propiedad privada, a la iniciativa de los particulares y competencia» dejando claro su alineamiento con el imperialismo yanqui. También estuvieron Scioli, Massa, Patricia Bullrich que prometió “liberalizar la economía, terminar con los sindicatos y el kirchnerismo”; y Rodríguez Larreta quien expuso el programa económico que ya había presentado ante los empresarios de la Asociación Empresaria Argentina (AEA): plan de estabilización económico y reformas estructurales en lo previsional y laboral.

Cristina, el “renunciamiento” y la crisis política

La crisis del régimen político se profundiza y la resolución de la Corte Suprema de suspender las elecciones en dos provincias expresa esa crisis de la partidocracia y de todo el sistema de representatividad.

El pretendido gobierno nacional y popular no ha convocado a las masas a movilizarse, ni siquiera cuando desde los grupos más concentrados promovieron el intento de magnicidio. Por ello no pueden, tampoco ahora, esgrimir un proyecto político que resuelva los problemas de fondo de la población trabajadora, porque están encorsetados en los márgenes del sistema capitalista, donde no hay salida para nuestro pueblo y defendiendo una “democracia” que realmente no lo es.

El actual gobierno se sostiene sobre la base del apoyo de las burocracias sindicales, tanto de la CGT como de los movimientos sociales, pero la aceleración de la inflación y las corridas cambiarias lo ponen cada vez más en jaque. Si bien una parte del empresariado promueve la desestabilización, el miedo de lo más lúcido de esa clase dominante a una posible rebelión popular por el incremento de la pobreza y el hambre, se expresa en su inclinación por apoyar a los candidatos menos extremos (por ello comienzan también a desinflar a Milei, que con ideas explícitamente cercanas al fascismo canaliza de manera preocupante la bronca general de una parte de la juventud) y a promover la superación de “la grieta”, tal como lo planteara el embajador yanqui, Mark Stanley.

El “renunciamiento” que Cristina plasmó en una carta pública este 16 de mayo, luego del operativo clamor, fue fiel a ese planteo y le permitirá además no tomar el timón de un gobierno que desencadenará muy probablemente un escenario de conflictividad social más álgido. El apoyo que aún tiene de una parte de los sectores populares se sostiene en la memoria del ciclo kirchnerista 2003-2015 del que Cristina hace un uso confuso y posicionándose como quien desafía e interpela al poder económico, aunque esto no tenga un correlato con la realidad.

Desde el Ministerio de Economía buscan capear la crisis y cumplir con las metas del FMI, que generan recesión y un brutal ajuste, pero las medidas anunciadas luego de que el Indec informara la inflación de abril (8,4%) no son garantía para evitar una nueva corrida cambiaria y desacelerar la suba de precios. Además, lejos están de contener las demandas de los sectores de trabajadores desocupadxs, precarizadxs y pobres que están impulsando cada vez más manifestaciones callejeras. Tanto los movimientos sociales afines al gobierno como los sectores de la Unidad Piquetera están saliendo a las calles y la CGT está reclamando un bono de suma fija para paliar la inflación.

La feroz disputa electoral se viene expresando al interior de cada una de las coaliciones. El partido de gobierno promoverá probablemente (con la venia de Cristina) a Massa como alternativa, el hombre de la embajada yanqui que promueve, al igual que Juntos por el Cambio, la reforma laboral y jubilatoria, el extractivismo, el ajuste. Mientras el FdT intenta construir su continuidad nacional, en las elecciones de Salta, La Pampa y Tierra del Fuego, La Rioja, Neuquén, Río Negro, Jujuy y San Juan se impusieron los partidos gobernantes (con su variante en Neuquén que proviene de un desprendimiento del propio MPN). Sin embargo, en buena parte cayó la participación y en Tierra del Fuego el dato destacado fue el voto en blanco, que estuvo encima del 20%.

Nuestra perspectiva

Frente a esta debacle generalizada, urge construir una referencia alternativa con una estrategia que rompa con la inercia de responder sólo a la coyuntura y esté atada a la institucionalidad electoral. Esa referencia es imprescindible para abonar al desarrollo de una subjetividad anticapitalista y socialista, que pueda dar pelea en las calles y desde abajo y canalizar una posible rebelión popular hacia un camino que efectivamente dispute el poder y permita construir la lucha revolucionaria por el socialismo, único camino para la emancipación de nuestros pueblos.

Para que esto sea posible es imprescindible la incorporación de la juventud trabajadora, trans-feminista, ambientalista para que aporte a la creación de una perspectiva que no solo la contenga, sino que la estimule a organizarse desde las bases, en sus lugares de trabajo, vivienda y/o estudio, para luchar para la transformación de esta realidad que la oprime y anula su natural rebeldía. ✪

Venceremos

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