Informe 2021-2022 del Espacio Basta de Asesinatos Laborales: “No somos números”

El viernes pasado se presentó el cuarto informe sobre las muertes producidas por razones laborales. Desde el observatorio “Basta de Asesinatos Laborales” (BAL) se contabilizaron 5041 muertes en cinco años.

Cobertura Especial de Red Eco Alternativo.

Aparte de las cifras presentados en el informe 2021-2022 se visibiliza los casos de los/as compañeros/as que murieron en su trabajo.

Eva Puente, madre de David Ramallo mecánico de la línea 60 de colectivos fallecido tras la falla de un elevador de la empresa DOTA, al tomar la palabra resaltó la existencia de “muertes invisibles”. En su testimonio, Eva subrayó que estas tragedias pasan desapercibidas para la sociedad en general, siendo solo los familiares quienes realmente comprenden la magnitud de las mismas.

“Las muertes laborales son invisibles y solo los familiares son conscientes de ellas”…“Nosotros no sabíamos de todas esas muertes y a partir de ahí se fundó Basta de Asesinatos Laborales”, relata la madre de David Ramallo.

Varios familiares se unieron en la presentación del informe 2021-2022 para compartir la difícil situación que enfrentan y denunciar la negligencia y persecución por parte de las patronales a los trabajadores, así como la tendencia de la justicia a culpar a las víctimas.

Yonatan Godoy trabajaba en DALAFER en el Parque Industrial de Quilmes y murió al trabajar sobre un caño de gas que según la empresa estaba en desuso. Su esposa Ayelen comparte su angustiante experiencia:

“La fiscalía que tomó la causa nos desestima, diciendo que el único culpable fue mi esposo por manipular mal una masa y un cortafierro”… “Siempre digo: me voy a quedar sin fuerzas, sin energías, sin recursos, pero yo voy a pelear hasta lo último. Hasta que la fábrica DALAFE, los directivos, los encargados de seguridad e higiene y todos los responsables por no inspeccionar las cosas, van a tener que pagar”… “Quince de los compañeros de Yonatan fueron despedidos a raíz de presentar carpeta psicológica al haber presenciado a su compañero partido al medio”.

El hecho de que se repitan historias similares compartidas por los familiares de las víctimas y vividas por los trabajadores es precisamente lo que este espacio “Basta de Asesinatos Laborales” busca destacar. Estos no son casos aislados, sino más bien un problema social que afecta a los trabajadores y que requiere una respuesta organizada por parte de ellos.  Nestor Marcolín, integrante fundador de BAL (junto con familiares y otros trabajadores) reconoce el patrón de comportamiento por parte de las patronales, quienes optan por despedir a aquellos trabajadores que presenciaron las muertes y se manifiestan en busca de justicia. Además, se refiere al accionar del sistema judicial:

“El sistema judicial está preparado para que los patrones zafen. Nos va a ser muy difícil aplicar esa justicia que queremos. El sistema está creado para echarle la culpa al trabajador, para que el laburante sea el negligente”

En el caso de Brian “Mechi” Canteros, un joven trabajador muerto en la papelera SEIN, su madre Elvira, pidió que se evite la reducción de la pena de los asesinos de Mechi:

“En el caso de Brian, se logró obtener una sentencia, pero hecha la ley hecha la trampa”. Los asesinos de Brian que fueron condenados por homicidio culposo recibieron una pena de 3 años y 9 meses pero estos están apelando por una reducción de la pena en la sala de Casación nro 1 de Quilmes. Elvira hace un llamado a los funcionarios intervinientes para que se respete lo dictado por la jueza Carolina Mingrone.

También dio su testimonio, Lourdes Hidalgo, sobreviviente del trágico incendio en el taller textil ubicado en la calle Luis Viale, que lleva 17 años luchando incansablemente en busca de memoria y justicia para sus compañeras y los hijos de sus compañeras que perdieron la vida mientras cosían ropa. Estas víctimas laborales eran migrantes que encontraron la muerte mientras trabajaban en condiciones precarias.

“Estuvimos 65 personas migrantes trabajando de 16 a 18 horas diarias. Teníamos un solo baño, conectado con un cono de hilo improvisado para ducharnos. Al lugar, muchas veces, entró la policía y se llevaban las prendas que ellos cosían. También entraron funcionarios del gobierno a revisar el lugar, pero no hicieron nada”…”La patronal quebró mi salud, pero mi lucha no la podrán quebrar. A todos los que migramos, nos pusieron fronteras, pero para la explotación laboral no hay fronteras”… “La sociedad miró para otro lado.”

Lourdes, a través de su testimonio, evidencia la experiencia de vulnerabilidad social que enfrentan los trabajadores migrantes bolivianos y cómo esta condición influye de manera significativa en sus condiciones laborales. En su relato, se destaca la falta de atención y discriminación por parte de las autoridades estatales, el sistema judicial y la sociedad en general. La situación de los migrantes que no dominan el idioma español presenta una complejidad adicional a la hora de realizar denuncias y buscar apoyo.

Reconocer las dinámicas de poder y las estructuras sociales que perpetúan las condiciones laborales inseguras son fundamentales para los trabajadores y la acción colectiva. En este sentido, Ariel Godoy se refiere de esta manera:

“Tenemos la capacidad de, en nuestros propios lugares de trabajo, organizarnos y dar una pelea. Tenemos un planteo acerca de las responsabilidades de quienes son los responsables directos de estos asesinatos laborales. También tenemos un planteo sobre quiénes son los cómplices, y también tenemos una perspectiva de lucha y organización para enfrentar esto que padece la clase obrera”

Oscar Martínez, del Taller de Estudios Laborales y encargado de proporcionar los datos del observatorio de BAL, antes de dar los datos duros enfatizó en que se está realizando un genocidio por goteo. “El tema no es cómo contamos lo que contamos; nosotros logramos contar mucho más de lo que cuenta el Estado”…”Cada compañero, compañera que queda inválido, que queda marcado de por vida, es un compañero, es una familia, es un hijo, es un hermano… Para nosotros son vidas humanas y es la clase trabajadora; para ellos, somos números. No hay punto posible de encuentro, ni punto posible de negociación”

El observatorio de BAL recabó más datos sobre accidentes mortales y enfermedades laborales que los organismos oficiales encargados de estos. Para llevar a cabo su labor, el observatorio recopiló información pública de organismos como la Superintendencia de Riesgo del Trabajo (SRT) como de registros internos de los lugares de trabajo, sindicatos, comisiones internas y fuentes periodísticas.

BAL consideró las muertes por COVID19 en su informe representando el 90% de la causal de muerte de trabajadores. Dentro de los porcentajes más altos de muertes son de trabajadores de transporte 22,9%, construcción 16,5%, Agricultura, ganadería 14,8%, e industria 14%, otras ramas 11,8%, comercio 9,6%, administración pública, defensa y seguridad social 4,7%, electricidad, gas y agua 3,2%, información y comunicaciones 1,7% salud humana y servicios sociales 0,7%

Según lo informado por el observatorio de “Basta de Asesinatos Laborales”:

La construcción y en especial el agro tienen los niveles más altos de trabajo no registrado, por lo que se puede asegurar que la proporción de muertes en esas ramas es mucho más elevada. Por otro lado, el informe denuncia que los decesos producidos por COVID entre las/os trabajadores de salud está totalmente subregistrado.

El informe llama a la organización de las/os trabajadores y familiares ya que sólo éstos pueden garantizar justicia por los asesinatos laborales.

Justicia por todos los asesinados del entramado patronal, justicia, Estado y burocracia sindical. Justicia por David Ramallo mecánico de la línea 60 que murió al ser aplastado por un colectivo tras la falla de un elevador en una cabecera sin fosa; Mónica Jara, Nicolás Francés y Mariano Spinedi que murieron producto de una explosión de gas en una escuela; Marcelo Ulariaga murió al ser atrapado por una máquina de la empresa de neumáticos Pirelli; Yonatan Godoy murió por una explosión al golpear un caño de gas ordenado por su capataz de la empresa DALAFER; Juana Villca (25 años), Wilfredo Quispe (15 años), Elías Carbajal (10 años), Harry Rodríguez (3 años), Luis Quispe (4 años), Rodrigo Carbajal (4 años) murieron en el incendio del taller textil clandestino Luis Viale; Diego Soraire trabajador del INTA que murió por la explosión de un biodigestor; José Homs, Silvano Coppola y Jorge Gaddi que murieron en el hundimiento del barco “El Repunte”; Fernando Jara, Gonzalo Molina Y Víctor Herrera murieron en el incendio de New American Oil; Mechi Cantero murió enganchado en una máquina de la papelera SEIN.

Anuario BAL 2021 2022 1


Fuente: http://www.redeco.com.ar/nacional/trabajadorxs/38790

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