Un futuro previsible, una salida por construirse

El contexto capitalista mundial y local, sumado a las propuestas electorales con chances de ganar las próximas elecciones, permiten esbozar el contexto en qué habrá que realizar política en los próximos años y los desafíos a enfrentar.

El contexto mundial

A nivel mundial asistimos a un capitalismo que viene creciendo desde la crisis del 2008 muy débilmente, producto de su propia dinámica interna con la caída tendencial de la tasa de ganancia. También producto de la dinámica del capital, que no puede parar de expandirse a pesar de los datos que hace rato indican que está en curso de colisión, cada vez se profundiza más la crisis climática y ecológica, así como el agotamiento de diferentes recursos por su sobreexplotación no planificada en función de las minorías capitalistas.

En ese contexto se viene dando, y se espera que se profundice, la disputa entre diferentes potencias por los recursos escasos. Dicho contexto es el que aparece posibilitando la profundización de una nueva oleada de extracción de “recursos naturales” en Argentina, con una oleada de inversiones hacia esos sectores en el país.

El contexto argentino

La economía argentina viene estancada desde 2011 y las clases dirigentes vienen llevando adelante un ajuste para relanzar la tasa de ganancia, que se espera que se profundice en los próximos años con la intensificación de la reforma laboral y una reforma jubilatoria.

Este ajuste se va a sumar a la profundización de la venta de “recursos naturales” a la que apuestan las élites capitalistas y las principales listas electorales, con eje en los combustibles fósiles, los minerales como el litio y el cobre, además del agronegocio. Todo esto mientras se intenta hacer equilibrio en la disputa entre China y Estados Unidos.

Estos “recursos naturales” no se van a usar racionalmente, y en acuerdo con las comunidades involucradas, para ninguna transición justa a un orden social compatible con la vida o mitigar los efectos en nuestro país de la crisis climática y ecológica esperados para las próximas décadas, sino para financiar el mantenimiento del modo de vida de unas minorías que despilfarran recursos en el sistema capitalista.

Además, es de esperar que buena parte de los dólares que ingresen por esas exportaciones vuelvan a salir del país para el pago de las diferentes partes de la deuda externa, que tienen el grueso de sus vencimientos entre 2025 y 2040.

Sin embargo, los dólares que ingresen hacen probable que quien gane en octubre se quede por muchos años en el poder.

Las luchas por venir

De lo anterior se desprende que en los próximos años podemos esperar, por un lado, luchas en el plano de las reformas laborales y jubilatorias, y, por otro lado, luchas territoriales en las poblaciones afectadas directamente por la extracción de esos “recursos naturales”.

En un contexto donde haya mayor disponibilidad de dólares y crecimiento económico es de esperar que se presenten dificultades para organizar la masividad de las resistencias. En el plano específico de las luchas territoriales, una dificultad extra está dada en que la población del país está concentrada en grandes núcleos urbanos alejados de esas luchas (lo cual no quiere decir que no haya conflictividad ambiental, pero más bien derivada de la pobreza, la falta de planificación urbana y los efectos del calentamiento global).

En ese contexto general compartido por los dirigentes capitalistas no queremos decir que no haya matices entre las listas con chances de ganar. Es de esperar que Juntos por el Cambio vaya abiertamente por la represión a las movilizaciones, la persecución penal del sindicalismo en general, más conservadurismo en ciertas políticas, etc., mientras con Massa esto se presente en forma más moderada.

La militancia de izquierda

Si ganase las elecciones Massa, es de esperar que este aspire a quedar como el hegemón del panperonismo, en una nueva etapa del mismo (como anteriormente lo fueron el menemismo y el kirchnerismo). Si perdiese, el kirchnerismo resistirá desde el Poder Legislativo y la provincia de Buenos Aires y buscará mantener su núcleo duro como minoría opositora durante un gobierno que creemos durará varios años.

Esto que mencionamos cambiará las políticas a darse hacia la clase trabajadora peronista, pero más allá de eso, la militancia hacia la clase trabajadora en general, debe centrarse en un par de puntos.

En primer lugar, el ejercicio de la militancia en la base, con asambleas y medidas ejecutivas para ir recuperando la confianza en sí misma, por más que sea a partir de logros mínimos.

En segundo lugar, explicar que el problema para Argentina y el mundo es el capitalismo y que no es posible evitar una catástrofe en sus marcos. En particular dejar en claro qué esperar luego de 2040, cuando se agote el segundo ciclo de ventas de las “joyas de la abuela” y se sientan aún mucho más los efectos de la crisis ecológica, habitacional y climática.

En tercer lugar, luchar por superar una izquierda que se centra en la autoconstrucción y en la destrucción de todo lo que no sea la propia organización, y avanzar en la mayor posible unidad en la acción entre todas aquellas organizaciones que advierten la gravedad de los acontecimientos que enfrentamos.

Si de hacer la revolución se trata, necesitamos foguear camadas de militantes no sectaries en las luchas,  preparades para encontrar puntos de articulación de sus luchas sectoriales con una construcción de poder que sea de masas y que presente a las mismas alternativas tangibles al capitalismo.  Para esto además de unidad de acción se necesita el más amplio intercambio político teórico entre todos los grupos que buscan derrotar al capitalismo e invitando a franjas progresivamente más amplias de la clase a dar estos debates.

No es tarea de un día, pero es una tarea impostergable.

Horizonte Comunista

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