Ser docente en pleno crimen educativo

Escena de “La Lengua de las Mariposas”.

Trato de ser un buen Profesor, como si fuese un oficio/profesión que combina afectos-aprendizajes y conocimientos en una época donde las preguntas y los proyectos propios y colectivos poco importan o, peor aún, caen en la decepción del dolor de lo inalcanzable.

Lamentablemente, las teorías pedagógicas de hoy giran entre 4 u 5 personeros de discursos bonitos construidos fuera de las aulas e instituciones escolares; y ello confunde mucho a los colegas, generan más culpa y un clima quejoso en ellos y no se distingue lo principal de lo ocasional.

Un Profesor/a y la escuela no pueden sacar del empobrecimiento material al 60 % de los chicos y jóvenes del país que padecen esa situación, eso corresponde a políticas sociales y económicas, no a propuestas pedagógicas; lo que sí podemos y deberíamos intentar hacer junto a nuestros estudiantes (sin abandonar la asimetría) es pensar el mundo concreto (producto de las relaciones sociales y de poder del capitalismo) desde las distintas ciencias y teorías de una curricula seria, activa y en un para si…no en un como si.

Enrique P. Riviere y Ana Quiroga , dos maestros, a Ana la tuve como Profesora…me enseñaron que sin proyectos no hay esperanza, que los grupos sostienen (prótesis) y enriquecen (proteínas) si superamos los miedos que nos impiden pensar críticamente, que los procesos grupales ayudan a saber quienes somos al aprender y que el conocimiento parte de la duda y se verifica en la practica social, que se estudia en esa unidad grupos/sujetos (protagonistas) que nos sacan (o deberian correr) del rol de sólo ir a calentar sillas entre cuatro paredes o discursear en el caso del docente …en fin, que hay que tener paciencia …porque en tiempos de palabras degradadas y mandatos del neoliberalismo que se internalizan en cada bocanada de aire que tomamos, al Crimen Educativo, se lo enfrenta con conciencia, solidaridad, colectivamente y asumiendo que esta tarea no termina en nosotros, la continuaran otros, hasta que en definitiva, ser Profesor/a y enseñar y aprender signifique mucho más y bien distinto a lo que los burgueses gobernantes pretenden de nosotros.

No somos errantes, desactualizados ni facilitadores: somos quienes hacemos del “cachorro humano” hombres y mujeres de la cultura, con las potencialidades que ell@s mismos elijan el posterior recorrido de su vida.

Andrés Sarlengo.

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