Cuando se escribe un documento o se hacen declaraciones en tercera persona (el, ella, ellos, ellas), el autor/a, no se ve incluido en él. Norma básica de la gramática castellana, muy bien conocida por la autora a la que me refiero y que es innecesario nombrar, ya que es de conocimiento público y además de declaraciones recientes.
Estoy harto de diagnósticos que son conocidos, no se si por todos, pero en una visión general, sufridos por casi todos, salvo la elite.
En un momento, en que la oposición es más que nada un nido de ratas (lamentaría que esta expresión se confundiera o se asociara a cualquier cosa que pueda decir el burro que nos gobierna), solo parece tener energía para traicionar al pueblo, pelearse por quien tiene la sartén por el mango, hacerse zancadillas y todos los sucios trucos que se utilizan en política.
Lo único que parece importar es el poder. No importa que como siempre, lo pague el pueblo (¿qué será el pueblo?) Digamos los habitantes, los ciudadanos, etc. Pero me refiero a las clases bajas y medias, los que no conforman la elite.
Pero volviendo al inicio y punto central, no hay el menor sentido de autocrítica. Hay sí un cuestionamiento al gobierno anterior, en gran parte, bastante grande, de que la ultraderecha liberal esté hoy en el gobierno. No porque sea tan atractiva, sino porque los votantes, asqueados de gobiernos populares e impopulares, que no resuelven los problemas y tampoco mejoran la calidad de vida de los argentinos, que se llenan la boca con la palabrería de la justicia social, (el 55% del ingreso nacional lo capta el 10% más rico de la población), o sea, que la justicia social significa lisa y llanamente que el 10% de la población es dueña del 55% del ingreso de toda la nación, mientras que el 90% restante de los habitantes vive con el 45% de lo que que ingresa el estado. Y ha esto se le llama justicia.
Y esto, ni siquiera es algo que se cuestiona la autora del documento antes mencionado, sino que además se presenta como una meta y un logro: llegar al 50% del reparto. Es tan absurdo y estúpido, que traspasa el límite de lo racional y resiste el menor análisis. Y sin embargo, durante décadas, la gente partidaria ha creído fielmente en esto. Y ello es todavía más preocupante, al menos para el autor de la presente. Milei construyó un comic cultural a través de las redes, los Fernández a través del discurso.
Sin debatir el diagnóstico hecho por Cristina, es obvio que a ella me refiero, su falta de autocrítica al escribir en tercera persona, invalida cualquier llamado a la unión partidaria y cualquier cuestionamiento de cualquier orden.
Cuando se habla de quien debiera tener el liderazgo nacional del peronismo, pienso en el péndulo que oscila incesamente en los mismos sentidos: gobiernos de derecha, gobiernos popular, una trampa infinita de la que aparentemente no se puede escapar. Ahora esperan el retorno en 2027, donde una vez más, todos deberemos pagar las deudas adquiridas por el gobierno anterior.
Ya va siendo hora, desde hace mucho, en comenzar a pensar y construir por fuera del péndulo, alguna opción que nos saque de esta explotación y de este neocolonialismo dependiente. De desarrollar un mínimo de pensamiento crítico, y dejar de caminar como el burro, detrás de la zanahoria ilusionista.