Ucrania, ¿ser menos o no ser?

Zelenski desvaría deambulando, va dejando un olor a muerte a su paso, en los últimos días Estados Unidos y media Europa han sido testigos de ello. El comediante ya no les entretiene ni les causa gracia a sus amigos occidentales, solo sabe pedir y moler a los ucranianos de manera excepcional, por lo que a lo interno de Ucrania cada vez cuenta con menos apoyo, sobre todo desde que dejó de ser su presidente. A los perdedores no los quiere nadie, y desde la OTAN y el FMI para abajo se asume y se asoma que Ucrania tiene perdida esta confrontación.

Vladimir Castillo Soto

El “Plan de la victoria” del comediante ha sido recibido con escepticismo a ambos lados del Atlántico, de nada valió la campaña de suspenso orquestada. Sin pena ni gloria pasaron los cinco puntos del plan, mucha alharaca, mucho cacareo y al final nada seriamente plausible: Invitación de adhesión a la OTAN, no va mientras esté en “guerra”; Reforzar capacidades de defensa ucranianas, no ha funcionado hasta ahora y no funcionará en el futuro; Disuasión (propone poner en su territorio un paquete integral de disuasión estratégica no nuclear), no va, esto podría plantear una confrontación directa entre la OTAN y Rusia, lo que no sería bueno para nadie en el mundo; Asegurar el Potencial económico de Ucrania, no es plausible en el corto y mediano plazo, ya que están destruidas buena parte de la industria ucraniana y su capacidad energética; Arquitectura de seguridad en la posguerra, también es irrealizable, ya que primero debe ganar la guerra, lo cual, como ya dijimos, es imposible.

La otra “gran” propuesta de Ucrania, que va y viene desde hace días según el humor de Zelenski, es una nueva “cumbre” para tratar el tema de la paz. Los ucranianos y sus promotores occidentales han tenido varios encuentros de este tipo. Se han reunido en Malta, Dinamarca, Arabia Saudí y Suiza, siendo todos estos esfuerzos unos auténticos fracasos, al no lograr más que simples comunicados que ni siquiera fueron firmados por la totalidad de los asistentes, por ejemplo, en la “Cumbre de la paz” sucedida en Suiza en junio de este año, países como Sudáfrica, Brasil, India, México y otros no aceptaron firmar la Declaración final, lo cual sumado a la ausencia de China confirma la valoración expresada. Es evidente lo estéril de estos encuentros, en los cuales solo se plantean los puntos de vista y propuestas de una de las partes en conflicto y se ponen de acuerdo, Ucrania y sus “amigos”, en como continuar la guerra en lugar de buscar y plantear caminos reales para conseguir la paz.

Los únicos esfuerzos verdaderos en la vía de la búsqueda de la paz, han sido las reuniones que se dieron en Bielorrusia y en Turqüiye en 2022, en las cuales participaron ambas partes. En la reunión de Estambul incluso se llegaron a firmar algunos acuerdos, los cuales fueron incumplidos inmediatamente por parte de Ucrania, por sugerencia de los anglosajones, quienes convencieron a Kiev de luchar “hasta el último ucraniano”.

Como plantean China, India y Brasil, es imposible que pueda tener algún resultado cualquier negociación que excluye a una de las partes involucrada y además, el único participante propone condiciones irreales, que solo satisfacen sus exigencias y las de sus socios.

Uno de los objetivos de Occidente y Ucrania al convocar estos eventos es crear espacios para presionar a los países del Sur, incluso usando plataformas regionales e internacionales como, por ejemplo, las reuniones y cumbres CELAC-UE. Con esta excusa se han desarrollado diversas giras de enviados ucranianos por América Latina y el Caribe presionando gobiernos y líderes de la región, siempre acompañados de intensas campañas de los cartelizados medios de comunicación pro occidentales, desinformando y convirtiendo falsamente cualquier reunión o declaración como cambios de una postura neutral a una anti rusa y pro ucraniana, tergiversando de esta manera la posición real de la mayoría de los países de la región.

Occidente, digan lo que digan, tiene un agotamiento financiero, económico y militar evidente. Cada vez cuesta más que fluyan los recursos, con el agravante que Europa está al borde de una recesión económica desde hace un buen tiempo, las sanciones económicas contra la Federación Rusa han sido más pesadas para las naciones europeas, principalmente para Alemania, que para la propia Rusia. Esto hace “pensar” a los genios occidentales y es por ello que están tratando de involucrar a los países del sur global en los programas de “ayuda humanitaria” a Kiev y en la recuperación de la infraestructura ucraniana. Occidente está presentando la participación en este tipo de programas como “apoyo político” a Ucrania y a los valores occidentales. Por esta vía Estados Unidos estaría tratando de quitarse de encima la mayor parte de la carga del mantenimiento del régimen ucraniano. El engaño se completa con el hecho de que todos los recursos financieros para estos “programas humanitarios” terminan en manos de la corruptela instalada en Kiev o en la compra de armas, beneficiando al complejo militar industrial de Estados Unidos y Alemania principalmente.

La participación de algunos países incautos y manipulables de América Latina y el Caribe, del mundo árabe y asiáticos en estos programas, e incluso en cualquier tipo de acuerdos económicos con Ucrania es peligroso e inoportuno. Su deuda se duplicó desde el 2022 y sobrepasa los 151 mil millones de dólares, lo que es cerca del 95 % de su PIB. El 1 de agosto pasado se venció la fecha de pago de intereses generados por la deuda de Ucrania al FMI y acreedores privados, por 20 mil millones de dólares, parte de la cual fue ayudada a reestructurar por los banqueros sionistas Rottschild en beneficio propio y de otros grandes capitalistas, como los inversionistas de BlackRock Inc.

El involucramiento de países del sur global en la “reconstrucción de Ucrania” no les va a traer beneficios. Los mejores activos del país ya están vendidos a grandes compañías estadounidenses y europeas, BlackRock a la cabeza. Las principales y más productivas ramas de la economía ucraniana, energía, agricultura, tierras cultivables, industrias ligeras y finanzas entre otras ya están en sus manos por concepto de falta de pagos de la deuda.

La creación del “registro de las perdidas causadas por la agresión Rusa a Ucrania” promovida por el Consejo de Europa es otra de las tentativa de legitimizar la confiscación de las reservas de oro y otros activos rusos en los bancos americanos y europeos. El robo de activos por parte de occidente es histórico y en los últimos años lo han llevado a cabo contra Libia, Venezuela, Siria e Irán y ahora está planteado contra los activos de Rusia. Así, en el mundo basado en reglas del occidente colectivo, ni siquiera son capaces de respetar la sacro santa propiedad privada, la cual se roban, sin ninguna vergüenza cuando así les conviene. El apoyo a este tipo de iniciativa fortalece la histórica piratería occidental, y su pretensión de aplicarla de manera impune a los países del mundo que traten de decidir sus políticas interna y externa de manera independiente y soberana.

Zelenski por ningún camino va hacia el triunfo y menos hacia la paz, ni por el “Plan de la victoria” ni por la “Cumbre para la paz”. La realidad se impondrá implacablemente sobre Ucrania y la OTAN, cada día que pasa Rusia avanza consolidando sus posiciones en el Donbás, de Kursk saldrán arrolladores hacia Jarkov y si deciden no negociar de manera objetiva, obviando la realidad sobre el terreno, permitirán que la Federación Rusa complete la reincorporación de toda “Nueva Rusia”, con Nikolayev y Odesa, al Estado ruso.

Muchos de los países miembros de la OTAN son fanáticos de la realpolitik y saben que calcularon todo muy mal, que el tiempo está en su contra y que entre más pase mejores serán los resultados de la Operación Militar Especial, es decir, lo que quede de Ucrania deberá ser desmilitarizado y desnazificada y su estado tendrá que ser neutral.

Mal haría cualquiera fuera de la OTAN en involucrarse a estas alturas con una Ucrania derrotada, peón sacrificado por el occidente colectivo en su intento desesperado de mantener vigente, a la fuerza, un mundo unipolar que está condenado a desaparecer.

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