Colonización financiera y desposesión simbólica en la era Milei

Por primera vez Argentina se entrega sin dar batalla a una colonización financiera y política pocas veces vista en la historia de la humanidad

Dispositivos de colonización:

Podría aseverarse que Argentina, tras la reunión entre Milei y Trump, se encuentra en la antesala de una rendición sin himno propio: Mientras el país se desliza hacia una colonización financiera sin máscaras ni metáforas, la patria se transforma en un fondo de inversión.

Washington. Octubre. El presidente argentino camina por los pasillos de la Casa Blanca como quien se prepara para un recital en Las Vegas. No hay épica, no hay estrategia. Hay luces, hay cámaras. Hay Trump. Y detrás de Trump, hay algo más: Robert Citrone, Scott Bessent, Stanley Druckenmiller, Barry Bennet. Nombres que no figuran en los libros de historia, pero que escriben el presente con la tinta invisible del capital especulativo.

Trump lo dijo sin pudor: “Si Milei no gana, no seremos generosos con Argentina”. No es una frase diplomática. Es una amenaza. Es el lenguaje del matón financiero. El mismo que piropea a la presidenta italiana y a la periodista de TN, mientras el ejército israelí vuelve a bombardear campamentos palestinos. El mundo se desangra y nosotros, en la fila para cantar el himno norteamericano.

En 2001, la dolarización era una discusión académica. Hoy, es una imposición disfrazada de salvataje. El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, viejo amigo de Citrone desde los tiempos del fondo Quantum de George Soros, compra pesos y entrega dólares a través de Citibank, JP Morgan y Santander. Con apenas 100 millones de dólares, detienen una corrida que se llevó 600 en un día. No es ayuda. Es ingeniería para extraer ganancias del carry trade, ese mecanismo por el cual los fondos buitres cristalizan beneficios mientras Argentina se desangra.

Imagen Argentina vs Fondos Buitres
Fondos buitres: una colonización lenta que desangra a la Argentina desde hace una década.

Citrone maneja un fideicomiso de 20.000 millones de dólares, gran parte invertido en bonos argentinos. Necesita que el dólar baje para vender y huir. Milei necesita que el dólar baje para sobrevivir. El resultado: la política cambiaria argentina es una extensión del deseo de Wall Street.

La ultraderecha como espectáculo de colonización

La comitiva libertaria viaja hacia la colonización con más entusiasmo que preparación. No hay acuerdos concretos, no hay ayuda anunciada. Solo una foto, un almuerzo, y una frase que suena a ultimátum. Trump no ve a Milei como un presidente: lo ve como un operador. Un peón en el tablero de la expansión ideológica y financiera. Que el éxito de Milei se traslade a Bolivia, Chile, Colombia y Brasil”, dicen desde Washington . La colonización no es militar. Es simbólica, económica, cultural.

Es la rendición como narrativa.

El presidente que odia al Estado recurre al Estado norteamericano. El que prometía soberanía, entrega la política monetaria, fiscal y legislativa a los intereses de los fondos de inversión. BlackRock, Fidelity, PIMCO. Los mismos que financiaron la campaña de Macri y la guerra judicial contra Cristina. Los mismos que hoy presionan a gobernadores, legisladores, partidos. Argentina no negocia: obedece.

Podría escribirse la colonización como una novela de ciencia ficción. Pero no hay ficción. Hay realismo sucio. Hay una nación que cambia su idioma por el inglés, su himno por el de otro país, su soberanía por la rentabilidad de un fideicomiso. La Argentina se llama ahora Fondo Buitre. Y su presidente, Javier Milei, es apenas un operador de mercado en un país que ya no se pertenece.

Epílogo: la colonización como himno

La patria no se vende, pero se alquila por hora en los pasillos de Washington. No hay bandera, hay logo. No hay próceres, hay operadores. La comitiva argentina canta el himno en inglés, con acento de mercado. Y sin embargo, algo resiste.

Resiste en los bares, en los clubes, en las oficinas de provincia donde todavía se discute política como si fuera fútbol. En las radios de AM donde un jubilado cita a Jauretche entre interferencias. En los murales que no fueron borrados. En los hijos que preguntan por qué Belgrano murió pobre. En los niños y jóvenes escolares que marchan en las fechas patrias aunque ya no crean en nadie.

La Argentina no es un fondo buitre. Es una promesa rota que aún late. Una lengua que no se rinde. Una memoria que no cotiza en Wall Street. Y aunque el presidente camine como telonero de Las Vegas, hay algo que no se puede dolarizar: el temblor de una multitud que canta el himno sin micrófono, sin permiso, sin rendirse.

Alejandro Lamaisón

Fuentes: Todo Noticias (TN) sobre la reunión Milei-Trump. Página/12 sobre los anuncios y amenazas de Trump

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