Tanto el 1° como el 2 de noviembre, para los pueblos andinos representan días de regocijo, ya que más allá del significado que le da la cristiandad al recordar con tristeza y dolor a sus difuntos, en el marco de la filosofía indianista, en Abya Yala no es un ritual de muerte, sino que es un ritual de vida y continuidad, donde se celebra la convivencia entre vivos y difuntos

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En este caso, la complementaridad que existe en la cosmovisión andina se visualiza aquí entre la vida y la muerte, ya que los antepasados fallecidos no desaparecen, sino que se reintegran a la Madre Tierra.
Por eso y teniendo en cuenta esta memoria ancestral, en esta oportunidad la recordación se manifiesta con ofrendas, música y convivencia.

Y bueno, en la práctica el 1° se arma la mesa con las ofrendas, con las comidas y bebidas que le gustaba a los difuntos y se los vela hasta el día siguiente en que se levanta esa mesa y se reparte todo lo ofrendado a los familiares o amigos presentes. Por supuesto que esto va acompañado de conversaciones, anécdotas, música y hasta bailes en algunos casos.
También se visitan los cementerios y las tumbas de sus familiares fallecidos.Resulta muy interesante ver como se llevan adelante los preparativos, desde recolectar flores, elaborar las ofrendas de pan con distintas formas, decorar la mesa, etc.

Todo con el recuerdo de los queridos difuntos, con quienes conviven, con quienes hablan, sueñan, los acompañan y los protegen.

Cabe destacar que a pesar de la colonización de más de 5 siglos, no se ha logrado aniquilar el concepto espiritual de la vida.

Por eso ahora vamos a escuchar a distintas voces de hermanos y hermanas hablando sobre esta conmemoración, ya sea como es materialmente o qué representa filosóficamente.


