Pronunciamiento del Espacio de Articulación Mapuche y Construcción Política, al cumplirse un nuevo aniversario del Golpe de Estado 1976, y a 142 años del comienzo de la Campaña al Desierto, genocidio fundante del Estado argentino.
En reiteradas ocasiones señalamos la importancia que tuvo para la última dictadura cívico-militar iniciada en 1976 conmemorar el centenario de la llamada Conquista del Desierto en 1979. Era una forma de reivindicar afinidades ideológicas entre las prácticas propias y las iniciadas en el siglo XIX. Hablamos de asesinatos, del traslado masivo de prisioneros a Tucumán -provincia de los Roca- para que se desempeñaran como mano de obra esclava en los ingenios azucareros. También del confinamiento de familias enteras o divididas en campos de concentración antes, durante y después de finalizado el avance militar, reparto de pu zomo y pu pichikeche para que oficiaran como sirvientes de familias patricias porteñas; y del robo y cambio de identidad de algunos pequeños también. Sin embargo, sólo se empezó a hablar de terrorismo de estado respecto de los crímenes de Lesa Humanidad de los años 70.
Pero pu peñi y pu lamngen, compañeros y compañeras: es más que claro que la última dictadura no inventó nada. Fueron hombres y mujeres mapuche y gününa-këna los primeros desaparecidos que en este territorio se cobró el Terror del Estado argentino. Por eso volvemos a preguntar a la sociedad barilochense y argentina ¿por qué razones aún se niega en diversas esferas el genocidio fundante del Estado? ¿Por qué cuesta asumir la continuidad con el proceso genocida que se inició en el siglo XIX, en articulación con un sistema capitalista racista, colonial y patriarcal?
Sepamos pu peñi, pu lamngen, gente, que hablamos de desaparecidos, de torturas, de campos de concentración, de traslados, de asesinatos, de apropiación de niños y niñas, del borramiento de identidades cuando denunciamos el genocidio que significó la Campaña del Desierto, fuente de inspiración para la última dictadura militar, también genocida.
Sepamos también que las prácticas genocidas contra el Pueblo Mapuche-Gününa-këna nunca terminaron. Se vuelven a expresar cada vez que nos siguen ninguneando, criminalizando y poniendo en la agenda pública de la “seguridad nacional”. El genocidio se revive cada vez que el Centro Cívico se re-bautiza como la Plaza Expedicionarios del Desierto -de hecho, recientemente el gobierno municipal no escatimó en recordarlo- o se homenajea a los perpetradores del intento de exterminio a través de monumentos, nombres de calles y escuelas, imágenes en billetes y museos. Cada vez que se nos criminaliza, que se llevan la vida de algún lamngen que reclama derechos, como el lamngen Rafael Nahuel Salvo Yem. Cada vez que se demora o no importa la búsqueda del cuerpo de un lamngen abatido por la nieve por ir a buscar sus animalitos. Cada vez que se nos acusa de incendiarios cuando ponemos los muertos y los esfuerzos propios para atajar los incendios. Cada vez… con cada acto, el genocidio nos muestra su vigencia.
Pu peñi, pu lamgen, vecinos y vecinas de Bariloche: vivimos en una ciudad que es producto no tan indirecto del genocidio que venimos a denunciar y a situar como antecedente de la última dictadura. El Furilofmapu fue territorio mapuche-gününa këna libre antes de la llegada de las columnas del Ejército y de aquí fueron desalojadas las familias que tenían como longko a Inakayal.
Además de esto, sepamos entonces que el sometimiento colonial que desde la Campaña al Desierto sufren el pueblo mapuche y otros pueblos hermanos está vigente y se expresa todos los días. Porque pasan los gobiernos pero nada cambia, la matriz sigue siendo la misma. Porque se especula en propuestas que siguen favoreciendo a las grandes corporaciones, sean trasnacionales o no. Porque se sigue pensando que sacrificar el Mapu en pos de la megaminería, la industria forestal, la explotación hidrocarburífera o la hidroeléctrica, es la vía para afrontar deudas que nosotros no contrajimos, incrementar riquezas que son para otros, otros que son muy pocos y los mismos de siempre.
Por eso, en cada 24 de marzo repudiamos al golpe de Estado de 1976 y el genocidio que se puso en marcha contra el pueblo argentino. Pero sumamos interculturalidad a la demanda de Memoria, Verdad y Justicia, porque vivimos en un municipio que se ha reconocido intercultural en 2015, pero que no se transforma en consecuencia y ni siquiera reconoce plenamente el genocidio que se cometió contra el Pueblo Mapuche-Gününa-këna. Pasa el tiempo y más confirmamos que el municipio “intercultural” de Bariloche no sólo no ha cumplido con acciones concretas que empiecen a reparar el genocidio perpetrado, sino que tampoco ejerce la escucha para generar los espacios plurales que permitan formular proyectos acordes a las políticas de memoria y reparación que se implementan en la actualidad en muchos Estados. La reparación no es sólo discursiva, proclamarse implica generar los espacios para construir un mundo más justo y democrático, y en eso el Pueblo Mapuche-Gününa-këna tiene mucho para aportar.
Por eso, Reconocimiento y Reparación exigimos.
¡Basta de criminalizarnos!, decimos.
¡Deshonor a la memoria de los genocidas del Pueblo Mapuche-Gününa-këna!
¡Ningún crimen de lesa humanidad prescribe!
¡Taiñ futrakecheyem petu mongeleyengün!
¡Zoy epewün rupalu antü, wewayiñ!
Fey kay müten
Espacio de Articulación Mapuche y Construcción Política
Longko Antonio Modesto Inakayal ñi kuyfi mapu, Chomungen antü, 24 de marzo de 2021 pi ta wingka.
Fuente: https://www.facebook.com/231846010911444/posts/908774133218625/