Organicemos la resistencia

Luego de las PASO se abrió una nueva coyuntura política, el surgimiento de Milei como posible ganador en las generales que sacó del letargo a miles de personas, que ante esa posibilidad, comenzaron a militar el “no vote Milei”. Esto se expresó en las generales, donde a pesar del desastre económico en que nos tiene sumergidos el peronismo, logró sumar más de 8 puntos porcentuales. En vistas a una segunda vuelta muy ajustada, la movilización hacia el “no Milei” se vio acentuada con pronunciamientos de sectores que venían siendo abstencionistas en anteriores circunstancias y compañeres que, desobedientes a sus orgas algunes e independientes muches otres, salieron a pronunciarse por el “no a Milei”; así como decenas de organizaciones gremiales y sociales aportando votos a un gobierno con 200% de inflación anual entre otros males.

El Santiagueñazo, por Rody Beltrán.

Sin embargo esto no fue suficiente porque el miedo a la derecha cada vez alcanza menos en un contexto que la supuesta no derecha no deja de empeorar las condiciones de vida de las masas y banalizar causas.

Así como en el frente Macrimileista se suma al voto antiperonista algo mayor al 30% del electorado y un voto anticasta propio de Milei.

Ese repudio a Milei expresó principalmente un límite de grandes sectores de la sociedad hacia sus alianzas, sus políticas antiderechos, al punto de denominarlo “fascista” y considerar que pone en peligro la democracia. Esta denominación no se corresponde con lo ocurrido en la década del ’30, cuando sí surgió el fascismo como un movimiento erigido sobre la derrota de las organizaciones obreras. Es claro que no estamos en la década del ‘30 y que tanto Milei, como otras figuras y fuerzas políticas regionales y mundiales, no pueden ser analogadas sin más al “fascismo histórico”. No obstante, es preciso advertir que en LLA se han congregado un conjunto de fuerzas políticas, muchas de ellas largamente preexistentes a ese espacio, que sí tienen un discurso autoritario de rasgos fascistas, que expresan una reivindicación a la dictadura genocida, especialmente en la voz de Victoria Villarruel. Fuerzas que no han vacilado y no vacilarán en usar la más feroz represión contra la clase obrera y les explotades -si la correlación de fuerzas se los permite- y que así lo declaran programáticamente. Fuerzas que han recorrido un camino de profundización en la negación de las libertades democráticas y apuestan por la eliminación y restricción de muchas de ellas, y por el odio social como un importante rasgo de identidad, junto a un intenso discurso anticomunista. Pero dicho esto, también es cierto que Milei aún no dirige una organización militarizada con la finalidad de destruir físicamente a la clase obrera, ni cuenta con una base social organizada e incitada con ese fin. Es la tarea que el sector de Villarruel asumirá durante los próximos meses, el destinar recursos del poder ejecutivo a construirla. Macri se le adelantó al deshumanizar llamando “orcos” a los trabajadores que resistimos en el Congreso la reforma provisional en el 2017, y llamando a los jóvenes a armar patotas de derecha.

Es importante entonces determinar quiénes son estos personajes y por qué están en el lugar que están. Definir al fenómeno Milei y su caracterización será una tarea a futuro, ahora trataremos de explicar su performance. Esto tiene que ver con factores internacionales donde este tipo de personajes aparecen como distintos al régimen democrático burgués, que nuevamente está en una crisis ya que la democracia parlamentaria no está siendo eficiente para consolidar las políticas neoliberales que se profundizan desde hace más de cuatro décadas a esta parte. Son las políticas que derrotaron a los grandes sindicatos fordistas de los 60 deslocalizando y globalizando la producción para debilitar a la clase obrera y aprovechar nichos del sur global (nichos de mano de obra pobre, de bienes comunes para extraer o para absorber sus desechos). Son las políticas que en América del sur implementaron los milicos que estudiaron en la Escuela de las Américas a instancias de familias como Macri, Bullrich, Martinez de Hoz y Fortabat. Políticas para derrotar a la clase obrera del Cordobazo y beneficiarse de la estatización de la deuda externa. Políticas que siguieron con la derrota de los Estados de Bienestar como contraparte de la caída de la URSS, en Argentina con el menemismo, privatizaciones, convertibilidad y deuda externa. Con sed de más, cuando la expansión de China dejó de darles superávit gemelos para que al repartir las sobras se pudiera llegar a hablar de década ganada, la burguesía con Macri a la cabeza intentó la reforma gradual y hasta hoy les duelen las toneladas de piedra y el repudio que sufrieron. Pero el gobierno de Alberto Fernández no cuestionó el endeudamiento desproporcionado del Macrismo, ni mucho menos el modelo extractivista en el que se inserta la Argentina en el mercado mundial. La pandemia fue una gran excusa para profundizar la precariedad en múltiples sectores, como el de la economía digital y las apps. Flexibilización laboral de hecho que llenó las arcas de empresarios como Marco Galperin y otros ricos que cobraron celebridad y se sumaron al coro de ajustadores.

Hace agua para esta burguesía siempre codiciosa el que necesite regímenes cada vez más represivos para sostener sus tasas de ganancia, y hace agua por abajo ya que no cumplen el rol histórico que pretendieron proyectar de igualdad, libertad y fraternidad. En lo que hace a nuestro país, se plantean en este 40 aniversario desarrollando las premisas que planteó Alfonsín, pero con la democracia, hoy no se cura, ni se come, ni se educa. Abreva por eso en la base de LLA, por un lado el hartazgo con los políticos tradicionales expresado en el “que se vayan todos” y por otro lado el desastre económico en que nos vienen sumiendo los gobiernos desde hace más de diez años, incluso en nombre de un cínico progresismo.

Debemos ser conscientes que tras décadas de pérdida de ingreso y empleo y vaciamiento de las instituciones que cobijaban a la clase trabajadora es muy difícil para esta mayoría hacer un análisis de conjunto y a largo plazo. Prima la bronca, el individualismo y la negación que se expresa en quienes creen que Milei “no va a hacer lo que dice”, que “se acaba la corrupción y que los laburantes no lleguen a fin de mes”, hasta el que cree que va a ganar un mejor ingreso en dólares, o que si la pasa mal por falta de derechos, todos deberían pasarla mal y la mano negra del mercado operaría la magia de desarrollar a esta altura del capitalismo el país y además que eso sería en beneficio suyo y no sólo de la burguesía.

No es fácil salir ahora a defender derechos que las mayorías no detentan. Justamente por eso es importantísimo en todos los espacios no reproducir la lógica de la grieta que tan funcional vino siendo a la derecha y tratar de organizar el marco más amplio posible de lucha.

Pero no nos confundamos, aunque LLA desarrolle sus bandas fascistas, esto no es Alemania o Italia de principio de siglo. Los sectores que se dirán anti fascistas en su mayoría no moverán un dedo. El peronismo se aferrará a la estructura que conserve en el Estado y en los sindicatos e insistirá con que “hay 2027 con Kicillof”, con que resistir abiertamente es “hacer el juego a la derecha para que debiliten la democracia”. Al peronismo no lo dirigen eses militantes progresistas en lo político y cultural que hicieron crecer a La Cámpora, lo dirige, como siempre lo hizo, la burguesía. Habrá que discutir con eses compañeres mostrando que la única grieta es entre quién quiera poner el cuerpo a denunciar y frenar el avance que pretende LLA, y quién pretenda ser simple espectador. La desmoralización no puede durar mucho más que este día feriado que pasó, debemos seguir organizados alrededor de puntos programáticos básicos de amplia aceptación popular: luchar por mejorar la educación y la salud públicas, elevar el poder adquisitivo de los salarios, detener la inflación desenfrenada, terminar con la precarización del empleo, profundizar la aplicación de la ILE, abrir los archivos de la última dictadura y proclamar una ley que castigue la apología de la dictadura. Nada o muy poco de esto lo iba a hacer tampoco el gobierno de Massa que es un empleado de la embajada yanqui y fiel servidor del FMI y los grandes capitales.

Este programa sólo podrá llevarse a cabo con huelgas y movilizaciones, desplegando la capacidad de lucha de la clase trabajadora y el pueblo pobre, que somos les que hemos conseguido los derechos que hoy debemos defender.

La única manera efectiva de avanzar en nuestros derechos es que organizaciones políticas, sociales y sindicales alineadas tras reivindicaciones programáticas comunes que, a su vez, pugnen por organismos independientes de trabajadores y sectores en lucha, donde discutamos y apliquemos las políticas que allí se definan.

No votar a Milei fue una propuesta correcta que también pudo transformarse en un error táctico e incluso una derrota política si dejábamos fortalecer a ese frente también ajustador que ahora pugnará por el inmovilismo. Jujuy ofició de laboratorio para la burguesía de lo que sucede si atacan de frente, que es lo que piensan hacer. Pero también tenemos a Kicillof sentando precedente con el aval de toda la estructura de Baradel contra el derecho a huelga. No debemos olvidar que la burguesía ya no tiene grieta en torno a la necesidad de ajustar.

Tenemos que luchar por imponer nuestro programa, sin quedarnos quietes ante el “cuco” de la derecha ni callades ante los discursos de que cualquier resistencia le hace el juego a la derecha”. La burguesía no va a descansar en su carrera por imponer una nueva profundización del neoliberalismo extractivista, pintándose la cara de verde ecologista o de verde milico, según sienta que tiene más apoyo popular. Es momento de redoblar nuestra organización. A cada lucha por defenderse de la avanzada Mileista habrá que llevar un programa que las unifique y profundice.

Horizonte Comunista

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