El horizonte sigue siendo de lucha

De cara al 8 de Agosto, día en que el Senado definirá la sanción definitiva o no de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), referentes de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito de distintos puntos del país trazaron un panorama histórico en perspectiva. Las diversas realidades sobre la problemática a nivel nacional, los saltos organizativos del movimiento de mujeres en cada ciudad y el horizonte de lucha que se abre más allá de la definición en Senadores. Y una esperanza activa que promete reventar las calles: #QueSeaLey.

Ketty Scheider

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Ketty Scheider es una histórica militante que en las últimas décadas abrazó la causa feminista y se constituyó como referente de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito en Bahía Blanca. Psicóloga especialista en pareja y familia, fue despedida de la Universidad de El Salvador a inicios de 2016, después de diez años de formar en la materia. Asegura que el crecimiento del movimiento de mujeres nace, en parte, de la búsqueda de dinámicas superadoras a la cerrazón de las organizaciones tradicionales para abordar la problemática y modificar las prácticas políticas. Y que pase lo que pase el 8A, el horizonte sigue siendo de lucha.

((i)) ¿Cómo se formaron los primeros grupos por el derecho al aborto en Bahía?

Nosotras ya veníamos organizadas en Autoconvocatoria Mujeres, que se formó en 2006 por un caso de una niña abusada sexualmente en Médanos, que fue judicializado y, cuando la justicia falló a favor de la joven, ya estaba de más de seis meses y el aborto nunca se practicó. En el 2007 -2008 hubo otro caso muy sonado, nosotras estábamos más fuertes, aunque éramos pocas y llegó a la prensa nacional. Se trataba de una joven con una discapacidad cognitiva importante que, bajo custodia en el Patronato de la Infancia de Bahía Blanca, era abusada por sus familiares varones y resultó embarazada por violación. Encuadraba claramente en el aborto no punible del Código de 1921, aunque en ese momento no teníamos protocolo. Fue una gran lucha para que se lo practicara en el Hospital Interzonal de alta complejidad, que abarca una amplia zona del sudoeste de la provincia de Buenos Aires.

Había mujeres que rezaban en la puerta del hospital para presionar a los médicos a no practicar abortos no punibles, un juez ya por suerte jubilado quiso dar en adopción el embrión de la violación. A raíz de la difusión, me llamó Estela Díaz de la Campaña para ofrecernos asesoramiento y difusión. Afortunadamente contamos con Fernanda Petersen y Mónica Fernández Avello, abogadas feministas, que se pusieron al hombro la parte legal. Nos integramos a la Campaña, participando de las plenarias y organizándonos en Bahía Blanca.

((i)) ¿Cuáles fueron los momentos de crecimiento en la regional?

Nuestra estrategia fue visibilizarnos. Bahía Blanca es una ciudad pequeña, acá nunca hubo Encuentro Nacional de Mujeres, es sumamente conservadora, reaccionara y milica. Tenemos la influencia de la Base Naval más grande de Argentina en Punta Alta y el 5to Cuerpo del Ejército, que tuvo un centro clandestino de detención en la ciudad. Y el órgano de difusión de la Iglesia, la Marina y el Ejército que es (el diario) La Nueva Provincia, de los Massot. El combo militar, eclesiástico y judicial es tremendo. Nuestra tarea fue muy de hormiguitas.

Entramos en la Universidad Nacional del Sur, sobre todo en el Departamento de Humanidades que ya en 2012 avaló el proyecto de la Campaña. Intervenimos lo más posible en un medio adverso. Nuestro crecimiento fue parejo, con algunos hitos. El crecimiento enorme arrancó con la movida del 3 de Junio. Los 24 de marzo también activamos repartiendo folletería de la campaña, que en un principio incluso tuvo bastante resistencia de los organismos de derechos humanos.

Mujeres de Bahía Blanca

((i)) ¿Cómo es la situación hoy del aborto en tu ciudad?

Desde la Campaña nos organizamos como Socorristas en Red, luego nos articulamos en la red nacional. Fue un trabajo muy importante dentro de los alcances que puede tener. Luego, tener efectores amigables en el sector público es importante. Desde el año pasado la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir está incidiendo y esto tiene que ver con la difusión. En el Hospital Penna se practican abortos no punibles. Todo es mucho más fácil cuando alguna activista acompaña. Por lo general, los ginecólogos y médicos a quienes las mujeres acuden por obra social miran a otro lado, no dan la receta de misoprostol, es una situación complicada.  Hay muertes por abortos clandestinos, pero no tenemos los registros.

((i)) ¿Qué historias te movilizaron a abrazar esta lucha?

Tengo 61 años, viví la década del 70 y siempre tuve compromiso social y político. Fui virando hacia el feminismo y me orientó a que no quería militar más en partidos políticos tradicionales donde la deconstrucción de la masculinidad hegemónica está años luz. Por otra parte, como psicóloga empecé a orientarme hacia la violencia de género, lo que me volcó al feminismo. Y cuando era joven tuve un embarazo que no prosperó y me tuvieron que hacer un raspaje, un aborto quirúrgico. Me lo hicieron en un lugar top y yo ya había acompañado a amigas mías a abortar. Después me tuve que practicar un aborto clandestino sin ningún resguardo en Bahía Blanca. Ahí pude ver en carne propia lo que era estar con un anestesista, un médico, todos los recaudos. Cuando salí de esa experiencia dije que iba a luchar para que esto sea para todas las mujeres. Ya se había recuperado la democracia y se presentó el primer proyecto por aborto legal.

Foto: Virginia Benedetto

((i)) Mencionaste las limitaciones de las organizaciones tradicionales. ¿Cómo coadyuvó ésto a la generación del movimiento y qué peso tuvo la disputa en el ámbito académico?

La falta de espacios de debate en los espacios políticos tradicionales, al menos hace ocho o diez años, facilitó que nos uniéramos de forma transversal militantes que participamos de distintos espacios, dándonos cuenta que la cuestión de género atraviesa todos los partidos políticos, estratos sociales y los partidos tradicionales tuvieron una enorme resistencia a incorporar el tema. Pan y Rosas y Plenario de Trabajadoras fueron señeras en incorporar las consignas feministas. El patriarcado que atraviesa partidos políticos, clases sociales, es nuestro enemigo político además de la cuestión de clase, por supuesto.

En torno a lo académico nos dimos cuenta que había feministas que escribían hace 40 años y nos pusimos a leer de manera autodidacta la producción enorme que hay en todo el mundo. Yo fui docente universitaria por diez años en una universidad católica hasta que me echaron, porque acá en Bahía Blanca la carrera de psicología la dictaba la Universidad de El Salvador. Como soy especialista en familias y parejas me convocaron a dictar la materia Psicología de la Familia y la pude dar con un sesgo feminista y proderechos durante diez años. Cuando asumió el nuevo gobierno me echaron. Lo asocio directamente a mi tarea allí porque me preguntaron previamente si yo estaba a favor del aborto y yo dije que estaba a favor del derecho al aborto, porque uno no está a favor de una práctica en sí misma. Yo estoy a favor de que exista una ley que permita que la gente se opere de la vesícula, como una práctica de salud. Los antiderechos siembran la contradicción semántica de estar en contra de una práctica. Todos los años de docencia hacen que yo tenga hoy colegas jóvenes absolutamente involucradas con las causas de las mujeres .

Foto: Nico Solo ((i))

((i)) ¿Qué deja la marea verde?

Primero, se produce porque había una masa crítica previa y porque la Campaña logró la despenalización social del aborto desde hace un montón de años, instalando esto como una cuestión de justicia social y salud pública, planteando que no estamos a favor del aborto sino de la legalización del aborto. Y por supuesto nuestra triple consigna que jamás la bajamos: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. Es el efecto de los 12 o 13 años de campaña y de años anteriores, de la Comisión por el Derecho al Aborto, las primeras manifestaciones por el 8 de marzo en Buenos Aires. Creo que hay un cambio de paradigma y la mayoría de los y las jóvenes entienden que es una cuestión de derechos.

((i)) Justamente, sobre los y las, o ‘les’ jóvenes: ¿creés que esto abarca un cambio de paradigma en cómo viven su sexualidad o se limita al derecho a decidir?

Es mucho más amplio. No puedo decir cuál es la incidencia en la sexualidad en los y las jóvenes. Pero sí creo que entender la sexualidad y el derecho al aborto como un continuo y que nuestra triple consigna apunta fuertemente al ejercicio de una sexualidad cuidada, consentida, respetuosa, con perspectiva de género, incide. Lo que se está hablando en las escuelas en los últimos meses es un antes y un después. Genera un cambio incluso en cómo se da la ESI.

((i)) Supongamos que el 8 de Agosto sale la Ley ¿Se termina la campaña?

Primero vamos a estar diez días saltando en la calle (risas). Si sale, la Campaña va a tener una tarea fortísima de monitoreo de que la política pública sea efectiva. Vamos a tener muchísimo trabajo para que no se niegue el derecho. Van a pasar años para seguir peleando porque el derecho se cumpla. Y si no se aprueba, mirá si vamos a abandonar la lucha ahora. La única lucha que se pierde es la que se abandona y se seguirá peleando hasta el fin de los días. Los dos horizontes siguen siendo de lucha.


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