Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora realizaron un acto en la histórica Plaza para conmemorar los 41 años del primer encuentro de catorce mujeres que decidieron unirse para reclamar de manera pública por sus hijos detenidos-desaparecidos, víctimas del terrorismo de Estado iniciado en 1976. Nora de Cortiñas repudió “la perversión de tener una lista de genocidas que piensan dejar en libertad o en prisión domiciliaria”, e instó a “salir a la calle en cuanto sepamos que quieren liberar a otro más”.
Para conmemorar los 41 años de la primera ronda en Plaza de Mayo, Madres Línea Fundadora marcharon este lunes alrededor de la Pirámide, acompañadas por militantes de organismos de derechos humanos, movimientos sociales, políticos y sindicales. Participaron Mirta Acuña de Baravalle, Elia Espen, Nora Morales de Cortiñas, María Takara de Oshiro, Aida Sarti, Elsa Pavón, entre otras. Luego se realizó un acto donde hubo discursos, lectura de poemas, una muestra de fotos y la presencia de grupos musicales.
Mirta Acuña de Baravalle recordó los nombres de las madres que iniciaron la ronda el 30 de abril de 1977 porque “sentía que tenía que traer su presencia a esta plaza”. Destacó que “Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y Mary Ponce, madres que fueron secuestradas, torturadas y arrojadas al mar, quedaron en nuestros corazones como un emblema de entrega”. Se lamentó que “las catorce mujeres estuvimos muy poco tiempo solas porque semana a semana se fueron incorporando otras” que “apuntalaron la búsqueda, las denuncias y la lucha”. Entonces, la plaza se colmó de cientos de mujeres con sus pañuelos blancos, aunque “había miles que les resultaba imposible venir porque eran de lugares lejanos o no tenían fuerzas por el dolor por el que estaban pasando”.
“Iba a traer una foto de los primeros días de la plaza y me olvidé. Vamos quedando menos madres, pero vamos a joder hasta el final”, dijo Nora de Cortiñas cuando abrió su discurso y se ganó el aplauso de todos. “Qué falta que nos hacen los que faltan”, dijo y aclaró: “Las madrecitas que no están y hoy estarían, y nuestros hijos”.
La referente de Madres se lamentó por los trabajadores estatales despedidos y por “la perversión de tener una lista de genocidas que piensan dejar en libertad o en prisión domiciliaria”. Recordó el rol de los genocidas: detuvieron ilegalmente a miles de personas, las torturaron, las humillaron, violaron a las mujeres, implementaron los vuelos de la muerte, se apropiaron de bebés a los que les robaron la identidad. “¿Y los van a dejar en libertad? ¿Lo vamos a permitir nosotros?”, preguntó e instó a “salir a la calle en cuanto sepamos que quieren liberar a otro más”.
Pablo Cala, miembro de la Fundación Hasta Encontrarlos de Colombia, acompañó en la ronda y presenció el acto. Agradeció a las Madres porque son una “inspiración no sólo para el pueblo argentino sino también latinoamericano en la búsqueda de nuestros seres queridos detenidos-desaparecidos. En Hasta Encontrarlos seguiremos luchando, inspirados en su resistencia y dignidad”.
El cantante jujeño Bruno Arias cerró el acto y recordó que su tío desapareció durante la dictadura. “Mis canciones son parte del mensaje que él me dejó y ojalá se puedan encontrar sus restos para cerrar el círculo familiar que hoy es incompleto. (…) Estoy acompañando esta lucha” dijo y pidió que “los genocidas no tengan privilegios y no se les conceda la prisión domiciliaria”.
EL INICIO
El 30 de abril de 1977, la desesperación ante la falta de respuestas acerca del paradero de sus hijos detenidos-desaparecidos, llevó a 14 mujeres a reclamar de manera pública y colectiva la información que individualmente les negaban los organismos públicos de la dictadura cívico-militar, el Poder Judicial y la Iglesia. Querían saber dónde estaban sus hijos, sacados por la fuerza de sus hogares, o de sus lugares de trabajo, de estudio, o levantados en la calle por grupos militares fuertemente armados.
A instancias de Azucena Villaflor de De Vincenti, quien entendía que unidas tal vez podían lograr respuestas, acudieron a la cita al pie del monumento a Manuel Belgrano en la Plaza de Mayo las madres Josefa “Pepa” Noia, Mirta Acuña de Baravalle, Berta Braverman, Haydée García Buelas, las cuatro hermanas Gard: María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Gard, Delicia González de Miranda, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, Elida de Caimi y una joven que no dio su nombre.
Las mujeres conversaban en grupo cuando un militar se acercó y les dijo “circulen”. El estado de sitio prohibía reuniones de tres o más personas en la vía pública, entonces las mujeres comenzaron a dar vueltas alrededor de la Pirámide. Así nacieron las Madres de Plaza de Mayo, el movimiento de derechos humanos más poderoso que enfrentó el terrorismo de Estado y que exigía “con vida los llevaron, con vida los queremos”.
En diciembre de ese mismo año, producto de la información que proveyó Alfredo Astiz, capitán de la Armada y espía infiltrado en el grupo de las madres, fueron secuestradas por un grupo de tareas Azucena Villaflor de De Vincenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco. Las llevaron a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde fueron torturadas y luego arrojadas vivas al mar en los denominados “vuelos de la muerte”. Ese mismo mes, sus cuerpos aparecieron en las costas de las localidades Santa Teresita y Mar del Tuyú. En julio de 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó sus restos, que estaban enterrados como N.N. en el cementerio de General Lavalle.
Doce de aquellas catorce madres fallecieron. Quedan Mirta Acuña de Baravalle y Haydeé Gastelú de García Buela, ambas pertenecen a Madres Línea Fundadora. Mirta continúa la búsqueda de su hija Ana María y de su nieto nacido en cautiverio. Haydeé, madre de Horacio, recibió los restos de su hijo en 2001, luego que fueran identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Horacio fue una de las treinta víctimas de la Masacre de Fátima, ocurrida entre el 19 y 20 de agosto de 1976.
Cuarenta y un años después de la primera ronda, la lucha colectiva de las Madres no se detiene. Hoy tienen más de 85 años edad y continúan marchando los jueves alrededor de la Pirámide. La mayoría de ellas aún desconoce el destino de sus hijos y de sus nietos apropiados. Muchas han partido sin saberlo. Las que quedan, continúan bregando por memoria, verdad y justicia.
Crónica: Liliana Giambelluca
Fotos: Reinaldo Ortega y LG