El 28 de octubre se fue Julieta Vinaya, luchando para lograr justicia para su hijo Atahualpa Martínez Vinaya, asesinado en junio de 2008 en Viedma, Río Negro.
Atahualpa tenía 19 años cuando el 15 de junio de 2008 fue baleado por la espalda y arrojado en las afueras de Viedma, Estaba en 5° año y con intenciones de estudiar medicina. De origen mapuche-aymara, participaba con su comunidad –y con su madre Julieta- en diversas luchas en busca de la recuperación de territorios y en defensa de la identidad y la dignidad indígenas.
El primer juicio demostró la complicidad policial y judicial por cubrir de impunidad el crimen: en 2016, el Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Río Negro anuló el fallo del primer juicio que absolvió a los tres imputados (Felipe Carrasco, Carlos Morales Toledo, y Belén Barrientos) y ordenó en marzo que se reabra la causa con la incorporación como prueba de una campera con manchas de sangre de la víctima, que había sido desechada en el juicio oral.
Julieta murió esperando los resultados de la pericia.
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