Para que una sociedad sea sostenible debe serlo en lo ambiental, en lo económico y en lo social. Sostenible simplemente significa que podrá sostenerse un sistema determinado a lo largo del tiempo.
Últimamente se habla mucho de los recortes en el ámbito social, sobre todo en lo concerniente a servicios sociales estatales o públicos. Estos recortes significarán menos derechos sociales, sobre todo para aquellas personas que de verdad los necesitan.
Ahora no se trata de buscar culpables, señalando siempre un culpable ajeno. Los ciudadanos dicen que todo esto es culpa de lo bancos, los bancos que es culpa de los gobiernos, los gobiernos que es culpa de los mercados, etc. Vivimos en una sociedad donde se está perdiendo el respeto por la responsabilidad.
La responsabilidad social y sostenible es el valor que más deberíamos cultivar durante el siglo XXI. Tal como dijeron desde el blog de Ovacen… “Debemos aprender a responsabilizarnos de nuestros actos independientemente de lo que hagan los demás. Porque todos los colectivos implicados en una crisis tienen cosas de las que responsabilizarse y en lugar de perder el tiempo echándose la culpa unos colectivos a otros, deberían dedicar sus esfuerzos a la mejora interna y a aprender la que responsabilidad sostenible colectiva beneficia, tanto a la empresa como a la sociedad.”
Los ciudadanos debemos preguntarnos de forma individual y colectiva, que hemos hecho para que la deuda haya crecido de forma desmesurada en familias, empresas y el estado. Deberíamos cuestionarnos si hemos expoliado al estado usando servicios sociales que no necesitábamos, sólo porque “son gratis”. Deberíamos preguntarnos si algunos de los servicios sociales que ahora se eliminarán harán falta a otras personas. ¿Es justo lo que hemos hecho?… ¿Es justo provocar un recorte en las oportunidades de los más desfavorecidos sólo porque no sabemos medirnos?.
Por ejemplo, las administraciones, han pasado a gestionar unos servicios como por ejemplo el desempleo sin establecer bien unas bases de control para que no existan abusos. Se han montado sistemas diseñados para la mentalidad de un europeo del mediterráneo, con la lógica de “el que lo necesite de verdad lo solicitará”, pero en países donde el “todo lo gratis se coge” es la regla de oro.
Lo más triste de todo, es que la mayoría de personas seguirá culpando a otros, diciendo que la culpa la tienen los políticos, banqueros, mercados o incluso el vecino. Cualquier cosa menos reconocer que las personas que más necesitan esos servicios no los van a tener por culpa de no habernos sabido comportar dignamente.
El dinero que dispone el estado es como una gigantesca hucha en la que todos los ciudadanos ponemos una parte de nuestros ingresos para que se gestionen de forma centralizada, para ayudar a los más desfavorecidos o a nosotros mismos, si un día necesitamos una operación médica, un colegio o una prestación por desempleo.
Cuando un año se gasta más de lo que hay en la hucha se pide prestado al famoso mercado. El problema es que nosotros hemos pasado demasiado tiempo pensando que las cosas eran gratis, cuando en realidad, o bien estaban pagadas por nuestros impuestos o bien lo acabarían pagando nuestros hijos. Cualquier servicio social que utilizamos se acaba pagando, de una forma o de otra, nunca es gratis.
Salimos de esta crisis con un cambio de mentalidad o el estado de bienestar tiene los días contados, por desgracia para todos. Deberíamos tener siempre en mente tres premisas:
-Que nosotros no necesitemos un servicio social no significa que haya que eliminarlo o que sea inútil. Lo importante es si existe gente que lo necesita, sin importar lo grande que sea ese colectivo.
-No deberíamos usar una prestación social si no la necesitamos ya que ese dinero que se está gastando en nosotros se podría utilizar para otras personas que si lo necesiten, o incluso para nosotros en cosas que si necesitemos.
-El mal comportamiento de otras personas o colectivos no justifica en ningún caso nuestros propios actos.
Tenemos que pensar que además de que no estamos solos, nunca sabremos que nos deparará el futuro, por lo tanto, construir una sociedad más justa y sostenible es una obligación y no una mera idea.
Articulo publicado en el Diario Ya.