El pueblo originario Naso Tjer Di, asentado en Panamá, llevará a instancias internacionales su derecho a una comarca propia, si la Corte Suprema de Justicia (CSJ) falla en su contra.
06/04/2019
Una ley aprobada por la Asamblea Nacional y vetada por el presidente del país Juan Carlos Varela, la cual crea la comarca, descansa actualmente en la CSJ en espera de algún pronunciamiento que, de ser contrario, la Coordinadora Nacional de Pueblos Indígenas de Panamá (Coonapi) aseguró que llevará el caso a una corte regional. Elibardo Membache, vicepresidente de Coonapi, dijo al diario La Prensa que aguardan a que la CSJ esté a favor de crear la comarca Naso Tjer Di, y de no obtener un fallo favorable, llevarán su reclamo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La polémica por la creación de lo que sería la sexta comarca indígena del país, surgió porque de las 160 mil 616 hectáreas de extensión que comprendería, el 91 por ciento es un área protegida, parte de ellas pertenecen al Parque Internacional La Amistad (PILA) y otras al Bosque Protector de Palo Seco, en las provincias de Bocas del Toro y Chiriquí, en el extremo noroccidental del país.
En ese sentido, Membache recordó que desde septiembre de 2014 ‘hay un compromiso’ del Gobierno con la dirigencia de los pueblos originarios, en el que se contempla el reconocimiento de los pueblos naso tjer di y bri-bri, que no disponen de un territorio, aseveró al medio.
‘Para nosotros el concepto de que crear una comarca o titular tierras colectivas es sinónimo de pobreza es falso, ya que los pueblos indígenas son la garantía de la conservación del ambiente y también podemos producir como el resto de las provincias del país’, expresó.
En lo que los originarios consideran una posición ‘anti-indígena’, la Asociación para la Conservación de la Biosfera, de Chiriquí, enumeró una lista de razones por las que esta ley no es viable, entre ellas, que el PILA es la mayor concentración boscosa de Centroamérica con especies únicas.
Ezequiel Miranda, presidente de la agrupación ambiental, en una posición de segregar a los originarios, aseguró que cuentan con un espacio fuera del parque, que suma 13 mil hectáreas, lo cual es suficiente para su pequeña población de unos cinco mil habitantes. Además, indicó que concederle esa cantidad de hectáreas a los indígenas puede llevar a que el PILA pierda la categoría de Patrimonio de la Humanidad otorgada en 1983 por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, sin explicar el por qué de esa valoración.
Por su parte, los nasos argumentan a su favor, que desde tiempos ancestrales son sus pueblos quienes se erigieron en guardián de la Madre Tierra, por lo que su conservación y respeto permitieron mantener el medio casi intacto, mientras la destrucción del ambiente llegó desde fuera con la llamada ‘civilización de los hombres blancos’.
La etnia constituye una pequeña comunidad que vive dispersa en unas 150 mil hectáreas, dentro de un bosque húmedo tropical localizado entre las cuencas de los ríos San San y el caudaloso Teribe, considerado sagrado por ellos.