El abrazo de la memoria y el compromiso

En la madrugada del 22 de agosto de 1972, en los calabozos de la base Almirante Zar, 19 militantes de distintas organizaciones revolucionarias fueron fusilados por personal de la Marina y de la policía federal. Tres de ellos  sobrevivieron. Una semana antes se había organizado una fuga en la cárcel de alta seguridad de Rawson, pero un grupo de los fugados no pudo tomar el avión y se entregaron en el aeropuerto de Trelew. A pesar de la presencia de un juez, fueron  trasladados a la base naval sin cumplir los acuerdos con la autoridad judicial y el gobierno militar del entonces presidente golpista Alejandro Lanusse que mintió al declarar que se trataba de otro intento de fuga. Los testimonios de los tres sobrevivientes, de otros testigos y las pruebas irrefutables, demostraron que se trató de un fusilamiento ejecutado en los calabozos de la base militar.

Pasaron cuarenta años de espera para que se dictara una sentencia a los fusiladores de Trelew. Pero los  ex marinos que fueron sentenciados a cadena perpetua siguieron tan libres como había estado durante todos estos años de impunidad: Luis Sosa, Carlos Marandino y Emilio De Real fueron condenados como culpables de homicidio con alevosía de 16 personas y tentativa de homicidio con alevosía en otros tres casos. Otros dos fueron absueltos: Jorge Bautista del delito de encubrimiento y  Rubén Paccagnini como coautor. Bautista fue quien había realizado los sumarios tras la masacre y Paccagnini era el jefe de la Base Zar en el momento de los hechos. Sobre otro, Roberto Bravo, el oficial que recorrió los calabozos para darles el tiro de gracia a quienes todavía se encontraban vivos, se dictó una orden de extradición a la que Estados Unidos ha respondido negativamente. Por último Horacio Mayorga, el jefe de  quien dependía la Base Zar de Trelew, y que reivindicó la masacre ante el juez diciendo que se hizo lo que se tenía que hacer, y que no fue juzgado por aparentes razones de enfermedad, murió tranquilamente en su casa en 2016 en total impunidad, Pero es cierto también que no todos murieron impunes. Y mencionar muy especialmente al contralmirante Hermes Quijada quien difundiera mentiras y patrañas sobre lxs compañerxs fusiladxs,my que fuera ajusticiado por un comando del ERP 22.

Todos los asesinos fueron protegidos y premiados por los sucesivos gobiernos a pesar de que la sentencia declaró a la Masacre de Trelew como un crimen de lesa humanidad, delito que no conlleva los atenuantes esgrimidos por el tribunal en las consideraciones finales respecto a las absoluciones.

Los nombres sin olvido, Pedro Rubén Bonet, Jorge Ulla, Humberto Suárez, José Mena, Humberto Toschi, Miguel Angel Polti, Mario Delfino, Alberto Del Rey, Eduardo Campello, Clarisa Lea Place, Ana María Villarreal de Santucho, Carlos Astudillo, Alfredo Kohon, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas y Susana Lesgart, y los sobrevivientes Alberto Camps, María Antonia Berger y Ricardo Haidar, por todos ellos, presos políticos militantes de FAR, PRT-ERP y Montoneros, se exigía algo más que un poco de justicia.  Han pasado 47 años, ninguno de los compañerxs alcanzó esa edad.47 años en los que en cada 22 de agosto volvemos a estar con el corazón apretado, volvemos a tener el pensamiento herido y volvemos a repetir los gestos intuitivos del abrazo colectivo de esos tremendos días, y que hoy seguimos repitiendo a las familias de los héroes de Trelew que fueron diezmadas.

La crueldad y el odio de las fuerzas armadas contra los 19 guerrilleros y guerrilleras era la respuesta feroz frente a: la fortaleza de la solidaridad, del honor, de la hermandad, del coraje en la defensa y práctica de ideas liberadoras. Han pasado 47 años y los compañeros de Trelew han sido referente imborrable en toda resistencia y lucha por el socialismo.

Ese 22 de agosto de 1972, todo el pueblo se estremeció. Y este estremecimiento sigue latiendo, es el abrazo interrumpido a cada unx y a todxs en conjunto, a esos que pensaron con el corazón y pusieron el cuerpo, para pelear por el mundo justo y digno que soñamos, por el que peleamos, la utopía se escribe con Pedro, con Jorge, con Humberto, con José, con Toschi, con Miguel Angel, con Mario, con Alberto con Eduardo, con Clarisa, con Ana María, con Carlos, con Alfredo, con María Angélica, con Mariano y con Susana,  y los sobrevivientes Alberto, María Antonia y Ricardo, se escribe con los 30.000, ahora y siempre. Porque seguimos defendiendo y exigiendo que la sangre derramada no sea nunca negociada.

Ni olvido ni perdón ni reconciliación – ENCUENTRO MILITANTE CACHITO FUKMAN

PLAZA RODOLFO WALSH ( CHILE Y PERÚ) 18-30 HS

https://encuentromilitantecachitofukman.blogspot.com/2019/08/acto-homenaje-22-0819-1830-hs-plaza.html

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