Desde la Amazonía… “En los Tiempos de Coronavirus”. Primera Parte.
Me vine para Iquitos, en el Estado de Loreto, la provincia más pobre de todo el Perú. El objetivo del viaje: hacer dietar un paciente con que había tenido una recaída con drogas en Buenos Aires, una fuerte recaída que lo había dejado en estado de depresión y desánimo total. Nunca había venido para estos lugares a pesar de ser una persona que había viajado por varios países y costumbres. Nunca antes él había dietado y su primera experiencia con plantas medicinales era ésta que estaba viviendo. Yo por mi parte también me entregué al trabajo de dieta para aprovechar la ocasión y fortalecer mi camino.
De repente, en pleno proceso de trabajo personal el presidente del Perú tomó la decisión de cerrar las fronteras de un día para el otro y de suspender el tránsito interno por vía aérea, terrestre y fluvial. Así que acá quedamos bloqueados sin poder salir de Iquitos, junto con dos personas más de Argentina, que venían haciendo su dieta. Acá estamos y las circunstancias nos obligan a seguir el trabajo desde las plantas, ya que otra no nos queda, hasta que el presidente de Perú levante la restricción. Seguir la dieta, seguir tomando las plantas, seguir aislado, metidos para adentro, otra no nos queda… Por otro lado viendo lo que está pasando en el mundo, donde millones de personas están de alguna manera y forma, en proceso de dieta, guardados en sus casas, sin poder salir y en situación de restricción. Este virus obliga a la humanidad a guardarse, aislarse, protegerse, como medida de prevención.
Cuando se dieta “monte adentro” uno fortalece tanto el cuerpo físico como el cuerpo energético y espiritual, endereza y embellece su propia interioridad. La dieta es un camino de ascesis para la tradición amazónica, camino de curación y de aprendizaje. En la tradición de los médicos de cabecera de años atrás, frente a un proceso patológico se recomendaba cuarentena y caldito de pollo de campo, reposo y aislamiento para que el propio cuerpo recupere su ritmo y camino. La humanidad, esta civilización ha perdido la capacidad de resguardarse, el retiro, el silencio, la soledad, la interioridad; y sin esos valores, sin esas capacidades, es inevitable la enfermedad del cuerpo y del alma. Este coronavirus nos obliga a cuidarnos. La humanidad rompió el acuerdo con el cuerpo y el alma, y ahora el virus nos obliga a un límite, a una restricción inevitable para frenar el contagio. El hasta aquí del virus debe ser escuchado para evitar la catástrofe sanitaria. Ojalá aprendamos a estar más “en casa” y esto implica poder habitar más la interioridad y a cuidarla más.
Para finalizar quiero recordar lo necesario que creo es recuperar el valor de las medicinas tradicionales y de las prácticas de las diferentes tradiciones espirituales. Ambas tienen raíces muy profundas y sólidas respecto la naturaleza del cuerpo y del alma. Indudablemente lo que está pasando en el mundo repercute en buen sentido y en buena medida en el medio ambiente que es el principal beneficiado de este del sistema, ya que la polución está decreciendo, los cielos están más despejados, la contaminación decrece. A pesar de todo, la Pacha Mama debe estar contenta de que se le de un respiro, un espacio y un tiempo; un tiempo y espacio que remiten al cosmos, al orden y al cuidado.
Todos estos días no dejo de pensar en “Babel” del director mejicano Antonio González Iñárritu que hizo también dos grandes películas: “Amores perros” y “21 gramos”, una trilogía excelente. En “Babe”l aparece tan claro y patente en las tres historias que se entrecruzan, dos realidades impactantes de la condición humana: la desolación y la vulnerabilidad, en definitiva la fragilidad humana en su más cruda expresión. El coronavirus vino a poner en jaque la seguridad de este mundo tecnológico y sofisticado. El paradigma moderno está jaqueado por un minúsculo ser llamado coronavirus. Cada uno de nosotros debe sacar en silencio sus propias conclusiones. Bueno, les agradezco a todos la atención, solamente compartir esto con ustedes… Espero volver pronto a mi querida tierra argenta, familia y amigos.
Aprovecho como contracara de esta realidad puedan ver por youtube dos testimonios de vida maravillosos. Uno es la vida del padre jesuita Vicente Cañas, -mucho tiempo amenazado por los narcos- que murió en martirio en la Amazonia brasileña. Busquen “Martirio del padre Vicente Cañas, jesuita de la Amazonía”. Y otra es la vida del padre Luis Bolla, que vivió cuarenta años junto a los shuar, en la selva ecuatoriana. Esos testimonios nos abren al camino del encuentro con el otro, con lo diferente, con los postergados.
Sacha Domenech, Iquitos, 20 de Marzo de 2020.
Pabras Claves: Ayahuasca, Chamanismo, Shamanismo, Etnomedicina, Amazonía, Adicciones, Salud Mental, Medicina Tradicional Amazónica, Coronavirus, Psicología, Psicoterapia, Buenos Aires, Argentina.