Viernes Santo 2020 LA MUERTE, ESE PORTAL…

Viernes Santo 2020
LA MUERTE, ESE PORTAL…

Un minúsculo ser llamado coronavirus vino a demostrar más poder destructivo que tantas bombas, misiles, ejércitos y portaviones. Algo tan pequeño vino a derribar la soberbia y omnipotencia humana y toda su capacidad tecnológica. Es ante todo, y sobre todo, una gran herida narcisista a esa omnipotencia para dar lugar a la humildad del corazón.
En estos días de Pascua Santa, la Cruz y la Pasión vienen a dar un significado distinto y esperanzador a nuestro sufrimiento. Nos dan la posibilidad de aprender algo de todo esto, para poder ser mejores personas, mejorar nuestra especie, nuestra condición de criaturas. Desde esta perspectiva, la muerte y el sufrimiento son la puerta a un nuevo estado de conciencia. Somos todos testigos protagonistas de un momento histórico de la humanidad y del planeta.
Desde que nacemos vamos desarrollando nuestro ser y existencia. Junto a ellos también se instala la muerte, como un acontecer lejano y distante. Nuestra realidad, desde nuestro nacimiento, es que llevamos la impronta de seres mortales, finitos, y con fecha de vencimiento.
La muerte a través de la historia ha inspirado a numerosos poetas, filósofos, teólogos, en fin, gente que ha sido pensadora a través de la historia. Martin Heidegger, decía que la muerte es una condición fundamental del ser viviente. La existencia se define como una fijación en la muerte, no sólo porque va al encuentro de ella, sino porque la situación de la muerte se incorpora constantemente en el transcurso de nuestra existencia. Otro filósofo, Karl Rhaner, opina que el hombre, con cada conocimiento y cada acción, descubre la limitación del mundo y de sí mismo. Ese desengaño, como sentimiento fundamental de su existencia, es una forma de presencia de muerte. Para él la muerte es la última acción del hombre que resume todas y cada una de sus acciones. Por otro lado, Gabriel Marcel, ha explicado como el hombre y la muerte se complementan, son solidarios como el amor, que sólo es posible cuando nos abandonamos y entregamos a él. En la muere dejamos todo lo que queremos tener, y sólo en la experiencia de abandono de la muerte es que alcanzamos una libertad total y absoluta.
Así la vida y la muerte forman una unidad en cada acontecimiento del ser humano. Juntas y de la mano van diseñando la trama de nuestra existencia. Hoy, en estos tiempos por los que atraviesa la humanidad entera, la muerte presenta una corporeidad más sustancial y significativa. La muerte atañe sobre todo al cuerpo en su finitud y contingencia, a través ya sea de la fatalidad o de la enfermedad. Ella, tiempo atrás, estaba detrás de la escena de la instancia de este mundo. Ahora está y ocupa primera plana, copó la escena con toda fuerza y poder.
Si pretendemos estar parados en un camino espiritual debemos aprender a darle un lugar en la escena de nuestra vida. Desde allí la muerte es un paso de TRANSFORMACIÓN y TRANSFIGURACIÓN. Es un portal a otra dimensión, un PARTO EXISTENCIAL.
L A MUERTE COMO PASO NECESARIO PARA SER OTRO.
Podemos hablar entonces de reencarnación, de vida en el más allá, de viaje al otro mundo, del Reino de Dios, etc. La muerte como portal para ser transportados y transfigurados por la acción del Gran Espíritu. Desde el misticismo cristiano se habla de que la muerte transforma nuestro cuerpo mortal en un cuerpo glorioso, acción producida esta por la acción del Gran Espíritu, de Dios, o como se llame o nominemos nosotros al Ser Supremo.
LA MUERTE Y EL CUERPO…
Según el misticismo cristiano la muerte ha sido vencida por la resurrección del Nazareno. Cristo resucitaba en su cuerpo glorioso y luminoso, donde la muerte no tiene acción, no tiene ningún tipo de implicancia y poder alguno. Cristo con su muerte instaló el portal de la vida eterna, dándonos un cuerpo incorruptible, no sólo al hombre, sino a TODA LA CREACIÓN. La vida nueva está destinada a toda la creación, y esto nos abre a una conciencia de que el espíritu divino anida también en cada planta, en cada animal, cada ser vivo que habita sobre esta tierra.
¿CÓMO ENTENDEMOS AL CUERPO DESDE ESTA COSMOVISIÓN?
En el cuerpo se juntan todas las vivencias que hemos tenido a través de toda nuestra historia. El cuerpo es depositario de una memoria ancestral, donde tanto las penas como las alegrías, los amores como los odios, están habitando ese lugar. El cuerpo es la sede de placeres y displaceres, de encuentros y desencuentros, de ternuras y durezas. En definitiva el cuerpo tiene su MEMORIA y su DESTINO.
Cuando morimos atravesamos un umbral donde Dios, el Gran Espíritu Creador, acoge nuestro cuerpo y lo transfigura en un cuerpo espiritual. Nuestro egoísmo y sentimientos negativos cierran el cuerpo. El amor y la entrega abren el cuerpo. Así Dios al acogernos transfigura nuestro cuerpo finito en un cuerpo glorioso. Atravesamos el umbral para entrar en intimidad total con la gloria de Dios. Esta es nuestra experiencia de vida eterna, a la que hemos sido destinados desde que existimos en esta tierra. Será entonces como un llegar a casa, un estar en casa…
Habremos llegado a destino y allí descansaremos de una vez para siempre. Cuando vivimos una experiencia de ayuno, de meditación, de silencio, o experimentamos alguna planta ceremonial, el cuerpo adquiere un grado de sutileza y es donde por breves momentos experimentamos ESTAR EN CASA. Así el cuerpo será una morada del Espíritu en forma total y absoluta, sin dudas, sin miedos, sin medias tintas. La totalidad habitando en nosotros y nosotros habitando en la totalidad. Así como la gota de agua en el mar y el mar en la gota de agua. Instalarnos de esta manera en una vivencia más íntima y radical para siempre y por siempre. Así entonces experimentamos la muerte como un portal y no como un agujero negro.
Jesús les dijo a sus discípulos: “Yo he vencido a la muerte para que tengais vida, y vida en abundancia”. Y también dijo: “Yo estoy a tu puerta y llamo. Si tú me abres cenaremos juntos, tú conmigo y yo contigo”.

Sacha Domenech, Lima, Viernes Santo, 10 de abril de 2020.

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