La usurpación del poder en Bolivia a manos de los golpistas civiles y militares, en octubre del año 2019, hizo que el país retrocediera en los ámbitos, económicos, sociales, políticos y legales, haciendo de esta nación, un lugar impredecible y lleno de incertidumbre. La manipulación política a través de los medios de información, la represión y la corrupción escandalosa en el manejo de los recursos del Estado, agravaron la sostenibilidad de la administración de facto. A semanas, de las tan temidas elecciones, la dictadura hace agua por todos lados, mostrando la desesperación de los que saben que su hora ha llegado y que la voluntad popular los pondrá en el sitio que corresponde.
Oscar Rotundo. https://www.facebook.com/rotundo.rotundo.12
No Fue por un capricho del destino, que las elecciones en el Estado Plurinacional de Bolivia, se realicen en el mes en el que se conmemora el “Día de la Descolonización”; fue por la determinación del pueblo movilizado, que dijo basta a las excusas y piruetas de la clase política que descaradamente pretendían continuar en el gobierno, más allá de la Constitución, más allá del estado de derecho y pasando por encima de la democracia que ellos dicen profesar.
La realidad ha quedado reflejada en la vida de los bolivianos, en estos largos meses de dictadura, la visión del manejo de la cosa pública que tienen estos delincuentes devenidos en administradores, es que el Estado, es bueno cuando sirve para sus negocios.
En once meses de gobierno se han denunciado 48 casos de corrupción, entre los que se encuentran casos de nepotismo, cometidos por Añez, Murillo y demás funcionarios del ejecutivo, tráfico de influencias, hasta los 4 casos de Entel, 7 de YPFB, compra y desaparición de respiradores, insumos médicos, compra de gases lacrimógenos y más.
Pero el último gran negocio, lo ha propiciado el flamante ministro de economía Branko Marinkovic, con prontuario de fácil acceso a través de los medios independientes de comunicación*[1] quien ha tenido la brillante idea de conseguir una millonada de dólares, para “satisfacer las necesidades populares”, cuando restan días para la culminación de su vínculo con el Estado.
En noticia, publicada por el diario La Razón el 8 de octubre *[2] de este año, el ministro Marinkovic expone su logro con un detalle, bien llamativo “Para evitar al Legislativo, controlado por el MAS”; o sea, la separación de poderes y la democracia republicana que tanta libertad les da a estos ciudadanos ilustres, no concibe que otra fuerza política controle uno de los poderes del Estado, entonces decide saltarse la Constitución; una vez más.
“El Gobierno logró en Washington que el Fondo Monetario Internacional (FMI) cambie la figura de crédito por “intercambio de divisas” para que los $us 330 millones comprometidos sean utilizados de forma directa” … “Con el FMI hemos llegado a un acuerdo para que esto no sea un préstamo, el dinero que viene se va a hacer como un intercambio de divisas que no necesita pasar por el Congreso”. Sería importante saber en qué parte, de la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, dice que, un funcionario del poder ejecutivo posee la facultad para “realizar un «Intercambio de divisas»” ¿sin control alguno?, y aclara, que se trata de una compra-venta “(Foreign Exchange) o FX, son las operaciones con moneda extranjera y consiste en la compra de una moneda y la venta de otra de manera simultánea, de acuerdo al portal es.bforex.com”, o sea, que se trata de una operación de comprar-venta con el oro de las reservas del Estado para obtener dólares, que seguramente, “en forma directa”, tendrán el mismo destino de los 48 casos denunciados*[3]
La bancada del MAS en el Legislativo, ya adelanto que descarta viabilizar la operación con el FMI, por considerar entre muchas razones, que no se siguió el protocolo que debería tener una medida de tanta importancia, en la cual se habría tenido que adjuntar el contrato, condiciones de financiamiento y garantías, además de otros requisitos, para ser asumido por el Estado.
Es llamativo, que el candidato Carlos Mesa y el resto de la partidocracia, que pretenden llegar a la presidencia y al legislativo, no digan una palabra sobre esta burda maniobra que perjudica al Estado y al pueblo boliviano.
Es que, en realidad, todos estos títeres electorales, representan al mismo proyecto histórico, un proyecto llegado de Europa hace más de quinientos años y que se expresa constantemente en el desconocimiento del sujeto político y social del estado profundo boliviano, expresado en su más de cuarenta etnias nativas y que conforman la mano de obra explotada e invisibilidad por una casta que solo piensa en el saqueo y en la imposición de una cultura capitalista, ajena a los valores y tradiciones del pueblo boliviano.
Vale recordar las tristes jornadas vividas en el año 2008, cuando esta misma gente, que hoy pretende llegar al poder, quería dividir al Estado Plurinacional; “La división del país que están impulsando los «autonomistas» de Santa Cruz es no sólo geográfica, sino también étnica, enfrentando a los «cambas» orientales con los «collas» occidentales. Sorprende la virulencia con que desde las páginas de El Deber se glorifica a los «cambas de pura cepa» y se exhorta en términos de «Fuerza, cambas» al tiempo que se trata a los indígenas de «raza maldita», y en la plaza 24 de setiembre se gritaba «Evo Cabrón», con alusiones a su madre.
La división es también por sectores sociales. Los líderes «autonomistas» pertenecen a la más rancia oligarquía. Branko Marinkovic, vocero del Comité Cívico, es un gran terrateniente y miembro de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz, del Banco Económico y de la Cámara de Exportadores. Es accionista de la compañía de Transportes de Hidrocarburos Transredes, cuyo 50% pertenece a Enron y Shell y opera gasoductos y oleoductos de 6 mil kilómetros. Esta empresa acaba de ser nacionalizada por el gobierno. Según el viceministro de Tierras Alejandro Almaraz, Marinkovic se vio beneficiado en cinco ocasiones sucesivas por cesión de tierras estatales en la zona de Laguna Corazón. Estos son los intereses que se mueven detrás de la proclamada «autonomía» de la región de la «media luna»” *[4]
Bien vale, recurrir a las consideraciones científicas sobre estos fenómenos político – sociales racistas, para entender cómo se tratan de justificar desde los sectores propietarios, el saqueo y la explotación que desde hace centenares de años se vive en el mal llamado tercer mundo y en especial en el Tawantisuyo*[5]
“Hay cuatro criterios principales, generalmente aceptados, que definen y circunscriben conceptualmente el racismo. El primero es la creencia de que los seres humanos se dividen fundamentalmente en “razas”. Y, en consecuencia, se atribuye al factor “raza” una importancia antropológica decisiva. El segundo atañe al hecho de asignar a las “razas” características inmutables y de creer que los caracteres transmitidos hereditariamente no son solo los rasgos físicos, sino también ciertas aptitudes y actitudes psicológicas, que son las que generan las diferencias culturales que se pueden apreciar. En tercer lugar, se trata de la creencia de la existencia de una jerarquía entre “razas”, y de que alguna, o algunas de ellas, superiores a las otras. En último lugar, la persistencia en entender la mezcla de “razas” como un proceso de degeneración de las “razas superiores” (Caballero Jurado, 2000: 95) *[6]
“Esta revisión de larga duración del concepto “raza” deja claro un hecho irrefutable: no puede sostenerse la existencia biológica de la “raza”; esta es un constructo socio-histórico que está atravesado no solo por el miedo al otro o una mirada “altércida”, sino también por relaciones de dominación y de poder. Pues “raza” fue, para los que la construyeron (los europeos), un instrumento eficaz para deshumanizar a los “Otros”, sobre todo a los negros y a los indígenas, inferiorizándolos y denegándoles el acceso al saber y, por ende, al poder”, expresaría Max Hering Torres en su revisión histórica.
La oposición y aversión sistemática de parte de estos sectores tradicionales desde la llegada de la república, al gobierno de Evo Morales en su momento y a la posibilidad de que nuevamente los sectores populares lleguen al gobierno, no se fundamenta en que hayan tenido, durante la gestión del presidente aymara, un daño económico; al contrario, la expansión económica de Bolivia durante esos años fue histórica, con un gran incremento en las ganancias de los sectores oligárquicos y un ascenso social nunca visto en sectores postergados por décadas.
La contradicción, entre la construcción de un Estado Plurinacional de bienestar que represente a las mayorías populares y una república liberal dominada por una casta, es antagónica y atemporal.
Las pretensiones jerárquicas de las minorías, están pasando a la historia, como también está demostrándose que las recetas capitalistas de subsidios a los centros de poder mundial, mediante los famosos organismos de créditos interminables, como el FMI, el Banco Mundial y demás instrumentos para la expropiación usuraria de los pueblos, son inviables.
Cuando Jeanine Añez, Arturo Murillo Prijic y Branko Marinkovic, llaman a votar por Carlos Mesa, lo hacen porque comparten la misma visión sesgada de la historia, el mismo fundamentalismo ideológico y la aversión política por lo popular, a lo que despreciativamente consideran “populismo”.
El voto del domingo 18 de octubre, será la herramienta para que millones de bolivianos decidan en las urnas, o el reencause a la senda del futuro con justicia social, o el retorno a un pasado racista, excluyente y de miseria y despojo, tanto de los recursos naturales como de la identidad étnico-cultural.
Las posibilidades están en manos del pueblo, porque más allá de cualquier trampa electoral o acción represiva, solo el pueblo salvara al pueblo.
Notas
*[1] https://corruptosbol.blogspot.com/2016/05/panama-papers-capitulo-bolivia.html
*[4] https://www.lr21.com.uy/mundo/309959-la-balcanizacion-de-bolivia
*[5] https://info.caserita.com/Organizacion-Social-de-los-Incas-a309
*[6] Revisión histórica del concepto de “raza” en Max Hering Torres y Peter Wade. file:///C:/Users/Usuario/Downloads/document.pdf