Del éxodo salteño a conseguir tierra en La Plata

La comunidad guaraní que vive en La Plata logró un acuerdo histórico con el municipio. Quiénes son y cómo llegaron a acceder a la tierra.

Fotos: Julieta Santos.

31 de enero de 2021

Es 16 de septiembre de 2003 y los ladridos de perros alertan la llegada de un conjunto de uniformados en uno de los barrios de la localidad de Orán, provincia de Salta. La policía de la provincia y la Gendarmería despliegan un operativo exagerado para desalojar de su tierra a menos de cien personas. Todas ellas, pertenecientes a la comunidad Ava-Guaraní, “Iwi inmenb´y”.

Después de unos minutos de tensión, comienzan los disparos. Del otro lado, la gente resiste como puede. Los jóvenes arrojan piedras y tratan de repeler el avance de las fuerzas de seguridad, que ingresan al predio tras la orden del juez Oscar Blanco. Las mujeres, preparan ollas de agua caliente, casi como recuperando uno de los métodos de defensa aplicados en una de las invasiones inglesas.

Pero la represión es brutal y las topadoras arrasan sobre las casitas y los cultivos de la comunidad. A más de 1.700 kilómetros de Orán, Gumersindo Segundo se entera de la tragedia por teléfono, luego de haber arribado a La Plata. “Están buscando a los líderes”, le advirtieron.

-Tuve que venirme unos meses antes aquí porque el Consejo de Ancianos me habían dicho que había rumores de amenazas de muerte. Y ellos cuando dicen, hacen –le explica el ahora líder de la comunidad, a INFOCIELO, en referencia al sector que pidió el desalojo.

La empresa SEABORD Corporation, propietaria del Ingenio San Martín del Tabacal, había prometido darle tierras a aquellos trabajadores que se jubilaran, pero no cumplió. Y después de meses de tensión, la justicia salteña le dio la razón a los terratenientes.

Aquel hecho sangriento que terminó con la vida de tres integrantes de la comunidad (nunca denunciando por autoridades y medios de comunicación locales), fue el inicio de un largo éxodo desde esa provincia del norte hacia la capital bonaerense.

Hoy, a casi 18 años de su forzada partida, los Iwi inmenb´y están a punto de cerrar un acuerdo con el municipio platense para acceder a un predio ubicado en la localidad de Abasto, en las inmediaciones de La Plata, un logro que les permitirá volver a desarrollar su identidad, de la mano de la agricultura.

Las viviendas de la comunidad en Abasto, partido de La Plata.

EL LARGO CAMINO A CASA

Después de haberse asentado en varios barrios de La Plata, como en El Peligro y actualmente en Abasto, la comunidad Iwi Inmenb`y tendrá su propia tierra. El acuerdo, claro, no fue sencillo: diversos organismos de Derechos Humanos, como la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), fueron los promotores de ese derecho no consagrado y finalmente el gobierno de Julio Garro (Juntos por el Cambio) tomó la decisión de hacer una entrega formal en uno de los predios ubicados en 506 entre 221 y 224, Abasto.

“En estas tierras el objetivo será trabajar en un proyecto urbanístico, que también involucre a la Universidad Nacional de La Plata y a diversos organismos provinciales, de modo tal que mejore integralmente la zona”, anunció la Secretaria de Planeamiento Urbano, María Botta, quien además prometió que “el área contará con una salita de salud y espacios educativos”.

Antes, la gestión se vio frustrada porque las tierras que había destinado el municipio se trataban en realidad de una reserva fiscal del Club de Gimnasia y Esgrima La Plata. Ahora, algunos pocos vecinos también protestan contra la llegada de esta pequeña comunidad guaraní.

En un comienzo, el grupo de vecinos de La Plata (integrado por diversos profesionales, como abogados, médicos y docentes) pusieron el grito en el cielo porque entendieron que la comunidad estaba integrada por 42 familias, cuando en realidad se trata de tan solo 42 personas.

“Ellos no nos aceptan”, le cuenta a este medio, Patricia Segundo, la hija de Gumersindo. De hecho, la mujer dice que en encuentro con los vecinos del predio en donde ahora se instalará la comunidad Iwi Inmenb`y, uno de ellos se preocupó por su “reproducción”.

“Nos decían, ´no pero cómo van a venir ustedes aquí, que después se van a reproducir´. Fue cuando nos enojamos y los jóvenes les discutieron. Ellos no nos pueden decir cuántos hijos tener. Si bien la democracia no es tan como debe ser, estamos en una sociedad”, describe, ofendida.

Patricia explica que uno de los vecinos que más se opuso a la llegada de esta familia indígena “era el docente de su sobrina”.

“Hay un negocio donde ellos se disputan la tierra. Quieren la tierra para hacer un proyecto inmobiliario”, le dice la mujer a este portal.

“El acuerdo con el municipio de La Plata no es muy bueno para nosotros, pero la necesidad grande que tenemos nos hace lleva a la negociación”, agrega a su lado, Gumersindo.

Según consideran desde la comunidad, “no se está respetando los derechos visibilizados en los tratados internacionales”, así como tampoco se pone en valor la importancia de desarrollar la identidad propia, libremente. Creen que, si “de verdad el municipio busca que desarrollemos un proyecto agroecológico aquí, deberíamos acceder al menos a tres hectáreas por familia”. El acuerdo final fue de poco más de 3 hectáreas para toda la comunidad.

Gumersindo Segundo, el líder de la comunidad que se afincó en La Plata

LA LEYENDA DEL PILCOMAYO

Los Iwi Imenb`y atesoran una leyenda que es transmitida de generación en generación. Se trata de la “leyenda del Pilcomayo”, en la cual se relata la historia de dos hermanos: en una carrera por convertirse en Caciques, los dos se desafían a ver quién tira la flecha más lejos. Según cuentas los abuelos de la comunidad, “el mal desvió la flecha y terminó asesinado al hermano mayor”. Su sangre colorea la tierra. En tanto, la culpa que carcome al hermano menor, se transforma en intensas lágrimas, que finalmente se convierten en el río que lleva el nombre de la tradición oral.

-Para nosotros, el agua cristalina que corre no es solo agua, representa la sangre de nuestros antepasados, que al tomarla nos libran de la sed –sostiene Gumersindo.

Los ava-guaraní fueron perseguidos por españoles y después por el Estado argentino. A muchos de ellos, incluso, se les cambió el nombre y el apellido cuando empezaron a trabajar para el Ingenio de Salta. El exilio que sufrió la comunidad tras el desalojo en 2003, volvió a alimentar el río de lágrimas. Gumersindo confiesa que, durante los primeros años en La Plata, “no sabía si podía resistir a la nueva vida”. Hoy, todo es diferente.

HIJOS DE LA TIERRA

Bajo un intenso sol y una humedad que traspasa el toldo de una de las habitaciones en donde vive la comunidad Iwi Imenb`y, Gumersindo se abre y dice “estar cansado”.

-Yo ya quisiera retirarme y descansar. Pero mientras no haya decisión por mandato de asamblea, no puedo –dice, mientras se lleva un pañuelo a la cara.

En esta comunidad guaraní, los caciques no son elegidos por “sistema patriarcal”, es decir, por herencia; sino más bien por “el deseo” de cualquiera de sus integrantes. Por ahora, los más jóvenes no sienten el llamado.

De todas formas, Gumersindo no negocia que los más chicos pierdan gran parte de su cultura, como es el idioma: para eso, les enseña palabras en Ava-Guaraní con un pequeño pizarrón que se encuentra colgado en una de las pocas paredes de ladrillos que hay en el predio. “A veces, hasta les tomo examen”, dice y sonríe.

El afán por hacer perdurar su identidad y conocer las estratégicas para que los Estados reconozcan el derecho al acceso a la tierra, lo llevó a participar en octubre del 2014 del Encuentro Mundial de Movimientos Sociales, realizado en Roma. Gumersindo fue de la mano de la Corriente Clasista y Combativa (CCC). Aquella jornada que duró tres días reunió a cientos de integrantes de Pueblos Originarios del todo el planeta y le reforzó el espíritu al líder de esta comunidad.

“Necesitamos de la tierra para ir recuperando, primeramente, de nuestra agricultura. Al tener nuestra tierra nosotros vamos a tener nuestra propia semilla… Si nos dejan las grandes corporaciones”, reflexiona Gumersindo, con algo de ironía.

Al final de la tarde, el líder de esta comunidad trae la bandera que representa a su pueblo y les pide a varios de los más jóvenes que se sumen a una foto. “Nosotros decimos que esto es el legado que nos han dejado nuestros ancestros”, manifiesta el hombre.

En ella se lee “Comunidad Iwi Imenb`y”. Y más abajo, en español: “Hijos de la tierra”.

Fuente: https://infocielo.com/tierra/del-exodo-salteno-conseguir-la-plata-n703627

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