CAPITALISMO EN RETIRADA

UN CAMBIO HISTÓRICO

Luego de infinidad de pronósticos prematuros realizados por los analistas políticos anunciando la desaparición del capitalismo, principalmente de la izquierda, parecería que después de la pandemia algo de eso habría de cierto, sólo que de la manera menos esperada.

Según la interpretación marxista, todos los cambios históricos van de la  mano de los cambios en los modos de producción, pues empujadas por la dinámica de las fuerzas productivas, las cambiantes relaciones técnicas y sociales producen una intensificación de la lucha de clases que devendrá en cambios en la superestructura política e ideológica para adaptarse a las nuevas condiciones.

El caso es que la Big Data ha cambiado la lógica de las fuerzas productivas, pero la lucha de clases no fue superadora, sino que involucionó de manera tal que regresamos del capitalismo a un neo- feudalismo.

Gracias a las grandes corporaciones como Facebook, Amazon o Apple, las personas estamos atadas a la gleba digital. En el orden económico que emerge, los capitales abandonan la producción para concentrarse en la depredación y la posesión de territorio.

Por supuesto, no es que los sectores capitalistas tradicionales hayan desaparecido, pues al igual que a principios del siglo XIX, donde muchas relaciones feudales permanecían intactas en el seno del capitalismo, hoy, las relaciones capitalistas permanecen intactas, pero las relaciones tecno-feudalistas han comenzado a superarlas.

SI NO FUERA POR EL ESTADO

Con este panorama, el capitalismo pregonado por los libertarios de derecha o por los neoliberales de Juntos por el Cambio defenestrando al Estado no tienen ni pie ni cabeza desde el momento en que gracias a las políticas implementadas por los estados de todo el mundo se pudo sortear los desastres causados por el Covid.

Desde la distribución de vacunas gratuitas hasta las políticas de subsidios a empresas y personas, pasando por el apoyo a las áreas más sensibles de la sociedad, el Estado debió hacerse cargo absolutamente de todo, en un momento donde la actividad privada simplemente se replegó a sí misma para salvar su propio pellejo.

En consecuencia, es el Estado el único con poder de fuego suficiente para enfrentar, junto a los ciudadanos, el poder de las grandes corporaciones y los monopolios concentrados, principalmente el del mundo digital.

Mientras las rentas nacionales de todos los países caen estrepitosamente, las bolsas de valores suben como nunca en la historia, destruyendo todas las teorías económicas que establecen que las finanzas siempre van de la mano con la economía real.

DOS FUERZAS ANTAGÓNICAS

Cada vez más se está desvinculando la asociación entre el Estado y las corporaciones dominantes del sistema de producción capitalista,  transformándose en dos fuerzas opuestas que comienzan a luchar.

Por un lado las corporaciones aprovechan la pandemia para hacernos más dependientes del mundo digital mientras el estado se hace más fuerte al transformarse en proveedor de vacunas y subsidios.

Para detener el aumento de precios el Estado aumenta la tasa de interés lo que deriva en encarecimiento del crédito, pero a las corporaciones no les importa porque les sobra recursos financieros propios, lo que les permite ignorar la tasa de referencia que fija el Banco Central.

Es así que la clase media y las pymes sufren los vaivenes de las políticas monetarias, mientras estos gigantes cada vez se hacen más poderosos.

Estas multinacionales como Google, Apple o en Argentina el caso de  corporaciones de telecomunicaciones con ramificaciones en medios de comunicación (Clarín), deberían pagar un impuesto adicional por la pandemia, ya que gracias a ella sus ganancias se dispararon.

En este sentido, tanto Joe Biden como el FMI están pidiendo a los países mayor control de las fusiones indiscriminadas en corporaciones como Facebook, Amazon, Apple y otras empresas del rubro de tecnología, medios de comunicación, farmacéutica, bancos y agricultura, para lograr bajar los precios y aumentar los salarios.

POLÍTICOS FUERA DE ÉPOCA

Es hora que Milei, Espert y los Ceos de Juntos por el Cambio dejen de engañar a la gente con la promesa de la llegada de inversiones privadas en reemplazo del Estado.

¡Muchachos, el capitalismo y la libertad de mercado pertenecen al pasado desde la caída de la J.P. Morgan y Lehman Brothers! Ahora, éstos viejos depredadores son reemplazados por las plataformas digitales.

Ya no son las empresas oligopólicas las que dominan el mercado, sino feudos paralelos cuyas acciones hacen subir el índice de las bolsas de todo el mundo, mientras que los estados sufren una crisis financiera global por el drama sanitario y la desocupación.

Google se ha transformado en el señor feudal y nosotros en sus esclavos, fútiles generadores de riqueza trabajando gratis desde nuestras casas, mientras buscamos alegremente en Mercado Libre el celular más moderno del mercado o la crema rejuvenecedora más usada por la influencer con mayores seguidores en la red.

Alejandro Lamaisón

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