Derrotado en las urnas el 30 de octubre por el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva, el ultraderechista Jair Bolsonaro expresó a sus allegados que teme que su liderazgo político sea olvidado y vaciado al mantenerse al margen del poder durante al menos cuatro años.
Por Juraima Almeida.
Cuando aún falta poco más de un mes para hacer las maletas y abandonar el Palacio da Alvorada, la transición amenazaba con ser tumultuosa por la mala relación entre los candidatos y las constantes acusaciones del ultraderechista contra el sistema electoral.
El 28 de agosto, en un encuentro con grupos evangélicos durante una visita a Goiania, Bolsonaro dijo tener tres alternativas para su futuro próximo: “estar preso, muerto o la victoria. Pueden estar seguros de que la primera alternativa no existe; estoy haciendo lo correcto y no le debo nada a nadie”, señaló. Pero hoy vive una cuarta alternativa…
Tres días antes había sufrido un revés, cuando el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, rechazó su pedido de iniciar un proceso de destitución contra Alexandre de Moraes, uno de los once jueces del Supremo Tribunal Federal y miembro de la Corte Suprema de Justicial, quien ordenara investigar al presidente por crímenes de “calumnia” e “incitación al crimen”.
Antes de viajar a Goiania, Bolsonaro, quien no remontaba en las encuestas, incentivó a la población a armarse: “todo el mundo tiene que comprar un rifle. Un pueblo armado jamás será esclavizado”, declaró. Y, respondiendo a las preocupaciones por la inflación, agregó: “sé que es caro. Algún idiota puede decir ‘tienes que comprar frijoles’. Hombre, si no quieres comprar un rifle, no molestes a quien quiera comprarlo”.
Hoy es improbable que un Congreso saliente apruebe reformas de importancia. Entre los asuntos pendientes que el legislativo echó a andar tras la primera vuelta de las elecciones, hay un proyecto de ley que criminaliza con hasta 10 años de prisión a las empresas encuestadoras si estas fallan en sus predicciones, una medida apoyada por el bolsonarismo, que sigue –al igual que Donald Trump en EEUU- denunciando fraude.
El futuro político de Bolsonaro es una incógnita. Es probable que elija volver a Río de Janeiro, donde inició su carrera política como concejal y que luego representó como diputado federal en Brasilia durante casi tres décadas. Y, aunque el alcalde de la ciudad es de izquierda, el gobernador del Estado, Cláudio Castro, es su aliado.
Pocos creen en su retiro, con dos hijos congresistas, otro que es concejal de Rio, con varios de los estados más importantes del país gobernados por sus aliados, y la mayoría en el Congreso, Bolsonaro conservará una gran influencia en la derecha brasileña.
Mônica Bergamo señala en Folha de Sao Paulo que, además del largo tiempo que estará fuera de los focos de la política institucional, también cuenta con la ‘sombra’ de políticos en ascenso en el campo de la derecha, que pueden robarle aún más protagonismo. Tarcísio de Freitas, gobernador electo de São Paulo y exministro de Bolsonaro, es uno de los nombres que se perfilan como posibles líderes del sector. Reelegido para el gobierno de Minas Gerais en la primera vuelta, Romeu Zema también figura en la lista.
Además, Bolsonaro, que responde a cuatro acusaciones en el Supremo Tribunal Federal, teme ser arrestado tras dejar el cargo y perder el foro privilegiado. A sus seguidores, el mandatario derrotado asegura que reaccionará en caso de intento de detención.
¿Condenado al ostracismo?
“Cuando era diputado, Bolsonaro tuvo una etapa porque hacía propuestas que eran aberraciones y declaraciones violentas que llamaban la atención, pero ahora eso se acabó”, señala el periodista Joaquim de Carvalho, para quien “la tendencia de Bolsonaro es aislarse”.
Agrega que “tiene un número de simpatizantes no relevante, bajará mucho la votación de sus hijos y los que ayudó a elegir de alguna manera tratarán de quemarlo. ¿Qué puede exigirle a la gente? Y para otros, hay interés en no ser rehén de Bolsonaro”.
“Bolsonaro y Lula son dos personas que se movilizan, eso es un hecho. Resulta que Lula tiene un partido, una organización, una idea muy clara, y puede hacer política sin gobierno, sin alcaldía, como siempre lo ha hecho. Y Bolsonaro tendrá esa dificultad”, añade.
“Cuando era diputado, tenía un público, un escenario. Ya no se puede ver como folclórico, hoy eso es viejo, ya no se puede hacer eso, y no tiene ningún movimiento organizado en la sociedad. Y tendrá la oposición feroz de los que fueron bolsonaristas y fueron electos”, concluyó Joaquim de Caravalho.
“El perdedor no tiene nada que perder. Saludará a los cadetes y será adulado por la extrema derecha, porque es todo lo que le queda”, afirma Moisés Mendes, quien recuerda que en la única aparición pública tras ser derrotado, fue incluso el Tribunal Supremo al que atacó sistemáticamente en los dos últimos años.
“Bolsonaro no se montará en su moto ni comerá pastel en la feria de Brasilia. Irá al encuentro de los soldados, que han recibido a los bolsonaristas acampados frente a sus cuarteles desde la derrota”.
“Es la jugada de un hombre desesperado, que intenta conservar su base militar a toda costa. Bolsonaro, incluso sin rumbo y sin futuro, ya no teme a nada. Oye lo que espera oír. Los abogados, los informantes, los del Centrão y los propios militares le dijeron al tipo que no pasará nada cuando deje el gobierno”, señala Mendes.
Añade que no tiene por qué temer a la Justicia, porque la mayoría de los juicios que enfrentará transitarán lentamente por tribunales de primera instancia y que todo está listo para que el Tribunal Supremo sea hostigado y amordazado por el Senado. Ni la justicia tendrá armas para cercar a familiares, amigos de la familia, empresarios protegidos, milicianos y hasta militares investigados por involucramiento con los vampiros de la venta de vacunas durante la pandemia.
Bolsonaro reunirá a sus seguidores frente a la Academia Militar das Agulhas Negras, principal escuela de formación de los oficiales del Ejército, hasta que entregue el cargo a Lula, cuando la hipótesis de una ruptura constitucional es cada vez más improbable.
“El perdedor no tiene nada que perder. Saludará a los cadetes y será adulado por la extrema derecha, porque eso es todo lo que le queda. No es mucho, pero puede ser suficiente para que sobreviva, aunque sea a pan y agua, hasta que sea considerado políticamente muerto por el propio fascismo”, concluye Mendes.
* Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)