Una breve contextualización internacional de la coyuntura argentina
“La hora fue en la madrugada del 9 de Julio con los invitados sentados a la intemperie, fría, húmeda, inhóspita. Algunos se durmieron y otros bostezaban sin cesar. ‘Era un acto surrealista’, describió un gobernador presente. ‘¿Por qué no lo hicieron a una hora humana en Tucumán, y en la Casa de gobierno de esa provincia, o en la Casa Rosada, en la Capital? El 9 de Julio es una fiesta nacional’. A los que protestaron, les contestaron que se conformaran con el cambio de la coreografía inicial (…) imaginada para el 25 de Mayo en Córdoba: Milei debía llegar a ese acto, según ese proyecto, montado en un caballo” (Joaquín Morales Solá, La Nación, 10/07/24).
Informe dado por el autor de esta nota el pasado domingo 7 de julio ante el CC del NMAS y levemente editado para esta publicación.
Voy a comenzar este informe con algunas pinceladas de la coyuntura internacional. En la coyuntura, en este instante, las guerras y los demás temas de la etapa están desplazados por la atención del mundo a la ronda electoral internacional en curso: este año coinciden elecciones en muchos países. Como expresión distorsionada de las tendencias sociopolíticas, los resultados electorales son un índice a tener en cuenta en medio de tanto impresionismo por el giro a la derecha que está expresándose internacionalmente.
Son elecciones que ocurren en un período largo reaccionario, que no se ha modificado pero que ofrece un panorama mixto, no solo desde la movilización popular, sino también desde los resultados electorales, que no son todos iguales ni todos a extrema derecha: hay contrapesos.
Hay en curso varias “elecciones pendulares” en sus resultados, en general con opciones que van desde el populismo de derecha o extrema derecha hasta el centro político capitalista tradicional, con opciones más conservadoras y otras más “progresistas”. Hay toda clase de matices incluyendo en esto a la India, a la que no vamos a dedicarnos acá.[1]
1- Estados Unidos
La elección más importante del año todavía no ocurrió, y es la de EEUU. Trump y Biden están muy parejos, y como le fue tan mal a Biden en el debate, lo quieren bajar, y él no quiere bajarse. Esto muestra el contexto de polarización que hay, porque Biden y Trump son capitalistas, pero tienen profundos matices. Por ejemplo, Biden defiende a capa y espada el derecho al aborto, y Trump está igual de decidido a bajarlo, por no hablar del pánico que existe en la OTAN por las distintas opciones geopolíticas que expresan ambos.
Por la circunstancia de que el centro político abreva de manera criminal en las instituciones (la extrema derecha no, es parlamentaria pero también intenta ser extraparlamentaria),[2] en este momento en EEUU hay una mayoría abrumadora conservadora en la Corte Suprema de Justicia, de seis a tres, que acaba de emitir un fallo según el cual todo acto de un gobierno en ejercicio se presume legal… Entonces, si Trump alentó la ocupación del Capitolio por las hordas fascistoides y lo hizo como un acto de gobierno, es legal.
Por supuesto, el New York Times, el Washington Post, etc., salieron a protestar por este fallo ilegal, porque los sectores de extrema derecha van horadando el régimen, haciendo comer estos sapos desde el punto de vista institucional. Trump quedó desafectado de los eventos del 6 de enero de 2021 y la causa se derrumbó.
Ambos son gobiernos imperialistas, y además con bastante continuidad entre ambos: Biden no revirtió muchas de las políticas de Trump.[3] Eso es igual en todos lados. En Brasil, por ejemplo, Lula tampoco revirtió ninguna política de Bolsonaro. (El caso de Brasil es peor que el de Estados Unidos porque Lula simplemente consolidó las contrarreformas de Bolsonaro, como por ejemplo el techo de gastos).
Pero es evidente, de todos modos, que existen fuertes matices en todos los órdenes entre el centro político tradicional y la extrema derecha (en el caso de EEUU, entre Biden y los demócratas y Trump) y que no da igual que gane uno u otro.
Hay una división burguesa muy fuerte; las alas de extrema derecha son más brutales y férreas en la defensa preventiva del orden capitalista neoliberal feroz que continúa imperando en el mundo –se retiran más y más conquistas cada día, y las luchas que hay son en defensa de esas conquistas–.
Y sin embargo esto tiene sus contrapesos. Hay un recomienzo de la experiencia histórica que se expresa, por ejemplo, en los Estados Unidos con el proceso de recomposición obrera, además de la continuidad internacional del movimiento de mujeres y LGBTT, la movilización estudiantil en el norte del mundo en defensa de Gaza y un largo etc.
El signo de la situación mundial no es solamente el giro a la derecha (como ven algunos sectores oportunistas de la izquierda de manera “bizca”) sino también los bipolos y la polarización internacional entre las clases sociales.[4]
2- Gran Bretaña
Otro contrapunto son las recientes elecciones en Gran Bretaña, donde ganó Keir Starmer, un candidato del centro conservador del Partido Laborista. Sacó nueve o diez millones de votos, mientras que Jeremy Corbyn –expulsado violentamente de la dirección del Partido Laborista acusado de “antisemita” por defender a los palestinos– había sacado en las dos elecciones anteriores doce y diez millones.[5] Pero ocurre que se derrumbó el Partido Conservador a causa de sus idioteces alrededor del Brexit (la separación de Gran Bretaña de la Unión Europea), que fue un pésimo negocio.[6] El Partido Laborista recuperó votos en el norte desindustrializado de Inglaterra, porque los conservadores habían prometido que con el Brexit iba a haber una gran creación de empleo, que no sucedió; además, no calaron de manera tan honda las campañas de odio contra los inmigrantes, aunque ahora veremos cuál fue la expresión más directa de éstas.
El Partido Conservador, en verdad, está totalmente dividido. Su gestión en los últimos 14 años consecutivos fue marcada de cabo a rabo por el Brexit y por la presión de la extrema derecha, y terminó con su peor elección desde… 1906.
Por su parte, Nigel Farage, que es la extrema derecha inglesa, sacó sólo cuatro representantes en la Cámara, pero un enorme 13% de los votos, la mitad que el Partido Conservador que tiene siglos de historia. Farage hizo una enorme elección en su octavo intento de llegar a la Cámara, y lo consiguió. Por el mecanismo de representación uninominal, donde se gana el distrito por un voto, la realidad es que su fuerza de extrema derecha quedó sub-representada, pero no por ello su elección es menos histórica.
Los laboristas lograron una mayoría abrumadora en la Cámara de representantes, pero solo con el 32% de votos; una votación no abrumadora pero clara que muestra, también, los límites en el avance de la derecha o la extrema derecha. Starmer mismo debe ser una de las representaciones más de derecha del centro político laborista: su programa está a la derecha del histórico programa de Blair –ex gran primer ministro laborista en los años 90, que se consideraba “tercerista”: ni de izquierda ni de derecha–.
3- Francia
Aquí la elección también fue uninominal, pero con balotaje. En las dos terceras partes de las circunscripciones no se obtuvo el 50% más uno, así que hubo balotajes (el balotaje para la Asamblea Nacional en Francia tiene la particularidad de que puede ser entre tres partidos si el tercero saca más del 12,5%).[7]
Lo concreto es que luego de un proceso de “desistencias” donde la derecha tradicional y el NFP (Nuevo Frente Popular)[8] desistieron uno en función del otro defendiendo el “voto republicano” contra Rassemblement National,[9] el partido de Marie Le Pen, finalmente la extrema derecha quedó tercera en la elección y el Nuevo Frente Popular primero, mientras el macronismo obtuvo el segundo lugar.[10]
Es evidente que la derrota electoral de la extrema derecha ha sido un triunfo popular distorsionado que muestra que no todo es giro a la derecha. Es verdad que en número absoluto de votos RS salió en primer lugar y extendido nacionalmente como nunca. Pero también es real que en los centros urbanos le sigue yendo mal y que en París, el centro político absoluto de Francia (en esto y muchas cosas más Francia y la Argentina son muy parecidos; países políticos por antonomasia a diferencia, por ejemplo, de Brasil o los EEUU), arrasó el NFP.
Este Nuevo Frente Popular es de derecha en comparación con el Frente Popular de León Blum, del que adoptó el nombre (una verdadera parodia de éste).[11]
El PC francés es sionista rabioso y su dirigente marchó abrazado con Le Pen y Macron a favor de Israel y contra los palestinos. El NFP incluye también al PS, que se recuperó (uno de los partidos más beneficiados de la elección) luego del descalabro de la gestión de Françoise Hollande, que impuso una fuerte contrarreforma laboral. La LFI (la Francia Insumisa) de Jean-Luc Mélenchon, una formación populista de centro-izquierda que los medios argentinos presentan como “extrema izquierda” (sic), quedó con la misma cantidad de asambleístas que tenía.
Pero más allá de los detalles de la elección, que se tratan en otros artículos, Francia ingresa, evidentemente, en un período de gran convulsión política y polarización alrededor de la cual el movimiento trotskista del país no está a la altura de las circunstancias (el trotskismo francés viene sumamente debilitado, en una situación distinta de la del trotskismo argentino, más allá de la degradación política que está viviendo la militancia de este último), cuestión que igual no podemos abordar acá.[12]
Nuestra corriente y nuestro grupo en Francia, dentro del NPA de izquierda, hizo una definición de voto en segunda vuelta muy parecida a la que hicimos acá (en primera vuelta llamamos a votar a Lutte Ouvriere): ni Le Pen ni Macron, ninguna confianza en el NFP, todos a las calles.
Por otra parte, por primera vez nos presentamos a elecciones a diputados nacionales con una compañera de nuestra corriente encabezando la lista de Montreuil por el NPA.[13]
En definitiva, pasa en Occidente lo que pasa en la Argentina: las masas son “anchas y ajenas”, en muchos casos votan a derecha o extrema derecha; la vanguardia de masas, no: vota al centro o al centro-izquierda y se moviliza masivamente en las calles. Esta es la dialéctica que no ven las corrientes pesimistas y oportunistas que justifican lo injustificable: sus políticas de conciliación de clases, su derrotismo en relación a la perspectiva estratégica de la construcción de corrientes revolucionarias.[14]
4- Argentina
Veamos ahora un poco la coyuntura argentina. El gobierno obtuvo un triunfo táctico con la ley ómnibus, pero la alegría le duró un día, porque al día siguiente hizo una conferencia de prensa que les cayó muy mal a los mercados.
El triunfo táctico expresa que continúa la etapa reaccionaria de crisis permanente, que no giró a la etapa pre revolucionaria que podía abrirse si fracasaba la ley. Plantea un cambio de carril de la dinámica, que pasa del elemento político a la situación económica y social.
Del elemento político, que estuvo muy marcado durante estos meses y cerró una primera etapa de gobierno con la dialéctica plaza y palacio –en la plaza siempre nos reprimieron cuando los peronistas rajaron–, pasamos a un escenario más disperso donde tallan más los elementos fragmentarios de la economía y de la crisis social.
Dentro del marco general, este triunfo táctico del gobierno abre una mini coyuntura reaccionaria de ataque a la izquierda por la vía de los presos, del ataque al Polo Obrero y el ataque a la vanguardia. Atacan a Fate, que sería el primer conflicto serio por lugar de trabajo de la gestión Milei. Y también al Posadas; en todos lados los despidos pasan, pero en el Posadas hay un proceso de resistencia. En Fate los primeros cien despidos pasaron o fueron a la vía legal. Pero ahora Madanes quiere la rendición incondicional con el preventivo de crisis, así que de una u otra manera se adelanta un gran conflicto para dentro de quince días.[15] Son dos lugares emblemáticos con peso de la izquierda y conducciones independientes.
Decimos que el triunfo de la ley bases es táctico por dos motivos. Primero, porque el gobierno obtiene un triunfo pero también sale con una “derrota”; hace tablas con el régimen. El régimen lo sostiene y le permite seguir gobernando; no se ve un escenario donde el gobierno pueda caer, sobre todo por la traición del peronismo y la burocracia sindical. Pero Milei fracasa –hasta ahora– en llevarse puesto al régimen político. Y, en cierto sentido, la situación política, dentro de su anormalidad, se “normaliza”: la dinámica se lentificó desde el punto de vista del avasallamiento al régimen político. No se pudo llevar puestas las relaciones de fuerzas en este plano, aunque las horada todos los días en el plano económico y social.
Acá vamos agregar dos elementos más: uno, el “pacto de mayo” en julio, que pareció una verdadera escenificación de los “Locos Adams” más que un verdadero acuerdo de unidad nacional. Unidad nacional no fue, porque –grosso modo– el peronismo como partido, los radicales, la CC, Pichetto, etc., no asistieron y, por lo demás, consistió en una serie de tópicos ultraliberales aplaudidos a rabiar por la patronal pero que hay que llevar a la práctica.
Segundo, el desfile militar: el gobierno de Milei, con sus rasgos bonapartistas, intenta algo que no intentó ningún gobierno desde 1983: que parte de su base social sean las FF.AA. Es un evidente elemento bonapartoide que hay que ver hasta dónde llega y qué peso tiene; un intento a lo Bolsonaro, aunque las FF.AA. vienen muy desprestigiadas y hay un largo camino para su recuperación.
Yendo al plano estructural, tomemos la crisis que se le abrió al gobierno con la conferencia de prensa de Caputo y Bausili, que tiene que ver con los elementos de crisis económica que empiezan a surgir. Hay dos motores de la crisis económica difíciles de resolver. Uno es la carencia de dólares. El dólar se fue a 1.450; no siguió subiendo pero tampoco es claro que vaya a bajar. La brecha está en 50% con el dólar oficial y eso va a revertir en inflación; aunque haya mucha recesión, alguna transferencia a los precios va a haber.[16]
Esto está conectado a otra cosa, que es el problema de la recesión. ¿Cuál es el motor de crecimiento en la Argentina? El consumo evidentemente no es, la inversión estatal menos, y tampoco lo son tanto las exportaciones. Sería la inversión, pero para lograrla, además de la ómnibus, los inversores piden que se levante el cepo: es decir, el libre ingreso y salida de dólares.
Pero si se levanta el cepo, el dólar se va automáticamente a 1.400 o 1.500, es decir, se convalida una nueva devaluación del 50% y a Milei se le va todo el “plan” antiinflacionario a los caños; y si se va más lejos, no hay poder de fuego para pararlo, porque no existen reservas para tal tarea, ¡y encima en 2025 vencen 25.000 millones de dólares en pagos al FMI!.
Y no levantarlo significa que no hay mercado libre, la gran bandera de este gobierno: el mercado más importante, el de divisas, no es libre. Y si los inversores no pueden llevarse libremente las ganancias, sumado a que el gobierno no termina de domar al movimiento de masas (es decir, cambiar las relaciones de fuerzas), no va a haber inversiones.
¿Cómo está el humor social? Ya van varias editoriales de La Nación expresando hartazgo por que Milei insulta a todo el mundo. El propio Milei es un factor de crisis política cotidiana. El Mercosur, donde están las principales relaciones económicas del país, se reúne en Paraguay, y el tipo se va a un acto de la derecha con Bolsonaro. Está peleado con Brasil, China y España, los tres mercados más importantes para la Argentina por exportaciones o por inversiones.
En esta “dinámica de tres tiempos”, el primer tiempo ya pasó por ahora, el de la plaza y el palacio. Si estalla el conflicto de Fate, habrá que volcarse con todo; es una etapa de luchas defensivas: democráticas, como la provocación tremenda que sufrimos en Filosofía y Letras de la UBA, y luchas lugar por lugar. En el medio, hay que abocarse a la consolidación y captación, formación de los cuadros y construcción de las filas del partido. Y hacia el futuro, lo que sería el tercer tiempo, un pronóstico alternativo: o estalla el país por algún lado (lo que el régimen, el peronismo y la burocracia no quieren ni a palos) o se va lento pero seguro a las elecciones.
5- La izquierda cloacal
En este “entretiempo” tenemos la tarea de instalar ampliamente nuestra elaboración estratégica sobre el balance del estalinismo. No solamente ninguna corriente tiene un balance de este tipo, sino que nadie aporta nada en el terreno teórico-político-estratégico. La militancia de la izquierda está más despolitizada que nunca; todas las discusiones políticas se transforman en chicanas y provocación. A ninguna corriente, empezando claramente por el PTS, le importa generar ninguna idea, ninguna discusión real. La pelea es cloacal; en las instancias de frente único no existen debates políticos reales sobre nada, solo importa conseguir “porotos” a cómo dé lugar.
Este es un elemento nuevo frente al cual vamos a ir claramente a contra-tendencia: estamos presentando a la vanguardia un debate marxista real del cual queremos obtener una respuesta marxista real. Se puede estar de acuerdo o no con nuestra posición; lo que no se puede es bastardear el marxismo.
Por lo demás, con El marxismo y la transición socialista, tomo I, le brindamos a la militancia de nuestro partido una herramienta de formación a contra-tendencia de la cloaca sin principios de las corrientes (sobre todo el PTS de cada día).
El PTS mismo reconoce que les va bien por arriba pero que están mal en cantidad y calidad (“tienen más diputados que partido” les dicen muchos, y es verdad: hay una importante y grave desproporción). El elemento cuantitativo nos cuesta a todos, por la herencia de la pandemia y las circunstancias del momento. Pero el elemento cualitativo es otra cosa: es responsabilidad de la dirección, depende de cómo cada dirección educa a la militancia.
Nosotros estamos en una ofensiva de formación marxista alrededor del balance del siglo XX y las perspectivas estratégicas de la revolución socialista para el siglo XXI. El PTS hace ya rato que educa en los métodos de cloaca estalinista; y eso no lo decimos solo nosotros, lo ven muchos integrantes de la vanguardia. Y no solo eso: arrastran al resto de los integrantes del FITU a que le “besen los pies” en el mismo sentido.
Además, y en contra de las necesidades de la lucha de clases, el PTS se ha dedicado a hundir la coordinadora súper progresiva que existió en la primera mitad del año, para subsumir todo en sus necesidades electoralistas de pequeño aparato. ¿Y qué hacemos con el ataque a los movimientos sociales, al SUTNA, las provocaciones en Filosofía y Letras de la UBA, los y las que siguen presas, etc.? ¿Qué hacemos frente a las necesidades de unidad y frente único de la izquierda en momentos de esta coyuntura defensiva donde se vienen más ataques? ¿Encolumnamos todo detrás de la campaña de Bregman 2027, como hace el peronismo con Kicilloff?
Nuestro partido apuesta a la politización de la militancia de la izquierda y la vanguardia y no a los métodos cloacales de las sectas estalinófilas. Ojalá el resto de la vanguardia se dé cuenta de cuál es el camino más sano.
6- ¡No pasarán!
Hay que evitar sacar conclusiones equivocadas sobre la dinámica: por ahora no hay ninguna derrota seria por la base; la pelea está por venir. Hubo un triunfo táctico del gobierno, hay un malestar, hay despidos y miseria salarial y de la otra, pero las peleas vienen ahora. Y es obvio que ante la traición escandalosa del peronismo y la CGT están concentradas en la vanguardia, y hay que ver qué pasa.
El segundo momento es éste en el que todavía las peleas de la vanguardia no se han desatado, y son distintas que las de la época de Menem, porque los ataques están muy enfilados contra la izquierda. Ahora viene el momento en que nos van a atacar lugar por lugar, y hay que ver la resultante. Hay que ver si en el Posadas saltan a una lucha más grande; hay que ver si en Fate despiden a 400 trabajadores. Esto viene ahora, es parte del segundo momento, y no se puede decir ahora que “ya hay derrota táctica”.
Hay un triunfo táctico superestructural del gobierno que hay que ver cómo aterriza. Obvio, donde no hay vanguardia “pasan el rastrillo”. Ahora, donde hay izquierda, ahí van a atacar, y hay una complicidad del gobierno con la burocracia y el kirchnerismo: “hagamos bolsa a la izquierda”. Entonces, el PO y el Polo Obrero, Fate, UEPC, Posadas, Filo, etc.: ese es el ataque que viene y por eso es necesaria la unidad y reflotar la coordinadora de la primera mitad del año.
Hay retrocesos y miedo, pero no en la vanguardia sino en las masas. Al Polo Obrero están tratando de pasarlo a degüello, pero todavía no lo degüellan (nosotros defendemos incondicionalmente al Polo más allá de nuestras diferencias de prácticas y estrategia). También hubo temor por la gente que cayó presa, pero la mayoría fueron liberados, no hubo ni un muerto en la batalla del Senado. Hay que estar preparados para los conflictos que vienen; y hay que preparar a la militancia para enfrentamientos mucho más duros.[17] Mientras están llegando, aprovechamos para formar y consolidar.
El mensaje para la clase obrera de zona norte es derrotar a Fate, por eso hay que empujar en el SUTNA un encuentro regional lo más urgente posible. Si nos cocinan en Fate, la burocracia tiene la excusa perfecta para no hacer nada. Lo que termina desmoralizando no es solo la vida cotidiana, sino que cuando alguno saque la cabeza se la corten, y todavía no le cortaron la cabeza a nadie.
El Posadas es enorme, echaron profesionales: ¿van a vaciar el hospital? Bueno, eso sería una derrota, pero tienen que vaciar un enorme hospital con enorme prestigio. A la UEPC de Córdoba, ¿cuánto le va a durar su independencia? Llaryora los ataca, pero también mantiene el discurso de que no alcanza con el “fiscalismo” de Milei y que hace falta un “plan de crecimiento”. ¿Va a reventar a la UEPC o no?
La Thatcher tuvo tres mojones para desmoralizar. Primero dejó morir a veinte militantes presos del IRA; Bobby Sands fue el primero, pero hubo veinte más.[18] Empezaron a hacer huelga de hambre, medida con la que antes lograban que les hicieran concesiones, pero la Thatcher dijo no y los dejó morir. Después vino la demostración de fuerza estúpida en Malvinas, y después la derrota de los mineros (1985). Bueno, ahí sí desmoralizaron. Acá, ¿cuál es la gran lucha que derrotaron? Ninguna todavía. ¿Desmoralizaron a la izquierda con la ley de bases? Para nada, les falta algo más, les falta quebrar; si quiebran a la izquierda ordenan todo (¡por eso son tan nefastos los métodos cloacales, de provocación y división en la izquierda como los del PTS!).
Recuerden el último conflicto de Fate, que polarizó mucho a la gente. Tiene que haber un conflicto emblemático donde la gente tome partido para un lado o para el otro. Ahí veremos si toman más cuerpo los fachitos que aparecen por abajo, etc.
La lucha recién comienza. Y como se cantó en Francia en la Plaza de la República luego de la derrota electoral de la extrema derecha: ¡No pasaran!
[1] En las recientes elecciones presidenciales en la India se impuso nuevamente Modi pero sufriendo una importante pérdida en material de representación. Para más información ver nuestro reciente suplemento especial dedicado a dicho país (“¿A dónde va la India?, Marcelo Yunes, izquierdaweb).
[2] La extrema derecha internacional tiene claros elementos bonapartistas, aunque los matices varían muchísimo y en Occidente no les es tan fácil a las extremas derechas salirse de los límites del régimen democrático burgués. Son, todavía, bonapartismos débiles, lo que no quiere decir que no constituyan un peligro o que no puedan transformarse en bonapartismos en regla: eso dependerá de la lucha de clases y de las relaciones de fuerzas de país a país.
[3] Geopolíticamente, EEUU sí volvió a ocupar su lugar tradicional, tanto en relación a Ucrania como al Estado sionista (respecto de esto último no hay diferencias con Trump, pero respecto de Ucrania sí las hay). Por lo demás, desde el punto de vista económico Biden tomó una iniciativa que no va en el sentido neoliberal tradicional, lanzando una fuerte inversión desde el Estado en materia de infraestructura y de ramas de la producción tecnológicas en fuertísima competencia con China. Por ejemplo, existe un gran problema respecto de la fabricación de semiconductores, hoy bajo control sobre todo de Taiwán, que está fuertemente expuesto al conflicto entre EEUU y China.
[4] Es decir, la polarización mundial en curso no es solamente entre Estados, en la geopolítica, sino también entre las clases. Por ejemplo, algo que señalaremos más adelante: están los resultados electorales de la extrema derecha pero también las movilizaciones de masas, mayormente por la izquierda.
[5] A Corbyn lo lincharon los medios de comunicación para bajarlo de la dirección del Partido Laborista; la de Corbyn fue la dirección laborista más a izquierda en muchas décadas. De cualquier manera, en esta última elección logró ser electo en su circunscripción, lo que es un botón de muestra, por si hace falta, de la “paleta de colores políticos” que es el mundo: no todo es el impresionismo de los que ven sólo el giro a la derecha.
[6] El SWP inglés cometió un gravísimo error de seguidismo a la derecha populista al votar a favor del Brexit en vez de abstenerse, como hubiera sido lo correcto. Un error político que dicha formación sigue pagando hasta el día de hoy.
[7] Para entender el sistema electoral francés: Es presidencialista. El presidente, que tiene mandato por 5 años, puede elegir un miembro de la mayoría parlamentaria o no hacerlo. Sin embargo, en las últimas décadas ha habido experiencias de cohabitación. En general el presidente le da el cargo del primer ministro al partido que saca más representantes en la Asamblea Nacional, asamblea que se vota también por circunscripciones (hay unas 550 en Francia) pero que dan lugar a balotaje si no hay mayoría del 50%. Por otra parte, las elecciones presidenciales se votan de manera diferenciada: el día de la elección presidencial no se vota para la Asamblea Nacional; ésta requiere de una elección específica, como la que acaba de ocurrir porque Macron disolvió la Asamblea luego de sus malos resultados en las elecciones europeas.
[8] El NFP es un frente electoral de ocasión, que incluye al PS (Partido Socialista), la LFI (el partido de Mélenchon, ex figura del socialismo), los verdes, el PC y el NPA de Becancenot y Philiphe Poutou, es decir, la ex mayoría del viejo NPA que, al igual del PSOL en Brasil, cometió la traición de ingresar a un frente de conciliación de clases.
[9] La “desistencia” es una vieja táctica para evitar que la extrema derecha llegue al poder en Francia. Obviamente, es una táctica electoral de colaboración de clases y no independiente.
[10] El partido de Marie le Pen es el sucesor directo de la Francia de Vichy, el gobierno colaboracionista del Mariscal Petain que gobernó Francia bajo la ocupación alemana (1941-1944).
[11] El gobierno de León Blum fue de colaboración de clases hasta los tuétanos. Pero en las condiciones mucho más radicalizadas de los años 30 del siglo pasado, sufrió una huelga general cuyas conquistas se extienden –aunque cueste creerlo– hasta el día de hoy. A la burguesía francesa le cuesta imponerle derrotas históricas a su clase obrera tanto como a la burguesía argentina, aunque los peligros en ese sentido han crecido en el último período.
[12] Señalemos dos cuestiones como nota al pie. Una, que el trotskismo en la Argentina tiene una representación social y política que no tiene actualmente el trotskismo francés. La otra, que sin embargo en la Argentina se vive una degradación del nivel político y cultural que impacta en las direcciones de los partidos y en su militancia: el debate político y teórico-estratégico está sumamente degradado y a las direcciones del PTS y el PO argentino la cosa no parece interesarles. Sobre todo el primero es una escuela de educación cloacal de su militancia.
[13] El grupo del PTS en Francia también presentó un candidato, en su caso por Saint-Denis.
[14] El PSOL, Resistencia y el MES en Brasil, de Jacobin Lat, del DSA en Estados Unidos, del NPA de Becancenot y Poutou en Francia, etc., son todos de la misma “familia” oportunista y posibilista en relación a la emergencia de la extrema derecha mundial.
[15] No está claro que la Negra que conduce el gremio, y el PO que la orienta, entiendan que este no se trata de un conflicto puramente “económico” sino del intento político de la patronal y el gobierno de descabezar uno de los pocos gremios antiburocráticos del país.
[16] Agreguemos que los sojeros siguen pidiendo una devaluación hecha y derecha (lo mismo que el FMI) y se niegan a liquidar exportaciones por 13.000 millones de dólares.
[17] Hay que preparar elementos de autodefensa, aprender a llevarla adelante y a hacerlo junto a la vanguardia de manera seria, no como el PTS que se desbandó cuando la represión en la sesión de senadores y dejó a las asambleas en banda.
[18] Mi nombre político, Roberto Sáenz, lo tomé en honor a él, a Bobby Sands.