Armas biológicas, amenaza creciente

Armas biológicas, amenaza creciente.

Vladimir Castillo Soto

Según las Naciones Unidas “las armas biológicas difunden organismos o toxinas patógenos con los cuales se pretende provocar daños a seres humanos, animales o plantas, y pueden ser mortales, además de altamente contagiosos”1.

La Convención sobre la prohibición del desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxínicas y sobre su destrucción (CAB)2 quedó abierta a la firma en abril de 1972 y entró en vigor en marzo de 1975. Hasta ahora, julio 2024, diez (10) miembros de las Naciones Unidas no se han adherido o han ratificado la CAB3. Este ha sido el primer tratado multilateral que prohíbe toda una categoría de armas de destrucción masiva, pero no es ni el primero ni el último que ha sido violado permanentemente por el gobierno y el complejo militar industrial de los Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.).

La Convención estableció que cada cinco (5) años se daría una Conferencia de Examen. En 1986 y 1991 se dieron la Segunda y Tercera Conferencia de Examen, en las cuales se definieron una serie de “medidas para el fomento de la confianza”, en virtud de las cuales los Estados se comprometían a presentar informes con datos sobre laboratorios y centros de investigación; instalaciones de producción de vacunas; programas de investigación y desarrollo biológico con fines ofensivos y/o defensivos; brotes epidémicos de enfermedades infecciosas e incidencias similares causadas por toxinas; legislación, reglamentaciones y otras medidas4.

Bajo los efectos de la arrogancia y la embriaguez propias de la unipolaridad, la administración del presidente George W. Bush en la Conferencia del 2001 se negó a continuar avanzando con la definición y aplicación de los “exámenes” acordados en la Convención, aduciendo que esto “pondría en riesgo la seguridad nacional e información confidencial”5. El tal es que, con dicha excusa, los estadounidenses continuaron libremente violando la CAB y aumentando su arsenal de armas biológicas, “modernizándolo” con el uso de los últimos avances en ingeniería genética, biología sintética y otras tecnologías, aplicando además inteligencia artificial con el fin de multiplicar la letalidad y conseguir las vacunas pertinentes a cada caso. Existen peligros extraordinarios en estos juegos a ser dioses, modificar las estructuras del ADN puede salirse de control, cualquier error, mal cálculo o mal manejo puede conducir a resultados inesperados e incluso insospechados, con terribles resultados para la humanidad.

En Fort Detrick, el principal centro de desarrollo de armas biológicas estadounidenses ubicado en EE. UU., se están desarrollando, diversos tipos de agentes químicos-bacteriológicos, como por ejemplo: la aflotoxina, una proteína que produce determinados hongos causantes de daño hepático y cáncer; el híbrido de virus de influenza y virus ébola, una combinación fatal con el propósito de la erradicación de grandes porciones de población; y la toxina botulínica, la sustancia más venenosa que se conozca.

Adicionalmente para evadir sus responsabilidades relativas a la CAB, conseguir muestras y “conejillos de indias” más fácilmente, e incluso para resguardarse del peligro que conllevan este tipo de investigaciones, los EE. UU. ha diseminado por el mundo una cantidad importante de laboratorios biológicos. Según el vocero, Zhao Lijian, del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, existen al menos 336 de estos laboratorios en el mundo, de los cuales cerca de treinta (30) operan en Ucrania y el resto en al menos 30 países6, principalmente en Asia, África Subsahariana y la Amazonia peruana y brasileña. Esta distribución no es casual, a vuelo de pájaro se denota una concentración en sitos de conflicto e intereses occidentales y sobre todo al rededor de Rusia y China.

Los laboratorios biológicos en Ucrania fueron operados por orden del Departamento de Defensa de los EE.UU., e invirtieron más de doscientos millones de dólares en dichas actividades y las investigaciones tienen como objetivo establecer mecanismos para la propagación encubierta de patógenos virales mortales. Es de hacer notar que algunos de estos laboratorios estaban en los territorios controlados por Kiev en las Repúblicas Populares de Donetsk, Lugansk y en la región de Jersón, habiendo sido varios de ellos capturados por los rusos, durante la Operación Militar Especial, encontrándose en sus instalaciones rastros de cientos de patógenos peligrosos.

En Perú también existen varios laboratorios de experimentación biológica norteamericana, de los cuales el denominado Namru-6, comandado por la Armada de los EE. UU. es el más importante y tiene la misión de “identificar enfermedades infecciosas que amenazan la salud pública y militar, así como desarrollar y evaluar intervenciones y productos para mitigar esas amenazas”7. Sin embargo, durante la pandemia del Covid-19, no cumplió ninguno de esos cometidos, pero sospechosamente en América Latina el virus del dengue se ha robustecido y el zancudo que lo propaga ha tenido inexplicables variaciones genéticas, acortándose el ciclo reproductivo y haciéndose más resistente a los plaguicidas con que se le suele combatir. Adicionalmente Perú ha sido el hogar de culturas muy antiguas y es un lugar ideal para buscar y resucitar virus antiguos para los cuales estaríamos totalmente desprotegidos.

EE.UU. es el país que más ha utilizado ADM desde la II Guerra Mundial, se estrenó de manera brutal con los ataques nucleares a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, dejando varios centenares de miles de víctimas directas y millones de indirectas; utilizó armas químicas, como el napalm en la guerra de Corea y luego en Vietnam, Laos y Camboya junto al agente naranja, matando y afectando millones de personas como consecuencia de su uso; en Cuba han atacado cultivos de caña, plátano y otras especies vegetales, así como el rebaño porcino, el cual fue diezmando. También se han producido epidemias de dengue y otras enfermedades en la población del país, con decenas de consecuencias trágicas, que las autoridades cubanas han considerado y denunciado como ataques biológicos.8

Por otra parte, una comisión de la Duma de la Federación Rusa ha investigado los laboratorios encontrados recientemente en las Repúblicas Populares de Donetsk, Lugansk y en el territorio de Jersón y llegaron a la conclusión que “EE. UU. tiene como objetivo desarrollar un arma biológica universal modificada genéticamente capaz de infectar no solo a personas sino también a animales y cultivos agrícolas . Su uso implica, entre otras cosas, el objetivo de infligir daños económicos irreparables y a gran escala al enemigo”, según ha reseñado Sputnik9

Científicos británicos han advertido de la posibilidad de que antes de que acabe la próxima década sea factible fabricar armas biológicas especialmente diseñadas para provocar enfermedades infecciosas mortales en poblaciones genéticamente determinadas, como ciertos grupos étnicos, mediante técnicas de ingeniería genética10, lo que agrega otra explicación a el empeño norteamericano de distribuir sus laboratorios de la manera que lo ha hecho.

Los programas militares de EE. UU. en relación a las armas biológicas son herederos directos de las inhumanas prácticas que en este campo desarrollaron la Alemania nazi y el Japón militarista, antes y durante la II Guerra Mundial. De hecho, muchos de los “científicos” de estos países terminaron formando parte de universidades e instituciones norteamericanas de investigación. Enmascaran todas estas actividades e incluso las hacen ver como necesarias y que no violan la CAB, que son realizadas por el bien de la humanidad y tan inocuas que no ameritan ser reportadas ni supervisadas.

No debieran existir países en el sur global que permitiesen instalar peligrosos laboratorios donde se experimentan y desarrollan armas biológicas, contraviniendo y violando la CAB. En particular, los países de América Latina y el Caribe debieran establecer un compromiso formal, a través de la CELAC, que acelere la clausura de los laboratorios para la investigación, prueba y desarrollo de armas biológicas instalados en nuestros países e impedir nuevas instalaciones con carácter pseudocientífico, que sirvan a los propósitos guerreristas norteamericanos. De hecho hay que presionar desde todas las instancias posibles, gobiernos, parlamentos, entes multilaterales, para que la CAB sea retomada plenamente, definiendo y aplicando los mecanismos necesarios para hacer cumplir las disposiciones establecidas en la Convención y en las Conferencias de Examen sobre la verificación y eliminación de todas las armas biológicas en existencia, y se informe de todas las actividades relacionadas. Investiguemos, hagamos ciencia en función de los intereses de nuestros pueblos y no de los intereses, desleales a la humanidad, del imperialismo en su fase de descomposición.

1 En https://www.un.org/es/global-issues/disarmament, tomado el 15/07/2024

9 En https://sputnikglobe.com/20230412/us-working-on-universal-genetically-engineered-bioweapon-russian-parliamentary-investigation-1109381193.html.

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